lunes, 28 de febrero de 2011

My Love Is Over

MY LOVE IS OVER
CAPITULO 4

La cara de Edward era un poema; pero estoy segura que la mia, lo era mucho más.
Antes de que me diera cuenta todos nos habían rodeado.
Tanya; la perra multiorgásmica estaba al lado de Edward y le pasaba las manos por la cara; como intentando calmarlo; con aquellas uñas de gata que tenia pintadas de rojo anaranjado.
El tal Jasper se habia quedado como embelesado mirando a Alice y ésta a él. Parecia como si todo lo que estaba ocurriendo no se hallara en su misma sintonía .
Emmet y Rosalie se miraban cómplices y asentían. En sus bocas se dibujaba una ténue sonrisa, medio diabólica que me puso la piel de gallina.
Y Edward…el maldito Cullen no me quitaba la vista del rostro. Parecia que habia quedado como de piedra; allí plantado.
-Angela…voy a buscar a Angela…- susurré girando sobre mis talones.
Caminé intentando no tropezar con nada; ya que el suelo estaba plagado de piedras como mi puño y tenia muchos puntos para caerme y terminar de hacer el ridículo.
-¡Bella!.- la vocecita apagada de Alice; me hizo volverme y mirarla con absoluta frialdad.- ¿Dónde vas? …- preguntó algo avergonzada.
-Voy a buscar a Angela. Con ustedes no pinto nada. No quiero estar a menos de 15 metros de tu hermano. Me repugna.- Volví a caminar; sin despedirme y sentí que se habia quedado parada allí; sin mover un músculo.- Oye Alice.- le dije, volviéndome a girar.- Que no se te escape el rubio…esta de muerte…..- ensanché mis labios en una sonrisa sin dilación y ella me imitó volviéndose y caminando hacia sus hermanos.
No miré más hacia ellos.
Si no encontraba a Angela, me marcharia mas pronto que tarde y nadie se enteraría.
Me coloqué de nuevo en la cola.
Me sentí un poco cohibida. Casi todas las chicas iban del brazo de sus novios y las que no; esperaban rezagadas, en un lugar aparte para que alguien se lo pidiese.
Cuando llegué al gigantón de seguridad; me miró extrañado.
-¿Una entrada?.- me preguntó.
-Sí.- volví los ojos.
-No se te ocurra hacerle pagar a esta belleza; su sola presencia debería de ser un recurrente para captar clientes. Es una Diosa.
Cuando miré hacia mi lado vi un cuello fornido. Quien quiera que fuera aquel hombre. Era descomunal. Alcé mas la vista me encontré perdida en sus ojos. Verdes…azulados.
Una sonrisa idiotizada cruzó mi rostro y parpadeé varias veces.
¿Quién era aquel hombre?
No lo habia visto en mi vida.
Desde luego; rozaba la cuarentena. Si no la tenia ya . Pero no importaba. Rezumaba seguridad. Y sobre todo…aquellos ojos expresaban bondad.
Su cabello rubio oscuro ; ligeramente ondulado caia sobre su frente en un gesto muy natural. Su boca casi perfecta enseñaba unos dientes completamente blancos y bien alineados. Su mandibula fuerte; destacaba por la suave barba de alrededor de una semana que cubria su rostro.
Era realmente tentador…muy tentador.
-Soy Gerald…¿Tú?.- Me ofreció su mano cuadrada y fijé mi vista en ella. ¡No habia anillo de casado!. Capturé su mano. La mia se veía infinitamente minúscula al lado de la suya…y me sentí tremendamente femenina en aquellos momentos. La forma de mirarme y su manera de rozar el pulgar por el dorso de mi mano…me sentí excitada y extrañada.
-Bella…Bella Swan.- Me presenté, sin perder la sonrisa y miré aquellos ojos que me tenían al borde del precipicio.
-He quedado aquí con unos amigos…yo lo mismo que tú; no tengo pareja…pero si quieres..tan sólo si tú quieres; podemos alterar ese pequeño problema.
“¡Pues claro que si…!” pensé.
Dentro de mi ensimismamiento; no oí las voces que eran colindates a mi.
-¡Queremos entrar! ¡Movimiento en la cola, ya!.
El monumento que yo miraba se apostó a mi lado y me dio la mano con una naturalidad nada fingida. Pagó la entrada, como pareja, y nos entregaron dos botellas de Champaña .
Dentro la música pitaba en en los oídos; pero no importaba.
Iba de la mano de un Dios…..
…Atisbé a ver a Carlisle y a Esme que se hallaban sentandos en una de las mesas que habia dispuestas; les sonreí y los saludé alegrememente con la mano.
- Mira; son ellos.- me dijo él.
-¿Ellos?.- pregunté.
-Sí. El doctor Cullen y su esposa.
-Vaya…el mundo es un pañuelo…- dije sin perder la sonrisa.
-¿Porqué?.- él paró en seco y me miró interrogante.
-Yo también conozco al matrimonio Cullen. Trabajo para ellos.
La música alteraba gravemente nuestra conversación y nos hablábamos a voces, literalmente.
-Vaya….- sus ojos como pozos de tranquilidad; me volvieron las piernas de gelatina.
Nos acercamos a ellos y tanto Esme como Carlisle se levantaron y me miraron con misteriosa persuasión.
-Gerry…que gusto.- saludó Esme.- Pensabamos que al final no vendrías…y menos de la mano de nuestra Bella.- Esme sofocó una risita y miró hacia nuestra espalda.- ¡Hijos! Venid…mira Tanya…
Me volví junto con el hombre que me sujetaba la mano con tanta ansiedad como yo se la daba.
Allí estaban todos…absolutamente todos…
-¡Papá!
No podia creerlo…no…Gerald era el padre de Tanya…

-Nena.- le dijo , abrazandola, mientras yo me quedaba absorta, encontrando alguna similitud entre aquel hombre y aquella ninfómana.- ¿Y Edward?.- preguntó.
“Mierda, mierda,mierda”
¿Es que no podia tener al menos; un poco de suerte?
Alabado sea Dios. Ví a Angela y me desubiqué de allí como bien pude.
Corrí hacia ella. Estaba con Eric.
La abracé .
-Bella estas lindísima. ¿ha sido obra de Alice?
-Sí.
-Bueno; tienes muy buena materia prima.- Se rió y Eric se acercó a saludarme.
Me sentía francamente incómoda.
Angela estaba con su cita. Los Cullen estaban con él.
Y yo, que habia entrado con un Dios…resulta que era el suegro de su odiosa majestad Edward Cullen.
-¿Bebes champaña, Bella?.- Eric, me llenó una copa y yo asentí.
Estuve bastante tiempo, allí plantada. Mirando a hurtadillas como los Cullen hablaban con Gerald y mantenían una conversación de lo mas amena. Pude sentir las miradas de Alice y las sonrisa insinuantes de Rosalie….
-Vamos a bailar Bella. – Angela ya habia bebido mas de dos copas y estaba “ mas alegre” de lo normal.
-Yo no..
Era de todos bien sabido, que mi negación al baile no era una pura banalidad. No…. Yo era funesta para eso.
Tenia dos pies izquierdos que tropezaban entre si, y caia a la menor oportunidad.
Pero el empujón a la pista de baile de Angela; no me dio opción.
Bailaba con la copa de champaña en la mano y bebía pequeños sorbos, que poco a poco me iban deshiniviendo de todo y de todos.
Llegó un momento en que no me acordé ni de los Cullen ni de nadie; solamente dejaba mover mi cuerpo al compas de la música.
Mi cuerpo parecía crear movimientos fantásticos siendo victima del alcohol y me carcajeé.
Sentí unas manos fuertes que rodeaban mi cintura y me pegaban a su pecho.
Mi espalda; sintió una especie de estremecimiento y miré hacia arriba; girando levemente la cabeza hacia atrás….era Gerald…
-Eres lo mas bonito que hay en la fiesta..y puedo apostar que del mundo entero…- susurró en mi oído.
Reí. Me gustó. Me gustó tanto, lo que decía.
Dí media vuelta y mi torso se pegó al suyo. Su mirada se perdia en la mia y su boca, clamaba por ser besada; por mis labios…si; deseaba a ese hombre; lo deseaba como una condenada loca.
En mis 20 años de edad; juro que nunca me habia atraído sexualmente tanto un hombre. Nunca.
-¿ Puedo invitarte a cenar, mañana?.- sugirió de una manera que debería de estar prohibida.
-Si; puedes.- no tenia vocabulario.
Él miró mis labios y me dio un giro que me mareó.
-Pues bien. Dime tu teléfono señorita Swan, que yo mañan…
-Dejala… está mareada…- fruncí el entrecejo y miré hacia la voz.
-Tú…- susurré.
Edward Cullen se entrometía en aquella burbuja que habia construido y me envolvía de absoluta felicidad.
-Es mejor que lleve a Bella a su casa; Gerry. No está en condiciones.- Me apartó de un brusco movimiento de sus brazos y me cogió por el codo, arrastrándome casi; literalmente hacia fuera de la carpa.
Yo intentaba luchar con él: pero el maldito tenia tantas fuerzas que no podia con él.
-Dejame; Edward.- alcancé a decir. La verdad es que tartamudeaba un poquito y estaba la mar de graciosa.
Él me miró; con aquella mirada suya inalterable y no me habló. Siguió empujándome hacia su coche .
Una vez allí; me sentí tremendamente mareada y debí de perder el color de la cara.
-Bella.- susurró de una manera agónica.
¿Por qué tenia que estar tan pegado a mi?
No me dio tiempo, y le eché todo el vómito encima.
Me dio tanta vergüenza; miré su chaqueta y estaba hecha unos zorros.
-Pareces un muerto ; Bella.- espetó, abriendo la puerta del copiloto y metiéndome dentro a trompicones. Se quitó la chaqueta y la echó en el asiento de atrás con una mueca de desdén.
Descansé la cabeza en el asiento y cerré los ojos. Tenia sueño…mucho sueño; pero eso no me quitaba la mala ostia que le tenia a Edward.
-Debias de haberte quedado en la fiesta. ¿A que viene esto?.- le dije con los ojos cerrados y mi cabeza reposada en el respaldo del coche.
-Alguien tiene que hacerse cargo de ti ¿no?.- dijo arrancando el coche ; como un loco.
-De todas las personas que habia ahí dentro. La ultima persona que quiero que se haga cargo de mi; eres tú.- le dije con la voz pastosa.
Me llevé la mano a la frente. Queria estar en mi casa…en mi cama.
-¿Hubieras preferido que te hubiera traido Gerald Denalí?
Mi boca se ensanchó en magnifica sonrisa.
-Por supuesto.
Edward pegó un frenazo y me miró con los ojos encolerizados.
-¿Porqué?.- preguntó con la mandibula apretada.
-Me gusta.- dije , cerrando los ojos. Rememorando sus rasgos y su cuerpo de guerrero.
Sacó aire por la nariz como si de un mihura se tratrase.
-Es muy mayor para ti.- inquirió mirando la carretera.
-Mejor. Experiencia. Yo no tengo ninguna…Ademas…bien que te ries de eso ¿no? Pues ahora la tendría…y de la mano de quien…ah…..- solté un suspiro apasionado.
-¿Eres…eres….?.- Alcé una ceja. ¿Edward Cullen se trababa al hablar? ¿Era aquello posible?. Me miraba sin pestañear y su rostro habia adquirido un tono rosado que me hizo reir, sin poder evitarlo.
-Sí soy virgen….y todavía no comprendo como estoy hablando de esto contigo..si no te soporto…y después de lo que me has dicho esta noche….
El absoluto silencio embargó el auto y lo miré; ansiosa. Tenia ganas de llegar a mi casa y a mi cama.
-Tanya no va a aceptar que tengas una relaccion con su padre.- espetó serio y con la mirada vidriosa.
-No me comas la olla; Edward. Ahora no.
-Tiene suficiente edad para ser casi tu padre; Bella.
Lo miré con autentica mala ostia.
-¿Y a ti; que coño te importa?
Él negó con la cabeza y miró su ventanilla . Respiró unos segundos pausadamente y arrancó de nuevo el volvo. Gracias a Dios íbamos hacia mi casa.
El poco trayecto que quedaba fue en silencio.
Al llegar a la casa de Charlie. Edward se bajó del volvo , me abrió la puerta y me alzó con cuidado para no darme con la cabeza en el borde de la puerta. Yo sonreí.
-¿Tienes las llaves a mano?. Preguntó.
-Pues claro. Que preguntas; Cullen. Ya puedes marcharte. Vete con tu Tanya.
-Sí; Claro.
Me dejó en el umbral de la puerta con las llaves en la mano y luchando porque entraran en la cerradura.
No lo oí llegar a la puerta; y antes de que me diera cuenta ya lo tenia a mi lado. Me habia quitado las llaves y habia metido éstas dentro de la cerradura.
-Ya está Swan.- dijomuy bajito.
-Gracias; Cullen.- le contesté; sin cambiar el tono de mi voz.
Y antes de que cerrara la puerta de mi casa; ya habia metido una patinada con el auto y se habia marchado de allí como un loco…
Continuará…

