RETRATO EN SEPIA
CAPITULO SEGUNDO
La vida para una niña de doce años en la Fortaleza, era algo más que monótona, fría y algo superficial.
Mis días pasaban entre las charlas de la abuela, hablándome de mamá y de cuando vivian juntas y felices; como decía ella. Y entre las clases de Edward al piano.
¡Odiaba el maldito piano y las clases de Edward!
Él siempre tan perfecto y pulido en sus notas y yo…
…Bueno..yo no tenia calificación posible; según él. Era como un cardo en un jardín de rosas.
Algo que despojaba el paisaje de belleza con mi presencia.
Si; aunque parezca mentira; aquellas habían sido unas cuantas de sus frases mas elocuentes, en deferencia a mi persona.
Lo odiaba.
Odiaba sus paseos a caballo. Odiaba su risa, cada vez que mi yegua daba un respingo, alzaba una de sus patas traseras y me volcaba prácticamente de la silla de montar.
Tambien odiaba como se reia a mi consta con aquella amiguita suya de envidiables rizos color fresa, llamada Tanya.
La familia de Tanya vivía a una distancia relativa de la Fortaleza. Pero se podia ir andando.
Los padres y el hermano de Tanya eran amables hasta empalagar. Se me hacia extraño todo aquello. La manera de hablar entre ellos….
…Cuando se juntaban en corrillo los tres; Edward, Tanya y Jacob, se reian a hurtadillas mirándome de soslayo. ¿Pero es que creían que yo no me daba cuenta?
Gracias a Dios, tenia a la abuela. Y aunque era un poco pesada, me trataba realmente bien y me sentía querida por ella.
A los pocos meses, la abuela me mandó a un internado. A mis doce años recién cumplidos, no podia dedicarme a vaguear; tenia que complementar mis estudios y hacerme una señorita de bien. Me dio alegría salir de aquella jaula de oro por un tiempo limitado. Solamente volveria a la Fortaleza en vacaciones. Y eso era igual, a unas tres veces al año.
Edward también se marchaba ; pero a un internado de chicos, muy lejos de el mio. Nunca tuve idea de donde estaba ubicado, ni tampoco me interesó. Edward para mí, era como poco; un grano molesto en el culo, y no le tenia estima ninguna.
Cuando interné en la escuela; mi vida se limitó a estudiar y a poca cosa mas. La mayoría de las chicas de mi edad, ya tenían su grupo hecho y al entrar yo, me miraban como un bicho raro y poco más.
Lentamente, fui haciendo alguna amistad fortuita, a lo largo del curso y con mucha fuerza de voluntad. Me gustaba aislarme, vivir en mi propio mundo y así comencé a escribir.
El primer año en el internado, fue como una especie de trance para mí.
Todavía no podia asimilar la fatal muerte de mis padres y aquello me volcó en una tremenda soledad. Como he dicho anteriormente, tuve amistades fugaces que se iban; tal y como venían, y no fue hasta el segundo año en el internado, cuando conocí a Angela Weber y nos hicimos inseparables.
Ella al igual que yo; habia perdido a sus padres, pero Ang ,tenia la gran suerte de tener hermanos mayores que cuidaban de ella. Vivian lo bastante lejos del internado para no ir a verla cada fin de semana; como era mi caso. Pero muy al contrario que en mi caso, Ang, tenia la compañía de sus hermanos y cuñadas casi cada fin de semana.
Mis visitas a la Fortaleza, fueron menguando cada vez mas. En las vacaciones de navidad, desde el segundo año, me encargaba de las niñas que sus padres dejaban allí, en apoyarlas, darles juego y cuidar de ellas como una hermana mayor.
En las vacaciones de semana santa, volvia a casa, dos días…y muchas de las veces me encontraba sola en aquella inmensa mansión. La abuela se habia ido a LaToja de cura, y según el mayordomo: Jenkins; Edward, iba y venia a voluntad, con el auto nuevo que le habia comprado la abuela.
Desistí en ir también en semana santa….Y aquel año, también decidí que emplearía el veraneo en escribir historias.
La solitud de mi estancia y el paisaje bello de mi ventana, forjaban en mi, una especie de cosquilleo, que me hacia despertar y hacer volar, las alas de mi imaginación.
Y así, poco a poco…llegó mi hora entre aquellas cuatro paredes de madera de haya.
17 años….
Mi nombre en aquel internado; fuera de ser ostentoso, era prácticamente decir Amén.
Nunca hubiese imaginado, que hubiese cambiado tanto mi vida, estar aquel edifico impoluto y perfecto.
Angela y yo….
…Era hora de separarnos.
Cuando nos dieron los diplomas en la capilla mayor. No fueron los brazos de mi abuela los que me cobijaron entre ellos…fueron los de Emmet y Carlisle; junto con Rosalie y Esme. Los hermanos y cuñadas de Angela.
Aquellos cinco años en aquel internado, me habían hecho comprender, el porqué de que mi madre, no quisiera saber nada de mi abuela.
Ella quería una muñeca a la que vestir, cuidar, poder intimidar y modelar a su antojo.
Solo podia agradecer una cosa; Mi educación. Gracias a ella, todos aquellos años me habían hecho adquirir una valía ante la vida y una fuerza espectacular…y eso sin hablar del dinero que estaba ganando a escondidas, vendiendo mis historias a una de las editoriales con mas fuerza de todo Londres.
Conchabada con Rosalie y Esme, cada mes, me daban el sobrecito con mi mensualidad.
Debajo del colchon de mi cuarto, tenia ya el suficiente dinero, como para salir de casa de mi abuela o simplemente no volver más.
Pero le debia una explicación y también las gracias por todo aquello.
Y por eso, me marcho para la Fortaleza de nuevo, sin el dolor de la perdida de Ang, ya que le habia prometido tanto a ella como a mis dos cuñadas; como yo misma las llamaba, alquilar un apartamento en Londres; muy cerca de donde ellos vivian y marcharme lo mas pronto posible del hogar de los Cullen.
Mi trayecto a la Fortaleza habia finalizado.
Fruncí el entrecejo al entrar a la finca.
Un centenar de lamparitas colgaban de un lado, al otro del jardín.
Caminé hacia el cumulo de gente que se apostaba en uno de los laterales de este, y solté la maleta para caminar mas rápido. Conforme iba avanzando, me daba cuenta de que allí,se estaba festejando una boda y busqué a mi abuela entre la multitud, que me miraba como si yo no perteneciera aquel momento…y era bien cierto; en verdad…
Mis vestimenta, era discordante hasta la saciedad para aquel evento y me reí interiormente de alguna de las miradas que me habían echado varias de las viejas glorias que habia sentadas a uno y otro lado del pasillo.
Me paré en seco; cuando la pareja de novios se volvió, para mirarme.
Eran Edward y Tanya..se habían casado.
Por increíble que parezca; me crecí ante la mirada, envidiosa y verde de ella. Alcé mi mandibula y me quité las gafas de sol que llevaba puestas.
Las coloqué con premura en el escote de mi camisa de raso azul océano, y miré a la pareja de recién casados con una ceja alzada, interrogante.
-¿Isabella?.- logró decir Tanya a duras penas, sin dejar de observar mis sandalias de cuña, mis pantalones ceñidos y mi rostro ligeramente maquillado.
Asentí, ligeramente y miré a Edward, quien, duro e inexpresivo, me escrutaba literalmente.
-¿Dónde esta la abuela; Edward?.- pregunté,de forma inquisitiva.
Algo me decía…y no era mi imaginación desbordante, que mi abuela habia pasado a mejor vida.
-No entiendo que haces aquí….y precisamente hoy…- siseó entre dientes.
Me adelanté dos pasos y lo encaré. Siendo el centro de atención de todos los presentes.
-¿Y la abuela?
-¿Isabella? ¿Isabella Swan…eres tú?.- la voz grave y sensual, hizo que girara levemente la cabeza.
-¿Jacob?.- solté, dudosa.
Una sonrisa por parte del sujeto, confirmó mis sospechas. Caminó hacia mi y me repasó íntegramente con sus chispeantes ojos negros.
-Vaya…que grata sorpresa….una magnifica sorpresa…..- susurró mas, para si mismo que para nadie.
-Hola Jacob. Veo que ya formas parte de la familia Cullen. Y ahora si eres tan amable; ya que mi tio, no me dice donde está mi abuela….
-Tu abuela murió, Isabella. Hace dos años….pero yo creía…..-Jacob,al decir esto. Miró a Edward con dureza y sus labios hicieron una mueca de desagrado.
Achiqué los ojos al mirar de nuevo a Edward.
-Tenia todo el derecho a saber….- dije algo alterada.
-Chicos…este no es lugar para hablar de estos temas; porque no vais al despacho y nos relajamos todos un poco….¿Edward? ¿Isabella?.- Jacob nos miró a ambos y yo giré mi cuerpo para caminar hacia la casa.
Un silbido insinuante, me hizo reir mentalmente…
-Jacob; no seas grosero.- espetó Edward, seco. Tajante.
-No.- Jacob, chasqueó la lengua.- Voy a ser como tú…un amargado…
Continuará…..
miércoles, 30 de marzo de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
Retrato en Sepia
RETRATO EN SEPIA
PRIMERA PARTE
Me ardían los ojos.
La garganta la tenia en carne viva.
Y mis manos temblaban todavía; aunque ya habían pasado tres días del fatídico dia.
Papá y mamá, habían salido a pasear por Gilligan Abbey y allí habían sufrido un atentado por unas pocas libras.
Papá apareció junto a mamá, con la garganta sesgada y con veinte puñaladas en su torso.
Mamá, tenia el vientre abierto. Mi hermano habia sido sacado de él y yacia sobre su pecho, en un marco absolutamente Dantesco.
Yo Isabella Swan Cullen, hija de Reneé Cullen y Charles Swan, iba camino de Cullen´s Fortress, con el corazón en un puño y la firma convicción que allí no iba a ser ni una infima parte de mi vida feliz.
Mis huesos iban a parar a la única residencia donde ni mamá ni papá, hubieran querido que me ubicase. La casa de mi abuela por parte materna.
Mamá me habia explicado lo suficiente para saber que la abuela, no quería que se casase con papá y la habia aborrecido hasta limites insospechados y desnaturalizados para una madre.
Y ahora dentro de aquel coche, que parecía la funeraria que habia trasladado a mis padres al cementerio, entraba a los bastos jardines de la fortaleza.
La Fortaleza.
Mamá me habia hablado mil veces de ella; con dolor y con una chispa de emoción en los ojos.
¿Qué me deparaba allí?
Mis 12 años recién cumplidos, no se atrevían ni a soñar si quiera con mi convivencia con la madre de mi madre. Aquella que habia repudidado durante años y ahora de nuevo tenia a una Cullen, metido entre sus faldas…
La abuela era una mujer de una esplendida belleza.
Me dí cuenta nada mas verla, traspasar el umbral de su colosal casa.
Su belleza estaba perdida en el tiempo. No manejé números al respecto y la miré con los ojos hinchados y la nariz colorada de tanto sonarse.
La puerta del coche se abrió y ella corrió a recibirme.
Un abrazo.
¿Algo un poco inusual en una abuela que aborrecía a su propia hija, no?
Me restregué la nariz con el dorso de mi mano.
-Mi querida, Isabella. Mi querida niña. Ven. Yo te cuidaré, como si fuera tu madre. Como tu madre me negó hacerlo, abandonándome a tan tierna edad. Ven mi niña, ven.
Me dejé abrazar y caminamos juntas hacia el interior de la casa.
Deparé en el rostro adusto y frio que nos contempló al entrar.
En sus ojos como el hielo y aún así quemaban.
-Vamos Edward.- se dirigió a alguien, la abuela.
El muchacho de la mirada fría nos siguió y senti mis dientes castañear.
Aquella mirada me habia vuelto a sumergir en mi propia miseria. Recordandome que era una recogida.
Una vez dentro, el frio ya no se calaba en los huesos y la abuela se separó de mi, besando mis dos mejillas con fuerza. Me guió tomandome la mano y fuimos en dirección al muñeco de cera que nos miraba sin pestañear.
-Edward; saluda a tu sobrina.- La abuela Esme lo miró inquisitiva.
¡No podia creerlo! Mamá tenia una hermano….y ella se habia muerto sin saberlo…
El muchacho de aproximadamente 15 años, dio dos pasos hacia mi y ofreció su mano blanca como el papel. Me la quedé mirando y alcé mi mano para apretar la suya.
Al tocarnos, algo pasó. Fue como lo que me enseñaron en el colegio. Electricidad estatica. Una especie de hormigueo, calambre…ese tipo de reacción. Nos miramos con incomodidad ; cosa que no duró ni un segundo y apartó la mirada.
-Hola.- dijo.
Se marchó acelereado, dejándonos con la boca abierta.
La abuela sonrió y me llevó de los hombros a un gran sofá.
-No se lo tomes en cuenta. Siempre ha pensando que era el único Cullen y ahora llegas tú……
Continuará…
Una loca idea..Pero corta, ejejje
PRIMERA PARTE
Me ardían los ojos.
La garganta la tenia en carne viva.
Y mis manos temblaban todavía; aunque ya habían pasado tres días del fatídico dia.
Papá y mamá, habían salido a pasear por Gilligan Abbey y allí habían sufrido un atentado por unas pocas libras.
Papá apareció junto a mamá, con la garganta sesgada y con veinte puñaladas en su torso.
Mamá, tenia el vientre abierto. Mi hermano habia sido sacado de él y yacia sobre su pecho, en un marco absolutamente Dantesco.
Yo Isabella Swan Cullen, hija de Reneé Cullen y Charles Swan, iba camino de Cullen´s Fortress, con el corazón en un puño y la firma convicción que allí no iba a ser ni una infima parte de mi vida feliz.
Mis huesos iban a parar a la única residencia donde ni mamá ni papá, hubieran querido que me ubicase. La casa de mi abuela por parte materna.
Mamá me habia explicado lo suficiente para saber que la abuela, no quería que se casase con papá y la habia aborrecido hasta limites insospechados y desnaturalizados para una madre.
Y ahora dentro de aquel coche, que parecía la funeraria que habia trasladado a mis padres al cementerio, entraba a los bastos jardines de la fortaleza.
La Fortaleza.
Mamá me habia hablado mil veces de ella; con dolor y con una chispa de emoción en los ojos.
¿Qué me deparaba allí?
Mis 12 años recién cumplidos, no se atrevían ni a soñar si quiera con mi convivencia con la madre de mi madre. Aquella que habia repudidado durante años y ahora de nuevo tenia a una Cullen, metido entre sus faldas…
La abuela era una mujer de una esplendida belleza.
Me dí cuenta nada mas verla, traspasar el umbral de su colosal casa.
Su belleza estaba perdida en el tiempo. No manejé números al respecto y la miré con los ojos hinchados y la nariz colorada de tanto sonarse.
La puerta del coche se abrió y ella corrió a recibirme.
Un abrazo.
¿Algo un poco inusual en una abuela que aborrecía a su propia hija, no?
Me restregué la nariz con el dorso de mi mano.
-Mi querida, Isabella. Mi querida niña. Ven. Yo te cuidaré, como si fuera tu madre. Como tu madre me negó hacerlo, abandonándome a tan tierna edad. Ven mi niña, ven.
Me dejé abrazar y caminamos juntas hacia el interior de la casa.
Deparé en el rostro adusto y frio que nos contempló al entrar.
En sus ojos como el hielo y aún así quemaban.
-Vamos Edward.- se dirigió a alguien, la abuela.
El muchacho de la mirada fría nos siguió y senti mis dientes castañear.
Aquella mirada me habia vuelto a sumergir en mi propia miseria. Recordandome que era una recogida.
Una vez dentro, el frio ya no se calaba en los huesos y la abuela se separó de mi, besando mis dos mejillas con fuerza. Me guió tomandome la mano y fuimos en dirección al muñeco de cera que nos miraba sin pestañear.
-Edward; saluda a tu sobrina.- La abuela Esme lo miró inquisitiva.
¡No podia creerlo! Mamá tenia una hermano….y ella se habia muerto sin saberlo…
El muchacho de aproximadamente 15 años, dio dos pasos hacia mi y ofreció su mano blanca como el papel. Me la quedé mirando y alcé mi mano para apretar la suya.
Al tocarnos, algo pasó. Fue como lo que me enseñaron en el colegio. Electricidad estatica. Una especie de hormigueo, calambre…ese tipo de reacción. Nos miramos con incomodidad ; cosa que no duró ni un segundo y apartó la mirada.
-Hola.- dijo.
Se marchó acelereado, dejándonos con la boca abierta.
La abuela sonrió y me llevó de los hombros a un gran sofá.
-No se lo tomes en cuenta. Siempre ha pensando que era el único Cullen y ahora llegas tú……
Continuará…
Una loca idea..Pero corta, ejejje
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Retrato en Sepía
viernes, 25 de marzo de 2011
El Picadero de Edward
EL PICADERO DE EDWARD
CAPITULO PRIMERO
Era una casa pequeña. Como banda sonora habitual tenia el sonido de los trenes que pasaban a una velocidad increíble , cada dos o tres horas.
Lo terrible era acostumbrarse al sonido; pero una vez acostumbrado, dormías tranquilamente y ya podia caer una bomba que no te enterabas.
Aquella casa fue la única herencia que percibió Edward cuando su madre murió; un alquiler de renta antigua, en el que podia vivir con independencia y darse sus homenajes sin que sus hermanos se vieran implicados.
