Edward me habia negado saber de su muerte a su debido momento y también me habia negado lo que por derecho propio era mío….¿Que perdia al volver de nuevo?
-No. – dije, y volví a tragar.- ¿Cuándo se lee el documento?
-En tres días señorita Swan. ¿Entonces, puedo contar con usted?
-Por supuesto.
-Se lo comunicaré al señor Cullen, entonces.
-¿Él, él también va estar presente?
-Se los requiere a los dos señorita. A los dos únicos parientes vivos de la señora.
-Bien. Hasta dentro de tres días entonces.
-Adios, pase un buen dia señorita.
Colgué.
Caminé temblorosa hacia el sillón y me senté.
Debia llamar a Jasper y decirle que me marchaba…mañana mismo….
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RETRATO EN SEPIA.
-.Capitulo 4.-
-Mira; Bella.¿Que quieres, que me salga una úlcera que me lleve al otro mundo?.- La voz desesperada de Jazz; me hizo sofocar una sonrisa; mientras lo escuchaba con el manos libres.- ¿Supongo que te habras llevado el portátil?
Fruncí el entrecejo; mientras buscaba las gafas de sol en la guantera.
-Me siento explotada…- susurré.
-¡Bah! ¡No diga usted tonterías señorita Swan! Tenemos en nuestras manos una mina de oro con el protagonista bruto de tus novelas….no me dejes en la estacada…Bella.
Sonreí y acoplé las gafas en mi nariz.
-¿Te he fallado alguna vez; Jazzy?
-Hum…sabes que no me gusta que me llames asi…
-Pues confía en mí.
-¿Entonces no tienes idea de cuando volveras?.- la voz de Jasper; sonaba verdaderamente desesperada.
-La verdad; no creo que me tome mucho tiempo esto. Supongo que será firmar algunos papeles; saber lo que es mío por derecho y vendérselo a mi tío….aqui no hay nada que me interese.
Al otro lado de la línea telefónica; se oyó a Jasper como si hubiera estado reteniendo el aire unos minutos.
-Creo que ya no me saldrá ulcera.
Reí con ganas y nos despedimos.
Conducía mi auto por aquellas carreteras solitarias; donde la verde campiña te invitaba a respirar copiosamente y cerrar los ojos; agonizando de aquel aire puro y fresco. Sonreí.
Hacia mas de un año que no salía de Londres y aquello; pese a todo, iba a beneficiar mi salud.
Volví a abrir la guantera y busqué el paquete de tabaco; que era parte de mí, como mi propio pc; y puse un cigarrilo en mis labios. Pulsé el encendedor del auto y esperé a que saltara.
No habia avisado a nadie que volvia a la Fortaleza dos días antes de lo previsto; para la lectura de la ultima clausula del testamento. Queria entrar de manera triunfal. Como aquellas heroínas de mis historias.
Aunque yo no fuera voluptuosa, hermosa y con cuerpo de escándalo.
Pero sonreí ante el efecto sorpresa.
Desde luego que debia de haber sido una sorpresa; nunca mejor dicho para mi querido tío, el saber que debia de estar presente ; para ejercitar la ultima voluntad de aquella mujer que habia sido madre de mi madre….
Aspiré con fuerza el cigarrillo y aminoré la velocidad al encontrarme a una muchacha caminando por la carretera con una mochila en la espalda y una gruesa bolsa en su mano izquierda.
Iba en contra dirección; pero algo me dijo que debia hacerme cargo de ella.
Hacia bastante calor y si la muchacha seguía andando todo el dia iba a ser victima de una insolación.
Frené en seco y miré ambos carriles; la muchacha se paró y algo alucinada miró mi maniobra impactada. Me puse en el carril contrario; muy cerca de ella y alcé mis gafas de sol para hablarle. Le dediqué una sonrisa.
-¿Te llevo algún lado?
La muchacha me miró con el ceño fruncido y se acercó con paso vacilante hacia el coche.
-¿Dónde vas tú?.- preguntó alzando una mano en sus cejas y protegiéndose del sol.
-Voy a la Fortaleza; a la casa Cullen.
La chica como si hubiese mentado al mismo demonio, dio dos pasos hacia atrás y negó con la cabeza.
-No, no…..yo allí no vuelvo….
Dí una fuerte calada al cigarro y apagué el motor para bajarme del coche. Necesitaba saber…
-¿Cómo que allí no vuelves?
-No…la señora Tanya es peor que una negrera y el señor Edward es un cerdo engreído que se cree el ombligo del mundo….