viernes, 25 de febrero de 2011

CASANOVA

CASANOVA
CAPITULO 7

Bella sintió el dolor, pero al oírlo cantar y arrullarla; por inexplicable que pareciese, se calmó.
Sus embestidas lentas pero certeras la sumergieron en un mar de placer inconmensurable y gritó al primer orgasmo.
-Edward….
Edward se paró en seco y buscó la luz de la mesilla de noche.
Encendió y….¡No podia ser! ¡Se estaba tirando a la novia del Men´s and Girl´s!
-Pero…¿Qué coño…?
Bella abrió poco a poco los ojos.
Estaba teniendo un sueño de lo mas erótico y perturbador con el canalla de Edward Cullen; pero no le importaba….habia sido todo tan real; que parecía tenerlo encima de su cuerpo, mirándola con el ceño fruncido.
Ella sonrió y le pasó los brazos por el cuello, atrayéndolo hacia ella nuevamente.
-No quiero que acabe…- susurró volviendo a cerrar los ojos.
Edward sonrió, y con su miembro pulsando en el interior de ella, volvió a dar unas últimas embestidas para colmarse también él de placer.
-Todo parece tan real…- volvió a decir ella; con los ojos cerrados y apretando los hombros de él con sus manos.
-Es que es real, nena. Muy real.- consiguió decir él, entre jadeos.
Bella abrió los ojos de golpe y se tensó. Apretó la mandibula y le pegó un rodillazo en las pelotas, haciendo que él saliera de ella y volcara hacia un lado con su mano en las partes nobles.
-¿Pero que mierda haces?.- gritó apretando la mandibula; en una mueca de autentico dolor.
Bella saltó de la cama y cogió rápidamente la sabana y se tapó con ella.
Furiosa, recogió sus pertenencias del suelo y corrió hacia el pequeño lavabo.
Se maldijo a ella misma cientos de veces; mientras se vestia. Aquello no habia sido un sueño…no, no habia sido un maldito sueño..era una autentica pesadilla.
Se habia acostado con el hombre que la habia comprado….sin él ni siquiera saberlo.
No quiso llorar; porque era tal el cabreo que llevaba encima que eso la embargó en su totalidad.
Cuando salió del lavabo. Ya estaba vestida y el hombre, estaba esperando pacientemente en una de las sillas. Levantó la cabeza para escanearla con la mirada y se levantó para ir hacia ella.
-Ni siquiera se te ocurra Cullen. Te lo adviero, sé defenderme bien.- dijo en un siseo.
Él se quedó estático y la volvió a evaluar.
-Pensé que eras consciente de todo. Ademas yo no esperaba encontrarme contigo aquí. Esta dirección me la dio la bailarina del Men´s and Girl´s. Por lo visto ha sido una confusión….pero me ha encanto que el destino nos haya unido así.
-Me das asco.- inquirió ella; con una mueca de repulsión.- Tendré que lavarme con estropajo y lejía el cuerpo. Mes estremezco tan solo pensar que tus manos me han tocado.
Edward volvió sobre sus pasos y se volvió a sentar sin ninguna emoción en su bello rostro.
-Por lo visto; en tus sueños si me deseabas….¿Quien eres tú, señorita X?
Bella se mordió la lengua para no hablar mas de la cuenta.
-Conozco a Bella Swan.- sentenció ella en tono firme.
Él saltó de la silla y tragó en seco.
-¿A Bella?
Isabella Swan, sonrió mentalmente y se felicitó por ello.
-Estaria muy interesada en saber que su futuro marido se acuesta con la primera que se le pone a tiro…me parece muy interesante que “ mi amiga” lo sepa. La clase de persona que eres.
Edward buscó su pantalón entre las varias prendas del suelo y sacó un paquete de cigarrillos de un bolsillo. Le ofreció a ella con un gesto. A lo que ella se negó.
Encendió el pitillo pausadamente y la volvió a mirar a los ojos.
-Haria lo que fuera por que ese matrimonio no fuese prácticamente un hecho.- sentenció entre maldiciones.
-¿A si?.- Bella sonrió sin darse cuenta y él se dio cuenta de ello.
-Sí. Digamos que no es mi tipo. Tu me entiendes…esa niña ha cambiado demasiado y ha sido un jarro de agua fría volver a verla de nuevo..¡Y en que condiciones!
-Vaya…ya veo que tu no crees eso de que la belleza esta en el interior.- le susurró malévola .
-Puede ser bella por dentro…pero lo que es por fuera…- La miró de arriba abajo detenidamente y un brillo en los ojos lo delató. La deseaba.
Bella se fijó en el grueso bulto que habia entre aquellas caderas perfectas; debajo de aquel pegado bóxer negro.
Y recordó que él no habia acabado; se rió abiertamente y tuvo que apoyarse en la pared, porque perdia el equilibrio de las sacudidas.
-*¿De que mierdas te ries?.- le preguntó él hosco.
-De nada.-Se recompuso dignamente y caminó hacia la salida.- Ha sido muy interesante esta corta charla, Cullen. ¿Quieres que te eche un cable con respecto a “mi amiga”?.- dijo mirándolo, justo antes de abrir la puerta.
Él corrió hacia ella a una velocidad de vértigo y la asió por la cintura; pegándola fuertemente hacia él.
-Es “mi amiga” la que necesita un cable, señorita X, estoy hecho un manojo de nervios por tu culpa.
-Suéltame Edward.- La mirada de ella, lo hizo desprenderse de su cintura y la miró inquisitivo, e interrogante.
-Debes saber muchas cosas de mi; me hablas con mucha familiaridad. En cambio a mi si me gustaría saber quien eres tú y que le va a parecer a tu futuro esposo que no seas virgen, cuando llegue tu noche de bodas…- Edward rió entre dientes.- Ha sido maravilloso; y no he terminado, no quiero pensar como hubiese sido si hubiéramos terminado juntos.- le susurró pegando sus labios en su lóbulo.
-Aparta de mi camino.¡Tendras noticias mias! Te lo aseguro.
Él le cedió el paso y no perdió la sonrisa de su rostro.
-¿Me vas a mandar a tu novio?
Bella lo miró asqueada y recapacitó aquellas palabras antes de abrir la puerta.
Se detuvo un momento y lo miró.
-Si te sientes obligado a casarte. ¿Por qué no te marchas? No la hagas desdichada en un matrimonio que no tiene porque ser. Compadécete de ella. No se lo merece.
-Yo tampoco merezco casarme con ese adefesio. Te lo aseguro. Si no fuera porque mi padre me ha declarado en guerra de intereses; no dudes que escaparía de esa boda para no volver a oir nunca mas su nombre.
-¿Guerra de intereses?.- preguntó ella muy atenta.
-Mi padre ha jurado que me deseheredará si no la hago mi esposa.- sentenció él en un bajo murmullo,casi inaudible.

Ella lo miró inquisidora y mordió su labio pensativa.
-Nos vemos Cullen.- Cogió el pomo de la puerta y se marchó dando un fuerte portazo.
Y allí se quedó Edward con su falo duro como una piedra y con la visión de aquella Diosa; que resulta , que por casualidades de la vida era amiguita de su futura y horrosa esposa Bella. Que ironía…Llamarse Bella y ser el colmo de la fealdad.
Tiró el cigarrillo en la moqueta de aquella habitación que ya consideraba como su segunda casa y caminó hacia la ducha. Se daría una y muy fría.



-No te voy a perdonar lo de la otra noche, Alice. Lo juro.- Bella hablaba con Alice por teléfono.- Ya te contaré…pero eso será después de la boda; ahora estoy en la recepción del restaurant que los Cullen han concertado para darnos los regalos de pedida….Estoy realmente asqueada.
-Bueno, Bella lo siento. Pensé que esa noche era para ti y para que te deshinibieras ¿lo hiciste?.-
-Sí.
La risa musical de Alice, hizo que Bella mirara al hombre de la recepción.
Aquel maldito no le habia quitado la vista de encima desde que habia llegado.
-Ya me contaras Bella Swan…pero ahora ¿Qué vas a hacer?
-Voy a ofrecerla la oportunidad a Edward de retractarse. Y si no; pues pactar un tiempo de matrimonio y hacer las cosas lo mas fáciles posibles.
-No entiendo nada.
-No hace falta, Alice. Ya te pondré en situación. Ahora debo de irme querida, mamá llega con papá y los Cullen.
Colgó el teléfono y se miró en uno de los espejos del gran salón de recepción.
Sonrió ladeadamente y caminó hacia sus padres.
Esme abría los ojos como platos al observarla y Carlisle asentía con la cabeza orgulloso.
Reneé apesadumbrada bajó la vista y Charlie Swan era una máscara sin emociones.
-Dios mio Bella..estas bellísima…¿Qué..?
Bella fue hacia Esme y le dio un suave beso.
-No quieras saber…
Esme miró a su esposo buscando respuestas y él le cogió la mano, dando unos suaves golpecitos, tranquilizándola.
-¿Y bien, y mi futuro esposo?.- dijo Bella, mirando altanera hacia los lados; buscando a Edward con la mirada.
Carlisle se llevó la mano hacia los ojos y miró el reloj.
-Debe estar al llegar.
-No voy a esperar a nadie, con todos mis respetos Carlisle, si tu hijo no viene a la hora indicada, me marcharé a comer sin él. No tengo intención de esperarlo ni un minuto.- Bella se cruzó de brazos y separó una pierna de otra; dándole un aspecto sexy.
Habia elegido un conjunto color arena de pantalón y blusa. Las prendas se adherían como una segunda piel a su figura .
Los tres botones primeros de la blusa estaban desabrochados y se podia ver la suave curva de sus senos, blancos y sensuales.
El cabello lo llevaba semi recogido, con unas trencitas al lado de su cabeza recogidas hábilmente por la coronilla.
Esme estaba completamente alucinada. Bella Swan era preciosa.
Los minutos pasaron y Edward no se presentó.
Bella los instó a pasar al comedor y hacer el aperitivo; el novio no llegaba; pero sin duda de un momento a otro lo haria y mas vale que se envalentonara con uno o dos martinis, porque la función iba a ser larga y algo tensa.
La muchacha habló con sus futuros suegros, amena y sonriente. Esme estaba como loca con la boca, no paraba de hablar de Edward y de su niñez…Bella estaba desfallecida…¿Es que no se daba cuenta que no quería oir a hablar de él?
-Siento llegar tarde…- La voz de Edward hizo que Bella achicara los ojos y mirara hacia un lado con maldad. Estaba detrás de ella y sus padres lo estaban recibiendo.
-Edward….estabamos preocupados…Bella…- le regañó Esme, suave.
Bella se dio la vuelta y lo encaró, alzando el mentón; llevándose la copa de Martini a los labios.
Edward no daba crédito a sus ojos. ¡Ella estaba allí! ¡El destino no hacia nada mas que juntarlos! ¿O acaso habia venido a poner punto final a toda aquella farsa y abrirle los ojos a su amiga?
Pensó en llevársela a un rincón solitario y besarla hasta desfallecer…Aquella mujer era una beldad que no conocía limites…
-Edward…cariño…¿no saludas a Bella?.- Esme, lo sacó de su ensoñamiento dándole unas leves sacudidas en el brazo.
-Sí.- dijo volviéndose a su madre, algo confundido.- ¿Dónde esta Bella?.
-Yo soy Bella.- Bella lo miró con odio en los ojos y sacó la oliva rellena de la copa de Martini, llevándosela a la boca con lentitud.- ¿Sorprendido, Edward?.- Preguntó ella alzando una ceja.
Continuará….