Habia estudiado marqueting y dirección de empresa; pero actualmente estaba en la calle; cobrando la prestación del paro y vagabundeando todo lo que diera lugar.
No tenia dinero para pegarse sus festivales nocturno; como lo hacia cuando disponía de suficiente dinero para hacerlo y ahora; juntaba a su pequeño circulo de amistades alrededor de la fogata de la chimenea y se liaban una serie incontables de porros antes de que las ganas de beber y las de follar aparecieran.
Aquella noche era una de tantas.
Habian quedados todos para pedir unas pizzas y fumar. Alec se encargaba de la marihuana,Carmen de la bebida, Jane de los condones, Sam de la música, y Tanya de poner caliente al personal; como siempre…Edward ponía la casa y aquello ya era bastante.
Mientras se duchaba se revolvió el cabello algo aturdido; todavía no recuperado de la noche anterior. Ensanchó sus labios en una bella sonrisa y negó con la cabeza recordando el paso de Jane por los labios de Tanya.
Edward se llevó la mano al rostro y enjabonó la barba cobriza que tapaba sus delicadas facciones de veinteañero.
Salió de la ducha ; sin secarse con una toalla si quiera y llegó con sus piernas agiles y atléticas hacia la puerta. Habian picado al timbre.
Abrió sin ningún pudor y se maravilló ante la cachonda presencia de Tanya y sus tetas siliconadas que intentaban saltar de su escote y repostar en su boca para succionarlas, tal y como a ella le gustaba.
-Deberia de estar prohibido salir a recibir así a la puerta, Edward. La señora Cope está paseando al perro ¿No temes que le de un infarto a la pobre ancianita?.- el eco burlón de Tanya hizo que Edward emitiera una mueca hosca.
-Pasa; llegas un poco pronto, ¿no?.- Edward la dejó pasar y cerró la puerta tras de ella.-No es que me importe demasiado; pero voy a vestirme. Ya sabes…como en tu casa; Tanya.
Ella movió ligeramente la cabeza; asintiendo y miró el trasero bien formado de Edward relamiéndose gustosa.
No tuvo que esperar mucho para volver a verlo aparecer; vestido con unos jeans desgastados y una camiseta negra de pico que se adhería a su pecho firme como una segunda piel.
-Esta noche seremos mas. ¿No te importa no?.- Tanya valoró su reacción y agitó su melena despreocupadamente.
-¿Amigos tuyos?.- preguntó él; encendiendo un cigarrillo y caminando hacia el grueso ventanal del comedor que daba hacia la via del tren.
-Sí. Hoy me he encontrado con un amigo de instituto. Me he alegrado mucho de verlo. Ya sabes eso siempre da alegría; después de tanto tiempo. Se ha casado con la friki de clases.¡No lo puedo creer! ¡Isabella Swan!.
Edward se volvió para mirarla entrecerrando los ojos.
-¿Te lo quieres follar?.- preguntó con absoluta normalidad.
-Si. Me gustaría. Me gustaría mucho.
Edward caminó hacia ella y abrió la licorera del mueble. Cogió un vaso de tubo y se llenó dos dedos de whisky.
-Una de dos; o sale huyendo de aquí esta noche o se divorcia de su mujer; la friki.
-No voy a asustarlo; Edward. No pretendo que se queden hasta el final de la cena…tú ya me entiendes…eso es mucho mas intimo…
Edward sonrió con tristeza y acarició su suave y mullida barba de varias semanas.
-Tus amigos son mis amigos; ya lo sabes. Hay que avisar a los chicos; para que no se desmadren. Ya sabes lo que ocurre cuando nos fumamos el decimo porro….
Tanya se levantó y caminó hacia él con una sonrisa cómplice.
Se colgó a su cuello y lamió sus labios con deseo.
-El sexo es lo mas maravilloso del mundo, y es tan bueno compartirlo con las personas que quieres…dar placer y que te lo den…doy gracias de haberte encontrado …- Lo besó con furia y llevó su mano libre a la bragueta; la abrió y sacó con una maniobra digna de una escapista la polla dura y lacerante de Edward.- Esto…es maravilloso..¿no crees?.- Comenzó a masajear el miembro duro y el hombre cerró los ojos victima del placer.
-Mas rápido Tanya… - susurró mientras se apoyaba en una pared y notaba como sus piernas se debilitaban a causa de la friccion.
-Venga, nena…no sé porque eres tan reticente a todo lo que se refiere a mis amistades. – Jacob se habia parado enfrente de su mujer y la miraba como una cachorrito desamparado.
-Nunca me ha gustado esa mujer. Era una imbécil y me trataba fatal…aunque también tú lo hacias y mira lo que hago casada contigo. No me parece que vayamos a casa ¿De quien?
-De su rollo.
-¡Santo Dios, de su rollo! ¿No debería de saltar la alarma dentro de tu cabeza?.
-Yo no pienso mal de todo y de todos; Bella.
-Claro; por supuesto. Debe ser deformación profesional.
Edward le rozó levemente los labios con la lengua.
-¡Puaj! ¡Jake! Sabes que no me gustan esas guarradas. Cariño, amor….
-Vale, vale…perdona.
-¿Qué hora es?.- preguntó ella, abrochándose el pantalón tejano; con despreocupación.
-Las ocho.- Jake se habia sentando en la cama y la observaba mientras se ponía aquel grueso sueter de lana dos tallas mas grande que ella.
-Ya estoy.
-Podias al menos haberte arreglado un poco. Parece que quieres darle a enterder a Tanya que sigues siendo la misma friki que en el instituto.
Bella lo miró atónita.
-Quizás lo sea, y tú no te hayas dado cuenta…imbécil.
Jake se levantó y caminó hacia ella vacilante.
-Perdona; Bella. Pero….mira como vas. Vamos a reencontrarnos con la beldad del instituto y tu pareces que has salido de La Ponia;solo te faltan los esquíes para llevar completo el traje. Nena, te podias haber maquillado al menos.
-No.- Bella no lo miraba. No debia de demostrarle lo muy dolida que estaba con él. Era Jake el que le haría sentirse incomoda frente a Tanya Denali.
-Sabes que me importa una mierda el ir mas o menos arreglada. Y en lo que a ti respecta creo que nunca te ha importado.
-Nena.- intentó besarla.
-No. La has cagado Jake. Y por tu bien no la cagues mas esta noche porque dormiras en el sofá; junto a Norma ósea; que tú mismo.
Norma era su perrita yorshire.
Jake dudó en ir aquella noche a la cita con Tanya y su “ rollo”. Pero algo le dijo que aquella noche cambiaria su vida, y no le dijo nada a su mujer.
Se pusieron los abrigos y cogieron la furgoneta de Bella para ir hasta las afueras de la ciudad.
-No creo que me empalme esta noche; Tanya, ósea que si te quieres follar al tal Jake, no me importará lo mas minimo. Creo que si me gusta como te trabaja le diré a Jane que me la chupe.
Tanya se subió las bragas y se levantó del cuerpo de Edward, habían follado como conejos a horcajadas y se le habia corrido parte del maquillaje. Se lamió la comisura de la boca y sonrió al bello semental que estaba tumbado en el sofá.
-Quizá la friki de Isabella Swan se arrastre para chupártela. – le dijo en un susurro.
-Quizas….seria interesante…
El timbre de la puerta sonó y Tanya se recompuso un poco la ropa antes de llegar a la puerta.
Eran los chicos.
-Pasad, cabrones y no folleis ni os mameis hasta que Edward o yo os avisamos.- les dijo al entrar.- Hoy vienen invitados y no sabemos si le gustan nuestras costumbres.
-¿No son folla-amigos?.- Jane con su voz de Angel, hizo reir a la mayoría con su pregunta.
-Lo tenemos que averiguar.-espetó Tanya, mirando a Edward que salía revolviendo su cabello; un gesto sexy por naturaleza.- Portaros bien ¿ si?
Todos asintieron y tomaron asiento esperando a los nuevos protagonista de aquel reservado circulo.
El sonido de la puerta los sobresaltó y fue Edward quien se encargó de abrir la puerta.
-Hola.- Dijo Jake sonriente, al ver al hombre que abria la puerta.- ¿Tú debes ser el compañero de Tanya?.- le ofreció su mano y Edward la apretó sin ganas.- Soy Jake y esta es mi esposa, Isabella. ¿Bella?
Bella se habia quedado tras de él y miraba la fachada de la casa con curiosidad. Desde luego aquella casa no tenia jardín y estaba demasiado descuidada. Para nada eran una pareja tradicional, salió de las sombras al oir su diminutivo de los labios de Jake y miró al hombre que estaba apostado en el umbral de la puerta.
-Edward.- inquirió el hombre con la mirada fría; congela al mirarla.
Ella no dijo nada y le apretó la mano a Jake; para que saltaran las alarmas de la conciencia.
Edward pudo ver el nerviosismo de la joven y suspiró.
-Pasad. Ya estamos todos.
Jake entró con Bella y el hombre, no deparó nada mas, que en la hermosa figura de Tanya que se abalanzó sobre ellos para abrazarlos.
-Isabella…no has cambiado nada..sigues tan…tan…
-No lo arregles.- dijo ella, intentando quitársela de encima.
Se separó de ellos dos y se abrió la gruesa cazadora para colgarla en algún perchero. Una mano le sujetó la prenda y ella se volvió con furía.
-Hola. Soy Jane. Encantada.
-Hola.- Bella se sintió intimidada y buscó refugio cerca del fuego.
Sintió una presencia a sus espaldas pero no hizo caso. Jake hablaba animosamente con Tanya y se habia olvidado de ella por completo.
-¿Cerveza o brandy?.- una voz hermosa irrumpió en sus pensamientos contradictorios.
Se volvió y vió al hombre barbudo que habia abierto la puerta.
Le sonrió apenas sin mirarlo a los ojos.
-Cerveza.
Continuará….
CAPITULO PRIMERO
Era una casa pequeña. Como banda sonora habitual tenia el sonido de los trenes que pasaban a una velocidad increíble , cada dos o tres horas.
Lo terrible era acostumbrarse al sonido; pero una vez acostumbrado, dormías tranquilamente y ya podia caer una bomba que no te enterabas.
Aquella casa fue la única herencia que percibió Edward cuando su madre murió; un alquiler de renta antigua, en el que podia vivir con independencia y darse sus homenajes sin que sus hermanos se vieran implicados.
Habia estudiado marqueting y dirección de empresa; pero actualmente estaba en la calle; cobrando la prestación del paro y vagabundeando todo lo que diera lugar.
No tenia dinero para pegarse sus festivales nocturno; como lo hacia cuando disponía de suficiente dinero para hacerlo y ahora; juntaba a su pequeño circulo de amistades alrededor de la fogata de la chimenea y se liaban una serie incontables de porros antes de que las ganas de beber y las de follar aparecieran.
Aquella noche era una de tantas.
Habian quedados todos para pedir unas pizzas y fumar. Alec se encargaba de la marihuana,Carmen de la bebida, Jane de los condones, Sam de la música, y Tanya de poner caliente al personal; como siempre…Edward ponía la casa y aquello ya era bastante.
Mientras se duchaba se revolvió el cabello algo aturdido; todavía no recuperado de la noche anterior. Ensanchó sus labios en una bella sonrisa y negó con la cabeza recordando el paso de Jane por los labios de Tanya.
Edward se llevó la mano al rostro y enjabonó la barba cobriza que tapaba sus delicadas facciones de veinteañero.
Salió de la ducha ; sin secarse con una toalla si quiera y llegó con sus piernas agiles y atléticas hacia la puerta. Habian picado al timbre.
Abrió sin ningún pudor y se maravilló ante la cachonda presencia de Tanya y sus tetas siliconadas que intentaban saltar de su escote y repostar en su boca para succionarlas, tal y como a ella le gustaba.
-Deberia de estar prohibido salir a recibir así a la puerta, Edward. La señora Cope está paseando al perro ¿No temes que le de un infarto a la pobre ancianita?.- el eco burlón de Tanya hizo que Edward emitiera una mueca hosca.
-Pasa; llegas un poco pronto, ¿no?.- Edward la dejó pasar y cerró la puerta tras de ella.-No es que me importe demasiado; pero voy a vestirme. Ya sabes…como en tu casa; Tanya.
Ella movió ligeramente la cabeza; asintiendo y miró el trasero bien formado de Edward relamiéndose gustosa.
No tuvo que esperar mucho para volver a verlo aparecer; vestido con unos jeans desgastados y una camiseta negra de pico que se adhería a su pecho firme como una segunda piel.
-Esta noche seremos mas. ¿No te importa no?.- Tanya valoró su reacción y agitó su melena despreocupadamente.
-¿Amigos tuyos?.- preguntó él; encendiendo un cigarrillo y caminando hacia el grueso ventanal del comedor que daba hacia la via del tren.
-Sí. Hoy me he encontrado con un amigo de instituto. Me he alegrado mucho de verlo. Ya sabes eso siempre da alegría; después de tanto tiempo. Se ha casado con la friki de clases.¡No lo puedo creer! ¡Isabella Swan!.
Edward se volvió para mirarla entrecerrando los ojos.
-¿Te lo quieres follar?.- preguntó con absoluta normalidad.
-Si. Me gustaría. Me gustaría mucho.
Edward caminó hacia ella y abrió la licorera del mueble. Cogió un vaso de tubo y se llenó dos dedos de whisky.
-Una de dos; o sale huyendo de aquí esta noche o se divorcia de su mujer; la friki.
-No voy a asustarlo; Edward. No pretendo que se queden hasta el final de la cena…tú ya me entiendes…eso es mucho mas intimo…
Edward sonrió con tristeza y acarició su suave y mullida barba de varias semanas.
-Tus amigos son mis amigos; ya lo sabes. Hay que avisar a los chicos; para que no se desmadren. Ya sabes lo que ocurre cuando nos fumamos el decimo porro….
Tanya se levantó y caminó hacia él con una sonrisa cómplice.
Se colgó a su cuello y lamió sus labios con deseo.
-El sexo es lo mas maravilloso del mundo, y es tan bueno compartirlo con las personas que quieres…dar placer y que te lo den…doy gracias de haberte encontrado …- Lo besó con furia y llevó su mano libre a la bragueta; la abrió y sacó con una maniobra digna de una escapista la polla dura y lacerante de Edward.- Esto…es maravilloso..¿no crees?.- Comenzó a masajear el miembro duro y el hombre cerró los ojos victima del placer.
-Mas rápido Tanya… - susurró mientras se apoyaba en una pared y notaba como sus piernas se debilitaban a causa de la friccion.
-Venga, nena…no sé porque eres tan reticente a todo lo que se refiere a mis amistades. – Jacob se habia parado enfrente de su mujer y la miraba como una cachorrito desamparado.
-Nunca me ha gustado esa mujer. Era una imbécil y me trataba fatal…aunque también tú lo hacias y mira lo que hago casada contigo. No me parece que vayamos a casa ¿De quien?
-De su rollo.
-¡Santo Dios, de su rollo! ¿No debería de saltar la alarma dentro de tu cabeza?.
-Yo no pienso mal de todo y de todos; Bella.
-Claro; por supuesto. Debe ser deformación profesional.
Edward le rozó levemente los labios con la lengua.
-¡Puaj! ¡Jake! Sabes que no me gustan esas guarradas. Cariño, amor….
-Vale, vale…perdona.
-¿Qué hora es?.- preguntó ella, abrochándose el pantalón tejano; con despreocupación.
-Las ocho.- Jake se habia sentando en la cama y la observaba mientras se ponía aquel grueso sueter de lana dos tallas mas grande que ella.
-Ya estoy.
-Podias al menos haberte arreglado un poco. Parece que quieres darle a enterder a Tanya que sigues siendo la misma friki que en el instituto.
Bella lo miró atónita.
-Quizás lo sea, y tú no te hayas dado cuenta…imbécil.
Jake se levantó y caminó hacia ella vacilante.
-Perdona; Bella. Pero….mira como vas. Vamos a reencontrarnos con la beldad del instituto y tu pareces que has salido de La Ponia;solo te faltan los esquíes para llevar completo el traje. Nena, te podias haber maquillado al menos.
-No.- Bella no lo miraba. No debia de demostrarle lo muy dolida que estaba con él. Era Jake el que le haría sentirse incomoda frente a Tanya Denali.
-Sabes que me importa una mierda el ir mas o menos arreglada. Y en lo que a ti respecta creo que nunca te ha importado.
-Nena.- intentó besarla.
-No. La has cagado Jake. Y por tu bien no la cagues mas esta noche porque dormiras en el sofá; junto a Norma ósea; que tú mismo.
Norma era su perrita yorshire.
Jake dudó en ir aquella noche a la cita con Tanya y su “ rollo”. Pero algo le dijo que aquella noche cambiaria su vida, y no le dijo nada a su mujer.
Se pusieron los abrigos y cogieron la furgoneta de Bella para ir hasta las afueras de la ciudad.
-No creo que me empalme esta noche; Tanya, ósea que si te quieres follar al tal Jake, no me importará lo mas minimo. Creo que si me gusta como te trabaja le diré a Jane que me la chupe.
Tanya se subió las bragas y se levantó del cuerpo de Edward, habían follado como conejos a horcajadas y se le habia corrido parte del maquillaje. Se lamió la comisura de la boca y sonrió al bello semental que estaba tumbado en el sofá.
-Quizá la friki de Isabella Swan se arrastre para chupártela. – le dijo en un susurro.
