Capitulo 3
Durante la travesia de vuelta a la mansión no brotaron ni dos palabras de mi boca.
El coronel Cullen tampoco me dio conversación. No entendía nada de hombres; pero si de personas, y el que tenia pegado a mi espalda sobre aquel caballo , era un borde de cuidado.
Pasamos de largo la mansión y comencé a sentirme intranquila.
-Señor…Coronel…¿Puede decirme donde nos dirigimos?.- Le pregunté con la voz neutra.
-A las caballerizas, vamos a dejar a Destiny. Han de báñalo, hoy es su turno.
No dije nada.
Al llegar a las caballerizas, el coronel se apeó del corcel y me ofreció su mano para bajar. La rechazé y estampé mi cara contra la arena tibia del terreno. En ese momento creí morir de vergüenza , pero intenté no mirar a mi alrededor.
-¿Siempre se niega a que le ofrezcan ayuda, hermana?.- Me dijo el coronel siguiendo mi paso, hacia la mansión.
-Me gusta ser autosuficiente.- le dije sin mirarlo.- ¿Me llevará ahora con las niñas?.- Paré en seco y lo miré directamente a los ojos.
-Descanse, hermana. Mañana comenzará su labor.
Llegamos a la entrada de la casa y llamó a una chica del servicio.
-Jessica, atiende a la hermana Isabella, a partir de ahora ella se encargará de la niñas.
La chica del servicio que debía rondar mi edad, me valoró con sus ojos chispeantes y me dedicó una sonrisa.
-venga hermana, la llevaré a su habitación.
Seguí a la muchacha sin despedirme del coronel Cullen,cuando oí sus pasos alejarse, suspiré aliviada. Lo que peor iba a llevar de esa casa ; era su dueño, no lo soportaba.
Abrió una de las puertas del amplio pasillo y me dio paso.
-Esta será su habitación. Hermana. ¿le gusta?
-Sí.-dije. No tenia palabras para recitar lo que veian mis ojos.
La habitación era inmensa. En tonos crudos, una amplia cama con cabecero de hierro y un tocador de reina… una silla de princesa…
-Es maravillosa…
-Sí. Normalmente esta habitación la ocupa la señorita Victoria Aplegatte cuando visita al coronel, aunque de todos es bien sabido que solo amanece aquí.
No entendía nada.
-Sí,claro.-dije
-Seguro que deja que duerma aquí, porque él se marcha mañana de viaje con ella…durante una semana nada menos ¡Buscar una persona que le cuide a sus hijas mientras tanto!¡Es abochornante! Y pensar que algún dia esa mujer puede ser la señora de esta casa!
-¿Mañana se marcha?
-¿No se lo ha dicho?
-No, la verdad tampoco hace mucha falta.- (me voy a quedar en la gloria si desaparece y me hago a las niñas en estos días)
-El coronel es un hombre de pocas palabras, pero no es mal hombre… Ha estado solo demasiado tiempo y eso le ha agriado el carácter
- Bueno, ahora no lo esta ¿no? No me gustaría verlo en absoluta soledad…debe ser amargante.
-jejjejjeejeje, hermana Isabella, para ser usted una monja, tiene una lengua muy afilada.-me dijo Jessica colocando una mano en mi brazo.
-No, no soy monja aún. No he terminado mi noviciado, me queda un año…
-Vaya…ósea que usted no es monja..
-No. Todavía.
-Bueno, hermana o ¿Cómo prefiere que la llame?
-Me da igual, pero preferiría hermana, si no le importa, hermana Isabella.-le dije correspondiendo a su amabilidad.
-Esta bien; así lo haré. Ahora la dejo sola para que se ponga cómoda y se familiarice con la habitación que a partir de ahora será la suya. Me alegro de tenerla aquí hermana, Será brisa fresca para esta casa.
-Gracias.
-¡Ah! Se me olvidaba, el coronel ha dejado en el armario varios cambios de vestuario para usted, en principio irá como el resto del servicio, pero si usted quiere seguir llevando el hábito; comuníqueselo al coronel, después de su viaje, él hará que le hagan un par de vestiduras para su labor
-No pienso quitarme el habito…no se lo tome mal, pero no estoy comoda, sin él. No soy una mujer, soy una sierva de Dios.