miércoles, 23 de febrero de 2011

Marcada

Capitulo 13
Los designios del Altisimo son inexpugnables.
A veces y solo a veces, la vida se repite una y otra vez siendo el alma castigada; sin que el cuerpo se de cuenta de ello.
Aquello nunca debió pasar. Ella nunca debió de ser abandonada por Navit en aquella época del tiempo.
Pero ella; en su desgracia, pensó que lo mejor para su inestimable bebé era abandonarla en aquel tiempo de caballerias en aquel pequeño poblado.
La marca de su espalda era apenas una pequita apenas visible. ..Pero Navit sabia que conforme su pequeña bebé creciera; la marca crecería con ella, como un estigma de lo que en realidad era.
Azazel habia mandado a su ejercito a su busca.
No le quedó mas remedio que hablar con el Padre y así lo hizo.
Isabella; no podia tener el destino que su padre creó para ella. Era demasiado horroroso, para que su madre, se sentara de brazos cruzados.
Y ahora; después de ceder sus alas; y abandonarse al vacio del infierno..su hija estaría a salvo por el fin de los días.
La dejó en la puerta de una pequeña cabaña; en un pequeño poblado, en una pequeña región. Todo pequeño; como lo era ella : su hija Isabella.
El grabado de los ángeles crecería en ella y así; algún dia, encontraría las alas de su madre, protectoras en algún lugar del tiempo y el espacio.
Dos lágrimas azules bajaron por las mejillas del encantador ángel, antes de darle un último beso en la frente, a su pequeña bebita.
Nunca más podría verla…el tiempo compartido con ella habia sido tan poco, pero tan dichoso.
Navit, desplegó las alas debajo de la luna de aquella noche de septiembre y partió hacia el cielo, en busca del juicio simple, que en breves momentos le seria imputado.
Su castaña melena ondeaba en aquel cúmulo; donde otros compañeros la miraban:
Unos con envidia; porque volveria a ser humana.
Y otros con pena; porque su inmortalidad seria apagada como si de una vela se tratase.
Sus alas; habían sido cortadas por el Padre; con todo el dolor de su corazón, dejando en su espalda el símbolo de una antigüedad perdida de placeres incómodos.
Navit, apresada.
Navit, destituida, como ángel…como madre.
¡Los angeles, no pueden parir!. Habian dicho muchos de sus mismas filas.
¡Ella ha sido la concubina de Azazel! ¡Angel o demonio, ¿Qué mas da?!
Apresada….
Encarcelada…
Despojada, hasta que su delito fuera olvidado. Y eso significaba mucho mas tiempo del que ella podia imaginar.
Humana; pero alimentada con una sangre intoxicada, viviría hasta que fuese de nuevo mandada a la tierra; para donar sus alas, a quien fuese designado.
Fueron días, meses, años, agónicos… La soledad hizo mella en ella, hasta casi llegar a la locura; pero el recuerdo de la pequeña Isabella la arrancaba de aquellos brazos y la despojaban de nuevo a la realidad.
Su alimento fue produciendo en ella, un extraño comportamiento.
Confinada en aquella isla de Cúmulos, podia oir el trinar de los pájaros celestiales, aún sabiendo que estaban a miles de leguas de distancia.
A veces, echaba mano a su espalda para tocar las marcas hirientes de donde, hace tiempo atrás, se encontraban sus alas.
Pero llegó un dia que el Padre la hizo llamar y comprendió.
Cayó en picado de aquella nube de Cúmulo; mientras caía, no pudo pensar en otra cosa que en la sensación que habría tenido el primer angel caído durante aquel trayecto.
Aunque ella no lo era; podia ser consciente de su sufrimiento.
Estrelló su cuerpo en alguna parte de ninguna parte y se levantó, llevándose la mano a la cabeza.
Sonrió tristemente al notar como una sustancia viscosa rezumaba de su cabeza; se tocó y asombrada vió como era la sangre humana.
La sangre azul de los angeles se habia perdido completamente y ahora ella se habia convertido en las criaturas consentidas del Padre; que eran los humanos.
Por instinto, caminó por aquellos lares que parecían grises a la vista.
Una ciudad gris y triste. ¿Alli era donde debia entregar sus alas?
¿A quien?
Cerró los ojos y aspiró profundamente. El viento pegajoso de aquella estación del año se reveló en sus arcaicas ropas.
Abrió los ojos nuevamente y su vista se prendió en una madeja de papeles que habia en un rincón, apestoso y sucio.
A sus oídos llegaban los llantos amargados de las personas que vivian en aquel lugar.
Llegó hasta un escaparate y se asustó de la persona que la miraba a traves del espejo. Su mirada daba autentico pavor.
Dio dos pasos hacia atrás y la mujer la imitó.
Navit; no necesitaba ser muy inteligente para saber lo que aquello significaba.
Aquella imagen, era ella. Sus ojos habían adquirido una tonalidad de demonio y se sintió morir. Se llevó la mano al pecho y emitió un grito desgarrador.
La gente que caminaba hacia su alrededor, andaba con paso desequilibrado y taciturno.
Encogió la nariz. Un olor nauseabundo llegó a sus fosas nasales.
Lejos de allí estaban asando carne, y Navit sabia perfectamente que aquella carne era humana.
Los papeles que le habían llamado la atención anteriormente, volaron a sus manos y pudo ver la fecha y el lugar donde se hallaba.
Chicago, Agosto de 1918.
Pensó en su hija.
Rememoró a su pequeña Isabella…y como si alguien tirara de ella, caminó y caminó hacia un gran edificio, donde la gente corria de un lugar a otro.
Gentes de todo tipo, yacían en camas, con los ojos vidriosos y otros tantos; los que corrian, se ocupaban de ellos..
De repente un ansia desconocida apresó en ella y le quitó la repiración. Necesitaba algo; pero no sabia el qué.
Como por mandato divino, anduvo varios pasillos y se quedó mirando una pequeña habitación donde yacían dos cuerpos.
Estaban acompañados de un hombre.
La mujer abría la boca intentado decir algo.
-¡Salvelo!.-le ordenó con voz ronca.
Navit, con la garganta victima de una calor descomunal, se llevó la mano a ésta y apretujó su cuello; como si esta manera pudiera calmar aquella sed…porque era sed, lo que ella tenia.
-Haré cuando me sea posible.- le prometió aquel hombre
-Ha de hacerlo Debe hacer cuanto esté en su mano. Incluso lo que los demás no pueden, eso es lo que debe de hacer por mi Edward.
Los ojos se le nublaron a Navit, las lagrimas amenazaban por salir. Comprendia tanto el dolor de aquella mujer, que lo acogió como suyo propio.
Observó al hombre, que dio varios pasos hacia la cama continua.
Allí yacia un hombrecito de unos diecisite años de edad, con el sudor perlado en su frente y jadeos a causa de su irregular respiración.
El hombre que habia hablado con la mujer lo miró unos instantes y se llevó las manos a la frente pensativo
Se marchó de allí, sin verla y ella se adentró entre aquellas cuatro paredes como ensimismada por lo que habia sido testigo.
Se apostó al lado de la mujer a una velocidad de vértigo y le cogió la mano. La encontró demasiado caliente; pero no le importó.
La mujer, abrió sus espesas pestañas y acarició con la mirada a Navit.
-¿Ha venido a por mi?.- preguntó sin respiración.
-No.- le dijo Navit, acariciando la mano de la señora.- He venido a entregarle un regalo.
-No…Edward..
Navit, asintió y volvió a sonreir mas abiertamente.
-Si a Edward.
Los ojos de la mujer se abrieron de sorpresa, Elizabeth, pensó estar presa ya de la locura de la fiebre. Aquel demonio con ojos rojos, también tenia unos fuertes y amplios colmillos al sonreir.
-¿Edward?.- emitió temerosa.
-Mis alas. Le entrego mis alas. Le crecerán cuando se una a Isabella.
A Elizabeth se le paró el corazón, y la mano sin vida se quedó entre las de Navit
Ella cerró sus ojos y caminó hacia la cama colindante.
El chico era hermoso. Navit sonrió y le dio un beso en la frente.
-Te cedo mis alas, Edward. Y cumple la profecía de la mano de mi hija, Isabella.

Pero algo en el cuerpo de Navit se debilitó y la cercanía del muchacho la perturbó. La distancia era minima. Miró la yugular de aquel chiquillo y contuvo el aliento. Como si alguien tirara de ella se enredó entre sus pelo y tiró de su cabeza hacia ella.
El muchacho abrió los ojos lentamente y se horrorizó ante la visión.
Era el mismísimo demonio el que venia a por él. No la muerte.
Continuará….
Bueno quedan pocos capis…

martes, 22 de febrero de 2011

My Love Is Over

MY LOVE IS OVER
CAPITULO 3


-¿En serio, Bella?.- Alice me propinó un beso en las mejillas y me enseñó todos los dientes en una magnifica sonrisa.
-Bueno…la verdad es que no. No tengo pareja, Alice.
La muchacha me hizo un mohín de disgusto.
-Pero si me has dicho que…
Me llevé las manos a la cabeza y cerré los ojos enormemente cabreada conmigo misma.
-Mentí…
-¿Por qué…? Espera…¿mentiste por Edward? ¿Mentiste por el imbécil de mi hermano?
-Joder, Alice; me dio rabia que se riera de mi…siempre lo hace y estoy hasta las narices. Es un gilipollas.- Miré a Alice a ver la expresión de su rostro. Me estaba explayando con su hermano..y claro; era su hermano.- Perdona pero es un cafre.-le dije.
Alice bufó y sonrió.
-Corroboro todo lo que dices; Bella. Es un mierda…absoluto.
La puerta de la calle se abrió y por ella como una aparición hizo acto de presencia Esme Cullen la dulce mamá de cuento moderno.
Sonreí al mirarla y ella me imitó cariñosa. Caminó hacia mi con los brazos abiertos y me abrazó.
-Bella hija…¿Cuándo has llegado?
-Hace media hora mas o menos.- contesté mirando el reloj.
-Le dije a Edward que no hicieras nada, quiero hablar contigo. ¿no te lo ha dicho?
Negué con la cabeza. “Maldito cabrón”
-Bueno, mira…Voy a necesitar que vengas mas a menudo. Tengo mucho trabajo en la agencia y no doy abasto. Me gustaría que fueses tú y no otra la que se encargara de la casa; Bella. Yo me marcho después de la fiesta de mañana y no sé si los chicos se van a apañar solos. Si te quedaras de interina…te lo agradecería. De verdad. Si no…tendré que buscar a otra, porque esto se va a repetir en el tiempo…- Esme me habia sentado en uno de los sofás del amplio comedor y me acariciaba las manos cálida.
Cerré los ojos, empapándome de todo aquello que me habia soltado.
¿Interina?
¿Debia de dormir, allí?
¿Pero si no eran bebes?...”Joder….mierda Bella, piensa en el dinero..seguro que te llevas una buena pasta.”
-Está bien señora Cullen; pero tengo unas cuantas cosas que tratar con usted.
Esme me miró seria y asintió para que comenzara a puntuar…y puntué con determinación.
-¿Ha entrado en la leonera de su hijo? Porque querida señora debe de serlo…Estoy harta de que me deje pañuelitos de papel tirados por el suelo, algún que otro condon liado en el envoltorio y la verdad, con todos mis respetos señora Cullen…su hijo es un cerdo.
Alice que estaba contemplando nuestra conversación soltó una carcajada y se marchó escaleras arriba.
La señora Cullen adquirió una tonalidad carmín en su rostro y bajó la mirada avergonzada.
-Hablaré con él. Te lo prometo. Edward es como es, pero no es mal chico…
-No voy a hablar con usted de cómo es su hijo. Usted mejor que nadie lo sabe.Esa es mi única objeción. No entraré a limpiar la habitación de su hijo.
-Muy bien Bella…lo siento…de verdad.
Le dí un apretón en la mano y le sonreí.
-No se preocupe. Tan solo es ese detalle, por lo demás estoy muy contenta..
-¿Entonces accederas, Bella?
-Sí, siempre claro y hable con Edward y le diga que respete mi trabajo.
-No lo dudes.- dijo seria. Suspiró.- Y ahora vete…quiero que te prepares para mañana…ya empezaras tu tarea de aquí a dos días. ¿Supongo que iras a la fiesta?
-Si.
-Buscame. Yo y Carlisle estaremos muy orgullosos de sentarnos contigo.
-No sé…
-Bella…eres de casa prácticamente. Alice te quiere como si fueras su hermana y Emmet igual…
-Está bien señora Cullen. La buscaré.
La voz de Alice atronadora desvió nuestra atención.
-Bella, Bella..¿No te importa si voy contigo a Port Angeles esta tarde?
Fruncí el ceño e hice un mohín.
-Alice, tengo suficiente gusto como para comprarme un vestido mas o menos adecuado; no te preocupes.- dije tajante.
-Venga Bella…seguro que puedo ayudarte…- se arrodillo para estar a mi altura y me puso los ojitos vidriosos.
-Está bien. Iremos en mi auto. Angela también vendrá. Te espero a las cinco, en mi casa.
Alice miró a su madre .
-Edward tiene que llevarme a casa de Bella mama. Diselo tú. A mi no me quiere abrir la puerta.
-¿Cómo?
-Tiene la música a todo volumen y no me abre la puerta. Está como loco.
Me levanté, intentando pasar completamente de aquella conversación familiar y guardé el carrito en el patio. Me quité la bata y me puse la chaqueta para salir de la casa.
Me despedí con las manos y agradecí no tener que ver mas a Edward Cullen hasta días mas tarde…


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-Es guapísimo, Bella. No digas que no..mira,mira. Esta mirando hacia arriba.
Angela babeaba literalmente por Edward; bueno en realidad medio pueblo lo hacia, porque el otro medio pueblo eran tios.
El ruido del volvo aparcando en el jardín de Charlie nos dio el aviso que Alice ya estaba allí.
Angela se acercó a la ventana de mi habitación para observarlos, y pues eso…babeaba por el absurdo de Edward Cullen.
-No me parece para nada guapo.
Angela se volvió para encararme y sonrió.
-¿Acaso estas ciega, o qué?
-No, no estoy ciega. Conozco lo maravilloso que puede ser y te digo que si lo conocieras…te daría asco, es repugnante.
Bajamos en busca de Alice y la pequeña duende nos saludó a ambas con un abrazo.
Me despedí de papá y salimos al jardín a buscar la chevy. El maldito todavía no se habia marchado y estaba repantigado en su coche, observándonos.
Angela se habia quedado medio embobada y no podia quitarse de encima una risa absolutamente gilipollas que se habia quedado aplastada en su cara.
-Hola Edward.- le dijo con ojos de cordera degollada.
-Hola preciosa.- le dijo él de una manera seductora.
Me dieron ganas de vomitar; literalmente. Puse los ojos en blanco e insté a las chicas para que subieran a la camioneta.
Alice se puso a mi lado, en la camioneta y Angela ocupó el asiento trasero.
Me dispuse arrancar mi destartalada chevy y él tocó en el cristal de la camioneta.
Volví a poner los ojos en blanco y no pude reprimir una mueca de repugnancia.
-¿Qué, Cullen?.- pregunté sin mirarlo.
-¿Estas segura que esta mierda, llegue a Port Angeles?
Bufé.
Estaba diplomado en tocarme las narices.
-Ni puto caso, Cullen.
-Por tu propia seguridad. Espero que me devuelvas a mi hermanita sana y salva.- No lo miraba; pero podia adivinar que me estaba hablando con una sonrisa sardónica en su rostro.
-Ni puto caso, Cullen.
-¿No me miras, Swan?¿Tan nerviosa te pongo?
Giré el rostro, muy, muy encabronada y achiqué los ojos.
-Eres el ultimo hombre en la tierra en que miraría en calidad de mujer. ¡Que mas quisieras!.- Giré la manivela del cristal para subirlo; pero sus manos me impideron hacerlo.
La tensión dentro del auto era tal, que las manos me temblaban.
-Edward eres tonto ¿o que? Deja a Bella en paz. No la atormentes. Porque mamá te haya puesto en tu sitio, eso no quiere decir que tengas que dedicarte a molestarla.- Alice, alzó la cabeza para mirar a su hermano.- Saca la mano, si no , te faltará una para meterle mano a Tanya.
Arranqué el automóvil, sin esperar si quiera que él sacara la mano y comencé a manejar el coche. Su mano despareció rápidamente y tocó levemente mi cabello, lo miré con ira y él me dedicó una de esas sonrisa de cerdo; puramente sexual.