-Quizas….seria interesante…
El timbre de la puerta sonó y Tanya se recompuso un poco la ropa antes de llegar a la puerta.
Eran los chicos.
-Pasad, cabrones y no folleis ni os mameis hasta que Edward o yo os avisamos.- les dijo al entrar.- Hoy vienen invitados y no sabemos si le gustan nuestras costumbres.
-¿No son folla-amigos?.- Jane con su voz de Angel, hizo reir a la mayoría con su pregunta.
-Lo tenemos que averiguar.-espetó Tanya, mirando a Edward que salía revolviendo su cabello; un gesto sexy por naturaleza.- Portaros bien ¿ si?
Todos asintieron y tomaron asiento esperando a los nuevos protagonista de aquel reservado circulo.
El sonido de la puerta los sobresaltó y fue Edward quien se encargó de abrir la puerta.
-Hola.- Dijo Jake sonriente, al ver al hombre que abria la puerta.- ¿Tú debes ser el compañero de Tanya?.- le ofreció su mano y Edward la apretó sin ganas.- Soy Jake y esta es mi esposa, Isabella. ¿Bella?
Bella se habia quedado tras de él y miraba la fachada de la casa con curiosidad. Desde luego aquella casa no tenia jardín y estaba demasiado descuidada. Para nada eran una pareja tradicional, salió de las sombras al oir su diminutivo de los labios de Jake y miró al hombre que estaba apostado en el umbral de la puerta.
-Edward.- inquirió el hombre con la mirada fría; congela al mirarla.
Ella no dijo nada y le apretó la mano a Jake; para que saltaran las alarmas de la conciencia.
Edward pudo ver el nerviosismo de la joven y suspiró.
-Pasad. Ya estamos todos.
Jake entró con Bella y el hombre, no deparó nada mas, que en la hermosa figura de Tanya que se abalanzó sobre ellos para abrazarlos.
-Isabella…no has cambiado nada..sigues tan…tan…
-No lo arregles.- dijo ella, intentando quitársela de encima.
Se separó de ellos dos y se abrió la gruesa cazadora para colgarla en algún perchero. Una mano le sujetó la prenda y ella se volvió con furía.
-Hola. Soy Jane. Encantada.
-Hola.- Bella se sintió intimidada y buscó refugio cerca del fuego.
Sintió una presencia a sus espaldas pero no hizo caso. Jake hablaba animosamente con Tanya y se habia olvidado de ella por completo.
-¿Cerveza o brandy?.- una voz hermosa irrumpió en sus pensamientos contradictorios.
Se volvió y vió al hombre barbudo que habia abierto la puerta.
Le sonrió apenas sin mirarlo a los ojos.
-Cerveza.
Continuará….
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El Picadero de Edward
miércoles, 23 de marzo de 2011
Demon Prince
DEMON PRINCE
Capitulo Seis.
El Black Sabbath.
Edward habia adquirido la forma de macho cabrío; tal y como mandaba la tradición.
Expuesto en aquel gran sillón de cuero nuevo y en su mano, un bello y antiguo candelabro, daba la luz suficiente, para poder asimilar con egocéntrismo todo lo que ocurria en aquel lugar.
A lo lejos, la hoguera estaba en pleno auge y las brujas y brujos, bailaban alrededor de ella, mientras que otros tantos le ofrecían: pollos, cabras o algún que otro animal desviscerado.
Despues de dar una fuerte reprimenda a alguno de ellos. Maltratar, fustigar, quemar y devorar por las llamas a otros tantos; Edward pensó que seria bueno trasmutarse y buscar a Alice para preguntarle sobre Jo.
La orgia a la que se habia sumado; hacia breves horas, le habia hecho entrar en un misterioso trance.
Mientras envestía furiosamente, en forma de macho cabrío, a aquella bruja en celo; su vista se habia apostado en una pareja que follaba como si le fuera la vida en ello, frente a él.
Aquellas caras; fueron transformándose, poco a poco, en Jo y en aquel humano frágil. Carlisle.
Su ojos rojos, centellearon y comenzó a mecerse con mas y mas fuerza entre las piernas de aquella puta bruja…antes de darse cuenta; su miembro se habia convertido en el de un caballo; y habia reventado a la mujer, por dentro.
Con furia se marchó de allí y clavó sus pezuñas en el perfecto sillón de cuero negro.
Estaba desesperado por buscar a su hermana ….tendria que hablar con ella.
Aquella visión debia de significar algo. Y no podia confiar en Aro…..
…………………………………………………………………………………………………………………………………
-Alice; no hace falta que entres conmigo al probador. De verdad. No hace falta.- Bella tenia un continuo rubor en su rostro. La miradas lascivas de la amiga de su hermana, le hacian ponerse excesivamente nerviosa.
-Es que necesitas alguien que te asesore; Bella. ¿Has visto lo que llevas puesto? Eso no le acelera el pulso ni a un mosquito…. Confia en mi.
Bella, tapó su desnudez, con un escaso suéter color frambuesa y miró a Alice con resignación.
-Está bien. Seguiré todos los consejos de tu parte. Pero por favor…sal del probador…Cuando esté vestida, saldré para que me des el visto bueno.
- Bien.
Alice; apartó la cortinilla del estrecho probador de señoras, y salió de él, con una sonrisa traviesa en sus bellos labios.
Le encantaba el rubor de su futura cuñada. Le acentuaba sus dulces rasgos virginales….Edward la devoraría viva..sin lugar a dudas.
Comenzó a dar vueltas para escoger una indumentaria perfecta para Bella. Si bien es cierto que en un primer momento solamente iban a comprar un vestido perfecto para la presentación oficial de Edward en casa de la madre de Jo.
Despues pensó que seria mejor renovar todo el vestuario de su futura cuñada. Seria mucho mas divertido, si veía sangrar a Edward por la nariz cada vez que la mirase.
Bella salió timida del provador.
Estaba adorable.
Aquel fino sueter de pico color azul y aquellos jeans tan pegados, que parecían una segunda piel, le daban un aspecto delicioso.
-Espera.- Alice fue en busca de los zapatos de tacon, que habia visto no muy lejos de allí.
Bella se los calzó y notó que sus finos tobillos se revolvían contra ella.
-Perfecta. Ahora pruébate esto, esto….- Alice, comenzó a amontonar cantidades descomunales de ropa encima del cuerpo delgado de Bella.
-Espera Alice. Yo no voy a comprar mas que esto que llevo puesto. No hay mas ropa para mi.¿entendido? .- Bella, puso los brazos en jarras y suspiró al ver el mohín ansioso de los labios de Alice.
-Vale. Está bien. Pero queda el vestido. Te lo regalaré yo. Que menos que ser cortes con quien me ha salvaguardado en su casa sin conocerme de nada…
-Esa ha sido mi madre, y no yo.- espetó Bella; algo seca.
-¿Si no lo hubiera hecho ella, tú no me hubieses abierto las puertas de tu casa?.- Alice frunció el ceño y miró a Bella intensamente.
-No habría dejado que Jo, volviese. Cuando vuelva a marcharse, me tocará a mi recoger los pedazos rotos del corazón de mamá.
-Lo siento; Bella.
-No…No te preocupes..- Bella se apretó las manos; nerviosa.-¿Dónde esta el famoso vestido?. Quiero salir de este centro, ya. Odio ir de tiendas; no sé como me has convencido de venir.
Alice le sonrió y tendió sobre sus manos un lindo vestido azul turquesa.
-¡Pero si aquí no hay apenas tela!.- gritó Bella al mirar el vestido con una ceja alzada.-¿Dónde quieres que me ponga esto, en un brazo, a modo de brazalete? Creo que no hay otra opción.- Bella se quedó mirando el vestido horrorizada.
- Mira Bella. Si no quieres que entre yo misma y te lo ponga. Ya puedes probarte esa monada ahora mismo. Seguro que estas para comerte.
Bella la miró por el rabillo del ojos y repasó mentalmente sus palabras.
Seria mejor probarse el vestido ella misma…si; decididamente eso seria lo mejor.
…………………………………………………………………………………………………………..
La mente de Carlisle era una autentica lucha.
Sus ojos abiertos como platos, no podían obviar la Diosa escultural que tenia ante él.
Pero en un recóndito lugar de su cerebro, algo chasqueó y no cedió a sus impulsos mas primitivos.
-Vistete, Jo. No. Esto no está bien. Yo estoy con Bella. Ella es una buena chica, y me ama…y yo también creo amarla.
Jo, lo miró con ironía y recogió la toalla del suelo; tapando impúdicamente el principio de su pubis. Dejando sus pechos completamente descubiertos.
-Te he echado de menos; Carlisle. He venido para volver a estar contigo…aunque sea la última…- su voz se habia dulcificado.
Jo, prefirió cambiar de estratagema. Con su desnudez y sus palabras malsonantes. Aquellas que a Edward tanto le agradaban; lo único que habia conseguido es asustar al angelito de Carlisle.
Se acercó a él lentamente y rozó con sus puntas erguidas, el firme pecho de él.
-Pero tú…tú amas a otro hombre….- alcanzó a decir él, ténue como un susurro.
-Esto no tiene nada que ver con el amor, Carlisle.- acarició el duro pecho de él, con ansias.- Esto es deseo. Te deseo. Y quiero que me hagas tuya. ¿recuerdas, cuando lo hacias? ¿ No te apetece, hacerlo ahora mismo? Estamos solos…y con suficiente tiempo, para poder unirnos con tranquilidad.
Carlisle dio dos pasos hacia atrás y cerró los ojos negando con la cabeza.
-No me tientes; Jo. Dos personas esperan por nosotros. No tenemos derecho a hacerles daño.
Como una tarada mental; Jo, comenzó a reírse a carcajadas, mirando al hombre como si se le hubiese girado la cabeza.
- Seis días, Carlisle. Seis días y caeras sobre mi cuerpo para taladrarme con tu verga potente y aprisionadora….
Ella se dio la vuelta, dejando al descubierto sus posaderas esbeltas, banboleandose de un lado a otro, mientras caminaba.
Aturdido, malhumorado y excitado, Carlisle dio un fuerte portazo antes de salir.
Todavía sentía algo por Jo. Pero también sabia que ella era maligna para él, y para todo el que estuviese a su lado.
Cogió el Audi, para dirigirse de nuevo a su casa. Omitiria aquella visita a casa de Bella. Por el bien de ella, por el bien de él, por el bien de todos……..
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
-Mira no digas tonterías, Bella. Lo he hecho por que me ha apetecido de hacerlo. No le des mas vueltas a la cabeza. Queria hacerte un regalo, y pues…te lo he hecho.
Bella se calló la boca, antes de salir de la tienda y asió con fuerza la bolsa de las prendas textiles.
-¿Te parece que comamos algo? ¡Estoy agotada!.- Bella la miró con sorna y cerró los ojos, poniéndolos en blanco seguidamente.
-¿comer? ¿Dónde?.- preguntó Bella, dejando las bolsas en el suelo y haciendo aspavientos con los brazos.
-Allí hay un restaurant. Lo pasaremos bien.- Alice le cogió una manita y cruzaron la calle como si fueran de excursión.
El chico del restaurant, se quedó embelesado al ver a Alice y aquello hizo que Bella soltara una risilla nerviosa. Seguidamente, las acompañó a una mesita redonda, justo en un lateral de la sala.
-Un tanto intimo ¿no?.- preguntó Bella.
-Lo suficiente.- Alice la miró con una expresión indescriptible y tomó la carta entre sus manos.
Bella hizo lo mismo y cuando pasaron breves segundos; el chico del restaurant, habia vuelto para tomarles la nota.
-¿Ya han decidido?.- preguntó.
-Si. – contentó Alice, sonriente, mirando el rostro del joven.- Raviolis con setas para las dos…ah..y de beber dos coca- colas.
Bella alzó las cejas asombrada y dejó escapar un “oh” con su boca.
-¿Cómo sabias?....-comenzó a preguntar Bella.
-Yo lo sé todo; querida.- explicó Alice de manera indiferente, ajustándose uno de los brazaletes extraños; en su muñeca.
Bella recapacitó…¿seria aquello cierto? Si bien, ella no hacia nada mas que darle vueltas a la manera en que Alice encontró el inhalador tan rápidamente…como si ella supiera donde estaba guardado desde siempre.
Quiso dejar zanjado aquel tema y bajó la mirada hacia el plato vacio.
Buscó su bolsó y lo abrió con nerviosismo. Buscaba el inhalador. Aquella muchacha pragmática, la ponía exageradamente nerviosa…y era un total contrasentido, pues era buena y amable con ella.
Alice la miró malhumorada.
Le tocaba las narices que ella se sintiera incomoda. Bella iba a ser su futura cuñada…y estaba tentada a gritarle a los cuatros vientos, quien era y lo cerca que iban a estar la una de la otra; pero sin duda aquello fuera de ser una alegría para Bella; la haría tener un ataque cardiaco como minimo.
-Alice….
Bella pudo ver como los rasgos de Alice se transformaban y juntó sus dos manos nerviosa, debajo de la mesa.
Una figura oscura; se paró ante ellas y Bella inhaló profundamente antes de alzar los ojos.
-¡Edward!.- gritó Alice; dando un saltito y agarrándose a los hombros de aquel gigante.
Bella se quedó atónita.
Reconoció rápidamente el nombre…Edward…aquel debia de ser el hombre con quien su hermana Jo, habia vivido todos estos años.
Cuando los ojos de él, se pararon en los suyos; ella apartó la mirada algo intimidada.
-Ella…ella es Bella. Edward. La hermana de Jo.- Los ojos de Alice, chispeaban de felicidad.
-Hola.- dijo tajante; ella.
Edward, habia visto de lejos a su hermana. Y la habia llamado mentalmente. Pero por alguna razón ella, no le habia hecho ni puto caso.
Alice estaba acompañada. Y en un primer momento Edward, pensó que podia ser Jo, pero al acercarse, se dio cuenta de que aquella mujer no tenia nada que ver con su amada Jo.
La habia observado desde la distancia; y casi se habia regocijado en ello.
Los humanos, tenían una especie de alerta cuando un demonio andaba cerca. Su tensión aumentaba y así también; su nerviosismo. Y sin duda alguna aquella chica lo estaba.
Tambien concentró su atención en Alice.
Se rió mentalmente. Habria jurado sentir en sus venas que aquella chica y su hermana habían creado una especie de vinculo. Pero aquello era técnicamente imposible. Ya que con los únicos que se podían crear vínculos eran con las brujas, las elegidas o las futuras hermanas.
En ese momento recordó a Jo, y también el porqué él estaba allí. El porqué habia abandonado el Sabbath.
-¿Edward? ¿No saludas a Bella?.- Alice, miraba divertida a Edward; mientras él observaba a Bella con el ceño fruncido.
-Si….Hem…Hola.- Edward apartó la mirada de Bella, con desgana y miró a su hermana, para dirigirse a ella mentalmente.
“¿Dónde coño esta Jo? ¿Y que haces con la hermana?
Alice, fue rápida en contestar.
“Tu amiga me cae como una mierda. Su hermana es muchísimo mas divertida”
“¡Tu deber era estar con Jo, no con esta”. Rugió Edward mentalmente.
“ Mi deber es cuidar de mi futura cuñada y hermana. Y puedo jurar por nuestro padre, hermano, que es lo único que hago”
-¿Molesto?.- La irrumpcion de Bella, fue premeditada; ya que con incomodidad observaba como aquellos dos se miraban sin decirse nada. Se sentía como una gilipollas en aquella mesa.
Alice negó con la cabeza rápidamente y le cogió una de las manos a Bella.
-Tú nunca querida.
Edward se quedó mirando esta caricia, y miró a ambas divertido.
-Ya veo.- sugirió.- Por lo visto no he llegado en buen momento.- Miró a Bella y comenzó a picarle la nariz. Aquella chica, parecía intoxicada de algún tipo de anomalía en su esencia.
-No es nada de lo que imaginas; Edward. Si lo fuera me….
Bella cansada y agobiada por aquella conversación de borregos, arrastró la silla y se levantó.
-Me marcho Alice. Te dejo sola. Te espero en la camioneta.-
Pasó delante de Edward; al que ni siquiera miró y salió del restaurant algo intimidada por la presencia de aquel hombre.
Algo habia hecho click en su cerebro, al verlo.
Tambien, abruptamente recordó la sesión de espiritismo.
Y recordó el nombre de aquel con el que ella se casaria: Edward I
Al pasar por el umbral de la puerta del restaurant, negó con la cabeza y se llevó la mano a las cejas; a modo de visera. El sol se ponía…..
Continuará….
Capitulo Seis.
El Black Sabbath.
Edward habia adquirido la forma de macho cabrío; tal y como mandaba la tradición.
Expuesto en aquel gran sillón de cuero nuevo y en su mano, un bello y antiguo candelabro, daba la luz suficiente, para poder asimilar con egocéntrismo todo lo que ocurria en aquel lugar.
A lo lejos, la hoguera estaba en pleno auge y las brujas y brujos, bailaban alrededor de ella, mientras que otros tantos le ofrecían: pollos, cabras o algún que otro animal desviscerado.
Despues de dar una fuerte reprimenda a alguno de ellos. Maltratar, fustigar, quemar y devorar por las llamas a otros tantos; Edward pensó que seria bueno trasmutarse y buscar a Alice para preguntarle sobre Jo.
La orgia a la que se habia sumado; hacia breves horas, le habia hecho entrar en un misterioso trance.
