sábado, 27 de noviembre de 2010

La Hermana Isabella

Capitulo 4



Habia salido de la habitación del coronel, hecha un basilisco .¿Pero que pretendía aquel hombre?. Subí las escaleras con decisión y abrí la puerta de mi cuarto.
La noche había caído en toda su totalidad.
Aquel dia había sido muy duro para mi; Me llevé la mano hacia mi cabello y suspiré. Necesitaba el complemento de mi hábito; me sentía desnuda sin él.
Unos leves golpecitos en la puerta , desviaron toda la atención que tenia sobre mi misma.
Abrí, la puerta con decisión. Y allí paradas delante mio estaban las dos hijas mayores del coronel. Con sus miradas bajas y retorciéndose las manos.
-Hermana… veníamos a pedirle perdón por lo sucedido esta tarde… en la entrada de nuestra villa… es imperdonable…-Era Rosalie la que hablaba, dejándome ciega por su belleza.
Les hice un gesto con la cabeza para que entraran a mi habitación y cerré la puerta apoyándome en ella con un suspiro.
-¿Ha sido tu padre el que te ha obligado a hacer esto? .- le dije suspicaz.
Ella miró hacia su hermana y una línea curva se dibujó en su rostro.
-No…
Caminé hacia ellas y me senté en una de la sillas que había esparcidas en todo el cuarto.
-Yo no soy vuestra enemiga; es más quiero ser un apoyo para todas vosotras. Me hago cargo de la imposición reglamentaria sin limites a que os tiene sometidas vuestro padre. Soy religiosa, pero esto se me escapa completamente Ese hombre es un …
-Tome.- la voz de Renesmee, detuvo mis pensamientos en voz baja y allí en su inmaculada mano, ví mi cofia enredada.- Papá nos dijo que nos despojásemos de ella, pero lo hemos hablado entre todas y creemos que usted se sentirá mejor con su disfraz completo.
-¿Disfraz?.- logré articular.
Las dos hermanas se miraron y esta vez fue Rosalie la que habló.
-Hermana…tiene usted un pelo tan hermoso… dejenos verlo en toda su plenitud. La respetaremos como hacíamos con nuestra madre. Se lo prometemos, su sentido de humor y su tenacidad para hablar con mi padre nos ha hecho pensar que usted es la indicada para seguir nuestra educación…Las otras eran demasiado estrictas y mayores. Usted es como una hermana mayor para mi y una madre amorosa para Carlie. Le pido perdón en nombre de mis hermanas…por lo del huevo.
Levanté mi trasero de aquella silla que parecía una cama y puse mis trabajadas manos en aquella tibias y lindas manitas de señorita.
-Yo soy como soy…Rosalie, soy transparente, no puedo soportar los castigos ni e mal humor de tu padre. Me ha bastado un botón para saber como es y la verdad aun dudo que me haya ido a buscar, cuando me echó de vuestra casa como si fuera un perro.
-Yo, Renesmee y Alice, rogamos para que fuera a buscarla…lo amenazamos de cierta manera…
-¿ Como?
- Sabemos que mi padre va a volver a contraer nupcias con esa señora: Victoria Aplegate… le dijimos que no la aceptaríamos por nada del mundo. Le pusimos un ultimátum la tres.
Aún no me podía creer lo que mis oídos estaban escuchando… ¡Vaya demonias!
-No voy a preguntar que clase de ultimátum le pusisteis…pero es vuestro padre y teneis que respetar su voluntad, si él no quiere que yo esté en esta casa, no le podeis imponer mi presencia…
-Hermana.-hizo un mohín con su boca, Rosalie.- Hablo en nombre de mis hermanas cuando le digo que usted es lo mejor que nos ha podido pasar en mucho tiempo. Quedese con nosotras, le prometo que no haremos nada que le desagrade. ¿Si?
No pude reprimir abrazarme a ella y sentir que la otra muchacha se derrumbaba en nuestros brazos también.
-No la defraudaremos hermana. Se lo prometemos.
Las miré a ambas y sonreí ante tal promesa.
-Ahora, venga, a dormir. Vuestro padre se pondrá como una fiera si sabe que estais aquí, hablando conmigo, venga… mañana será otro dia.- les dije, pensando interiormente que cuando amaneciera el estricto y enervante coronel Cullen ya se habría marchado de viaje con su estupendísima prometida la señora Victoria Aplegatte.

Las chicas se despidieron de mi, con una cálido abrazo y yo cerré la puerta con llave cuando salieron de mi cuarto.
Me despojé de mis hábitos y enguanté mi cuerpo en aquellas cómodas sabanas de algodón egipcio, suspirando de placer. Mañana seria un dia épico; sin lugar a dudas. No tendría la mirada de aquel hombre en la nuca, intentando poner faltas a todo lo que hacia o decía. Mañana seria un nuevo dia, sin duda.