No dijimos nada durante el trayecto. Estaba terriblemente cabreada.
Al llegar a Port Angeles nos fuimos a la tienda de modas que vestia a Alice y allí Angela se probó varios vestidos.
Yo me dedicaba a mirar los precios desorbitados y a bufar. Nada de aquello estaba dentro de mis posibilidades.
-¿Qué miras Bella?.- preguntó Alice acercándose a mi.
-¿Qué voy a mirar? Pues el precio. Esto es una fortuna.
-Yo me encargo; no te preocupes. Mamá me ha pedido que te compre el vestido.
-¿Qué?.- estaba asombrada.
-Sí. Quiere de alguna manera soliviantar un poco tu problema con mi hermano. Ya sabes, el imbécil…
-No lo puedo permitir.
-Si, si que puedes. Y lo permitiras. Esto solo es un adelanto ¿ok? Es un regalo de todos…bueno ya sabes. Queremos que mañana vayas preciosa a la fiesta ;aunque sea sin pareja…
-Alice…
-Por fis….
-¿Pero no le dijiste a Edward, que iba con pareja, Bella?.-Angela salía de uno de los probadores y me miraba consternada.
-No; Angela no lo entiendes. Mentí…Jacob si me lo pidió pero yo me negué. No tenia intención de ir con pareja…
-¿Entonces? ¿Por qué engañaste a mi Edward?.- espetó Angela.
-Me supera…
-No importa…en realidad, es fantástico….- soltó Alice, enigmática.

Bueno…pues al final, Alice elegió el vestido. Me lo probé y la verdad me gustó. Era un vestido para una situación especial y esta así lo requería.
Pegado a mi como una segunda piel con un gran escote en v; parecía sacada de una de aquellas películas italianas que tanto le gustaban a papá.
Cuando me ví en el espejo ; me vino a la mente las curvas de Sophia Loren o Monicca Belucci.Claro que yo no tenia nada que ver…pero estaba …estaba bella.



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-Me voy a matar.-Intentaba calzarme los tacones ligeramente abiertos en la punta que me habia elegido Alice; mientras miraba mi imagen en el espejo.
Bella la fregona habia desaparecido y parecía otra…otra que no reconocía y me daba miedo…porque me gustaba.
El claxon me alentó para bajar con mucho cuidado las escaleras para no matarme y busqué a mi padre que se hallaba en la cocina comiendo ensalada.
-Papá..me marcho…
Papá levantó la vista y parpadeó un par de veces.
-Bella..¿Que has hecho con tu pelo?
Toqué levemente la melena de leona que me habia dejado Alice, dejando ver los pendientes de aros dorados que también me habia elegido la duende.
-Nada de lo que ves es real; papá.
-Ya lo creo…estas preciosa, hija…
Me ruboricé levemente y bajé lacabeza.
-Gracias papá.
Otra vez el maldito claxon.
-Me esperan.- dije moviendo los brazos.
-Vé hija ve, pasalo bien…
-Te quiero papá.- me acerqué a él y le dí un suave beso en la mejilla; dejando el carmín marcado en su cara.
Giré sobre mi misma y abrí la puerta.
Alice me esperaba junto con Emmet y Rosalie que abrieron la boca asombrados.
-¡Dios mio! ¡Bella!.- Emmet se frotó los ojos y sonrió abiertamente.
Me lancé al descapotable de Rosalie y lacé besos al viento.
-No os beso porque he visto lo que puedo hacer con estos.- dije señalando mis labios.- Mi padre tiene la evidencia en su cara.
Todos sonreían y Alice me miraba orgullosa.
Al llegar a la carpa del instituto, estaba a rebosar.
Buscamos un sitio para aparcar y nos bajamos intentando vislumbrar a los padres de Emmet y Alice.
-Creo que tendremos que entrar…- señaló Rosalie.
Alcé las cejas y miré a Emmet, negando.
-No. No tengo pareja.
Comenzó a reir sonoramente.
-¿Se le ha pegado la tontez de Edward o que?.- pregunté a Rose.
-No…no es eso..creemos tanto él como yo que no acabará la noche sin que se arrastren tios hacia a ti como leones en celo.
-Vete a la mierda, Rose.- Me giré y caminé sola para hacer cola en la entrada.
Miré la noche estrellada y sentí que la brisa fresca me erizaba el vello.Miré hacia atrás y ¡Mierda! Allí estaba e Edward y su novia la multiorgasmica.
Casi podia oir lo que estaban hablando.
-Estamos apostando Edward.
-¿Qué apostais?.- sonaba divertido el muy cerdo.
-Que no pasaran mas de cinco minutos que Bella esté si pareja.
-¿La han plantado? No me estraña..
“Hijo de puta!
-Nena…¿Estas sola?.- Una voz sugerente se perdió en mis oídos y giré el rostro hacia atrás.
Un chico enormemente guapo de cabello rubio y ojos azules me miraba delirante de deseo.
-Soy Jasper. ¿No tienes pareja?
-No.
-Yo tampoco. ¿Quieres ser mi pareja?
Miré hacia los Cullen y sonreí orgullosa, mientras no despegaba la mirada de Edward Cullen.
-Paga.
-¿Qué quieres que pague?.- preguntó el infeliz.
-Ni dos minutos. Paga.
-¿Qué coño dices Emmet?
-Bella ya tiene pareja.
Un silencio…
Pasos sobre el césped…
Alguien que me sujeta del brazo para volverme violentamente.
Edward Cullen
-¿Qué haces Cullen?.- espeté.
Me miró de una manera extraña; sin dejar de explorar todos los angulos de mi rostro y mi cuerpo y me soltó como si le quemara.
-Pareces una puta.
No pude reprimirme y lo abofeteé….
Continuará….