Mientras envestía furiosamente, en forma de macho cabrío, a aquella bruja en celo; su vista se habia apostado en una pareja que follaba como si le fuera la vida en ello, frente a él.
Aquellas caras; fueron transformándose, poco a poco, en Jo y en aquel humano frágil. Carlisle.
Su ojos rojos, centellearon y comenzó a mecerse con mas y mas fuerza entre las piernas de aquella puta bruja…antes de darse cuenta; su miembro se habia convertido en el de un caballo; y habia reventado a la mujer, por dentro.
Con furia se marchó de allí y clavó sus pezuñas en el perfecto sillón de cuero negro.
Estaba desesperado por buscar a su hermana ….tendria que hablar con ella.
Aquella visión debia de significar algo. Y no podia confiar en Aro…..
…………………………………………………………………………………………………………………………………
-Alice; no hace falta que entres conmigo al probador. De verdad. No hace falta.- Bella tenia un continuo rubor en su rostro. La miradas lascivas de la amiga de su hermana, le hacian ponerse excesivamente nerviosa.
-Es que necesitas alguien que te asesore; Bella. ¿Has visto lo que llevas puesto? Eso no le acelera el pulso ni a un mosquito…. Confia en mi.
Bella, tapó su desnudez, con un escaso suéter color frambuesa y miró a Alice con resignación.
-Está bien. Seguiré todos los consejos de tu parte. Pero por favor…sal del probador…Cuando esté vestida, saldré para que me des el visto bueno.
- Bien.
Alice; apartó la cortinilla del estrecho probador de señoras, y salió de él, con una sonrisa traviesa en sus bellos labios.
Le encantaba el rubor de su futura cuñada. Le acentuaba sus dulces rasgos virginales….Edward la devoraría viva..sin lugar a dudas.
Comenzó a dar vueltas para escoger una indumentaria perfecta para Bella. Si bien es cierto que en un primer momento solamente iban a comprar un vestido perfecto para la presentación oficial de Edward en casa de la madre de Jo.
Despues pensó que seria mejor renovar todo el vestuario de su futura cuñada. Seria mucho mas divertido, si veía sangrar a Edward por la nariz cada vez que la mirase.
Bella salió timida del provador.
Estaba adorable.
Aquel fino sueter de pico color azul y aquellos jeans tan pegados, que parecían una segunda piel, le daban un aspecto delicioso.
-Espera.- Alice fue en busca de los zapatos de tacon, que habia visto no muy lejos de allí.
Bella se los calzó y notó que sus finos tobillos se revolvían contra ella.
-Perfecta. Ahora pruébate esto, esto….- Alice, comenzó a amontonar cantidades descomunales de ropa encima del cuerpo delgado de Bella.
-Espera Alice. Yo no voy a comprar mas que esto que llevo puesto. No hay mas ropa para mi.¿entendido? .- Bella, puso los brazos en jarras y suspiró al ver el mohín ansioso de los labios de Alice.
-Vale. Está bien. Pero queda el vestido. Te lo regalaré yo. Que menos que ser cortes con quien me ha salvaguardado en su casa sin conocerme de nada…
-Esa ha sido mi madre, y no yo.- espetó Bella; algo seca.
-¿Si no lo hubiera hecho ella, tú no me hubieses abierto las puertas de tu casa?.- Alice frunció el ceño y miró a Bella intensamente.
-No habría dejado que Jo, volviese. Cuando vuelva a marcharse, me tocará a mi recoger los pedazos rotos del corazón de mamá.
-Lo siento; Bella.
-No…No te preocupes..- Bella se apretó las manos; nerviosa.-¿Dónde esta el famoso vestido?. Quiero salir de este centro, ya. Odio ir de tiendas; no sé como me has convencido de venir.
Alice le sonrió y tendió sobre sus manos un lindo vestido azul turquesa.
-¡Pero si aquí no hay apenas tela!.- gritó Bella al mirar el vestido con una ceja alzada.-¿Dónde quieres que me ponga esto, en un brazo, a modo de brazalete? Creo que no hay otra opción.- Bella se quedó mirando el vestido horrorizada.
- Mira Bella. Si no quieres que entre yo misma y te lo ponga. Ya puedes probarte esa monada ahora mismo. Seguro que estas para comerte.
Bella la miró por el rabillo del ojos y repasó mentalmente sus palabras.
Seria mejor probarse el vestido ella misma…si; decididamente eso seria lo mejor.
…………………………………………………………………………………………………………..
La mente de Carlisle era una autentica lucha.
Sus ojos abiertos como platos, no podían obviar la Diosa escultural que tenia ante él.
Pero en un recóndito lugar de su cerebro, algo chasqueó y no cedió a sus impulsos mas primitivos.
-Vistete, Jo. No. Esto no está bien. Yo estoy con Bella. Ella es una buena chica, y me ama…y yo también creo amarla.
Jo, lo miró con ironía y recogió la toalla del suelo; tapando impúdicamente el principio de su pubis. Dejando sus pechos completamente descubiertos.
-Te he echado de menos; Carlisle. He venido para volver a estar contigo…aunque sea la última…- su voz se habia dulcificado.
Jo, prefirió cambiar de estratagema. Con su desnudez y sus palabras malsonantes. Aquellas que a Edward tanto le agradaban; lo único que habia conseguido es asustar al angelito de Carlisle.
Se acercó a él lentamente y rozó con sus puntas erguidas, el firme pecho de él.
-Pero tú…tú amas a otro hombre….- alcanzó a decir él, ténue como un susurro.
-Esto no tiene nada que ver con el amor, Carlisle.- acarició el duro pecho de él, con ansias.- Esto es deseo. Te deseo. Y quiero que me hagas tuya. ¿recuerdas, cuando lo hacias? ¿ No te apetece, hacerlo ahora mismo? Estamos solos…y con suficiente tiempo, para poder unirnos con tranquilidad.
Carlisle dio dos pasos hacia atrás y cerró los ojos negando con la cabeza.
-No me tientes; Jo. Dos personas esperan por nosotros. No tenemos derecho a hacerles daño.
Como una tarada mental; Jo, comenzó a reírse a carcajadas, mirando al hombre como si se le hubiese girado la cabeza.
- Seis días, Carlisle. Seis días y caeras sobre mi cuerpo para taladrarme con tu verga potente y aprisionadora….
Ella se dio la vuelta, dejando al descubierto sus posaderas esbeltas, banboleandose de un lado a otro, mientras caminaba.
Aturdido, malhumorado y excitado, Carlisle dio un fuerte portazo antes de salir.
Todavía sentía algo por Jo. Pero también sabia que ella era maligna para él, y para todo el que estuviese a su lado.
Cogió el Audi, para dirigirse de nuevo a su casa. Omitiria aquella visita a casa de Bella. Por el bien de ella, por el bien de él, por el bien de todos……..
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
-Mira no digas tonterías, Bella. Lo he hecho por que me ha apetecido de hacerlo. No le des mas vueltas a la cabeza. Queria hacerte un regalo, y pues…te lo he hecho.
Bella se calló la boca, antes de salir de la tienda y asió con fuerza la bolsa de las prendas textiles.
-¿Te parece que comamos algo? ¡Estoy agotada!.- Bella la miró con sorna y cerró los ojos, poniéndolos en blanco seguidamente.
-¿comer? ¿Dónde?.- preguntó Bella, dejando las bolsas en el suelo y haciendo aspavientos con los brazos.
-Allí hay un restaurant. Lo pasaremos bien.- Alice le cogió una manita y cruzaron la calle como si fueran de excursión.
El chico del restaurant, se quedó embelesado al ver a Alice y aquello hizo que Bella soltara una risilla nerviosa. Seguidamente, las acompañó a una mesita redonda, justo en un lateral de la sala.
-Un tanto intimo ¿no?.- preguntó Bella.
-Lo suficiente.- Alice la miró con una expresión indescriptible y tomó la carta entre sus manos.
Bella hizo lo mismo y cuando pasaron breves segundos; el chico del restaurant, habia vuelto para tomarles la nota.
-¿Ya han decidido?.- preguntó.
-Si. – contentó Alice, sonriente, mirando el rostro del joven.- Raviolis con setas para las dos…ah..y de beber dos coca- colas.
Bella alzó las cejas asombrada y dejó escapar un “oh” con su boca.
-¿Cómo sabias?....-comenzó a preguntar Bella.
-Yo lo sé todo; querida.- explicó Alice de manera indiferente, ajustándose uno de los brazaletes extraños; en su muñeca.
Bella recapacitó…¿seria aquello cierto? Si bien, ella no hacia nada mas que darle vueltas a la manera en que Alice encontró el inhalador tan rápidamente…como si ella supiera donde estaba guardado desde siempre.
Quiso dejar zanjado aquel tema y bajó la mirada hacia el plato vacio.
Buscó su bolsó y lo abrió con nerviosismo. Buscaba el inhalador. Aquella muchacha pragmática, la ponía exageradamente nerviosa…y era un total contrasentido, pues era buena y amable con ella.
Alice la miró malhumorada.
Le tocaba las narices que ella se sintiera incomoda. Bella iba a ser su futura cuñada…y estaba tentada a gritarle a los cuatros vientos, quien era y lo cerca que iban a estar la una de la otra; pero sin duda aquello fuera de ser una alegría para Bella; la haría tener un ataque cardiaco como minimo.
-Alice….
Bella pudo ver como los rasgos de Alice se transformaban y juntó sus dos manos nerviosa, debajo de la mesa.
Una figura oscura; se paró ante ellas y Bella inhaló profundamente antes de alzar los ojos.
-¡Edward!.- gritó Alice; dando un saltito y agarrándose a los hombros de aquel gigante.
Bella se quedó atónita.
Reconoció rápidamente el nombre…Edward…aquel debia de ser el hombre con quien su hermana Jo, habia vivido todos estos años.
Cuando los ojos de él, se pararon en los suyos; ella apartó la mirada algo intimidada.
-Ella…ella es Bella. Edward. La hermana de Jo.- Los ojos de Alice, chispeaban de felicidad.
-Hola.- dijo tajante; ella.
Edward, habia visto de lejos a su hermana. Y la habia llamado mentalmente. Pero por alguna razón ella, no le habia hecho ni puto caso.
Alice estaba acompañada. Y en un primer momento Edward, pensó que podia ser Jo, pero al acercarse, se dio cuenta de que aquella mujer no tenia nada que ver con su amada Jo.
La habia observado desde la distancia; y casi se habia regocijado en ello.
Los humanos, tenían una especie de alerta cuando un demonio andaba cerca. Su tensión aumentaba y así también; su nerviosismo. Y sin duda alguna aquella chica lo estaba.
Tambien concentró su atención en Alice.
Se rió mentalmente. Habria jurado sentir en sus venas que aquella chica y su hermana habían creado una especie de vinculo. Pero aquello era técnicamente imposible. Ya que con los únicos que se podían crear vínculos eran con las brujas, las elegidas o las futuras hermanas.
En ese momento recordó a Jo, y también el porqué él estaba allí. El porqué habia abandonado el Sabbath.
-¿Edward? ¿No saludas a Bella?.- Alice, miraba divertida a Edward; mientras él observaba a Bella con el ceño fruncido.
-Si….Hem…Hola.- Edward apartó la mirada de Bella, con desgana y miró a su hermana, para dirigirse a ella mentalmente.
“¿Dónde coño esta Jo? ¿Y que haces con la hermana?
Alice, fue rápida en contestar.
“Tu amiga me cae como una mierda. Su hermana es muchísimo mas divertida”
“¡Tu deber era estar con Jo, no con esta”. Rugió Edward mentalmente.
“ Mi deber es cuidar de mi futura cuñada y hermana. Y puedo jurar por nuestro padre, hermano, que es lo único que hago”
-¿Molesto?.- La irrumpcion de Bella, fue premeditada; ya que con incomodidad observaba como aquellos dos se miraban sin decirse nada. Se sentía como una gilipollas en aquella mesa.
Alice negó con la cabeza rápidamente y le cogió una de las manos a Bella.
-Tú nunca querida.
Edward se quedó mirando esta caricia, y miró a ambas divertido.
-Ya veo.- sugirió.- Por lo visto no he llegado en buen momento.- Miró a Bella y comenzó a picarle la nariz. Aquella chica, parecía intoxicada de algún tipo de anomalía en su esencia.
-No es nada de lo que imaginas; Edward. Si lo fuera me….
Bella cansada y agobiada por aquella conversación de borregos, arrastró la silla y se levantó.
-Me marcho Alice. Te dejo sola. Te espero en la camioneta.-
Pasó delante de Edward; al que ni siquiera miró y salió del restaurant algo intimidada por la presencia de aquel hombre.
Algo habia hecho click en su cerebro, al verlo.
Tambien, abruptamente recordó la sesión de espiritismo.
Y recordó el nombre de aquel con el que ella se casaria: Edward I
Al pasar por el umbral de la puerta del restaurant, negó con la cabeza y se llevó la mano a las cejas; a modo de visera. El sol se ponía…..
Continuará….
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Demon Price
martes, 22 de marzo de 2011
Plugged
P L U G G E D
Capitulo Tercero
Vamos Bella. No sabes lo que estas diciendo…- Tanya se habia puesto a mi lado e intentaba sacarme del foco de la discordia.
-No.- corté tajante.- Jake me ha invitado a esta mesa. Y no voy a hacerle un desagravio.
Jake me cogió de la cintura ; en una acto de posesión, algo incoherente y me susurró.
-¿De qué conoces a Edward?
-Él, fue el imbécil que me quitó el taxi.
Jake miró al gilipollas y maldeció entre dientes.
-¿Sabes que vas a tener que trabajar codo con codo con él?.- volvió a susurrarme.
-Me están dando ganas de vomitar; Jake. Sacame de aquí.
Jacob se levantó alzándome de un codo y sin volvernos si quiera nos alejamos de aquella mesa; hacia un lugar desconocido. Otra vez, me habia sacado de un apuro , Mi caballero andante….
Era una estancia pequeña; sin ningún colorido y minimalista.
En ella habia una pequeña cocina y unos taburetes que recorrían una bonita mesa lacada en blanco; como toda la pequeña cocina.
-Sientate.- me ordenó Jake.- ¿Te gusta la comida china?.- Ya tenia el celular en su oído y me miraba con el atisbo de una sonrisa.
-Si.- Le dije. Estaba bastante abotargada. Mi mente solamente daba vueltas alrededor de la idea, de que aquel hombre que me caia como una mierda, era mi jefecito. Desde luego mis braguitas de la suerte, se habían cansado de hacer su labor.
--Bien.- Jacob, comenzó a hablar con la persona que tenia al otro lado del celular y recargué mi cabeza entre mis manos; agobiada.
-Bella…
La mano del hombre estaba acariciando mi coronilla y me sonreía de una manera dulce.
-No te preocupes Jake. Creo que puedo con esto.
¡Mentira! ¡Que coño iba a poder con esto!
Seguro que el maldito imbécil aquel, me las hacia pasar de todos los colores; para mi desgracia.
Las patas del taburete de al lado hicieron un ruido de arrastre y noté la presencia de Jake, muy cerca mio.
-Edward …es Edward. A veces suele ser un poco borde. Pero no es mal tio. Si haces tu trabajo bien; no lo veras si quiera. Él con quien se entiende bien es con Tanya. No quiero que temas nada. Eso si.- Jake me miraba profundamente a los ojos.- Si tienes alguna problema con él; quiero que me lo hagas saber. Yo me encargaré de bajarle los humos.
Asentí y tragué fuertemente. Estaba aterrada.
-Esta bien Jake. Gracias.
-Quiero que te sientas segura en la empresa. Mira; me he tomado la libertad esta mañana de llamar a tu abuelo y…
-¡A mi abuelo!.- grité; levantándome de sopetón del taburete y tumbándolo al suelo.- ¿?Tú…Tú…sabes quien soy?
Jake me sonrió; de manera dulce y tranquilizarora. Buscó mis hombros y me abrazó fraternalmente.
-Nunca hubiera pensado que tú eras Isabella…el eterno problema de tu abuelo Aro. – Jake comenzó a reir y aquello me hizo sacar humo por las orejas.- No; no te tenses, pequeña. Tan solo mi padre y yo sabemos quien eres realmente, y no vamos a decir nada. No te preocupes.
Respiré hondo. Realmente aquel hombre me infundaba tranquilidad…por el momento.
-Entonces.- suspiré; apartándome de su pecho y mirándolo a los ojos.- ¿Mi jefe no sabe nada, no?
-No.- Jake se llevó una de sus manos a su cabello negro azabache y suspiró.- Por el momento. Aunque no sé hasta que punto te pueda garantizar que Edward no se entere. Solo me queda, pensar que cuando lo haga tú te habras ganado el estar sentada en esa silla; por méritos propios.
-Mh….que tranquilidad.- ironicé.
El celular de Jake volvió a sonar y me envolví como una ostra, en mis pensamientos.
-Bella; voy a bajar al vestíbulo. Ya han traido la comida. No te fuges, ¿ok?.-Me volvió a sonreir de aquella manera suya, tan tierna.
-No. Estoy muerta de hambre; no te preocupes.
Cuando Jake subió comimos amenamente y hablando de cosas sin importancia; aparentemente.
Sobre gustos, amigos y cosas comunes que increíblemente nos gustaba a hacer a ambos.
La hora de la comida; fue corta. Demasiado corta, y cuando caminé hacia aquella puerta blanca lacada, de secretaria principal mis piernas danzaban inquietas sin voluntad. Mis malditos nervios se hacian dueños de mi, de nuevo.