Aquello me hizo reir.
-Buen retrato; si señor.- dije mirándola y sonriendo. Le ofrecí mi mano.- Soy Bella Swan…Cullen.
La chica se llevó la mano a la boca y abrió los ojos desmesuradamente.
-Yo…lo siento…
-No. No lo sientas. Me gusta la gente que habla con la verdad; sin importar el daño que esta haga…no te preocupes….les tengo tanta estima como tú…
La muchacha rozó mi mano y yo la apreté fuertemente a modo de saludo.
-Alice Brandon.- dijo por fin; sonriendo de manera franca.- ¿Eres pariente de …ellos?
-Soy la sobrina de Edward Cullen. Mi madre y él eran hermanos.
Alice se tocó el cabello depeinado de su cabecita y me hizo un mohín.
-Yo; me he marchado de allí. Estaba al cuidado de la casa; pero no lo aguanto mas…ni las insinuaciones de la maldita señora Tanya ni los escarceos del señor Edward…son tal para cual…en esa casa es imposible vivir sin volverse majareta.
Escudriñe su rostro.
-¿Dónde pretendías ir andando?.- le pregunté.
-No sé. Pensaba ir hacia el norte.
-¿Andando?
-Confiaba que alguien me recogería…
-Dejame decirte que es peligroso…..¿Tienes algún familiar al que recurrir?.- presentia que aquella chica menuda estaba tan sola en el mundo como yo.
-No. Pero tengo dos manos…y eso siempre funciona. Tengo salud y ganas de trabajar.
Cogí su bolsa y la llevé hacia los asientos traseros de mi auto.
-¿Qué haces?.- preguntó asombrada.
-Dame la mochila de tu espalda.- ordené.
-¿Pero…?
-Damela.
Alice descolgó de su espalda la cargada mochila y la tiró en el alquitran caliente del asfalto; la cogí asombrada por lo que pesaba y abrí el maletero del coche.
-¿Qué llevas aquí, un muerto?
Ella rió.
-No…¡Espera!
Corrió con pasos cortos hacia mí y se abalanzó hasta la mochila para hurgar con desesperación algo entre sus miles de bolsillos.
Ante mi asombro; sacó un libro de bolsillo y lo pegó a su pecho.
-Esto es lo único que me ha ayudado a soñar y no vivir en la amargura en esa casa.
-¿Si?
Caminé hacia la puerta del coche y le ofrecí sentarse.
Miré a hurtadillas y el rubor tiñó mi rostro…aquella novela era de Ceres Portman.
-¿Ceres Porthman?.- pregunté; arrancando el coche y dando la vuelta; para seguir hacia mi destino.
Ella miró como maniobraba y puso una mano en el volante.
-¿Dónde crees que me llevas?
Reí y volví a cubrir mis ojos con las gafas de sol que reposaban esta vez sobre mi cabeza.
-Te llevo conmigo. Cuando salga de aquí; vendrás conmigo….
Contemplé la cara de horror de Alice y suspiré.
-No te preocupes; no vienes conmigo en calidad de sirvienta ni nada por el estilo. Eres mi asistente y lo seguiras siendo cuando vuelva a Londres. ¿Has visto alguna vez Londres?
-No.- Bajó el rostro y apretó las manos fuertemente en aquel libro que llevaba sujeto entre ellas.
Alcancé la mano y la acaricié tiernamente.
-Creéme. Yo no soy como ellos.
Alice me sonrió y abrió el libro por la pagina que tenia marcada.
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Bajamos del coche y Alice, intimidada buscaba mi mirada mientras caminábamos hacia la gran entrada a los jardines.
Allí nada habia cambiado y una especie de estremecimiento me recorrió la espalda, al volver de nuevo, a aquella casa donde todo habia sido tan frio como las piedras de la balaustrada.
Subimos las grandes escaleras de granito y azorada; piqué en aquella enorme maneta con dos golpes secos que me hicieron mirar a Alice interrogante.
-Siempre tardan demasiado en abrir.- susurró.- No desesperes.
Carraspeé incomoda y volví a coger la maneta con fuerza.
Antes de dar el firme toque, la puerta se abrió y un hombre canoso nos abrió la puerta con aire insolente.
-Te estábamos buscando.- dijo mirando a Alice con desprecio.- La señora te espera desde esta mañana….¿Y quien es…?
Busqué la mano de Alice y la apreté fuerte entre las mia.
-Soy Isabella Swan Cullen.