lunes, 21 de febrero de 2011

Demon Prince

DEMON PRINCE
CAPITULO 4
La cara de Reneé era literalmente un poema.
Al volver a ver a Carlisle Cullen, los recuerdos atormentados de la figura de su hija Josephine vagaron como fantasmas ante sus ojos.
No podia creer, en la calidad de qué habia vuelto a su casa.
Como novio de su hija; Isabella.
Escuchó atentamente todas las explicaciones que le dió el hombre y cuando dio su bendición a aquella relación que le parecía grotesca, corrió hacia la cocina en busca de algo que reconfortara su alma: un trago.
Bella sabia perfectamente que es lo que había ido a buscar su madre, con aquellos andares desestabilizados por el alcohol.
Miró a Carlisle que le habia cogido la mano, premurosamente . Los dos, sentados en aquel sofá barato, que se hundía hasta doler el coxis.
-Yo…- Bella, quiso decir algo pero las palabras no llegaron a sus labios. No podía.
-Tranquila, mi amor.- Carlisle acercó su rostro al de ella y suspiró.- Sé de su dolor y lo comprendo, aunque no estoy de acuerdo en la manera que tiene de dormirlo.
Bella parpadeó un par de veces y recorrió las facciones de su príncipe.
Era prácticamente perfecto.
Su tez extremadamente blanca y aquellos ojos dorados que le hacian olvidarse de respirar.
Era el sueño mas preciado, el mas deseado…y al fin, conseguido.
El baile de graduación, pasó sin ser Bella protagonista de ello. Carlisle y ella habían decidido que no harian su noviazgo público, hasta que ella se graduara.
Aunque ya era bien sabido que el profesor de biología del primer curso, era asiduo de la casa de los Swan.
Aquello se prendió como un reguero de pólvora; pero ni a ella ni a Carlisle les importó.
Bella suspiraba cada dia, cuando después de las clases iba a verla. Charlaba con ella y le robaba varios besos, cuando su madre los dejaba solos unos minutos.
En el instituto, se miraban furtivamente y le sonreía, adquiriendo ese tono ,que al hombre tanto le agradaba en el rostro de su novia.
Isabella suspiraba todas las noches por sentirlo entre sus brazos. Su cuerpo anhelaba algo mas de contacto que unos simples besos.
Pero Carlisle era todo un caballero y nunca había intentado tocarla si quiera encima de sus ropas.
Aquello preocupaba a Isabella. ¿Es que no la consideraba lo suficientemente atractiva? A veces su mente la llevaba hacia Jo, y la relación que un dia tuvo con él.
Un pinchazo de celos la invadía y un temor premonitorio vagaba por su mente al recordarla.
Jo, era voluptuosa y segura de si misma, su mirada de gata volvia loca a los hombres y en concreto a él.
A veces los habia espiado y Isabella sabia perfectamente lo muy pasional que podia ser Carlisle Cullen, y con ella no lo era….no lo era…
Llegó el dia de la graduación y los temores de Bella, como si de una niebla vespertina se tratase, se habia evaporado casi por completo.
Deseosa de tirar el birrete y entregarse a los brazos de su ansiado profesor, no veía el fin de la ceremonia aquel dia.
Reneé estaba allí, sentada entre la multitud de padres y familiares y a espaldas de ella, cuando le entregaron el diploma estaba él, con sus ojos dorados observándola con ternura.
Reneé habia invitado a Carlisle a comer después de la ceremonia. Y Bella estaba feliz. Era la primera vez que él compartiría con ellas, una comida intima, algo que jamás hizo con Jo. Una velada familiar , como si ya formara parte de su destructurado hogar.
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-Jo, te voy a echar de menos…mi mente y mi cuerpo, de una manera totalmente agónica.- Edward, le recorría las piernas con sus manos, suavemente; llegando a los muslos y haciéndola jadear ante el contacto.
Ella se revolvió nerviosa, y así como lo tenia, arrodillando en sus pies, mientras ella estaba sentada en la cama, le dio un puntapié certero en la boca. Riéndose ; la muy malvada.
-No podré ir a visitarte, Jo…- le dijo él, tumbándola de nuevo en el lecho y posicionando su cuerpo en ella.- Tenemos Black Sabath y debemos estar todos reunidos durante esas dos semanas que estaras lejos de mi. ¿Tú también me echaras de menos, Josephine?.- Ella lo miraba a la boca. Aquella boca suya sensual y ardiente.
Su dulce hálito la envolvía en una bruma de excitación constante y sonrió con picardia.
-Claro que te voy a echar mucho de menos; Edward. – suspiró agónica de besos.- Necesitaré tu pecho por las noches y amarte sin descanso hasta desfallecer…no cambio eso; por las chácharas irrelevantes de Isabella o mi madre.
Él se detuvo bruscamente en su cuello y miró sus ojos. Escrutándola con la mirada.
-¿Qué ocurre, Edward?.- le preguntó ella, algo nerviosa por el fuego que salía de sus orbes verdes.
-Ví a tu hermana.- dijo sin dejar de mirarla.
-¿A Isabella?.- Ella quiso erguirse; pero el cuerpo firme de él, apretándola a la cama, se lo impidió.
-Si, a Isabella.
Josephine, hizo una mueca burlesca y lo miró divertida.
-¿Y que? ¿Sigue siendo tan remilgada? Oh…no me digas nada…la pureza y la santidad forma parte de su aura…
-La verdad, es que la vi de pasada.- dijo él sin pestañear. Intentando no perder ninguna de sus reacciones.
-¿Entonces? ¿Para qué fuiste con los humanos?¿Alguna alma que corromper, Edward?.- preguntó ella ,acariciando con su nariz el suave y marcado mentón de él.
-No, fui a matar a Carlisle Cullen.- espetó él, esperando reacción.
Josephine, sintió una punzada de dolor y su mirada cambió.
-¿A matarlo? ¿Porqué?...sabes perfectamente que él no significó nada respecto a mi…tú eres el único Edward, creí que eso habia quedado suficientemente claro.
-Tranquila.- él dibujó una sonrisa.- Ya no lo haré. ¿No imaginas con quien estaba?
Josephine apretó la mandíbula y tensó su cuerpo al comprender.
-Estaba con mi hermana….él estaba con mi hermana…- susurró.
Edward se levantó de la cama y ella lo siguió apretando su pecho en la espalda de él.
Edward tembló. Notaba los pezones marcados en la espalda y el bello púbico rozando la parte baja de sus glúteos. Ella era su maldita perdición.
-Veo , que me equivoqué. Tendré que borrarlo del mapa.- dijo seco, sin darse la vuelta.
-No Edward, no es eso. Es que me ha impresionado que Carlisle se fije en Isabella con la cantidad de mujeres bonitas que hay por ahí…
Él se volvió lentamente y la aniquiló con la mirada.
-Prometo fijarme mejor la próxima vez que vea a tu hermana. ..
-Edward ¡Bah!dejemos el tema.- ella se apartó de él y Edward en un arrebato de cólera la asió por el codo con mucha fuerza.
-Dos semanas, Josephine, dos. Y estoy de vuelta. Si hay olor en tu cuerpo de otro hombre. Lo mataré y a ti te haré el peor de los castigos.
Jo, tragó saliva fuertemente y cogió unas sabanas para cubrirse.
-Supongo que …¿tú en el Sabath si tendras relaciones sexuales con las brujas que te invoquen?
Él se sorprendió ante esa valentía. Le sonrió y le acarició la mejilla con el pulgar.
-Sabes que debo de hacerlo. Hasta que no despose a mi compañera….tú.
-Y debo de conformarme con eso.
-Sí. Seré completamente tuyo de aquí a muy poco tiempo, te seré completamente fiel y lo sabes. Te quiero, como nunca pensé amar a nadie. Eres mi locura Jo. Hasta el punto de enfrentarme con mi propio padre. Que me folle a las brujas no debería importarte. En esos momentos soy un instrumento y nada mas. No las acaricio, no las beso , no les hago el amor. ¿entiendes Jo?.- Él se habia vuelto a pegar a su cuerpo y le acariciaba el cuello con sus labios.
Pero Jo, estaba perdida en sus pensamientos. ¿Por qué el padre de Edward no la quería a ella? ¿Seria por ser humana?
-Edward…
-¿Mmmm?.- comenzaba a bajar hacia su clavícula, completamente excitado de nuevo.
-¿Por qué tu padre no quiere que sea tu compañera?- preguntó ella cortante.
-¿Qué importa eso, amor?.- susurró él, sin dar importancia a la pregunta.
-¿Habia ya alguien planeado para ti?
Él dejó de acariciarla y miró sus ojos hipnoticos, le besó la comisura de los labios y sonrió orgulloso-
-Tú.
Jo, explotó en una carcajada de felicidad y besó con destreza a aquel joven demonio que la devolvía por tiempo limitado a su antiguo hogar.
“Todos los hombres son tontos, incluso los demonios”, pensó.
Nunca habría vuelto casa de su madre si no tuviese una idea impresa en la cabeza.
Desde hacia varios meses la idea de volver a ver Carlisle la perseguía. Soñaba con él y cuando estaba en los brazos de Edward, imaginaba que era Carlisle quien la amaba.
Sabia que enfurecer al hijo del demonio no era algo que debia hacer. Pero ¿Quién podría enterarse?
Edward demonio, o no. Era también un hombre y ya lo engatusaría ella como bien pudiese.
Lo tenia en sus manos. Bebiendo de ella. Lo manipulaba a su antojo y eso a ella la excitaba. Un hombre con tanto poder, seductor por su naturaleza malvada, que destilaba sensualidad por sus poros, con ella era dulce y amable; solamente cuando ella se lo proponía era rudo; y eso a Josephine la mojaba de sobremanera.
Si de algo estaba segura era; de que cuando volviese de Forks, Carlisle Cullen habría sido suyo, con las técnicas mas placenteras que habia aprendido de Edward,durante todos aquellos años.
Queria acariciar su cabello; rubio como el oro y contemplar aquellos ojos dorados, inflamados de placer, cuando le absorbiera su miembro con locura desmedida.
Ante aquellos sonrió dichosa. Se habia excitado nuevamente y Edward lo notó.
La tumbó en el suelo con desesperación y sin mas preámbulos la embistió hasta terminar con aquella locura.
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-Nadie me habló de llevar un lastre, Edward…¿De quien ha sido la idea?.- Jo,maquillaba su rostro en el espejo de la cómoda de la gran habitación victoriana de Edward. Su mal humor crecía a pasos agigantados.
Edward chasqueó con la lengua y quiso acariciarle los hombros desde la espalda.
-¡No me toques!.- le gritó ella, al girarse.- ¿De quien ha sido la genial idea, Edward?.- Los ojos de Josephine eran puñales de ira.
-A mi padre…teme que hables mas de lo pactado. Sabes que ya ha decidido que te dará la inmortalidad, ósea que esto es algo que no tiene la menor importancia. No sé porque te comportas así. Dirás que es tu amiga y punto.
A Jo, le salía humo de las orejas; literalmente.
Josephine y la hermana melliza de Edward no se llevaban bien.
Habia algo en su mirada, que le daba autentico pavor. Aquella chiquituja de mierda que por alguna razón le recordaba a su hermana Bella, parecía saber todo lo que discurría en su cabeza. Los penetrantes ojos azules de Alice, destilaban advertencia cada vez que la observaban de un tiempo a esta parte.
-Supongo que tendré que aceptar. ¿Y le dará un informe a tu padre sobre todo lo que haga al final de dia, Edward?.- Josephine, habia lanzado la brocha del colorete por los aires. Estaba acorralada como un raton por un hambriento gatito.- Esto es para mandarlo todo a la mierda; pero ya. Exijo que comtemples las idea de mantenerte por encima de tu padre, Edward, tú serás su sucesor y pareces un hijo que está metido en sus faldas acobardado.
Edward tensó la mandibula y levantó la mano para pegarla…pero no tuvo el suficiente valor, se quedó a medias y bajó la mirada, avergonzado.
-Sacas lo peor de mi, Josephine. Atente a las consecuencias de no ir con Alice a Forks…
-¿Qué quieres decir?.- espetó ella, alzando el mentón.
-No iras a ningún sitio.- dijo él con una mueca de amargura en su rostro.
-Bien.
Jo, fue hacia la puerta y la abrió sin mirar a Edward.
Este sería el último intento para manipularlo. Si no lo conseguía , ya haría ella, todo lo posible por quitarse a su gemelita de en medio antes de tener algún tipo de devaneo con el hombre que alteraba sus pasiones en esos instantes; Carlisle Cullen.
Miró hacia atrás, pidiendo por favor, que Edward la llamara o la siguiera hacia la salida. Pero no lo hizo.
Al final del pasillo una figura menuda la esperaba con la cabeza baja, era ella. La pesadilla con la que debería socializar aquellas dos semanas. ¡Aquello verdaderamente, si, iba a ser un infierno!
Cuando llegó a la altura de la joven, su cabeza se irguió y le mostró una sonrisa ladeada, muy propia de ambos mellizos.
-Josephine….estaré encantada de acompañarte…- Habia algo oculto en las palabras de Alice que a Jo, la hizo estremecer.
-Sí, claro.- espetó ella, caminando hacia delante sin mirarla de nuevo.
-Espera.- la llamó Alice.- Nos trasmutaremos inmediatamente….¿o como planeas salir de aquí, cuñadita?
La ira envolvió a Jo y la miró con aquel sentimiento plasmado en sus ojos.
Alice sonrió y cerró los ojos.
Cuando los abrieron, las dos estaban de pie, a las puertas de la que habia sido su casa; por tan breve estado de tiempo.
Alice odiaba a Jo.
Sabia perfectamente que aquella mundana no era buena para su hermano. Lo sentía. Pero si él la amaba, ella no podia hacer nada, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Al llegar a la puerta de los Swan, la percepción de algo cercano y familiar, le nubló el olfato.
La mujer que llevaba al lado, abrió la puerta con toda la desfachatez que habia enamorado a su hermano y dentro de la estancia, se hallaban dos personas.
Una mas mayor y otra mas joven. Los ojos de Alice divagaron por la estancia y vió la precariedad de aquel hogar. La puerta se cerró tras ellas y el aire volvió a castigarla con aquella esencia tan maravillosamente familiar.
-¿Eres tú, Josephine?.- la voz de Reneé, era entrecortada y las lágrimas corrian por su rostro como ríos salvajes.
Bella se habia quedado conmocionada, al ver a Jo, para da en el umbral del comedor.
Aunque fue mucho peor mirar a su acompañante.
Un estremecimiento recorrió su espalda. Aquella muchacha, era terrorífica, pese a su hermosura y sus dulces ojos azules.
Sus ojos se encontraron con los de ella y la muchacha le sonrió lentamente, como si algo en ella fuese extrañamente familiar y una conexión se creó entre ellas.
Reneé ya abrazaba a Josephine y Bella como paralizada, veía como aquella figura que parecía no andar sobre el suelo, se acercó a ella con demasiada rápidez.
-Encantada, soy Alice. Amiga de tu hermana.
Bella echó mano al inhalador. Estaba presa de un ataque de asma de nuevo. Demasiadas emociones…
Buscó en sus pantalones vaqueros y no lo encontró. Nerviosa, miró a Alice con desesperación.
-Mi…mi inhalador…lo nec….- Bella cayó al suelo, llamando la atención de su madre y su hermana que se abrazaban maravilladas por el contacto. Ajenas a todo.
Bella se quejó mentalmente, mientras sucumbía en la insconciencia. Hacia demasiado tiempo que no era victima de los ataques de asma y no llevaba el inhalador consigo. No lo necesitaba…y ahora en aquel mismo instante, iba a morir por imbécil; por no ser previsora.
-Tranquila, yo lo encontraré.- Alice, corrió hacia la cocina y como si aquella estancia fuera de su propiedad y supiese donde se encontraban todos los enseres, sacó la medicina de uno de los armarios y la metió dentro del inhalado, que habia justo a su lado, corrió hacia Bella y se lo puso en la boca, mientras que su hermana y su madre miraban aquello totalmente colapsadas.
-¡Respira!.- ordenó Alice, con fuerza.
Bella la oyó a lo lejos y obedeció.
Poco a poco , ella se fue calmando y la sentaron en el sofá entre Alice y Jo.
La nariz de Alice picaba y comprendió ahora todo, como si de un jarrón de agua fría se tratase.
“ La medicina, tapó la esencia de ella…se equivocó….Edward se equivocó” .- al llegar a esa conclusión, besó a la muchacha en los labios, ante la mirada expectante de Jo y su madre.

Continuará…

miércoles, 16 de febrero de 2011

My Love Is Over

MY LOVE IS OVER
CAPITULO SEGUNDO


Había llegado a casa después de un largo recorrido en mi vieja chevy de cuarta mano.
El móvil me habia vibrado varias veces; mientras conducía. Pero hice caso omiso a ello.
Aparqué delante de mi casa y al entrar, pude escuchar a Charlie como hablaba con otra persona.
Me asomé hacia el comedor y saludé con la mano y la mejor de mis sonrisas.
-Ey…ya llegué, papá.- dije, con la mayor jovialidad.
Charlie., volvió su silla de ruedas hacia mi y me sonrió abiertamente.
-Bella, hija…mira quien ha venido.. Es el doctor Cullen.
Por un instante, el corazón se me agolpó en la garganta. ¿Qué doctor Cullen? ¿Carlisle o Edward?
Al ver la cabeza de suave cabello rubio, suspiré. “Menos mal”. No querria encontrarme con aquel imbécil,en mi terreno por muy temprano que se levantara.
-Bella…Que gusto verte. ¿Vienes ahora de casa?
Asentí tímidamente.
-Veras.- cogió el mobil, mirándolo y sonriendo abiertamente ,cuando levantó la cabeza hacia mi.
-Edward se ha quedado encerrado en casa….
-No sabia que Edward estaba en casa, doctor Cullen. Yo hice mi faena y me marché. Esme me dice que cuando salga eche la llave y yo…
-No…si has hecho bien…muy bien. Pero es que mi hijo tenia que ir a una charla y al final dudo mucho que pueda ir. Pero no te preocupes, no es problema tuyo; al contrario es él, que tengo que ir haciéndole un juego de llaves cada dos por tres.
Reposé mi espalda en la pared, como compungida.
Me sentía culpable.
“ Mierda, joder”
Eso sin contar , con la mentira descomunal que le habia soltado a su padre, diciéndole que no lo habia visto.
-Ha estado llamándote por teléfono. Para que volvieras.
Abrí los ojos desmesuradamente. ¿Edward tenia mi numero de mobil?
-No…no he visto las llamadas. Lo tenia en modo vibratorio.
Carlisle me evaluó con la mirada sin perder la sonrisa.
-No importa. Yo ya voy para allá. Gracias de todas maneras Bella.
Charlie se movió, inquieto en la silla de ruedas y me miró estrechando los ojos.
-¿Entonces ya se marcha doctor Cullen?
-Sí.-dijo mirándome de nuevo.- Debo de liberar a mi hijo.- se echó a reir de forma casual y yo lo imité forzada.
Salimos para despedirlo a la puerta. Cuando el coche; un esplendido Audi último modelo desapareció de nuestra vista. Charlie carraspeó irritado.
-Ay, papá…¡No lo soporto! ¿Sabes que cuando voy, siempre está retozando con su novia? Me da asco, no lo soporto…
-Eso a ti no debería importante.
-No me importa.- gemí.- Si no se metiese conmigo …
Charlie dio un respingo y me cogió las piernas,tocó levemente mi rodilla, en un gesto conciliador.
-Necesitamos el dinero Bella.
Me senté en el suelo, para poder ver mejor las expresiones de mi padre.
-Lo sé papá; en serio. Si son una familia estupenda, si no fuera por el imbécil de Edward Cullen…yo no sé que cree que soy…una especie de grillo o insecto, que puede aplastar.
Charlie suspiró y ví un brillo de ira en sus intensos ojos chocolate; tan parecidos a los míos.
-Tendré que hablar con él. Creo que ya es bastante mayorcito para meterse con las mujeres; y menos para insultarte…cuando tendría que piropearte…
Sacudí la cabeza y un leve rubor me invadió.
-No digas tonterías, papá. Me importa un bledo que me vea fea. No me importa, lo que quiero es que me deje hacer mi trabajo; y no lo hace.
-Eso debes hablarlo con la señora Cullen.
-Lo haré.
-Muy bien.- Charlie, dio una fuerte palmada y sonrió.- Hora de cenar Bella…veras lo que he preparado.
Sonreí y me levanté del suelo.
Mi estomagó se quejó ansioso. Tenia tanta hambre que comeria cualquier cosa que hubiese cocinado Charlie.
Aquella noche las pesadillas no me dejaron tener un sueño plácido.
Soñé con Edward Cullen. Fue la primera vez …de muchas.