-Vaya…Bella…¿Dónde te has metido? Estaba preocupada por ti. Ven, quitate la chaqueta.- Tanya que estaba sentada en su mesa, se acercó a mi, e hizo resbalar la chaqueta sobre mis hombros llevándola de nuevo a aquel perchero insufriblemente feo.
-He comido con Jake.- dije en un murmullo.
-Ya. Nos quedamos atónitos al verte marcharte con él. ¿Eres su novia o algo asi?
Me la quedé mirando perpleja “ ¿Su novia; o algo asi?”
-No. Me trajo esta mañana muy amablemente hacia la oficina; después de que un imbécil me robara el taxi en mis narices.- dije alzando la voz un poco.
Tanya se llevó una mano a la boca y comenzó a reir; desproporcionadamente.
-Ya. Pero creo que se te olvida omitir otra serie de acontecimientos.- volvió a reir. –¿Sabes porque estaba Edward esta mañana de tan mala ostia?
Negué con la cabeza.
-Por ti. No te voy a repetir las palabras que salieron de sus perfec…- Tanya cerró los ojos abruptamente y volvió a hablar.- de sus labios. Pero creeme querida cuando te digo ; que no eran palabras bonitas sobre tu persona.
La ira; hizo presa en mi.
-¿Qué clase de palabras? Porque yo tengo las justas para él.
La puerta del despacho continuo, se abrió; y de ella apareció una figura de la cual yo quería escapar; como humo de tabaco.
Me quedé allí parada. y bajé la vista al suelo; como una gilipollas de mierda.
-Tanya. Quiero los balances de Shioquin; para mañana a primera hora.- oí.
-Esta bien; Edward. Pero sabes que todavía no hemos comenzado con esa empresa. Es nueva y todos los expedientes están atrasados por culpa de la falta de pagos de sus antiguos dueños. Son como papeles fantasmas.
Caminé hacia mi mesa e hice caso omiso a aquella conversación.
-Pues los quiero materializados y físicos. Me da igual como lo hagas. Los quiero mañana a mi primera hora en mi despacho. Tengo reunión a las doce en punto con Jasper Hale, y no quiero que le falte ni un punto a la i.
“ Será mierda el tio…¡Claro como él no debia hacerlo! Serguro que se marchaba en breve a su casita, se repantigaba en el sofá. Y ahí me las den todas”
-Yo…sabes que tengo que salir temprano. Tengo cita con la profesora de Elizabeth….
-Ya…¡Tú!.- su voz una octava mas alta de lo normal, no me dejó indiferente, pero no lo miré, ni tan siquiera.
-Bella…- la voz de Tanya me hizo volverme hacia ella.
-¿Me puedes mirar cuando te hable?.- La voz del ogro; dura y visceral, hizo que girara mi campo de visión, hacia él.
Y ahí estaba. Majestuosamente vestido; claro que teniendo billetes que entraban por la ventana, cada vez que la abría; era muy normal. Su cabello despeinado, de un tono extrañamente cobrizo, mandibula fuerte, ojos verdes, perturbadores y mas que perfectos. Sus labios eran, jodidamente bellos, algo sonrosados, como si se estuviese morreando con alguien hacia muy poco tiempo, y su cuerpo atlético, se podia adivinar perfectamente , debajo de aquella camisa blanca, que llevaba puesta.
Me habia quedado algo embelesada ¿no?
Si. El tio me habia impactado. Estaba mas que bueno, el jodido por culo. Me reí mentalmente.
Pero todo era pura fachada. Ya que su carácter dejaba mucho que desear y solo por eso. Para mi era escoria humana.
Relamí mis labios. Y anté ello; alcancé a ver el principio de una sonrisa en sus labios…pero no. Aquello no era posible.
-Tengo un nombre, señor Cullen. – atajé; volviendo la mirada hacia mi ordenador.
-¿Se puede saber de donde habeis sacado a esta…?.- La voz de él se endureció y cerré los ojos. “ Bella…por el amor de Dios, muérdete la lengua, muérdete la lengua”
-Edward. Sabe hacer su trabajo.- la voz de Tanya, era calmante. Como música para la béstia que tenia a breves metros.
-Que se quede a hacer los balances de Shoquin. ¿Es la nueva, no? Pues que prueba su valía.- la voz de él se hizo mas dulce, como un arrullo. Pero como si me costara ubicar las palabras en mi cerebro y enterder, salté de la silla como poseída.
-¿Yo?.- Pregunté, alzando la voz, más de lo que debería. Claro; señores, no podia obviar que aquel cabronazo, era mi jefe; saliera el sol, por donde saliese.
-Si, tú. Y no hay nada mas que hablar.- Espetó, mirando mis ojos intensamente. Acobardandome. El muy hijo de puta.
-Esta bien.- bajé la cabeza y volví a sentarme en mi silla giratoria.
Respiré, bueno. Casi bufé y me desabroché los botones de la camisa, sobre mis muñecas. Alzando ésta hasta los codos y preparándome física y mentalmente, para lo que me venia encima.
El silencio se habia adueñado del lugar y miré los rostros que me miraban fijamente.
-Tienes una piel preciosa, Bella.- Tanya se habia quedado con cara de babosa y me miraba como si fuera comestible.- ¿Qué te parece; Edward?.- La pregunta, era casi hiriente, para mi. ¡Y a mi que me importaba lo que dijera el gilipollas de mi jefe!
Miré hacia el ogro y su madibula algo tensa crujió ; casi lo pude oir. Hizo un gesto extraño con sus labios y sin despedirse, abrió la puerta del despacho, para marcharse al suyo. ¡Menudo transtornado!
-Vaya…lo has dejado sin palabras, Bella.- Tanya rió por lo bajo.- Y eso que solo ha visto parte de tus brazos…no quiero ni pensar…
-¡Pues no pienses!.- grité; dejándola con un pasmo de narices.- Dame esos putos balances, que me pondré a trabajar para el puto orgro de mierda que es mi jefe.
Algo se habia apoderado de mi. Si. Pero la reacción de Tanya fue salvaje. Comenzó a reir con ganas y no paró hasta bien entrada la tarde. Seguro que cuando parase, le dolería los musculos de la barriga hasta pasados unos días.
…………………………………………………………………………………………..
Las siete y media de la tarde.
Putada, no. Putadón.
Tanya hacia rato que se habia marchado y yo mordía el bolígrafo de que me habia regalado Rose.
Ya no sabia por donde pillar aquello.
Todos los documentos estaban desordenados y a papel. Debia pasarlos a la computadora central de la empresa y luego imprimirlos. En sí, no era un trabajo difícil, pero el problema venia, cuando algunos de estos documentos estos documentos estaban incompletos y debia de hacer unas previsiones sobre los demás meses.
Bueno…total, una cosa de manicomio.
Unos toques en la puerta, me hicieron levantar la cabeza. ¿Quién podría ser?
El mierda de Cullen. No. Estaba en el despacho continuo, el maldito todavía no se habia marchado. Parecia como si estuviera vigilando si acaba el puto trabajo.
Levanté mi trasero en forma rectacular; ya. Porque no debia de estar de otra manera; y abrí la puerta.
-Bella. Pensaba que ya no estabas.- La presencia de Jake, me hizo emitir una pequeña carcajada.
-Pasa Jake; si quieres. Pero aun no salgo; tengo trabajo para rato. Mi jefe, me ha dado unas horitas extras para la empresa…
-¿Qué es esto?.- Jake se acercó a mi escritorio y miró los papeles cejijunto.
-Mi trabajo.
Su rostro se volvió una mascara de frialdad y me miró de nuevo.
-Son los balances de Shioquin…
-¡Bingo!.- salté.
-Pero esto…. Esto deberías hacerlo hecho con Tanya; es mucho trabajo para ti.
-El jefe no opina lo mismo.- Apunté mi dedo índice hacia el despacho continuo.
-He venido a invitarte a una copa. Nos llevaremos este trabajo a casa. Te ayudaré.
Se sentó en mi mesa y estuvo escribiendo Dios sabe qué en el pc.
Y yo allí parada, como una lela, mirándolo. ¿Habia oído bien?
La puerta del al lado se abrió y Jake, se levantó con una enigmática sonrisa dirigida a mi.
Edward , giró su rostro hacia mi y luego hacia Jake.
Llevaba el maletín en su mano y su chaqueta de empresario inmaculada sobre uno de sus hombros, al entrar, algo en su rostro parecía haber cambiado, pero al ver a Jake su mirada se endureció al mirarnos.
-Jake. ¿Qué haces? ¿Se puede saber?.- su voz, lacerante, me hizo tragar en seco y cerrar los ojos….pobre Jake…
-Edward. Me llevo a Bella a tomar algo. Y no; no te preocupes. Los balances serán presentados para mañana a primera hora. Hermano; creo que es una putada hacerle esto a Bella. Es su primer dia y después de todo, esta muerta de miedo por tu culpa. – Jake se levantó de la mesa.
Caminó hacia Edward y le tocó la espalda, con afecto.
-Venga, Edward. Es una buena chica. Ademas,¿Le podias haber dicho que podia llevarse el trabajo a casa?
Edward, apretó los labios y dejó escapar una sonrisa, algo fingida, si no lo era totalmente.
-No caí en la cuenta.- dijo serio.
Su rostro voló hacia el mio, y algo en mi, dio un vuelco.
Su mirada recorría mis suaves ondas.
Mi rostro.
Mis labios.
Bajé la mirada, completamente turbada y sentí mi cara arder.
-Nos vemos en casa; Jake.- dijo, caminando hacia mi, y pasando de largo para abrir la puerta y cerrarla con algo de fuerza.
Entonces, recopilé información.
Era lenta..muy lenta.
Jake y Edward; eran hermanos…..
Continuará.
Capitulo Tercero
Vamos Bella. No sabes lo que estas diciendo…- Tanya se habia puesto a mi lado e intentaba sacarme del foco de la discordia.
-No.- corté tajante.- Jake me ha invitado a esta mesa. Y no voy a hacerle un desagravio.
Jake me cogió de la cintura ; en una acto de posesión, algo incoherente y me susurró.
-¿De qué conoces a Edward?
-Él, fue el imbécil que me quitó el taxi.
Jake miró al gilipollas y maldeció entre dientes.
-¿Sabes que vas a tener que trabajar codo con codo con él?.- volvió a susurrarme.
-Me están dando ganas de vomitar; Jake. Sacame de aquí.
Jacob se levantó alzándome de un codo y sin volvernos si quiera nos alejamos de aquella mesa; hacia un lugar desconocido. Otra vez, me habia sacado de un apuro , Mi caballero andante….
Era una estancia pequeña; sin ningún colorido y minimalista.
En ella habia una pequeña cocina y unos taburetes que recorrían una bonita mesa lacada en blanco; como toda la pequeña cocina.
-Sientate.- me ordenó Jake.- ¿Te gusta la comida china?.- Ya tenia el celular en su oído y me miraba con el atisbo de una sonrisa.
-Si.- Le dije. Estaba bastante abotargada. Mi mente solamente daba vueltas alrededor de la idea, de que aquel hombre que me caia como una mierda, era mi jefecito. Desde luego mis braguitas de la suerte, se habían cansado de hacer su labor.
--Bien.- Jacob, comenzó a hablar con la persona que tenia al otro lado del celular y recargué mi cabeza entre mis manos; agobiada.
-Bella…
La mano del hombre estaba acariciando mi coronilla y me sonreía de una manera dulce.
-No te preocupes Jake. Creo que puedo con esto.
¡Mentira! ¡Que coño iba a poder con esto!
Seguro que el maldito imbécil aquel, me las hacia pasar de todos los colores; para mi desgracia.
Las patas del taburete de al lado hicieron un ruido de arrastre y noté la presencia de Jake, muy cerca mio.
-Edward …es Edward. A veces suele ser un poco borde. Pero no es mal tio. Si haces tu trabajo bien; no lo veras si quiera. Él con quien se entiende bien es con Tanya. No quiero que temas nada. Eso si.- Jake me miraba profundamente a los ojos.- Si tienes alguna problema con él; quiero que me lo hagas saber. Yo me encargaré de bajarle los humos.
Asentí y tragué fuertemente. Estaba aterrada.
-Esta bien Jake. Gracias.
-Quiero que te sientas segura en la empresa. Mira; me he tomado la libertad esta mañana de llamar a tu abuelo y…
-¡A mi abuelo!.- grité; levantándome de sopetón del taburete y tumbándolo al suelo.- ¿?Tú…Tú…sabes quien soy?
Jake me sonrió; de manera dulce y tranquilizarora. Buscó mis hombros y me abrazó fraternalmente.
-Nunca hubiera pensado que tú eras Isabella…el eterno problema de tu abuelo Aro. – Jake comenzó a reir y aquello me hizo sacar humo por las orejas.- No; no te tenses, pequeña. Tan solo mi padre y yo sabemos quien eres realmente, y no vamos a decir nada. No te preocupes.
Respiré hondo. Realmente aquel hombre me infundaba tranquilidad…por el momento.
-Entonces.- suspiré; apartándome de su pecho y mirándolo a los ojos.- ¿Mi jefe no sabe nada, no?
-No.- Jake se llevó una de sus manos a su cabello negro azabache y suspiró.- Por el momento. Aunque no sé hasta que punto te pueda garantizar que Edward no se entere. Solo me queda, pensar que cuando lo haga tú te habras ganado el estar sentada en esa silla; por méritos propios.
-Mh….que tranquilidad.- ironicé.
El celular de Jake volvió a sonar y me envolví como una ostra, en mis pensamientos.
-Bella; voy a bajar al vestíbulo. Ya han traido la comida. No te fuges, ¿ok?.-Me volvió a sonreir de aquella manera suya, tan tierna.
-No. Estoy muerta de hambre; no te preocupes.
Cuando Jake subió comimos amenamente y hablando de cosas sin importancia; aparentemente.
Sobre gustos, amigos y cosas comunes que increíblemente nos gustaba a hacer a ambos.
La hora de la comida; fue corta. Demasiado corta, y cuando caminé hacia aquella puerta blanca lacada, de secretaria principal mis piernas danzaban inquietas sin voluntad. Mis malditos nervios se hacian dueños de mi, de nuevo.
-Vaya…Bella…¿Dónde te has metido? Estaba preocupada por ti. Ven, quitate la chaqueta.- Tanya que estaba sentada en su mesa, se acercó a mi, e hizo resbalar la chaqueta sobre mis hombros llevándola de nuevo a aquel perchero insufriblemente feo.
-He comido con Jake.- dije en un murmullo.
-Ya. Nos quedamos atónitos al verte marcharte con él. ¿Eres su novia o algo asi?
Me la quedé mirando perpleja “ ¿Su novia; o algo asi?”
-No. Me trajo esta mañana muy amablemente hacia la oficina; después de que un imbécil me robara el taxi en mis narices.- dije alzando la voz un poco.
Tanya se llevó una mano a la boca y comenzó a reir; desproporcionadamente.
-Ya. Pero creo que se te olvida omitir otra serie de acontecimientos.- volvió a reir. –¿Sabes porque estaba Edward esta mañana de tan mala ostia?
Negué con la cabeza.
-Por ti. No te voy a repetir las palabras que salieron de sus perfec…- Tanya cerró los ojos abruptamente y volvió a hablar.- de sus labios. Pero creeme querida cuando te digo ; que no eran palabras bonitas sobre tu persona.
La ira; hizo presa en mi.
-¿Qué clase de palabras? Porque yo tengo las justas para él.
La puerta del despacho continuo, se abrió; y de ella apareció una figura de la cual yo quería escapar; como humo de tabaco.
Me quedé allí parada. y bajé la vista al suelo; como una gilipollas de mierda.
-Tanya. Quiero los balances de Shioquin; para mañana a primera hora.- oí.
-Esta bien; Edward. Pero sabes que todavía no hemos comenzado con esa empresa. Es nueva y todos los expedientes están atrasados por culpa de la falta de pagos de sus antiguos dueños. Son como papeles fantasmas.
Caminé hacia mi mesa e hice caso omiso a aquella conversación.
-Pues los quiero materializados y físicos. Me da igual como lo hagas. Los quiero mañana a mi primera hora en mi despacho. Tengo reunión a las doce en punto con Jasper Hale, y no quiero que le falte ni un punto a la i.
“ Será mierda el tio…¡Claro como él no debia hacerlo! Serguro que se marchaba en breve a su casita, se repantigaba en el sofá. Y ahí me las den todas”
-Yo…sabes que tengo que salir temprano. Tengo cita con la profesora de Elizabeth….
-Ya…¡Tú!.- su voz una octava mas alta de lo normal, no me dejó indiferente, pero no lo miré, ni tan siquiera.
-Bella…- la voz de Tanya me hizo volverme hacia ella.
-¿Me puedes mirar cuando te hable?.- La voz del ogro; dura y visceral, hizo que girara mi campo de visión, hacia él.
Y ahí estaba. Majestuosamente vestido; claro que teniendo billetes que entraban por la ventana, cada vez que la abría; era muy normal. Su cabello despeinado, de un tono extrañamente cobrizo, mandibula fuerte, ojos verdes, perturbadores y mas que perfectos. Sus labios eran, jodidamente bellos, algo sonrosados, como si se estuviese morreando con alguien hacia muy poco tiempo, y su cuerpo atlético, se podia adivinar perfectamente , debajo de aquella camisa blanca, que llevaba puesta.
