Capitulo 2
El coronel Edward Cullen me miraba con horror y tendió su mano para que me levantara del suelo, me saqué la la cofia del hábito, para arrastrar todo el huevo que estaba adherido a él y dejé que el cabello campeara al viento.
-¿Se va a levantar o se quedará ahí tendida todo el dia?.- me dijo el coronel con la mirada envenenada.
Yo me levanté, sin querer su ayuda y me sagudí el hábito mirando hacia arriba.
-¡Hola niñas!.- Saludé con las manos.
El coronel volvió a emitir un sonido estridente con el silbato y desaparecieron todas de la balconada.
-Entre, antes de hacer las presentaciones formales, debo hablar con usted.
Caminó delante mio y yo lo seguí.
Me maravillé al entrar. Era una mansión espléndida. Candelabros de cristal tallado, una escalera de mármol blanco que subía hacia las habitaciones , una chimenea donde ardían dos leños casi consumidos por las llamas…
-Entre aquí.-Me dijo con aquella voz autoritaria.
La habitación, era de roble y había un amplio escritorio, me ofreció la única silla que había, y me senté mientras él caminaba de un lado a otro.
-Hermana. Aquí las reglas, las pongo yo. Antes de nada quiero que eso lo tenga muy claro.
En esta casa no se hace nada, sin mi absoluta aprobación. ¿Lo tiene claro?.- Se paró en seco y me miró a los ojos. Unos frios ojos verdes que me hicieron desviar la mirada.
-Sí. Por supuesto.
-Las niñas tienen profesores particulares durante las 5 primeras horas del dia. Le ruego no se vincule en sus deberes académicos, estos son únicamente responsabilidad del profesorado que se los imparte. Su dia festivo será de libre elección. Si hay cualquier problema con alguna de ellas, le ruego que me lo haga saber….siento lo que ha pasado hace un momento. Les daré su justo castigo.
Me levanté de la silla y le increpé.
-No, no las castigue, por favor. Ha sido cosa de niños..no..
-¿Me va a decir como tengo que educar a mis hijas?-dijo levantando levemente la voz.- Mire, le voy a ser sincero, esperaba una persona con más experiencia para el cuidado de mis hijas… es poco mayor que mi hija Rosalie. ¿Cuántos años tiene, hermana?
Yo lo miré con la barbilla alzada, altanera.
-18.
-Lo que yo decía. Usted tendría que estar en el convento todavía y formarse lo que le quede de noviciado…no entiendo como la Hermana Superiora ha delegado en usted esta tarea. No es más que una cria.
-Si duda tanto de mi ¿Qué hago en su casa?
Se acercó a mi y yo tuve que alzar aún mas mi cabeza para contemplarlo.
-Le tengo gran cariño a Sor Reneé y confio en su elección.
-¿En que quedamos, confía o no en mi?
Su rostro serio se crispó y me fijé en sus puños; estaban apretados.
-Vamos a intentar llevar bien esta sociedad, hermana…Bueno eso de hermana lo dejaremos. La hermana Superiora me ha dicho que usted no ha tomado aún lo hábitos ósea que la puedo llamar por su nombre. Isabella ¿no?
-¿Y yo como lo puedo llamar?
Fue hacia un lado del escritorio y se apoyó con sus brazos en él, mirándome con los ojos entrecerrados.
-Coronel Cullen.
-Llámeme Señorita Swan.
-Estupendo. Me gustan los formalismos.- Se irguió de nuevo y caminó hacia la puerta.- Ahora, venga voy a presentarle a las niñas.
Lo seguí y me detuve en seco al mirar escaleras arriba. Estaban todas dispuestas de mayor a menor. La primera era tan bonita que dolía, su cara de porcelana , era el lienzo perfecto para la cascada de rizos de oro que envolvía su faz. Aquella debía ser Rosalie.
Otra vez el maldito silbato, chirrió en mis oídos.
-Presentense niñas.- ordenó su padre.
Rosalie, bajó las escaleras seguida de las demás .
-Rosalie Cullen.-dijo la mayor.- Encantada.-hizo una reverencia y dio un paso para atrás.
- Renesmee Cullen.-dijo la siguiente, imitando a su hermana.
-Alice Cullen.
-Bree Cullen
Miraba absorta a todas y cada una de ellas; cuando una pequeña manita me jaló el hábito.
-Pedone zeñorita monja, yo..tié el wevo, peo fue Alice la que me o dio. Zoy Calie.- Era tan tierna y pequeña, que no pude contenerme y la cogí en brazos.