Jessica me miró y acarició mi cara con la palma de su mano.
-Con lo bonita que es…y es novicia..¿No sabe nada de la vida verdad?
- Sé lo suficiente, para saber que no me voy a poner el uniforme que lleva usted.
Miré otra vez como iba vestida la muchacha: La falda era tremendamente estrecha y corta, una camisa negra como una segunda piel y un insignificante delantal con puntilla.
-No se lo tome a mal, Jessica, pero yo estoy comoda con mis ropas.
Ella me miró sin perder la sonrisa y soltó una carcajada.
-Sí señor…usted va a dar mucho juego en esta casa…¡jajjajajajajaj!!!! .-se fue guiñándome un ojo y despidendose con la mano.
Aquella chica me había causado simpatía. Era agradable saber que tendría un hombro en que apoyarme si las cosas no salian como debían salir; que era lo más problable.
Abrí mi maleta y deposité mis austeras ropas sobre la cama. Abrí el armario ropero y las colgué en perchar.
Abrí la puerta que había en la habitación…Buahhh…un baño; aquello era un lujo. Miré mi reflejo en el espejo del lavamanos y observé mi pelo revolucionado; suelto.
-Dios mio…he perdido el velo…no..no puede ser…
Bajé corriendo las escaleras haciendo un ruido terrible con mis zapatos baratos. Busqué a ambos lados del salón la puerta del despacho del coronel..la ví, abrí la puerta …
Entré abruptamente; lo admito..pero…
-¿Se puede saber porque entra así a mi despacho, señorita Swan?.-Su mirada envenenada, me hizo tragar fuertemente y replantearme que debía haber tocado a la puerta como minimo.
-Mi velo…he perdido el velo..¿usted sabría…?
Un fuerte puñetazo en el escritorio de madera de nogal, hizo que pegara un salto y me aplastara contra la pared.
-¡Y a mi que me importa su puto velo! ¡Qué sea la ultima vez que entra asi a mi despacho! ¿lo entiende?
-Yo lo siento; no debí.-Alzé la cabeza altanera y volví a tragar armándome de valor.-necesito mi velo, es de vital importancia para mi.
Él observó el marco de mi cara; mi cabello e hizo una mueca de desprecio.
-No entiendo como no ha cortado su pelo aún. Dicen que las monjas lo llevan corto, claro que usted todavía no es monja. ¿Cómo que no se ha cortado el cabello señorita?
Su voz se había suavizado un poco, pero había desdén en ella.
-Lo he cortado , como puede ver ahora lo llevo corto. Mi melena, era extremadamente larga, me llegaba a la cintura. Vendí cabello, las hermanas no dejaron que me rapara la cabeza. Lloraron para que no lo hiciera. Yo lo habría hecho sin dudar. Eran los niños los que comerían con el peso de mi cabello, a mas peso, más dinero ¿entiende?
Su mirada por un momento se volvió transparente; pero fue un istante, no duró demasiado. La máscara de frialdad y dureza hizo pronta aparición.
-No necesitará el velo…llevará uniforme de servicio.
-Ni se lo imagine.
-¿Cómo?.-me dijo alzando una ceja y levantándose del sillón de piel que lo escondia.
-No pienso ir como la señorita Jessica. No debe poder andar con esa falda, y esa camisa. No, yo llevaré mis habitos.
-¿No quiere ir vestida como una mujer señorita?.- preguntó apoyando sus manos en los bordes del escritorio.
-Estoy al servicio de Dios.
-No. Esta a mi servicio e irá como a mi me dé la gana. Punto.
Continuará
holaaaaa guauuuuu que capii este edwardd que caracterr se enojaa por todooo y gritaa jaajaj!!! yy bella le hara caso en lo del uniformee o noo=??!! jee!!! y jesicaa me causo gracia como ess re simpatica!!! bueno quiero ver cuando bella vuelva a ver a las niñass...bueno nos leemos en el que sigue!!! besoss!!!
ResponderEliminar