Me habia quedado algo embelesada ¿no?
Si. El tio me habia impactado. Estaba mas que bueno, el jodido por culo. Me reí mentalmente.
Pero todo era pura fachada. Ya que su carácter dejaba mucho que desear y solo por eso. Para mi era escoria humana.
Relamí mis labios. Y anté ello; alcancé a ver el principio de una sonrisa en sus labios…pero no. Aquello no era posible.
-Tengo un nombre, señor Cullen. – atajé; volviendo la mirada hacia mi ordenador.
-¿Se puede saber de donde habeis sacado a esta…?.- La voz de él se endureció y cerré los ojos. “ Bella…por el amor de Dios, muérdete la lengua, muérdete la lengua”
-Edward. Sabe hacer su trabajo.- la voz de Tanya, era calmante. Como música para la béstia que tenia a breves metros.
-Que se quede a hacer los balances de Shoquin. ¿Es la nueva, no? Pues que prueba su valía.- la voz de él se hizo mas dulce, como un arrullo. Pero como si me costara ubicar las palabras en mi cerebro y enterder, salté de la silla como poseída.
-¿Yo?.- Pregunté, alzando la voz, más de lo que debería. Claro; señores, no podia obviar que aquel cabronazo, era mi jefe; saliera el sol, por donde saliese.
-Si, tú. Y no hay nada mas que hablar.- Espetó, mirando mis ojos intensamente. Acobardandome. El muy hijo de puta.
-Esta bien.- bajé la cabeza y volví a sentarme en mi silla giratoria.
Respiré, bueno. Casi bufé y me desabroché los botones de la camisa, sobre mis muñecas. Alzando ésta hasta los codos y preparándome física y mentalmente, para lo que me venia encima.
El silencio se habia adueñado del lugar y miré los rostros que me miraban fijamente.
-Tienes una piel preciosa, Bella.- Tanya se habia quedado con cara de babosa y me miraba como si fuera comestible.- ¿Qué te parece; Edward?.- La pregunta, era casi hiriente, para mi. ¡Y a mi que me importaba lo que dijera el gilipollas de mi jefe!
Miré hacia el ogro y su madibula algo tensa crujió ; casi lo pude oir. Hizo un gesto extraño con sus labios y sin despedirse, abrió la puerta del despacho, para marcharse al suyo. ¡Menudo transtornado!
-Vaya…lo has dejado sin palabras, Bella.- Tanya rió por lo bajo.- Y eso que solo ha visto parte de tus brazos…no quiero ni pensar…
-¡Pues no pienses!.- grité; dejándola con un pasmo de narices.- Dame esos putos balances, que me pondré a trabajar para el puto orgro de mierda que es mi jefe.
Algo se habia apoderado de mi. Si. Pero la reacción de Tanya fue salvaje. Comenzó a reir con ganas y no paró hasta bien entrada la tarde. Seguro que cuando parase, le dolería los musculos de la barriga hasta pasados unos días.
…………………………………………………………………………………………..
Las siete y media de la tarde.
Putada, no. Putadón.
Tanya hacia rato que se habia marchado y yo mordía el bolígrafo de que me habia regalado Rose.
Ya no sabia por donde pillar aquello.
Todos los documentos estaban desordenados y a papel. Debia pasarlos a la computadora central de la empresa y luego imprimirlos. En sí, no era un trabajo difícil, pero el problema venia, cuando algunos de estos documentos estos documentos estaban incompletos y debia de hacer unas previsiones sobre los demás meses.
Bueno…total, una cosa de manicomio.
Unos toques en la puerta, me hicieron levantar la cabeza. ¿Quién podría ser?
El mierda de Cullen. No. Estaba en el despacho continuo, el maldito todavía no se habia marchado. Parecia como si estuviera vigilando si acaba el puto trabajo.
Levanté mi trasero en forma rectacular; ya. Porque no debia de estar de otra manera; y abrí la puerta.
-Bella. Pensaba que ya no estabas.- La presencia de Jake, me hizo emitir una pequeña carcajada.
-Pasa Jake; si quieres. Pero aun no salgo; tengo trabajo para rato. Mi jefe, me ha dado unas horitas extras para la empresa…
-¿Qué es esto?.- Jake se acercó a mi escritorio y miró los papeles cejijunto.
-Mi trabajo.
Su rostro se volvió una mascara de frialdad y me miró de nuevo.
-Son los balances de Shioquin…
-¡Bingo!.- salté.
-Pero esto…. Esto deberías hacerlo hecho con Tanya; es mucho trabajo para ti.
-El jefe no opina lo mismo.- Apunté mi dedo índice hacia el despacho continuo.
-He venido a invitarte a una copa. Nos llevaremos este trabajo a casa. Te ayudaré.
Se sentó en mi mesa y estuvo escribiendo Dios sabe qué en el pc.
Y yo allí parada, como una lela, mirándolo. ¿Habia oído bien?
La puerta del al lado se abrió y Jake, se levantó con una enigmática sonrisa dirigida a mi.
Edward , giró su rostro hacia mi y luego hacia Jake.
Llevaba el maletín en su mano y su chaqueta de empresario inmaculada sobre uno de sus hombros, al entrar, algo en su rostro parecía haber cambiado, pero al ver a Jake su mirada se endureció al mirarnos.
-Jake. ¿Qué haces? ¿Se puede saber?.- su voz, lacerante, me hizo tragar en seco y cerrar los ojos….pobre Jake…
-Edward. Me llevo a Bella a tomar algo. Y no; no te preocupes. Los balances serán presentados para mañana a primera hora. Hermano; creo que es una putada hacerle esto a Bella. Es su primer dia y después de todo, esta muerta de miedo por tu culpa. – Jake se levantó de la mesa.
Caminó hacia Edward y le tocó la espalda, con afecto.
-Venga, Edward. Es una buena chica. Ademas,¿Le podias haber dicho que podia llevarse el trabajo a casa?
Edward, apretó los labios y dejó escapar una sonrisa, algo fingida, si no lo era totalmente.
-No caí en la cuenta.- dijo serio.
Su rostro voló hacia el mio, y algo en mi, dio un vuelco.
Su mirada recorría mis suaves ondas.
Mi rostro.
Mis labios.
Bajé la mirada, completamente turbada y sentí mi cara arder.
-Nos vemos en casa; Jake.- dijo, caminando hacia mi, y pasando de largo para abrir la puerta y cerrarla con algo de fuerza.
Entonces, recopilé información.
Era lenta..muy lenta.
Jake y Edward; eran hermanos…..
Continuará.
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Plugged
domingo, 20 de marzo de 2011
Plugged
P L U G G E D
Capitulo 2
Algo desorientada caminé hacia el ascensor y esperé pacientemente a que se abriera. Una vez que lo hizo me metí dentro de él, oyendo unas fuertes pisadas que caminaban con rapidez hacia la puerta abierta de la cabina del ascensor. Pude ver los ojos del jodido dueño de las Rayban ; luchando por meterse dentro del ascensor. Sonreí y le hice el típico gesto de Fuck, con el dedo; sonriendo de forma muy, muy insolente. Se quedó allí parado; mientras me miraba con ira en los ojos.
-Jodete, maldito gilipollas…aún llego yo antes que tú….
Me sentí fantásticamente bien; con aquel gesto. Diria, incluso que liberada.
Miré como los botoncitos del ascensor iba iluminándose; mientras subia a la planta 3.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ví un gran pasillo que me hizo tragar en seco.
“No, Bella. Nervios, otra vez. No”
El vigilante me miró, interrogante y yo sin despegar mis labios le dí el papel que me habia dado la tal Jane en recepción.
- Bienvenida a Cullen. Ltd, señorita. Siga este pasillo y a la izquierda, pregunte por la señorita Tanya Denalí. Ella le informará de todo.
-Gracias.- le dediqué una sonrisa nerviosa y caminé el largo pasillo, hasta llegar a las indicaciones que me habia dado el agente de seguridad.
La puerta, lacada de un blanco perfecto, me hizo suspirar y bufé, para espantar los males que llevaba en el cuerpo. Rocé con los nudillos ésta y esperé contestación; como un pasmarote.
Los nervios me estaban dando arcadas y volví a a tocar la puerta con un poco mas de fuerza.
-¡Pase!.- una voz ronca y sensual de mujer, me dio valor para girar el pomo de la puerta y abrirla.
Miré aquel pequeño cubículo, lleno de cuadros postmodernos, paredes color butano y estadísticas pegadas a la pared como si fueran obras de arte.
Deparé en la mujer que me observaba entrar, intimidada.
-¿Y usted….es?
Que tal si le dijera ….soy Isabella Swan y no tengo ni idea que hago aquí, y para que he sido empleada…pero no…
Volví a sonreir tímidamente y alcé mi mano para saludarla; una vez que la tuve tan cerca que me pegaba con las caderas en el escritorio que nos separaba.
-Soy Isabella Platt. Tome. Esto me lo han dado en recepcion.
La mujer, extremadamente bella, me hizo un reconocimiento general en un momento y cerré los ojos, nuevamente con aquellas arcadas de nerviosismo palpitándome en el vientre.
-Tienes muy buenas referencias, Isabella. Espero que no nos decepciones….- dijo pensativa, dejando la hoja que yo le habia dado en un lado del escritorio y cogiendo otra.
“¿Buenas referencias? ¡Dios mio, abuelo! ¿En que lio me has metido?
-Gracias.- susurré, muerta de miedo.
-Bien.- Analizó mis ojos, con aquellos suyos de un azul cristalino y me sonrió sinceramente.- Soy Tanya Denali y de momento seras mi asistente.
-Bien, señora.
-No…Por favor, señora no. No lo soy y no quiero serlo por ahora…Ademas, Isabella; no nos llevamos tanta edad de diferencia. Veo aquí que tienes 21 años.
-Bella. Si no le importa. Me gusta que me llamen Bella. Isabella es…demasiado largo.
Me volvió a sonreir.
-Muy bien; Bella. El señor Cullen se está retrasando esta mañana. Cuando lo tenga todo organizado te lo presentaré. Pero mientras tanto quiero que me hagas estos balances y ajustes estas graficas con las de los dos últimos años. En base a esto, haz un lectura estimada de las ganancia de los próximos meses. ¿Te será complicado?
Me habia llevado a un bonito escritorio y ambas, mirábamos la pantalla del ordenador de sobremesa , del que ella abria carpetas; para ubicarme en el programa.
-¿Estas familiarizada con el uso del pc, no?
La miré a los ojos y sonreí.
-Por supuesto.
Me dió un par de golpecitos en la espalda y volvió hacia su mesa. Mientras yo, me quitaba la chaqueta y la ponía cuidadosamente en uno de los percheros de la estancia.
Mis braguitas de la suerte; me la habían dado sin duda. Por lo que podia ver; solamente estaríamos ella y yo, en aquel despacho, y por lo poco que habia hablado con ella, parecía una mujer inteligente y amistosa. No me seria difícil estar ocho o nueve horas allí metida.
Me dispuse a comenzar mi trabajo y de repente un fuerte golpe , hizo que ambas nos miraramos.
Ella por lo visto ya sabia a lo que se debia aquel golpe , y se levantó rápidamente de su silla; para pasar al despacho de al lado; por la puerta que teníamos continúa a él.
Comencé a escuchar una voz que se alzaba y gritaba a Tanya de malas maneras. Recordé a la muchacha de recepción y aquella frase: “Suerte con el ogro.”
Abrí mucho los ojos y trague, llevándome la mano a la garganta.
Las voz del hombre, seguía alzándose y Tanya entró, dando fuertes pisadas y dando un fuerte portazo.
Como si hubiera olvidado que estaba allí comenzó a soltar toda clase improperios.
-Menudo hijo de puta. “No tengo un buen dia”, dice. ¡Como si nosotros lo tuviéramos, teniendo a él de toca cojones”.
Carraspeé de manera involuntaria y ella se giró a mirarme contrariada.
-Se me habia olvidado que estaba ahí. Bella. Lo siento. Pero he de decirte que te prepares para las malas maneras del jefe. Es voluble y bipolar, ósea que abróchate los machos.
Me sentí pequeña y quise volar de allí.
“Abuelo…¿Dónde coño me has metido?”
-¡Tanyaaaaa!.- el grito foribundo del hombre, me hizo dar un respingo y miréde nuevo a Tanya,presa del horror.
Ella se levantó alisándose la falda de tubo que llevaba y caminó tranquilamente, de nuevo hacia el despacho continuo.
Esperé ansiosa y encogida. Parecia que ya no se oian voces. Poco a poco me fui tranquilizando y suspiré entrecortadamente.
Volví a sumergirme en mis tareas y no eché de menos a mi compañera, que parecía no acordarse de volver.
El tiempo se me pasó volando y miré la hora en mi reloj del señor Jack, esperanzada. El estomago ya me rugía y tenia la firme esperanza de volver a ver a mi caballero andante de la Harley. Me reí ante aquel pensamiento.
La puerta contigua al despacho se abrió y ví a Tanya que intentaba acomodarse bien la falda y el cabello.
Alcé una ceja mirando la pantalla con una sonrisilla…”¿Lo habría aplacado, dándole una sesión continua de sexo?” Era ol más obvio…
-Bella, querida. Puedes ir a comer. Hay un restaurant el la planta cinco. Sube hasta allí. Nos veremos.
Me levanté de la silla y ella alzó la mano, en señal de espera.
-Un momento. Espera, que te lo pondré.- Se acercó a mi con una tarjetita plastificada en la que ponía mi nombre.- Necesito que te hagas unas fotos de carnet. Todo ha sido tan rápido… Pero con esto bastará. Nos veremos allá. Corre. Por lo visto has adelantado mucho el trabajo. El señor Cullen estará contento contigo.
“Y si no ya estaras tú para conformarlo”.- pensé.
Rozó levemente sus dedos con mi pecho y nos quedamos mirando un momento a los ojos.
-Vaya, Bella…¿Dónde escondes esas tetas? Nadie diría que las tienes….
Sentí que reventaba literalmente. El ardor de mi cara se hizo presente y las palabras no me salian de la boca. Me aparté delicadamente de ella y notó mi rubor, riéndose de manera ronca.
-Corre, ve a comer algo. – Me miró de una manera que no quise ponerme a analizar en aquellos momentos, y salí de allí asintiendo con la cabeza y cogiendo rápidamente la chaqueta del perchero.
La planta cinco. Al caminar hacia el único ascensor, volví a acordarme del gilipollas de las Rayban y la sonrisa volvió a aparecer en mis labios.
Varias personas esperábamos el elevador y una de ellas carraspeó y me tocó el hombro, algo timida.
-Hola.- giré mi rostro; pero las puertas del elevador se abrieron y un tumulto de gente nos metidos dentro para focalizarnos todos en la planta cinco.- Soy Angela. Tú debes ser la asistente de Direccion. Se ha especulado mucho sobre tu llegada.
Miré a la chica como si me hablara en chino. “Asistente de dirección, ¿Qué coño?”
-No…te equivocas…
La chica sonrió y me señaló la tarjetita que colgaba de mi camisa.
La miré con ojos de autentico terror. “¡Abuelo!”
Y allí ponía. “Isabella Platt. Asistente de dirección Cullen. Ltd.”
Alcé la vista para volver a mirar a la muchacha; pero habia desaparecido, todos habían desaparecido, y yo me habia quedado allí como un pasmarote mirándome la teta y con cara de gilipollas.
Salí corriendo del ascensor; con el temor a que las puertas se volvieran a cerrar y caminé hacia la gran sala de donde se oian una multitud de murmullos y de cubiertos sonando entre si.
Me entró el pánico total, al entrar al comedor y bajé la mirada, sintiéndome completamente violenta.
Creía que todas las miradas estaban clavadas en mi. Y al alzar la vista; pude comprobar que en gran parte mis pensamientos estaban en lo cierto.
-Hola. ¿Isabella, no?.- La voz de un hombre me hizo volverme y sonreir.
Era un chico rubio de ojos azules con cara afable. Guapo y de buena presencia.
-Si.- admití algo azorada.
-Soy Mike Newthon. Encantado de conocerte. ¿Quieres sentarte con nosotros?.- me señaló una mesa alargada donde habia una cara conocida. La chica que me habia hablado antes de quedarme sola en el ascensor.
-Encantada.- le dije.- Si, por supuesto. Ya es bastante malo no conocer a nadie, ósea que gracias por la invitación. Espero no molestaros.
El chico sonrió abiertamente.
-No imagines si quiera que molestas. Ven vamos.- Me ofreció su brazo en cabestrillo y yo lo tomé gustosa.
Caminamos hacia la mesa y la chica llamada Angela, me ofreció una vancante a su lado.
Miré todos los rostros que me miraban impacientes.
--Bueno chicos, ella es Isabella. Él es Tyler, Eric, Jessica, Lauren,Angela.- nos miramos ambas y nos sonreímos.- y yo, bueno ya sabes. Mike.
Les ofrecí a todos ellos la mejor de mis sonrisas
La comida fue amigable; hasta que comenzaron los postres y comenzaron las preguntas sobre mi trabajo.
-¿Y bien que tal el primer dia, Isabella?- la voz nasal de la que se hacia llamar Jessica, irrumpió en mi cerebro como una aguja.
-Bella. Si no os importa. Isabella es demasiado largo.
-Un nombre muy adecuado para ti; sin duda.- la insinuación de Mike no me pasó por alto y me hice la desentendida.