- Yo soy Isabella y voy a cuidaros a partir de ahora.- Las miré a todas.Encantada de conocerlas, espero que nos llevemos bien y por mi; el incidente del huevo está olvidado.- Una breve risita hizo que me volviera hacia Carlie.- ¿De que te ries nenita?
-Alice dijo que no ze enfadaría y llevaba rason.
-Carlie, ve con tus hermanas hacia mi estudio. Os daré el castigo pertinente, esto no puede quedar así. Yo no las he educado para comportarse de ese modo.
La voz del coronel, dura y energica me hizo estremecerme a mi también.
-Hoy toca fusta.- susurró la que se llamaba Renesmee.
El coronel dio otro silbatazo y todas fueron en fila hacia el cuarto de donde habíamos salido el coronel y yo hacia breves minutos. Apreté fuertemente a la pequeña Carlie entre mis brazos.
-Sueltela.- Me ordenó el coronel. Dirigiendo una mirada envenenada a la pobre nenita.
-¿Qué les va a hacer?—pregunté indignada.
-No es de su incumbencia,¡Sueltela!.- Dio dos grandes zancadas hacia mi y me la arrebató de mis brazos, dejándome vacía.
-No tiene corazón.-susurré.- ¿Las va castigar con la fusta?. No digo que no las regañe; a las mayores, pero a Carlie y a Bree, son prácticamente dos bebes, no sabían si quiera lo que hacían. Es usted un…
-¡Id a vuestra habitación! ¡Y no os quiero ver bajar para cenar! ¿Entendeis?.- Gritaba como un poseso y me dio miedo. No quería estar allí, aquel hombre era un monstruo , que tenia martirizadas a sus pobres hijas.- Señorita Swan. Recoja sus cosas y vayase al convento de La Adoración de Jesus , de donde no tenia que haber salido, nunca.
Me dí la vuelta y cogí la maleta. El hombre estaba allí parado como una estatua, con el rostro sin rastro de expresión. Su mandibula perfecta se movia rápidamente.
Abrí la puerta y me marché de aquella casa cabizbaja, la puerta se cerró tras de mi y ví todo el extenso terreno que la envolvía. Era una jaula de oro, para las niñas, y el hombre que se decía su padre era un ogro sin corazón.
Anduve durante bastante tiempo, no sabria decir si fueron horas o minutos; la casa del coronel estaba bastante alejada de la abadía y mis alpargatas no iban a aguantar aquella travesía, llena de piedras y charcos hacia mi hogar.
Divagaba , cuando la Hermana Superiora me viera de nuevo allí, me daría tremenda reprimenda, aunque no me faltaría tiempo para soltarle lo autoritario y ruín que era el coronel Cullen con aquella arrogancia tan repúgnate. ¡Que dios la perdonara! Pero es que aquel hombre la sacaba de sus casillas. Le hubiera gustado imponerse y decirle cuatro cosas bien dichas. Ella hubiera solapado a las niñas mas adelante, hubiera sido su confidente y su amiga; además de por supuesto su canguro a todas horas del dia. Él no le había dado esa oportunidad y lo odiaba por eso.
Los cascos de unos caballos me hicieron girarme sobre mis talones. Me mantuve quieta, en mi sitio, hasta que el animal con su jinete, pararon a pocos pasos de mi, haciéndome toser irremediablemente victima de la polvareda.
Me froté los ojos y estornudé tapándome la boca y soltando la maleta en el acto involuntario.
-Señorita Swan, vuelva a casa. Las niñas la quieren allí.
Me restregué los ojos y ví al coronel con su rostro serio. Ofreciendome la mano para subir al caballo.
-Ni lo sueñe. No vuelvo allí ni loca.- Caminé hacia delante. Anduve varios metros y oía al caballo relinchar detrás mio.- No voy a ir con usted coronel Cullen, ya he visto bastante y…
Noté como unas poderosas manos me cogían en volandas y me montaban el el maravilloso córcel, él asió rápidamente mi cueroi al suyo y quedó detrás mio, sus manos posesivas cogían las riendas del animal mientras que su cuerpo estaba terrible y pecadoramente adherido al mio.
-¿Me va a secuestrar?.- pregunté enojadísima.
El coronel rió por lo bajo y dio la vuelta al caballo con sus riendas.
-Mis hijas la quieren en mi casa y así será Señorita Swan.
holaaaa excelentee el capii me encantoo..edwardddd porr dioss estaba como locoo..y bella ajaj no perdio tiempo en irsee...cuando le pregunto si la iba a secuestrar me causo graciaa jee!! yy carlie me encantoo que lindaa...bueno noss leemos en el proximo capii!! besoss!!! suerte!!!
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