El nuevo dia despuntaba en el horizonte.
Dí algunas vueltas en aquella enorme cama; sin saber realmente donde me encontraba.
Al mirar a mi alrededor, todos los recuerdos del dia anterior,se arremolinaron en mi mente ociosos.
Saqué mis pies del lecho y volví la vista hacia los ruidos que se oian en el jardín de la mansión.
Acomodé la cortinilla sutilmente y se asomé cubriendo mi cara con ella.
Habia un gran carruaje, de donde varios hombres sacaban grandes baúles y los metían en el interior de la casa.
Allí parado con su elegante figura de oficial estaba el coronel Cullen, con su porte enérgico y su cara de amargado total.
Su cara se desvió sutilmente y dirigió su mirada hacia donde me hallaba.
Escondí mi rostro, llevándome la mano al pecho.
Al cabo de un momento no pude ignorar mi curiosidad y volví a agazaparme y atisbar algo en el jardín.
Del hermoso carruaje negro , bajaba con una gracilidad digna de la más educada princesa,la mujer maás bella que mis ojos atisbaron a ver nunca en mi vida . Era bella, muy bella. El coronel, caminó unos pasos hacia ella y la besó con pasión. Aunque quise apartar la mirada; no pude controlarme. Era una faceta nueva del inquisidor coronel Cullen que me hacia verlo con unos nuevos ojos.
Sentí estremecerme ante aquella prueba de afecto.
Parpadeé lentamente, sintiéndome extraña ante tales emociones. Junto a la señora, salía otra persona del carruaje. Por su planta debía ser un caballero.
Llevaba una larga capa y un sombrero que ocultaba sus rasgos.
Se puso de frente al coronel, y le hizo un saludo militar que el coronel imitó inmediatamente.
Los dos invitados caminaron delante del coronel, siguiéndolos él inmediatamente.
Me separé de la ventanilla y me concentré en oir los latidos de mi corazón.
¿No se suponía que el coronel se marchaba esta misma mañana?
¿O seria que había cambiado de opinión?
Me llevé la mano a la cabeza y rápidamente me encerré en el lavabo de mi cuarto para asearme .
La voz de Jessica hizo que sonriera para mi misma. Ahora si me enteraría de todo con pelos y señales y la verdad lo estaba deseando.
Salí del lavabo con mi hábito y Jessica me miró evaluando mi aspecto.
-Hermana…el coronel, quiere que vaya de servicio…
La miré evitándola con los ojos.
-No te preocupes, Jessica, ya habé ayer noche con el coronel. He dejado claro que no voy a cambiar de parecer en lo que respectar a mis ropas.
-Muy bien. No será que no la he avisado, hermana… Ha habido cambio de planes ¿lo sabia también?
-No.- negué . Ayudando a Jessica a hacer la cama.
- La señorita Aplegate y un primo suyo. Emmet Mac Arty se alojaran de aquí unos días. El coronel ha cancelado su viaje con la señorita Victoria…
-Estupendo.- Una losa de 400 kilos se había caído encima mio.
Jessica me miró interrogante y sonrió misteriosamente.
-Parece que el coronel Cullen, no quiere dejarla sola con sus hijas; sin conocerla hermana. Si no no me explico su cambio de opinión. Verá.- Dejó las sábanas encima de la cama y se acercó a mi confidencialmente.- La cocinera, Zafrina, me ha dicho que anoche pudo oir al coronel hablar con el señorita Victoria, por lo visto discutieron y el señor le dijo que no iba a abandonar a sus hijas por tanto tiempo, que si quería estar con el señor que pasara unos días en la villa,Zafrina no entendió el hecho de no dejarla cuidar de sus hijas, hermana. Es la primera vez que el coronel es tan reacio a una empleada de esta casa, ha habido algunas antes de usted…
- ¿Si?.- solo pudo articular ese monosílabo.
-Sí. Ha habido varias mujeres que han sido reclamadas por el coronel para la educación de sus hijas. Pero todas se han marchado de la villa con el rabo entre las piernas.- Jessica se rió, con malicia.- Aunque si le he de ser sincera, ninguna era como usted… joven, bella e indisciplinada… la verdad, una cura de orgullo para el señor..
- No entiendo…
- No importa.- Jessica volvió a coger las puntas de las sábanas y a a acariciarlas sobre el colchon para quitarles todas las arrugas.- El coronel la acepta, las niñas la aceptan… supongo que no es difícil imaginar que quiere que la conozca Victoria, puesto que pronto ella será la señora de esta casa y usted seguirá con la atención de las niñas..
-¿Ella no se encargará de las niñas?
-No. Quiero decir, lo dudo mucho, la verdad. La señora Victoria es una mujer la que Dios no la agració con la bendición de los hijos..¿sabe? Ella ya estuvo casada en una ocasión… pero su marido murió en extrañas circunstancias. No tuvo descendencia. Las malas lenguas dicen que ella no puede concebir.
-Pobre mujer.