-Bien. Tanya es una buena jefa.- sentencié sin mirarlos.
-¿Jefa?.- la pregunta de Angela tenia un cariz decepcionante.
-Si,claro.- dije mirándola a los ojos.
-Tenemos entendido que ella desempeña el mismo trabajo que has de hacer tú. El señor Cullen necesita varias secretarias de dirección , ósea que tú estas como en un segundo nivel ahora mismo, pero a la larga haras lo mismo que Tanya.
“Ni pensarlo” “Yo no me meteré a aplacar su carácter insoportable”
-Mmmm…- solo pude decir eso. Estaba colapsada.
Mi abuelo me habia metido un lio de aúpa. Seguro que quería que saliese de la empresa con el rabo entre las piernas, acobardada y con unas ganas de estudiar de nuevo tremendas, pues se iba a comer un colín. Haria lo posible por aguantar lo inaguantable.
-¿Has conocido a Edward?.- La voz de Lauren, tenia un deje de malicia, que supe reconocer inmediatamente.
-¿Edward? No. ¿Quién es Edward?.- los miré a todos y se echaron a reir,ante mi falta de compresión.
-El señor Cullen. Por supuesto. Hay algunas que tienen la suficiente confianza con él, como para llamarlo Edward. Bella. Pero creeme que te sentiras mucho mejor contigo misma si sigues llamándolo señor Cullen hasta el final de tus días en la empresa.- Esta habia sido Angela, que miraba a Lauren tajante y con una mueca de desdén en su rostro.
-Ah…no. No lo conozco. Tanya me ha dicho que hoy me lo presentaría…pero no tengo ningunas ansias por conocerlo.- dije sin pensar.
-¡Bella!
Alcé la vista.
-¡Jacob!
Me levanté de la silla a trompicones y dejé descansar en su pecho mi cabeza.
-Princesa. Te dije que daría contigo. – miró a los presentes que observaban la escena atónitos.- Hola chicos, ya veo que habeis hecho lo posible porque Bella se sienta como en casa. Negociaré incentivos.- volvió a mirarme y sonrió.- ¿Vienes a tomar un café a la mesa de los grandes jefes?
No entendí ni papa.
“¿Grandes jefes?” ¿Eso quería decir que él era un pez gordo?
Me temblaron las piernas y él debió notarlo.
-No te inquietes Bella. Yo te cuidaré. Ven.- se separó de mi y me cogió la mano, posesivo, mientras con la otra, se despedia de mis compañeros.
Yo hice lo mismo y marché con él.
Pude ver la cabeza de Tanya ,con aquel cabello suyo largo y rubio rojizo como se movia y gesticulaba con las manos.
Jake me separó una de las sillas e hizo que me sentara caballerosamente.
-No tengas miedo. Aquí nadie se come a nadie…todavía…- susurró en mi oído, mientras se acomodaba a mi lado y me miraba intensamente a los ojos.
-Mira Edward. Aquí está Bella. ¿Dónde te habías metido pequeña? ¿Y Jake, que haces tú con mi Bella?
Alcé la mirada para encontrarme los ojos azules de Tanya y su sonrisa de revista Playboy, luego mis ojos volaron hacia la persona que habia al lado de ella.
“¡Mierda, mierda, mierda, el imbécil de las Rayban!”
Nuestros ojos se encontraron y percibí un destello de odio en sus ojos verdes, inmensos.
-No puedo decir que sea un placer…..- sentenció él con voz grave y apartando la mirada.
-…¿Pero qué…?
Tanya y Jake nos miraban confundidos y yo mantenía la mirada del mamonazo aquel que resulta por habilidades del destino era el ogro de mi jefe.
-Lo mismo digo.- inquirí alzando la barbilla.
Me importaba un bledo el trabajo, el abuelo y la puñetisima madre del cordero. A la mierda Cullen. Ltd y a la mierda todo…
-Vamos Bella. No sabes lo que estas diciendo…- Tanya se habia puesto a mi lado e intentaba sacarme del foco de la discordia.
-No.- corté tajante.- Jake me ha invitado a esta mesa. Y no voy a hacerle un desagravio.
Jake me cogió de la cintura ; en una acto de posesión, algo incoherente y me susurró.
-¿De qué conoces a Edward?
-Él, fue el imbécil que me quitó el taxi.
Jake miró al gilipollas y maldeció entre dientes.
-¿Sabes que vas a tener que trabajar codo con codo con él?.- volvió a susurrarme.
-Me están dando ganas de vomitar; Jake. Sacame de aquí.
Jacob se levantó alzándome de un codo y sin volvernos si quiera nos alejamos de aquella mesa; hacia un lugar desconocido. Otra vez, me habia sacado de un apuro , Mi caballero andante….
Continuará…
Capitulo 2
Algo desorientada caminé hacia el ascensor y esperé pacientemente a que se abriera. Una vez que lo hizo me metí dentro de él, oyendo unas fuertes pisadas que caminaban con rapidez hacia la puerta abierta de la cabina del ascensor. Pude ver los ojos del jodido dueño de las Rayban ; luchando por meterse dentro del ascensor. Sonreí y le hice el típico gesto de Fuck, con el dedo; sonriendo de forma muy, muy insolente. Se quedó allí parado; mientras me miraba con ira en los ojos.
-Jodete, maldito gilipollas…aún llego yo antes que tú….
Me sentí fantásticamente bien; con aquel gesto. Diria, incluso que liberada.
Miré como los botoncitos del ascensor iba iluminándose; mientras subia a la planta 3.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ví un gran pasillo que me hizo tragar en seco.
“No, Bella. Nervios, otra vez. No”
El vigilante me miró, interrogante y yo sin despegar mis labios le dí el papel que me habia dado la tal Jane en recepción.
- Bienvenida a Cullen. Ltd, señorita. Siga este pasillo y a la izquierda, pregunte por la señorita Tanya Denalí. Ella le informará de todo.
-Gracias.- le dediqué una sonrisa nerviosa y caminé el largo pasillo, hasta llegar a las indicaciones que me habia dado el agente de seguridad.
La puerta, lacada de un blanco perfecto, me hizo suspirar y bufé, para espantar los males que llevaba en el cuerpo. Rocé con los nudillos ésta y esperé contestación; como un pasmarote.
Los nervios me estaban dando arcadas y volví a a tocar la puerta con un poco mas de fuerza.
-¡Pase!.- una voz ronca y sensual de mujer, me dio valor para girar el pomo de la puerta y abrirla.
Miré aquel pequeño cubículo, lleno de cuadros postmodernos, paredes color butano y estadísticas pegadas a la pared como si fueran obras de arte.
Deparé en la mujer que me observaba entrar, intimidada.
-¿Y usted….es?
Que tal si le dijera ….soy Isabella Swan y no tengo ni idea que hago aquí, y para que he sido empleada…pero no…
Volví a sonreir tímidamente y alcé mi mano para saludarla; una vez que la tuve tan cerca que me pegaba con las caderas en el escritorio que nos separaba.
-Soy Isabella Platt. Tome. Esto me lo han dado en recepcion.
La mujer, extremadamente bella, me hizo un reconocimiento general en un momento y cerré los ojos, nuevamente con aquellas arcadas de nerviosismo palpitándome en el vientre.
-Tienes muy buenas referencias, Isabella. Espero que no nos decepciones….- dijo pensativa, dejando la hoja que yo le habia dado en un lado del escritorio y cogiendo otra.
“¿Buenas referencias? ¡Dios mio, abuelo! ¿En que lio me has metido?
-Gracias.- susurré, muerta de miedo.
-Bien.- Analizó mis ojos, con aquellos suyos de un azul cristalino y me sonrió sinceramente.- Soy Tanya Denali y de momento seras mi asistente.
-Bien, señora.
-No…Por favor, señora no. No lo soy y no quiero serlo por ahora…Ademas, Isabella; no nos llevamos tanta edad de diferencia. Veo aquí que tienes 21 años.
-Bella. Si no le importa. Me gusta que me llamen Bella. Isabella es…demasiado largo.
Me volvió a sonreir.
-Muy bien; Bella. El señor Cullen se está retrasando esta mañana. Cuando lo tenga todo organizado te lo presentaré. Pero mientras tanto quiero que me hagas estos balances y ajustes estas graficas con las de los dos últimos años. En base a esto, haz un lectura estimada de las ganancia de los próximos meses. ¿Te será complicado?
Me habia llevado a un bonito escritorio y ambas, mirábamos la pantalla del ordenador de sobremesa , del que ella abria carpetas; para ubicarme en el programa.
-¿Estas familiarizada con el uso del pc, no?
La miré a los ojos y sonreí.
-Por supuesto.
Me dió un par de golpecitos en la espalda y volvió hacia su mesa. Mientras yo, me quitaba la chaqueta y la ponía cuidadosamente en uno de los percheros de la estancia.
Mis braguitas de la suerte; me la habían dado sin duda. Por lo que podia ver; solamente estaríamos ella y yo, en aquel despacho, y por lo poco que habia hablado con ella, parecía una mujer inteligente y amistosa. No me seria difícil estar ocho o nueve horas allí metida.
Me dispuse a comenzar mi trabajo y de repente un fuerte golpe , hizo que ambas nos miraramos.
Ella por lo visto ya sabia a lo que se debia aquel golpe , y se levantó rápidamente de su silla; para pasar al despacho de al lado; por la puerta que teníamos continúa a él.
Comencé a escuchar una voz que se alzaba y gritaba a Tanya de malas maneras. Recordé a la muchacha de recepción y aquella frase: “Suerte con el ogro.”
Abrí mucho los ojos y trague, llevándome la mano a la garganta.
Las voz del hombre, seguía alzándose y Tanya entró, dando fuertes pisadas y dando un fuerte portazo.
Como si hubiera olvidado que estaba allí comenzó a soltar toda clase improperios.
-Menudo hijo de puta. “No tengo un buen dia”, dice. ¡Como si nosotros lo tuviéramos, teniendo a él de toca cojones”.
Carraspeé de manera involuntaria y ella se giró a mirarme contrariada.
-Se me habia olvidado que estaba ahí. Bella. Lo siento. Pero he de decirte que te prepares para las malas maneras del jefe. Es voluble y bipolar, ósea que abróchate los machos.
Me sentí pequeña y quise volar de allí.
“Abuelo…¿Dónde coño me has metido?”
-¡Tanyaaaaa!.- el grito foribundo del hombre, me hizo dar un respingo y miréde nuevo a Tanya,presa del horror.
Ella se levantó alisándose la falda de tubo que llevaba y caminó tranquilamente, de nuevo hacia el despacho continuo.
Esperé ansiosa y encogida. Parecia que ya no se oian voces. Poco a poco me fui tranquilizando y suspiré entrecortadamente.
Volví a sumergirme en mis tareas y no eché de menos a mi compañera, que parecía no acordarse de volver.
El tiempo se me pasó volando y miré la hora en mi reloj del señor Jack, esperanzada. El estomago ya me rugía y tenia la firme esperanza de volver a ver a mi caballero andante de la Harley. Me reí ante aquel pensamiento.
La puerta contigua al despacho se abrió y ví a Tanya que intentaba acomodarse bien la falda y el cabello.
Alcé una ceja mirando la pantalla con una sonrisilla…”¿Lo habría aplacado, dándole una sesión continua de sexo?” Era ol más obvio…
-Bella, querida. Puedes ir a comer. Hay un restaurant el la planta cinco. Sube hasta allí. Nos veremos.
Me levanté de la silla y ella alzó la mano, en señal de espera.
-Un momento. Espera, que te lo pondré.- Se acercó a mi con una tarjetita plastificada en la que ponía mi nombre.- Necesito que te hagas unas fotos de carnet. Todo ha sido tan rápido… Pero con esto bastará. Nos veremos allá. Corre. Por lo visto has adelantado mucho el trabajo. El señor Cullen estará contento contigo.
“Y si no ya estaras tú para conformarlo”.- pensé.
Rozó levemente sus dedos con mi pecho y nos quedamos mirando un momento a los ojos.
-Vaya, Bella…¿Dónde escondes esas tetas? Nadie diría que las tienes….
Sentí que reventaba literalmente. El ardor de mi cara se hizo presente y las palabras no me salian de la boca. Me aparté delicadamente de ella y notó mi rubor, riéndose de manera ronca.
-Corre, ve a comer algo. – Me miró de una manera que no quise ponerme a analizar en aquellos momentos, y salí de allí asintiendo con la cabeza y cogiendo rápidamente la chaqueta del perchero.
La planta cinco. Al caminar hacia el único ascensor, volví a acordarme del gilipollas de las Rayban y la sonrisa volvió a aparecer en mis labios.
Varias personas esperábamos el elevador y una de ellas carraspeó y me tocó el hombro, algo timida.
-Hola.- giré mi rostro; pero las puertas del elevador se abrieron y un tumulto de gente nos metidos dentro para focalizarnos todos en la planta cinco.- Soy Angela. Tú debes ser la asistente de Direccion. Se ha especulado mucho sobre tu llegada.
Miré a la chica como si me hablara en chino. “Asistente de dirección, ¿Qué coño?”
-No…te equivocas…
La chica sonrió y me señaló la tarjetita que colgaba de mi camisa.
La miré con ojos de autentico terror. “¡Abuelo!”
Y allí ponía. “Isabella Platt. Asistente de dirección Cullen. Ltd.”
Alcé la vista para volver a mirar a la muchacha; pero habia desaparecido, todos habían desaparecido, y yo me habia quedado allí como un pasmarote mirándome la teta y con cara de gilipollas.
Salí corriendo del ascensor; con el temor a que las puertas se volvieran a cerrar y caminé hacia la gran sala de donde se oian una multitud de murmullos y de cubiertos sonando entre si.
Me entró el pánico total, al entrar al comedor y bajé la mirada, sintiéndome completamente violenta.
Creía que todas las miradas estaban clavadas en mi. Y al alzar la vista; pude comprobar que en gran parte mis pensamientos estaban en lo cierto.
-Hola. ¿Isabella, no?.- La voz de un hombre me hizo volverme y sonreir.
Era un chico rubio de ojos azules con cara afable. Guapo y de buena presencia.
-Si.- admití algo azorada.
-Soy Mike Newthon. Encantado de conocerte. ¿Quieres sentarte con nosotros?.- me señaló una mesa alargada donde habia una cara conocida. La chica que me habia hablado antes de quedarme sola en el ascensor.
-Encantada.- le dije.- Si, por supuesto. Ya es bastante malo no conocer a nadie, ósea que gracias por la invitación. Espero no molestaros.
El chico sonrió abiertamente.
-No imagines si quiera que molestas. Ven vamos.- Me ofreció su brazo en cabestrillo y yo lo tomé gustosa.
Caminamos hacia la mesa y la chica llamada Angela, me ofreció una vancante a su lado.
Miré todos los rostros que me miraban impacientes.
--Bueno chicos, ella es Isabella. Él es Tyler, Eric, Jessica, Lauren,Angela.- nos miramos ambas y nos sonreímos.- y yo, bueno ya sabes. Mike.
Les ofrecí a todos ellos la mejor de mis sonrisas
La comida fue amigable; hasta que comenzaron los postres y comenzaron las preguntas sobre mi trabajo.
-¿Y bien que tal el primer dia, Isabella?- la voz nasal de la que se hacia llamar Jessica, irrumpió en mi cerebro como una aguja.
-Bella. Si no os importa. Isabella es demasiado largo.
-Un nombre muy adecuado para ti; sin duda.- la insinuación de Mike no me pasó por alto y me hice la desentendida.
-Bien. Tanya es una buena jefa.- sentencié sin mirarlos.
-¿Jefa?.- la pregunta de Angela tenia un cariz decepcionante.
-Si,claro.- dije mirándola a los ojos.
-Tenemos entendido que ella desempeña el mismo trabajo que has de hacer tú. El señor Cullen necesita varias secretarias de dirección , ósea que tú estas como en un segundo nivel ahora mismo, pero a la larga haras lo mismo que Tanya.
“Ni pensarlo” “Yo no me meteré a aplacar su carácter insoportable”
-Mmmm…- solo pude decir eso. Estaba colapsada.
Mi abuelo me habia metido un lio de aúpa. Seguro que quería que saliese de la empresa con el rabo entre las piernas, acobardada y con unas ganas de estudiar de nuevo tremendas, pues se iba a comer un colín. Haria lo posible por aguantar lo inaguantable.
-¿Has conocido a Edward?.- La voz de Lauren, tenia un deje de malicia, que supe reconocer inmediatamente.
-¿Edward? No. ¿Quién es Edward?.- los miré a todos y se echaron a reir,ante mi falta de compresión.
-El señor Cullen. Por supuesto. Hay algunas que tienen la suficiente confianza con él, como para llamarlo Edward. Bella. Pero creeme que te sentiras mucho mejor contigo misma si sigues llamándolo señor Cullen hasta el final de tus días en la empresa.- Esta habia sido Angela, que miraba a Lauren tajante y con una mueca de desdén en su rostro.
-Ah…no. No lo conozco. Tanya me ha dicho que hoy me lo presentaría…pero no tengo ningunas ansias por conocerlo.- dije sin pensar.
-¡Bella!
Alcé la vista.
-¡Jacob!
Me levanté de la silla a trompicones y dejé descansar en su pecho mi cabeza.
-Princesa. Te dije que daría contigo. – miró a los presentes que observaban la escena atónitos.- Hola chicos, ya veo que habeis hecho lo posible porque Bella se sienta como en casa. Negociaré incentivos.- volvió a mirarme y sonrió.- ¿Vienes a tomar un café a la mesa de los grandes jefes?