El hombre alzó las cejas, azorado y trastabilló, dando dos ligeros pasos hacia atrás.
-Señorita…no esperábamos su visita hasta el miércoles….los señores no saben..
-Me es indiferente lo que piensen los señores. Yo soy una Cullen al igual que los que viven aquí y puedo venir cuando me plazca.- Pasé con Alice delante de aquel hombre y cuando cerró la puerta tras nosotras, se adelantó apresuradamente intentando dar explicaciones.
-Espere, señorita. El señor no la espera; ni que decir de la señora. Dejeme que les diga…
Me paré en seco; en aquel ancho y largo pasillo antes de llegar al salón. Miré al hombre, compadeciéndome de él y curvé mis labios en una ligera sonrisa.
-Lleve a Alice a una habitación de invitados. Si es posible lo mas cercana a la mia que pueda, y ahora…digame donde se encuentra mi tío…quiero saludarlo.
-¿Alice? Señorita, Alice…
Sesgué sus palabras; cansada. Aquel hombre trataba de ocultarme algo.
-Alice es mi asistente; y la quiero cerca de mí. Ósea que lléveme inmediatamente delante de mi tio…por favor.
El hombre se secó el sudor con la manga de su estirado uniforme, e hizo una pequeña reverencia.
-Sube a la habitación este; Alice .- le dijo mientras caminaba delante mio.- EL cuarto de la señorita Swan se dispondrá continúo al tuyo.
Alice sonrió y subió graciosamente unas escaleras de marmol. Imponentes, majestuosas; como todo lo que me rodeaba.
Le guiñé un ojo y seguí al hombre canoso.
-¿Su nombre, por favor?.- le pregunté. Me gustaba saber a quien me dirigía en todo momento y en aquellas circunstacias no quería que aquel señor pensara que yo era tan incivilizada como parecían los dueños de aquella casa.
-Marco; señorita. ¿No se acuerda de mi? Estuvo aquí muy poco tiempo; pero yo si la recuerdo.
Mientras caminaba intenté recordar la figura de aquel hombre en la mansión; pero mis recuerdos lejanos , habían borrado todo lo que no tenia que ver con Edward, Tanya, Jacob y mi abuela : Esme.
Llegamos a una puerta oscura; fuerte dura, compacta y Marcó tocó a la puerta con impresión incomoda.
-¿Señor Cullen?
Esperamos unos segundos y se oyeron unas risas detrás de aquel portón antiguo.
-Señor Cullen. Su sobrina está aquí. La señorita Isabella , está aquí , señor Cullen.
Se oyó una maldición al otro lado de la puerta y el arrastre de unos muebles.
Ésta se abrió y Marco entró primero para saludar a Edward.
Cuando pasé el umbral de la puerta me dieron ganas de vomitar.
Aquella sala olia a sexo, a tabaco y alcohol.
-Señor Cullen.
La voz de Marco me hizo buscar la dirección de aquellas palabras, y contemplar al ser que habia invadido mis noches con pesadillas.
Me sentí fuerte.
Ya no era una niña y no podia temerle.
Estaba sentado en la banqueta de su escritorio; con una rubia en su regazo y un puro en su boca, cuando nuestros ojos se encontraron dio un fuerte empujón a la mujer que tenia encima y apagó el puro con desesperación en el grueso cenicero de granito.
Caminó hacia mí; sin despegar ni un segundo su mirada de la mia y sonrió de manera insolente.
-Querida Isabella….que gusto verte…
Achiqué los ojos y ví como su rostro se acercaba al mio.
Sus labios rozaron mi mejilla y yo quedé estática.
-Hola Edward.- dije al recobrarme de su contacto.
Él evaluó detenidamente todo mi cuerpo y siseó algo que no supe comprender, giró su cuerpo y con un chasquido de dedos, mandó a Marco y aquella mujerzuela fuera de la habitación como si fueran perros.
La puerta se cerró tras de mi y él volvió a sentarse en aquel sillón; su vista se clavó en la mia y dibujó en su boca una sonrisa cruel; de aquellas que me hacia padecer las peores pesadillas.
-El ratón ha caído en la trampa.- dijo ; escrutando mi rostro y viendo el terror que se dibujaba en mis pupilas…..
holaaa el capituloo estuvooo espectacular..y ahoraa que va a sucederr..y aparecioo alicee que trabajaba para edward...todavia esta casadoo con taniaaa ufaaaaaaaa noo que se separennn ya que vino esa frase ultima de edwardd....me re gusto el capiiii besoss!!!
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