- Sí. Aunque aun me pregunto como ha podido engatusar al coronel. Ese hombre ha estado un largo tiempo solo. Salió un dia de aquí para ir a festejar el anuncio de una boda en un pueblo de los alrededores y ya trajo a la señorita consigo.
-¡Dios mio!.- me santigué ante tal inmoralidad.
-Jajajjajajajaj, no , no se santigue hermana. Esto solo es el principio…jajajajajjaj
Al terminar de adecentar la habitación, busqué mi crucifijo entre mis escasas ropas y me lo puse rezando interiormente.
-Hermana…el señor me ha dicho que la quiere ver en su despacho.
-¿Y como no me lo has dicho antes Jessica?
-Es bueno que espere. No es bueno que todas las mujeres de esta casa vayan detrás de él a golpe de silbato ¿no cree?
Yo asentí , reprimiendo una carcajada y la segui hacia el despacho del coronel.
Toqué en la puerta con los nudillos, recordando mi entrada en el dia de ayer y reteniendo la respiración antes de que me diera paso.
-Pase.
Al entrar, con la mirada baja y mis manos puestas en el enorme crucifijo que sobresalía en mi pecho, respiré con cierta dificultad.
- Hermana…
Estaba mirando algunos libros de la estantería, su cuerpo estaba de espaldas al mio y al volverse una mueca de desprecio inundó sus rasgos perfectos.
-Si coronel Cullen.- le dije con semblante serio y alzando la barbilla orgullosa.
-¿Qué hace vestida así?.- rugió como una animal.
-Forma parte de mi.
-No.
Lo miré directamente a los ojos.
-Sí.
Recargó su espalda en la librería y me valoró de arriba abajo.
-¿Quiere que yo mismo le arranque esas ropas, hermana?
El corazón me dio un vuelco y solté el crucifijo para pasarme las manos cruzadas por mis hombros en un acto reflejo de amparo total. Mi sangre latente se arremolinó en mis mejillas y la mente vagaba inquieta buscando palabras con las que responder al grosero que tenia justo en frente mio.
Una risa enervante hizo que lo volviese a mirar directamente a los ojos, unos ojos llenos de fúria.
-No se ponga así hermana. –Volvió a mirarme de arriba abajo, lentamente.- Usted no es mi tipo. Y aunque lo fuese, vestida así parece un cuervo. No levanta la livido ni de un caracol.- Miró otra vez mi rostro encendido.- Oh…lo siento.- dijo grotescamente.- Usted es novicia, no debe estar acostumbrada a estas palabras…
-Es usted un cerdo.- No sé como me salió aquello de la boca pero , chan chan chan…ahí estaba.
Sus cejas se levantaron cómicamente y su boca se estiró en una hermosa sonrisa, mirándome directamente con placer.
-Se pondrá usted el uniforme. Dejará esa horrible cosa que lleva puesta en la cabeza. Supongo que mis hijas fueron anoche a darle su… lo que sea lo que lleva puesto en la cabeza…aunque se lo prohibí terminantemnte.- sacudió la cabeza sin perder la sonrisa y yo lo miraba enbelesada.- Tendré que castigarlas… ¿Quién fue…Rosalie, Renesmme, Bree, Alice…?
Dejé de miralo como si fuera una divinidad, puesto que no estaba acostumbrada a que él sonriera tan abiertamente y tanto tiempo y lo miré directamente a los ojos, todavía encendiada por la incomodidad.
-Si las castiga a ellas, también tendrá que castigarme a mi, coronel.- dije muy erguida.
El coronel solté una risita demoniaca y dejó tambolirear sus dedos sobre el escritorio, me miró y su sonrisa creció más si eso era posible.
-Esta bien, usted será castigada y las niñas también. Usted dejará de ponerse eso que lleva y mis hijas, serán unas excelentes damas de compañía para mi prometida, la señorita Victoria Aplegatte…¿sabe que ha venido no?
Negué con la cabeza nerviosa y bajé mis ojos a la altura del suelo.
-Y yo que pensaba que estaba alcahueteando desde la ventana que hay en su cuarto…. He debido de equivocarme…si ella está aquí… mis hijas …digamos que no le tienen afecto a esa buena mujer..usted, hermana, las aconsejará de todo lo contrario…¿Verdad?
Tragué en seco y asentí con la cabeza pensando de Rosalie y Renesmme.
-Por supuesto coronel.
El seguía con su cara cinico.
-Por supuesto a ¿todo?
Puse los ojos en blanco y una mueca de asco se dibujó en mis labios.
-A todo coronel…Aunque si no es mucho preguntar, me gustaría saber ¿Por qué si le desagrado tanto, aunque sea por sus hijas no lo entiendo.. si le desagrado tanto, porque quiere que me ocupe de sus hijas? La señorita Aplegatte, pronto será su esposa y la verdad, sinceramente no entiendo por que ten….
-Hermana, usted no me desagrada en absoluto.

1 comentario:

  1. hjolaaaaaaa espectacularrr el capiii...aajaj me encantoo la ultimaa frasee de edwardddd...y las ñinaas aceptaronn a bellaaa y quieren que se quedeee...bueno veremos como le va a ahoraaa que victoria se hospedaa ahiii y conn su primo emmetttt...bueno noss leemos en el que siguee cuidateeeee!!!! adioss!!!

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