Me desperté con energias renovadas aquella mañana.
Quedaban un par de horas antes de presentarme en casa de los Cullen.
Aquella mañana Esme estaría en casa; ya que por regla general, los miércoles tenia el dia libre.
Hoy me libraría de Edward y de los gemidos de su novia.
Sonreí con ganas y me preparé el desayuno con buen humor.
Despues de haberlo hecho. Preparé mi vestuario, que ese dia, como todos los demás días no variaba de un original; pantalones vaqueros de pitillo, sudadera, conversse negras y una fina diadema en mi cabello para que no me estorbara cuando trabajara.
Miré el reloj y decidí marcharme; no quería llegar tarde, ya que aquella tarde habia quedado con Angela en ir a Port Angels a por los vestidos de la gran fiesta que hacian las gentes del pueblo el dia 15 de Mayo, y para ello solo faltaba una semana escasa.
Angela habia hecho lo posible para convencerme de que fuera con ella. Eso la armaria de valor para declararse a Eric, el amor de su vida.
Acepté por esa única razón, y pensé que era buena sacrificarse por una buena amiga. Y más si ésta era Angela, leal y servicial como la que más.
Durante todo el trayecto estuve pensando en la invitación que recibí por parte de Jacob Black hijo del intimo amigo de papá, para que fuera al baile con él.
Claro…se me olvidaba lo obvio..toda fiesta tiene un baile…y si es de parejas mejor que mejor…
Aunque este baile, que era en una carpa cerca del instituto ; prácticamente “obligaban” a presentarse con una pareja, ya que sin ella, la entrada era muchísimo mas costosa y no regalaban la botella de champaña.
Fruncí los labios irritada.
Que mas me daba a mi , pagar mas o menos. Total no era mi agrado de ir acompañada con nadie. Es más ni siquiera iba a ir…si no fuera por Angela y el estúpido de Eric, que no se decidia.
Jacob…Jake era un buen chico. Su sonrisa radiante, a veces me hacia perder un poco el norte. Era guapo, bueno, muy guapo…pero no lo suficiente.
¿Porqué mierda tenia que ser tan romántica?
Siempre me habia creado una imagen del amor muy diferente a la real. Soñaba con encontrar al hombre de mi vida en algún lugar remoto del mundo y caer ardorosamente en sus brazos.
Morir de amor por él.
…Joder…a a veces me habia dado algún que otro golpe soñando despierta con esto, y me sentía fatal; porque la mayoría de las veces eran en lugares públicos y acababa siendo el hazmereir de la población.
Bien, estupendo, allí esta; la casa de los Cullen. La maravillosa familia a la que le estaba limpiando sus inmundicias…bueno a ellos no. A él.
Cogí las llaves de mi bolso y las metí en la cerradura.
Me quedé un momento quiera y saqué la llave de la cerradura de nuevo.
Hoy estaría Esme en casa, y no podia tomarme según que libertades.
Volví a meter las llaves en el bolso y piqué al timbre.
Esperé, mas de lo habitaul, pero al final la puerta se abrió.
-Vaya…si es la fregona….- bendita suerte la mia. Tenia que abrir la puerta el monstruo de Edward Cullen.
-Buenos días.- ignoré su falta de consideración y pasé el umbral de la puerta sin mirarlo si quiera.
La puerta se cerró tras de mi y busqué a Esme por la casa.
- No está. Se ha marchado hace un momento.- Miró el reloj, durante un segundo y me miró de una manera extraña.- En unos 15 minutos vendrá.
-Hum.- no sabia que responder.
Colgué mi bolso en una de las sillas del comedor y me dispuse a buscar el carrito de la limpieza y la bata de asistenta.
Pero él se cruzó en mi camino.
-¿Tienes plena conciencia de la putada que me hiciste ayer?.- Su mandibula apretada y su gesto de prepotencia, me hicieron desear verlo muerto y aquello debió de verse en mi rostro, ya que torció la boca de una manera extraña y luego casi sonrió.- ¿No me soportas eh, Swan?
¿Swan? ¿Desde cuando sabia que yo me apellidaba Swan?
Quise rodearlo, pero se volvió a poner en mi camino.
-Tengo que comenzar a trabajar….- susurré, algo nerviosa.
-Esta bien. Comienza por mi habitación. Ayer no la limpiaste y esta tal y como la dejé….
Abrí los ojos e hice un gesto de asco con mis labios.
-Ni siquiera la he ventilado. Me gusta que huelas el aroma de la fornicación…Bella.
Pero que asco de tio…
¿Podia ser alguien mas cerdo que esto?
Lo quité de mi camino de un empellón y me salvé por la campana, porque noté su mirada clavada en mi nuca.
-Bella…Hola amiga..- Fantastico, Alice habia bajado las escaleras, salvándome de aquella incomoda situación. Me dio un par de besos y miró a Edward e hizo como si no estuviera.- ¿Has ido ya a Port Angels con Angela? Tienes que dejarme maquillarte. Por fis…por fis…
La carita de duende de Alice me embelesaba y sus labios haciendo un bonito mohín, me tenían completamente anonadada.
-Cuidate de ella, Alice. Creo que le gusta comer conchas.
¡Maldito! Hijo de perra…
Alice se giró y le sonrió, ya que pude ver sus mejillas estiradas.
Él hizo un gesto osco y se apoyó en la pared comtemplandonos y oyendo nuestra charla.
Hice caso omiso a su presencia y le hablé a Alice con total normalidad.
-Vamos esta tarde…ya te diré…
Alice comenzó a dar salitos y palmadas. Pero debió recordar algo y me tocó la mano asustada.
-¿Supongo que tendras pareja para el baile, no?.- preguntó preocupada.
Mi vista desapareció del rostro de ella; ya que oí una sarcástica risita y un murmullo. El maldito hijo de perra se estaba burlando de mi….. ¡! Lo miré lo mas penetrante que mis ojos pudieron y tragué al contestarle.
-Si. Voy con Jacob Black.
Él , se puso rigido y y me evaluó con una mirada extraña. Se marchó sin decirnos nada y cerró la puerta de su habitación con fuerza.
¿Y ahora? ¿No debia de limpiarla?
Jodiendome viva, maldito Edward Cullen….
Continuará…

martes, 15 de febrero de 2011

Son Flores Para Bella

SON FLORES PARA BELLA
EPILOGO

-Bella…
-¿Estas muy enfadada; conmigo , verdad , mamá?
-¿Enfadada? Oh, no, Bella. No podría yo enfadarme contigo, porque busques la felicidad en quien pueda proporcionártela. Siento únicamente los años que has perdido.
-Para encontrar algo, siempre se pierde mucho; mamá. La suerte está en perder mucho y encontrar ese algo. No siempre se consigue.
-¿Qué vas a hacer?
-Vestirme. Llamaré primero a Mike a su oficina. Le diré que venga en seguida. Es curioso, ¿verdad mamá? Que en cinco años no haya entrado a esta casa y entre hoy precisamente para oir mi adiós.
-Bella.- la voz de Renneé tenia un deje trémulo.- ¿puedes?
Bella tenia la mirada serena y valiente. Ya no habia dudas en ella. Ni una.
Hablando allí, en la cocina con su madre, las pocas dudas que quedaban se disipaban solas.
-Puedo mamá, Tal vez en eso estriba todo esto. En que puedo. En que he podido siempre. Con Edward…no hubiese podido, lo sé.
Y salió de la cocina.
Su madre la oyó hablar por teléfono. Citaba una hora mas tarde a Mike.
Respiró profundamente.
-Sea lo que Dios quiera y si Dios quiere que sea Edward mi yerno, pues bendito sea.


Mike llegó sofocado. Tenia un brillo temeroso en la mirada. Seguro que Bella iba a poner sobre la mesa las cartas boca arriba. Le daría un ultimátum. O sí o no.
Y él tendría que hablar con su madre aquella misma mañana.
Le diría a su madre.
Le diría…
-Hola Mike.
La miró desolado.
Estaba guapísima, Bella. Tenia no sé qué en los ojos. Una expresión que él no vió nunca.
-Bella, es la primera vez que entro en tu casa.
-Si…Pasa Mike. No tengas miedo. Nadie te va a atar al poste de la mesa.
-Qué cosas dices, Bella.
-Si..que cosas. Pero no es eso la cosa que tengo que decirte. Te he mandado llamar para decirte otra muy distina. Me caso..o por lo menos eso creo.
Mike se agitó.
-Veras, yo creo que enseguida. Se lo voy a decir hoy a mi madre. Se lo voy a decir, te lo prometo.
-¿Qué le importa a tu madre que yo me case?
-Claro, claro. Pero ya sabes, vamos a vivir con ella. Yo no tengo dinero. Pero mamá..si. Uno debe mirar con lógica las cosas. Somos humanos y como tal debemos comportarnos.
-Me parece que no los has entendido, Mike. No me caso contigo.
Mike dio un salto.
-¿Qué dices?
-Me caso con Edward Cullen. Seguro que ni le conoces. Esta noche mismo, me he dado cuenta que no puedo vivir sin él.
Mike cerró los puños.
Se daba cuenta de que Bella no hablaba en broma. Al contrario, hablaba muy enserio.
-Sólo te llame para decirte eso. Mike. No sé si pedirte perdón o felicitarte. Al fin y al cabo se te va el estorbo y tu madre seguro que lo celebra. Pero yo no le guardo rencor, ¿sabes? Porque sé que no cede tu celibato porque sea yo la candidata, lo hará con cualquier mujer que aparezca en tu vida. Sólo te aconsejo que si de veras te interesa alguna mujer, no le preguntes a ella. Cásate con esa chica en contra de su deseo o en contra de su opinión. No tengo nada tuyo, Mike. Nada que devolverte.- iba hacia la puerta y Mike como un tonto, tan guapo y tan vacio, iba tras ella.- Ni tú tienes nada mio. Unas cartas tontas, infantiles, que puedes quemar.
-Bella…
-Adios Mike.
-No…hay forma de convencerte para que rectifiques.
-No. Te has descuidado mucho. Otros…otro concretamente, aprovechó tu descuido. Adios, Mike.
-Le dirira mi madre. Nos casariamos sin decirle nada.
- Eso es lo peor, Mike, que nunca podría ocurrir asi. Te han dominado siempre. Nunca serás tú, sino una sombra de tu madre. Adios Mike. Te deseo suerte. Te la deseo de todo corazón.
-Dios mio, Bella…me dejas así…
- Sí, asi. Las decidiones importantes han de ser así, aunque duelan. Buenos días, Mike.
Se cerró la puerta tras él.
Ni siquiera se asomó a la ventana para verle irse.
Era algo muerto.
Algo que se enterraba y se pudría.
Calmosamente. Fue hacia el teléfono y marcó.
Se puso él.
-Edward…
-Bella.
-Acabo de romper con Mike…
- Ya eres totalmente mía, mi vida.- la voz de Edward, ronca y sensual erizaba el vello a Bella.
-Si…
-Bella…han llamado esta mañana de Berlin. Quieren que me incorpore inmediatamente a mi puesto de trabajo. En dos, tres dias a lo sumo debo de personarme allí…¿Tú…querrías…querrias…?
-Dímelo, Edward.- le susurró ella, con el corazón en un puño.
-Cásate conmigo, Bella.
Bella miró el teléfono y lo acarició lentamente; pensando en el hombre que le hablaba al otro lado.
-Sí, Edward. Me caso contigo y me voy a Berlin.

En un hotel cualquiera; en un lugar cualquiera, en una habitación cualquiera…
…Pero no eran cualquiera aquellos dos. Eran Bella y Edward. Marido y mujer desde aquel atardecer.
-Nunca pensé que yo fuese así, Edward.- decía debajo de él, sofocada.
-Claro. La felicidad no depende de uno solo. Hay que encontrar a la pareja adecuada.
La voz de Edward se hacia ronca y sensual.
-¿Te gustan las flores?.- le dijo, cerrando su puño, en un tallo de rosa y recorriendo uno de sus pechos con el capullo.
-Si.- le contestó ella mirando la cabellera cobriza de su marido. Como un impulso se levantó ligeramente del lecho que compartían y buscó sus labios desesperada—Te quiero.- le dijo. Volvió a besarlo, enfebrecida;pero cuando les faltaba el aire a ambos, lo miró de manera tierna y le acarició la mandíbula cuadrada con lentitud.- Creo que te quiero desde que enviaste…las primeras flores.
Edward rió y pegó su frente a la de ella.
-Son flores para Bella. ¡Mi pequeña Bella!
En un hotel cualquiera, en lugar cualquiera, en una habitación cualquiera…
Allí se amaban Edward Y Bella…con desesperación.


FIN

lunes, 14 de febrero de 2011

My Love Is Over

MY LOVE IS OVER…



CAPITULO 1
Esto es increíble…. No se cortan ni un pelo…..
Aquí estoy yo, limpiando la casa de los Cullen.
Los Cullen….
Cuando volví a Forks después de haber pasado toda mi niñez y mi pre adolescencia con mi madre; tuve que volver…
Mi madre se habia casado de nuevo y yo.. no es que estorbara en su nueva vida; pero si le hacia algo incomoda su actual situación con su marido, Phil.
Phil es jugador que beisbol profesional y van de un lado para otro.
Yo no soportaba no estabilizarme en ningún sitio y decidí volver con Charlie.
Charlie…
Papá. Mi padre después de un altercado en Port Angels; se quedó en silla de ruedas y la falta de dinero me hicieron plantearme trabajar.
Los estudios gracias a Dios los terminé; pero a la hora de caminar hacia el colegio mayor, no fue posible. No habia dinero.
La crisis que azotaba el mundo entero también habia llegado a Forks y no hubo manera de colocarme a trabajar en ningún sitio…salvo en la casa de algún alto y pudiente personaje de este pueblecito de mierda.
Y aquí estaba yo…Limpiando.
La casa es tan grande que no se acaba nunca el trabajo.
Esme Cullen ; la señora de la casa; es diseñadora de interiores, y se pasa la mayor parte del dia fuera de casa; al igual que que su marido; el doctor Carlisle.
Son amables y condescendientes.
Lo mismo puedo decir de su hijo Emmet y la pequeña de la casa; Alice.
Bueno…lo de pequeña es por decir algo. Alice Cullen tiene mi edad y Emmet es dos o tres años mayor que yo.
Emmet está saliendo con una amiga de niñez: Rosalie Hale.
Entre Emmet y yo hay una muy declarada sintonía. No me deja nada por medio y se porta lo mejor que puede, dejando al lado su calidad de hombre y de ser superdesastroso….pero se comporta.
Alice es un sol. Habla conmigo, se preocupa de mi bienestar y me mima; me mima mucho.
Dice que soy una medio hermana suya.
“El otro” es el que me tiene hasta las narices…Edward.
¿No tiene otro dia, para tirarse a su novia?
Mierda, joder…
Tengo que poner los auriculares del ipod a todo volumen para no oírlos.
Edward Cullen no sabe ni que existo…es mas creo que no le soy de su agrado para nada. Me ve como si fuera una fregona, un cepillo o algo parecido.
El gilipollas de Edward sale con Tanya… bueno dicen que Dios los cria y ellos se juntan; bueno pues para muestra un botón.
Esperaba pacientemente que acabaran su sension de sexo por megafonía para meterme en la habitación y limpiarla.
Siempre hacian igual.
Y cuando salian , no deparaban ni siquiera en mi.
Lo primero que hacia al entrar en el templo del sexo , era abrir las ventanas.
El aroma a batalla campal con los bajos, lo invadía todo.
Luego tenia que mirar hacia el suelo y ver todo el festín.
Malditos cabrones….
Los papeles de las corridas en el suelo y algún que otro condón.
No podían ser mas cerdos joder…
Suspiraba indignada y comenzaba con mi trabajo.
Alguna que otra vez al entrar a la habitación de Edward pude oir como decía, mientras se alejaban por el pasillo: “ Huele, si huele… por que es lo único que se asemeja a un polvo para ti”
¿Pero que coño se pensaba, ese hijo de su madre? ¿Qué yo era una mierda?
Bueno…habia que decir que para trabajar no me ponía mis mejores galas, precisamente…pero ¿para que?
No quería llamar la atención de nadie, simplemente, iba a trabajar. Me traia mi dinero, que previamente me habia dejado la señora Cullen en el cenicero de la entrada y punto.
Bajé el volumen de los auriculares.
-¡Si….Edward…si..fuerte…empuja…maas….. fuerrrrrrrrteeeeeeeeeee!!!.- Maldita cabrona como se corría.
Una sonrisilla se dibujó en mis labios.
Ese seguramente era el acto final.
Miré el reloj impaciente. Faltaban minutos para mi hora de acabar. Si aquellos dos se pensaban que iba estar esperando allí hasta que les diera la ganas de terminar, es que eran imbéciles.
Faltaban cinco minutos justos para largarme y se abrió la puerta de la habitación del semental Cullen.
Una muy sonriente Tanya salía con la cara sudorosa y los ojos de vaca recién ordeñada.
Pero de repente un brazo la cogió por la cintura y despareció de mi campo de visión.
Habian dado un portazo y me habia quedado literalmente descompuesta.
-Que se espere la chacha( Término muy malsonante que se dice a las sirvientas o las que limpias los hogares en España) Total, con la cara que tiene dudo mucho que la espere nadie.
Era la voz del cerdo de Edward Cullen.
Caminé con mi carrito de la limpieza hasta el patio y lo acomodé todo a la perfección.
Me quité la bata de asistenta y peiné mi cabello con delicadeza.
Me dispuse a salir por la puerta cuando la voz de …bueno, del individuo me llamó.
-¡Chacha! ¡Ya puedes entrar! Y embriágate con el olor del sexo…- esto último lo dijo mas bajo; pero yo lo habia oído perfectamente.
Dí un portazo de los que hacian historia.
Cerré con llave, tal y como me decía Esme que hiciera y sonreí con suficiencia.
Esperaba que Edward Cullen no llevara llaves…lo deseaba con todo mi corazón…

domingo, 13 de febrero de 2011

La Hermana Isabella

LA HERMANA ISABELLA
CAPITULO 13
Edward Pov
Bella!.- gritó mi hija. Levanté la cabeza y tragué fuertemente el ardiente sabor del whisky que llegaba a mi garganta.
Recorrí el cuerpo de la mujer que caminaba hacia mi hija y se abrazaba a ella….
Pude vislumbrar el brazalete de la familia, que ondeaba en su muñeca como una marca de posesión.
Su cabeza se despegó del hombro de mi hija y sus ojos se toparon con los míos.
¡Era Bella! ¡Mi prometida era Bella! ¡La medio hermana de Tanya era Bella!
Recorrí con la mirada todo su cuerpo y rostro.
Volví a sentir el trepidante sonar de mi corazón.
Debia de explicarme muchas cosas…pero antes debia de saludarla como Dios manda.
Solté el vaso de licor que descansaba en mi mano y dí irregulares pasos hacia ella.
Se quedó petrificada ante mi caminar; ya que no llevaba el baston.
Rosalie se apartó; pero ni siquiera la miré. Toda mi atención estaba puesta en ella.
-Bella…- pude alcanzar a decir.
-Coronel.
-No. Edward, dime Edward; se acabó lo de coronel.- le dije, sin separar mis ojos de los de ella. Mi mano se dejó caer en su mandibula y dibujó unas tenues caricias que la hicieron adquirir ese color que añoraba tanto. Deseé besarla…tanto, que me dolió…
Bella Pov
Y allí estaba; me habia cogido de la mano y se la habia llevado hacia sus labios, dejándola un rato entre ellos. El guante captó toda la humedad de su aliento y me avergoncé por ello.
Edward habia reaccionado bien al hecho de que yo fuera la hermana de aquella que habia amado tanto que decidió morir sin ella.
Recordé su trato y también la manera en la que salí de su casa. …
…Desde luego mi mente es una cosa completamente absurda; un momento estoy suspirando por sus miradas y en este preciso momento estoy sacando humo por las orejas.” Calmate; Bella”, me dije;” será tu esposo por el bien de tus sobrinas; asi lo has decidido y asi será.”

-Edward, entonces.- Miré a mi alrededor, ya que muchas miradas se habían posado en nosotros. Rosalie; tenia lágrimas en los ojos, y Emmet aquel fortachon que conocí en uno de los pasillos de la mansión, le habia sujetado la mano, como si algo algo los uniera.
Me aparté de Edward, sutilmente y me acerqué de nuevo a Rosalie.
-Nena…- le dije, llena de emoción.- Debemos hablar.- Ella asintió con la cabeza; sin perder la sonrisa.- ¿Cómo están Alice, Bree, Reneesmee y la pequeña Carlie?.- Le habia cogido las manos y nos acariciábamos como verdaderas hermanas.
-Ay…Bella. Ven. Vamos.- Estiró una de las manos que me tenia asidas y pasamos al aldo de los hombres que nos miramos conmocionados.
Una mano se posó en mi cintura y alcé la vista interrogante.
Cuando vislumbré los ojos verdes de Edward me estremecí. Habia miles de interrogantes en sus ojos y también un halo de inconformismo al abandonarlo.
-Yo…debemos hablar, Isabella….- Dijo apretando su mano en mi espalda y acercándome a él.
Como hipnotizada asentí con la cabeza y dejé que su mano descansara en el final de mi espalda y me guiara hacia uno de los salones contiguos , que se hallaban vacios; para tener mas intimidad.
Cierto era; que después de haber salido de sus dominios como lo hice. No le tenia ninguna buena voluntad. Pero debia de admitir que si debia desposarme ¿con quien mejor que con el padre de mis sobrinas?
Siempre me pregunté porque mi corazón se sintió tan dañado el dia que las dejé; y es que el vinculo de la sangre me llamaba hacia ellas…
Cerró la puerta de la estancia pausadamente y yo me adelanté a él y suspiré resignada.
-¿Por donde empezamos?.- me dijo él quitándose los guantes y dejándolos en una mesita de cristal que se hallaba en el centro de la estancia. La música nos llegaba a lo lejos.
-Por donde quieras.- dije intentando contener mi lengua.
Tia Esme habia procurado el tiempo que habia vivido conmigo en Ewenow que no pensara con la boca abierta; ósea no decir lo que me viniera a la cabeza automáticamente.
-¿Cómo te enteraste de…el parentesco?.- Dejó descansar su cuerpo sobre la pared y alzó una ceja, invitándome a que prosiguiera.
-Yo…mi padre vino al convento y me lo contó todo…
-¿Carlisle?.- Edward dio un respingo y se acercó a mi. Volví a notar aquella cojera y fruncí las cejas preocupada.
-Tu pierna.- susurré.
-No. Dejemos lo de la pierna. ¿Carlisle el eterno seductor, hizo que tu madre cayera en sus brazos?…y por lo que veo dada tu edad, Tanya ya estaba mayorcita…
La ira hizo mella en mi.
-No ultrajes la memoria de mi madre, no tienes derecho. No sabes nada. Y si; mi hermana ya era una niña….si quieres saber sobre la relaccion de mis padres yo no soy nadie para contarlo. Preguntale al abuelo de tus hijas.
Edward rió suavemente; cerrando levemente los ojos y enseñando su espectacular sonrisa.
-No juzgo; me limito a saber. Tengo derecho a saber.
-No; no lo tienes.
-¿Cómo que no?
Su andar irregular, no habia perdido la elegancia y como un depredador, caminaba hacia a mi mientras hablaba. Cuando se halló lo suficientemente cerca para que nuestros pechos casi se tocaran, yo dí un par de pasos hacia atrás.
Decidir atacar. Su cercanía me daba un miedo desconocido .
-Sé perfectamente porque quieres desposarte conmigo.- le dije retándolo con la mirada.- Te hubiese dado igual que hubiese tenido un solo ojo o que estuviese llena de verrugas.
Me miró de una manera extraña y volvió a sonreírme.
-La verdad es que ha sido muy…interesante; ver que eres tú…Isabella.- relamió sus labios y sus ojos se posaron en mi escote.- Y por supuesto no voy a negar que sí; me hubiese casado con quien fuese para adquirir Ewenow. Allí fue concebida Rosalie. A Tanya le encantaba.-seguia mirando mi escote; el muy bribón.
Carraspeé.- Te agradecería que cuando hablaras conmigo me miraras a los ojos.- le inquirí remilgada.
Él por enésima vez consecutiva; ser carcajeó y dio media vuelta alejándose de mi. Suspiró y cogió una de las sillas que habia repartidas por el salón. Se sentó en ella con elegancia y me volvió a repasar con la mirada.
-¿Te pongo nerviosa?.- dijo sin perder la sonrisa.
¿En que lo habia notado?
Claro; mis manos. Estaba apretujándomelas como si tuviese sarna.
-No. Por supuesto que no.-dije apartando la vista de sus ojos; que me quemaban. Literalemente.
Edward miró hacia un lado y se pasó una mano por la frente sin perder la sonrisa. Me asombré al ver su expresión. Nunca habia visto algo semejante. Habia una expresión soñadora en sus ojos.
-Bueno…¿Y tú? Tambien me gustaría porqué quieres unirte a mi. ¿Debo suponer que es por las niñas, no?.- espetó algo mas serio.
Alcé la barbilla y asentí.
- Ya lo esperaba. Bueno….dado que esto es un tratado meramente comercial, como supones. Debemos dejar claros algunos puntos.- Su mirada me perturbó mas de lo normal y me sonrojé.- No quiero que interfieras en absolutamente nada en lo que atañe a la finca.- Estuve a punto de replicar ; pero me mordí la lengua.- Te dedicaras por entero a mis hijas y al cuidado de nuestros futuros hijos propios.
-¿Qué?.- Aquello era el colmo ¡Mas hijos! ¡No tenia bastante!...
Rió de manera gutural y se levantó caminando de nuevo hacia mi.
-¿Vas a ser mi esposa, no?.- Me tenia acorralada y su aliento comenzó a tener efectos en mi raciocinio.
-Si, pero…
Pasó su lengua, lentamente por su labio inferior y miró mis labios serio; muy serio.
-La verdad; Isabella, es que no me habia planteado tener hijos …pero al verte a ti…he cambiado automáticamente de parecer. Estoy deseando de hacer …hijos, contigo.
Cogí fuerzas de donde pude y aparté con mis manos su pecho de mi cuerpo.
Hacia un calor abrasador. Aquel hombre y aquella nueva faceta suya; me incomodaba de sobremanera. Caminé algo mareada por la estancia y volví los ojos hacia él que miraba divertido.
-Veo que no te soy indiferente…y eso me gusta…-Mierda..otra vez venia hacia mi; .- Todavía recuerdo el beso en la mansión. ¿lo recuerdas tu, Isabella? .
A una distancia minima otra vez; capturó mi cintura entre uno de sus brazos y me atrajo hacia él de una forma algo brusca.
-Yo no lo he olvidado.- susurró, pegando su boca en mi oído.- Es mas…estoy ansioso por volver a saborearlo…
Miré sus labios; tan cercanos y ví su cercanía, como algo tentador.
Posó sus labios en los míos; delicadamente. Al contacto, suspiró y levantó sus inmensas pestañas hacia mi. Cerró los ojos y lo acompañé en el viaje de sensaciones.
Sus labios suaves se abrieron para capturar mi labio superior y lo succionó de una manera magistral; ya que me hacia sentir emociones que creía olvidadas al rememorar aquel beso hacia ya un tiempo estimable.
Gimió; y algo en mi entró en calor. Algo desconocido; separó mis labios para introducirse en mi boca y esta vez fui yo la que gemí.
Obnuvilada y algo mareada sentí su lengua en mi boca; buscando la mia. Con algo de vergüenza; toqué con la punta de mi lengua, su dulce musculo y nos miramos confundidos. Me apretó mas a él y comenzamos una batalla campal con nuestras bocas.
Estaba completamente descontrolada. ¿Qué me pasaba? Queria más de aquello. Lo quería siempre así; besándome, cerca mio. Con sus manos en mi cintura.
Nos separamos para poder respirar y su frente descansó en la mia. Su respiración agitada ; igual que la mia, era música para mis oídos y sentí pánico.
-Esto no puede ser bueno…- susurré.
Él volvió a reir; y me besó la frente muy, muy despacio. Abriendo mucho sus labios. Saboreando mi piel.
-Esto…Isabella es lo mejor que nos podia pasar…- dijo con la voz entrecortada.- Si sentimos esto con un simple beso; no quiero ni pensar como será cuando te haga el amor….
Un carraspeo nos hizo volvernos y Edward no me separó de su pecho.
- Suegro. Tu hija está que se la llevan los demonios. No puedes apropiarte de tu prometida de esa manera. Rosalie esta hecha un basilisco.- Emmet McArty miraba a Edward con complicidad y sonreía abiertamente.
-Vamos a la mansión.- inquirió Edward, mirándome: buscando mi conformidad.- Supongo que querras ver a las niñas.
Yo asentí y él me volvió a besar la coronilla ; pegándome más todavía a él.
-Di al cochero que prepare el carruaje. Nos vamos todos juntos.
-Eso no pasará. No todavía. – Aquella voz tan conocedora para mi, hizo que saltara de alegría.
-¡Papá!.- grité.- soltándome de los brazos de Edward y buscando a mi padre con la mirada.
Él abrió sus brazos y me envolvió con ellos cuando estuve en su pecho.
-Nena..- susurró
-¡Ella será mi esposa!.- gritó Edward, haciendo que me girara algo extrañada.
-Sí; aunque me pese. Ella será tu esposa. Pero todavía no lo es. Y hasta ese dia; no quiero verte solo con ella ni un solo momento.
Edward adquirió una tonalidad rosada en su rostro y carraspeó llevándose un puño a su boca.
-No me diga que…- no concluyó la frase.
-Si; he visto y he oído lo justo y con eso me basta….

Continuará….

viernes, 11 de febrero de 2011

No Creo En El Amor

Capitulo 8
Aquella tarde fui a buscar a los niños al colegio; con mi peinado y mi vestimenta nueva. Me paré delante de la puerta del colegio y observé que Alice Cullen, parecía estar esperando a alguien porque movía de un lado a otro la cabeza.
Jared y Emily, esperaban, uno a cada lado de Alice, sonrientes y buscándome con la mirada. Me acerqué mirándolos a los ojos, pero no parecieron conocerme hasta que estuve ya encima de ellos.
-Ei…Chicos ¿No le dais un besito a mamá?.- Les dije parándome justo delante de ellos.
-Mamá.-decía Emily.- Mira Jared, es mamá ,parece más joven y guapa ¿Usted que dice señorita Alice?- dijo la niña mirando a su profesora.
Yo los abracé a ambos y sonreí a Alice abiertamente.
-Vaya, Bella, vaya cambio.Pareces otra. - dijo Alice Cullen, plantándome dos sonoros besos en las mejillas y dándome un abrazo efusivo.
Yo , completamente descolocada, le sonreí forzadamente y cogí las manos de mis dos hijos para partir hacia mi casa.
-No. Bella. Espera. Te llevo a casa.- Me dijo ella tocándome el hombro.
La esperé pacientemente en el quicio de la puerta de la escuela, bajo la atenta mirada de Jared que me miraba con el ceño fruncido.
-Mamá, no pareces tú. No me gusta el cambio.
Yo lo miré con ternura y lo besé.
-Mi hijito querido,¿sabes? Mamá se debía este cambio, ha sido como…revitalizarme. ¿Entiendes? Ahora estaré más contenta. No pongas esa carita amor.
-¿Vamos? .- La voz melodiosa de Alice, nos sacó de nuestra breve conversación y nos dirigimos al aparcamiento de la escuela.
Yo me senté en el asiento del copiloto y los niños detrás con sus sillitas preparadas.
-Vaya, Alice ¿Tienes hijos?.- Le pregunté al ir tan bien equipada.
-No. Las compré hace unos días…por si las necesitaba y ya ves …- Miraba la carretera y a mi altenativamente.
-La calle es…- no me dejó terminar.

-Sé donde vives, Bella.
La miré con sorpresa y me contuve de decirle nada.
Ella miró mi gesto y sonrió de manera ladeada ¿Aquella era una marca de la familia Cullen?
-Dejaremos los niños con Edward. Le toca ahora ¿no?.- me preguntó de pronto, al llevar ya vario trecho recorrido.
-Sí…llega en media hora, tres cuartos…¿pero?
-No te preocupes, quiero hablar con él, sobre Emily un momento, quiero dejarle el temario.- me dijo mirándome.- Quiero que la nena, coja todas las bases bien y confio en que él va a ser una fantástico profesor de refuerzo.
Un silencio incómodo inundó el coche; por lo menos por mi parte. Ahora tendría que comentarle que quería que Edward me diera clases particulares….que se olvidara de mi niña, ya le buscaría yo otro profesor.
Pero pensándolo bien, aquel era un tema que quería discutir con él. No con su hermana.
-¿Y donde iremos?.- pregunté un poco atemorizada.
-Tenemos que hablar….esto se está yendo de las manos.- Me dijo misteriosamente.
Yo bajé la cabeza y no despegué mis labios hasta llegar a mi casa.
Bajamos de su fabuloso porshe y nos dirigimos a nuestra casa.
Ella se quedó atrás hablando con alguien por teléfono, intenté poner oído a la conversación, pero la muy maldita hablaba tan rápido que apenas pude escuchar una palabra : Edward. Mmmmm… Cuando mi cuerpo se acordaba de él, mis pechos se hinchaban, mi cabeza daba vueltas mareada y mi sexo se humedecía; irremediablemente.
Entramos dejando la puerta abierta, para que pasara Alice. Me dirigí a la cocina a preparar la merienda. Se la dispuse a mis hijos en sendas bandejas y fui hacia mi habitación a ponerme cómoda.
Me cambié de ropa, una sudadera y unos pantaloncitos cortos, eran suficientes, me recogí el cabello en un roete despeinado y pensé en quitarme las lentillas ; pero no lo hice. Pensé en Edward y un escalofrio de placer me recorrió de los pies a la cabeza.
Cuando fui hacia la cocina Alice ya estaba allí…y Edward también.
-¿Te has cambiado Bella? Te he dicho que debíamos charlar…- Me espetó Alice haciendo un puchero con sus labios.
-Ay…Dios…Alice se me olvió completamente.- debí de estar graciosísima en aquel apuro, porque ella rió irremediablemente.
-No te preocupes, ya hablaremos otro dia. ¿mañana quizás? Es importante.
-Vale.- Le dije.
Se acercó a mi lentamente y me besó una de mis mejillas.
-Edward, pórtate bien..ejjejejejeejj! a veces es como un niño, Bella.- Miró a Emily y le mandó un beso con la mano.- Que te vaya bien Emily, nos vemos mañana.
Se marchó dejándonos a los niños y a mi solos con Edward.
Se acercó a mí desde mi espalda y me habló muy cerca del oído, tanto que podía sentir su aliento frio y embriagador en mi boca.
-¿Dónde nos ponemos?.- Me dijo con un tono lleno de promesas.
-¿Eh?...- Me dí la vuelta y lo encaré.- Sí, en la habitación de Emily estaréis bien. No os molestará Jared, ni yo haciendo tareas.
Él en ningún momento,se alejó de mi proximidad.
-Muy bien.¿Emily?.- Llamó a mi hija y ella saltó del sofá como hipnotizada y lo miró con la cara risueña.
-Nenita, enseñale a Edward tu habitación. Vais a estar allí para que Jared no os moleste.
-Vale mamá.
Emily había cogido la mano de Edward y se lo llevaba hacia su cuarto..
-Edward…
Él se giró y me miró intensamente a los ojos.
-¿Si, Bella?
-Cuando termines con Emily, quiero hablar contigo.
Él se pasó la mano por una incipiente barba y me sonrió de aquella manera tan peculiar suya y de todos los Cullen.
-Yo también lo deseo Bella.
Mi corazón se paró unos segundos, para luego galopar desbocado.
¿Aquello tenia doble intención? Porque si no lo tenia…lo parecía…y si no era eso, es que ya estaba soñando despierta con Edward Cullen y con los sensaciones que me causaba, el amante joven de mi madre. Lo ví marcharse hacia la habitación de Emily, y me eché la mano a la garganta, mi corazón se hallaba en mi garganta.
Intenté pasar la balleta y limpiar los suelos con la mopa, ya que al dia siguiente poco podía hacer; era viernes e iría a trabajar por la tarde con Ben. La verdad es que tenia unas ansias locas por volver a practicar en el salón de belleza.
Debía hablar con mi madre. Tendria que quedarse con Jared y Emily, ya que no sabía a la hora que volvería Jacob….
Oí unos pasos detrás mio y me giré. Allí estaba mi pequeña,con Edward siguiéndola.
-¿Ya, nenita?.- Le pregunté poniéndome a su altura.
-Sí, Edward me ha dicho que me da 15 minutos para que haga lo que quiera, que he de descansar. Mami ¿sabes que la concentración se pierde más o menos cada 45 minutos? Me lo ha dicho Edward, por eso me deja descansar, para luego volver a la carga con más ganas.
Le sonreí, y miré al chico. Él no sonreía, lo había pillado de marras. Me estaba devorando con la mirada. Una sonrisa involutaria apareció en mis labios; me alegraba de sobremanera que aquel crio, me mirara de aquella manera. Aunque no dejaba de recordarme ni un momento ami misma, que era el novio de mamá.
-Emily,dejanos solos a Edward y a mi; debemos hablar cosas de mayores. Corre, ve con Jared, está jugando a Mario Bros.
La niña no llegó a despedirse de Edward si quiera, corrió como un rayo y desapareció de nuestra vista. Yo miré a mi interlocutor y empecé a exponer mis ideas.
-Necesito tu ayuda Edward…Le dije sin mirarlo a los ojos.
-¿Cómo? ¿En qué? ¿Por qué?.- Me dijo frunciendo levemente el entrecejo.
Me senté en un taburete del recibidor y le ofrecí que hiciera lo mismo.
-He pensado que no voy a ser ama de casa toda la vida. Ya soy madre y eso si es para toda la vida; esto no. Cuando conocí a Jake, me quité yo de en medio para que él pudiese acabar la carrera. Yo he sido el peón en esta partida de ajedrez y no me gusta. No me he realizado como mujer y quiero hacerlo. Voy a comenzar a estudiar, en un par de semestres realizan las pruebas para ingresar a la universidad; me he apuntado a esas pruebas, me han dado el temario y la verdad casi todo me suena a chino. Necesito un profesor que me ayude y he pensado en ti…claro que las clas….
-Por supuesto.
Yo lo miré detenidamente y moví la cabeza ligeramente en negación.
-No me has dejado que acabe…Emily…
-Rosalie, puede encargarse de Emily.
-¿Rosalie?
-Mi cuñada; también en profesora.
-Vaya.- me levanté.-Sois un jardín de sorpresas, los Cullen….Está bien, los honoriarios,¿Qué cobras la hora?
Él se levantó y se acercó a mi con una ceja levantada y una sonrisa pícara en sus ojos.
-¿La hora? Jejejejje.- Me quedé hipnotizada mirando sus labios perfectos… y aquella sonrisa tan sexy…noté como otra vez y como una marea llena de sensaciones, me envolvía su sensualidad y comencé a excitarme de una manera que debería estar prohibida…para mi.
Traqué la saliva agolpada en mis labios y lo miré a los ojos.
-¿Me vas a dar clases sin nada a cambio?.- La verdad, no pensé, lo que le había dicho, porque al cabo de un momento comprendí su reacción.
Me cogió en volandas y me llevó a la cocina a una velocidad de vértigo. Allí me apretó muy fuerte contra su cuerpo y me subió en la mesa de la cocina; me separó las piernas, para crear un acceso viable a su músculo sexual y me puso al filo de la mesa. Quise quejarme pero no pude. Miraba aquellos ojos dorados que me observaban hambrientos de deseo y me dejé hacer. Aprisionó mis labios entre los suyos y comenzó a succionarlos de la manera más sexual que había sentido en mi vida. Me tocó la lengua con la suya, y un jadeo involuntario salió de mis labios ,él sonrió contra mi boca y continuó con su sesual juego,comenzó a mover sus manos entre mis muslos, subiendo hacia mi cintura,hasta mis senos. Ahora le tocó el turno a él , un ronco y sensual jadeo salió de sus carnosos labios y creí perder la noción de la realidad. Miró mis ojos pidiéndome permiso y levantó la sudadera con una mano mientras que con la otra me agarraba fuertemente la nuca, para no despegar sus labios de los míos.
Cuando aquellos dedos frios,tocaron la piel hinchada de mis senos, me moría literalmente de placer,eché la cabeza para atrás, dándole acceso a mi cuello para besarlo y comenzó dar pequeñas mordidas y lamidas que me hacían perder el control sobre mi cuerpo.
-Tócame, Bella. Haz lo que sientas, nena…
Como si sus palabras hubieran destapado la caja de pandora; le hice caso y comencé a acariciarlo suave pero enérgicamente, por encima de su ropa.
El suéter que llevaba me estorbaba, lo quería piel con piel. ¿Cómo seria estar con él haciendo el amor en una cama totalmente desnudos? Sintiendo su piel arder, como lo estaba haciendo la mía.
-Te he echado tanto de menos, Bella.-me pareció escuchar.
No. No era posible,debía de haber entendido mal. Seguro. Me entregué por completo a sus caricias y yo comencé las mias, vergonzosamente primero y con mucho ardor, minutos mas tarde.
-Edward.- Le dije separando nuestros cuerpos.- Los niños….Emily.- Jadeaba sobre su boca,hinchada por mis besos, al igual que estaría la mía, por los suyos.
-Déjame entrar a tu habitación esta noche, Bella…por favor.- Me dijo sobre los labios.
-Sí.- Le dije , descansando mi cabeza en su pecho. Quiero que vengas esta noche, lo necesito. Necesito sentirme mujer y contigo lo siento de una manera sobrenatural.
Él apoyó sus labios en mi cabeza y respiró profundamente.
-Pensé que nunca te volveria a ver, princesa…


Continuará…