No entendí ni papa.
“¿Grandes jefes?” ¿Eso quería decir que él era un pez gordo?
Me temblaron las piernas y él debió notarlo.
-No te inquietes Bella. Yo te cuidaré. Ven.- se separó de mi y me cogió la mano, posesivo, mientras con la otra, se despedia de mis compañeros.
Yo hice lo mismo y marché con él.
Pude ver la cabeza de Tanya ,con aquel cabello suyo largo y rubio rojizo como se movia y gesticulaba con las manos.
Jake me separó una de las sillas e hizo que me sentara caballerosamente.
-No tengas miedo. Aquí nadie se come a nadie…todavía…- susurró en mi oído, mientras se acomodaba a mi lado y me miraba intensamente a los ojos.
-Mira Edward. Aquí está Bella. ¿Dónde te habías metido pequeña? ¿Y Jake, que haces tú con mi Bella?
Alcé la mirada para encontrarme los ojos azules de Tanya y su sonrisa de revista Playboy, luego mis ojos volaron hacia la persona que habia al lado de ella.
“¡Mierda, mierda, mierda, el imbécil de las Rayban!”
Nuestros ojos se encontraron y percibí un destello de odio en sus ojos verdes, inmensos.
-No puedo decir que sea un placer…..- sentenció él con voz grave y apartando la mirada.
-…¿Pero qué…?
Tanya y Jake nos miraban confundidos y yo mantenía la mirada del mamonazo aquel que resulta por habilidades del destino era el ogro de mi jefe.
-Lo mismo digo.- inquirí alzando la barbilla.
Me importaba un bledo el trabajo, el abuelo y la puñetisima madre del cordero. A la mierda Cullen. Ltd y a la mierda todo…
-Vamos Bella. No sabes lo que estas diciendo…- Tanya se habia puesto a mi lado e intentaba sacarme del foco de la discordia.
-No.- corté tajante.- Jake me ha invitado a esta mesa. Y no voy a hacerle un desagravio.
Jake me cogió de la cintura ; en una acto de posesión, algo incoherente y me susurró.
-¿De qué conoces a Edward?
-Él, fue el imbécil que me quitó el taxi.
Jake miró al gilipollas y maldeció entre dientes.
-¿Sabes que vas a tener que trabajar codo con codo con él?.- volvió a susurrarme.
-Me están dando ganas de vomitar; Jake. Sacame de aquí.
Jacob se levantó alzándome de un codo y sin volvernos si quiera nos alejamos de aquella mesa; hacia un lugar desconocido. Otra vez, me habia sacado de un apuro , Mi caballero andante….
Continuará…
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viernes, 18 de marzo de 2011
THE PRIEST
THE PRIEST
CAPITULO 2
-La música de violin, es preciosa. Bella. No deberías negarte a ir a esas clases.- Charlie, miraba a su hija con desaprobación.
Bella estaba creciendo demasiado rápido y tanto ella como Esme, no podían tomar la riendas de la vida de ésta.
Despues de que Edward la comulgara. Todo pasó extrañamente rápido.
Aro, Zafrina y la hija de estos: Rosalie. Pasaban interminables tarde en su casa. Acompañando a Bella…Despues, Esme fue uniéndose al grupo y de allí al enamoramiento y el casamiento de ella y Charlie solo pasaron unos cuantos meses.
Forks, era localidad demasiado pequeña y aquello fue un hecho que conmocionó al pueblo. Ya que el jefe de Policia Swan, hacia relativamente poco tiempo que era viudo.
Bella llevó bien aquello; hasta el punto de estar feliz. Esme le recordaba a su madre y era tan cariñosa y protectora, que se sentía segura entre sus brazos.
Los años pasaron; tan fugaces como pasó todo.
Y ahora en la actualidad, tenían que lidiar con una adolescente que su palabra favorita era “no” para todo.
Bella miraba a su padre enfurruñada; haciendo un mohín, propiedad de Alice Cullen.
-Ya hablé con Esme. Papá no quiero ni oir hablar del violin. Es amargante. Cada vez que oigo a Rosalie tocarlo me da depresión..
-¿Rosalie? Tengo entendido que Rosalie toca el piano igual que Edward.- Charlie miró a su hija interrogante.
-Tambien toca el violin, papá. Los Cullen-Vulturi son perfectos. No como tu común hija. Te estas acostumbrando demasido a sus perfecciones. ¿Recuerdas? .- Bella señaló las venas de sus brazos.- Yo no llevo sangre Cullen; soy una Swan- Dwyer.
-¡Oh Bella!.- Charlie se llevó las manos a la cabeza.
-De oh Bella; nada, papá. Llevo razón.
-De acuerdo.-claudicó. -¿Con el instituto te basta?
-Por supuesto. Ya tengo que lidiar con varias materias y calentarme la cabeza con eso. ¿Qué quieres meterme clases extraescolares? ¿Quieres agotar mi escasa vida social?
-Eres muy joven para tener vida social.- sentenció Charlie, serio.
-¡Venga papá! Todas mis amigas salen a Port Angeles, han tenido algún noviete o se han ido de farra alguna vez. Yo soy santa Bella..creo que ya hay hasta cachondeito con eso.
-¿Y Rosalie?
Bella permaneció callada.
Rosalie…¡menudo puton estaba hecho! Se las daba de niña buena; pero en cuanto tenia oportunidad, se largaba con el coche a alguna discoteca y se tiraba al primero que se le ponía a tiro.
-Yo no soy Rosalie.
-Pues me gustaría que fueras como ella.
Bella se echó la mano al vientre y estalló en carcajadas.
-¿En serio papá? ¿Te gustaría que fuera como Rose? ¡No gracias! Me quiero mucho. Y mi madre me inculcó valores….
-¿Qué quieres decir?.- Charlie alzó una ceja interrogante, y Bella se llevó la mano a la boca algo angustiada. Quizas habia hablado de más, o quizás su padre tenia una venda en los ojos igual que todos los de su familia.
Charlie bajó la mirada y se llevó la mano a la cara; acarició su incipiente barba y miró a su hija por enésima vez.
Isabella ya no era una niña. Su cabello con una mezcla extraña. Algo parecída al caoba; pero predomindando el castaño heredado por su madre; era un marco delicioso en aquel conjunto de su rostro.
Ojos chocolates; profundos e hipnoticos, mejillas sonrosadas, nariz algo respingona y aquella boca sutilmente provocadora….A Charlie le daba dolor de cabeza.
A veces intentaba no mirar la realidad. Queria seguir viéndola como una niña…como la niña que se agarraba a sus piernas cuando llegaba de un duro dia de trabajo.
-Nada, papá. Cambiando de tema.- Bella cruzó los dedos para que el tema quedara zanjado y se dirigió a la cocina en busca de Esme.
Caminó mirando sus bonitas zapatillas nuevas regalo de Edward. Eran muy bonitas; pero algo infantiles para su edad.
-Bella… ¿Qué haces aquí? ¿ No te ha dicho tu padre que tenemos visita esta noche?
Bella miró a Esme confundida y negó con la cabeza alzando las cejas.
-¡Dios mio! Mira que se lo dije. Edward, ha recibido visita en su casa. Un amigo de adolescencia.
-¿Y?.- Bella no cabia en si de asombro. ¿A que venían tantos nervios?
Esme se acercó a Bella con una sonrisa picara en el rostro y le susurró con la pala llena de harina en la mano.
-No es sacerdote Bella…
Bella miró a su madrastra con una sonrisa deslumbrante. Le dio dos fuertes besos y subió las escaleras como alma que lleva al diablo.
-¿Qué pasa, Donde vas con esas prisas?.- Charlie gritó al ver a su hija, correr zumbando escaleras arriba.
-¡Me voy a preparar para la visita!
Charlie bufó y fue hacia la cocina para recriminar a su mujer.
-Se lo has dicho…
Esme caminó hacia él; que estaba apostado en el umbral de la puerta.
-Tienes que aceptar la realidad… Bella ya tienes 17 años; pronto cumplirá 18. ¿Qué esperas? ¿Tenerla metida en una urna de cristal de por vida?.- le dio un suave beso en los labios y suspiró.- Entre tú y mi hijo, no dejais que Bella sea una chica normal.
-Rosalie también lo es y no pasa nada.
Esme miró a su marido con desaprobación.
-¿Rosalie?...Charlie..tu hija vale cien mil veces mas que mi sobrina…estas tan ciego como Aro y Zafrina, que creen tener a la hija perfecta.
Charlie hizo un gesto severo e invitó a Esme a proseguir.
-Mira; sé de muy buena tinta que Rosalie tiene escapadas nocturnas. No te engañes mi amor. Detrás de ese dulce rostro lleno de rizos rubios se encuentra un devoradora de hombres en potencia.
Charlie formó una perfecta “o” con su boca y Esme la cerró de un golpecito.
-Si; si…no pongas esa cara. Tu hija es una chica modelo. Es más, creo que hasta lo es demasiado. Cuando salga del cascaron será demasiado mayor y le van a dar mas palos que pelos tiene en la cabeza.
Charlie se revolvió el cabello intranquilo. Hábito que habia cogió de su hijastro Edward.
-¿Y entonces amor, que hago?
-Debes darle su espacio. Dejarla crecer…..y también se lo diré a Edward. Esta empecinado con ella…..”Vigila a Bella. No le pierdas de ojo, es demasiado hermosa para dejarla sola, cuidado con los chicos que rondan a Bella…..” Es increíble ¡Vaya dos!
Charlie sonrió, recordando a Edward.
-Es normal. La quiere como su hermano mayor. Piensa que le lleva muchos años y saben como piensan los hombres; porque aunque nos olvidemos de eso…él también lo es.
La cara de Esme se transformó en una mascara adusta .
Edward…
Nunca debió permitir que se preparara para el sacerdocio.
Su hijo estaba teniendo serios problemas últimamente con ello. Y no lo culpaba.
Era un hombre. Tal y como habia dicho Charlie, y ella no se habia olvidado de ello.
Edward intentaba por todos los medios de camuflar aquel sentimiento que creía perverso; pero sus instintos de hombre, a veces , eran demasiado evidentes para ella.
Nunca le habia sugerido nada. Pero ella habia observado sus miradas; hablaban por si mismas….
La pena la corroía. Su hijo se habia enamorado perdidamente de aquella muchachita de ojos chocolates, y solamente ella se habia dado cuenta del secreto que él, albergaba en su corazón.
-¿Qué te ocurre, querida?.- Charlie le acarició el rostro y cogió unas de sus manos, besándola.
-Nada. Ahora deja que termine de hacer el pastel preferido de Edward. No se prodiga mucho por casa y quiero darle una buena sorpresa.
Charlie sonrió y se alejó para ponerse uno de los delantales que colgaban del perchero de la puerta.
-Soy mal respostero. Pero me encantaría ayudarte.
Esme sonrió y besó a su esposo con adoración.
-Yo te enseñaré.
……………………………………………………………………………………
-La verdad Edward. No sé como te las apañas. Cuando eramos adolescentes, eras tú el que te llevabas las chicas de calle. – Emmet bebió de la copa que sostenía y volvió a mirar a su amigo, que se habia quitado la sotana y vestia común y corriente.
-La llamada de Dios. Emmet. La llamada de Dios.- Edward, le quitó la copa de las manos y su amigo alzó las cejas interrogante.- Vamos, ¿No querras hacer esperar a Esme? Ya sabes que la puntualidad es lo suyo. Ósea que levanta de ese sillón, que nos vamos.
-¿Cojeremos tu coche?.- Emmet se levantó y caminó detrás de su amigo.
-Si.
Edward frunció las cejas; Hacia días que no habia ido a ver a su madre.
Y cuando lo hacia; procuraba que fueran horas lectivas para no encontrarse con la tentación de su mal: Isabella Swan.
La última vez que la vió fue de lejos, en la puerta del instituto. Él pasaba por allí con su coche y la divisó hablando con el hijo de los Newthon.
Al chico se le caia la baba literalmente por la chica y la pobre de Bella no se daba ni cuenta.
Aquel dia, de camino a Seattle, se paró en una bonita zapatería y le compró unas conversse negras; sus favoritas; cuando era mas pequeña.
Se las llevó al dia siguiente cuando ella no estaba en casa.
La voz de Emmet lo sacó de sus cavilaciones.
-Ya sé que no he de preguntarte a ti estas cosas…¿Pero hay alguna mujer que merezca la pena por estos lares? Desde que me dejó Claire, no me como un rosco…y después de todo voy a establecerme en este pueblo…
- ¿Quieres asentarte o quieres ir de flor en flor?.- Emmet no comprendió las palabras de su amigo y le miró interrogante.- Si quieres una arpía con la que acostarte sin consideración, sé quien te puede ser ultil y si quieres una novia que lleves al altar…
-Pues si estas bien enterado de todo…
-Soy sacerdote. Y los secretos de confension son lo mio.
Emmet se carcajeó y miró por el rabillo del ojo a su amigo.
-¿Oye tú nunca…ya sabes, no has sentido la tentación del ser mas hermoso del mundo; ya sabes: la mujer?
Edward apretó muy fuerte el volante y los nudillos se le pusieron blancos.
Emmet comprendió el gesto y procuró ignorarlo.
Se pararon frente a la casa de Charlie Swan, el buen hombre que habia conseguido que su mamá volviese a sonreir.
-Llegamos.- dijo serio, y tragando la saliva que se agolpaba en su garganta.
Bajaron los dos a la vez y tocaron a la puerta esperando que su mamá abriese.
Un silbido escapó de los labios de Emmet.
Edward alzó la vista para encontrarse con una de las maravillas del mundo: Isabella Swan.
Continuará.
CAPITULO 2
-La música de violin, es preciosa. Bella. No deberías negarte a ir a esas clases.- Charlie, miraba a su hija con desaprobación.
Bella estaba creciendo demasiado rápido y tanto ella como Esme, no podían tomar la riendas de la vida de ésta.
Despues de que Edward la comulgara. Todo pasó extrañamente rápido.
Aro, Zafrina y la hija de estos: Rosalie. Pasaban interminables tarde en su casa. Acompañando a Bella…Despues, Esme fue uniéndose al grupo y de allí al enamoramiento y el casamiento de ella y Charlie solo pasaron unos cuantos meses.
Forks, era localidad demasiado pequeña y aquello fue un hecho que conmocionó al pueblo. Ya que el jefe de Policia Swan, hacia relativamente poco tiempo que era viudo.
Bella llevó bien aquello; hasta el punto de estar feliz. Esme le recordaba a su madre y era tan cariñosa y protectora, que se sentía segura entre sus brazos.
Los años pasaron; tan fugaces como pasó todo.
Y ahora en la actualidad, tenían que lidiar con una adolescente que su palabra favorita era “no” para todo.
Bella miraba a su padre enfurruñada; haciendo un mohín, propiedad de Alice Cullen.
-Ya hablé con Esme. Papá no quiero ni oir hablar del violin. Es amargante. Cada vez que oigo a Rosalie tocarlo me da depresión..
-¿Rosalie? Tengo entendido que Rosalie toca el piano igual que Edward.- Charlie miró a su hija interrogante.
-Tambien toca el violin, papá. Los Cullen-Vulturi son perfectos. No como tu común hija. Te estas acostumbrando demasido a sus perfecciones. ¿Recuerdas? .- Bella señaló las venas de sus brazos.- Yo no llevo sangre Cullen; soy una Swan- Dwyer.
-¡Oh Bella!.- Charlie se llevó las manos a la cabeza.
-De oh Bella; nada, papá. Llevo razón.
-De acuerdo.-claudicó. -¿Con el instituto te basta?
-Por supuesto. Ya tengo que lidiar con varias materias y calentarme la cabeza con eso. ¿Qué quieres meterme clases extraescolares? ¿Quieres agotar mi escasa vida social?
-Eres muy joven para tener vida social.- sentenció Charlie, serio.
-¡Venga papá! Todas mis amigas salen a Port Angeles, han tenido algún noviete o se han ido de farra alguna vez. Yo soy santa Bella..creo que ya hay hasta cachondeito con eso.
-¿Y Rosalie?
Bella permaneció callada.
Rosalie…¡menudo puton estaba hecho! Se las daba de niña buena; pero en cuanto tenia oportunidad, se largaba con el coche a alguna discoteca y se tiraba al primero que se le ponía a tiro.
-Yo no soy Rosalie.
-Pues me gustaría que fueras como ella.
Bella se echó la mano al vientre y estalló en carcajadas.
-¿En serio papá? ¿Te gustaría que fuera como Rose? ¡No gracias! Me quiero mucho. Y mi madre me inculcó valores….
-¿Qué quieres decir?.- Charlie alzó una ceja interrogante, y Bella se llevó la mano a la boca algo angustiada. Quizas habia hablado de más, o quizás su padre tenia una venda en los ojos igual que todos los de su familia.
Charlie bajó la mirada y se llevó la mano a la cara; acarició su incipiente barba y miró a su hija por enésima vez.
Isabella ya no era una niña. Su cabello con una mezcla extraña. Algo parecída al caoba; pero predomindando el castaño heredado por su madre; era un marco delicioso en aquel conjunto de su rostro.
Ojos chocolates; profundos e hipnoticos, mejillas sonrosadas, nariz algo respingona y aquella boca sutilmente provocadora….A Charlie le daba dolor de cabeza.
A veces intentaba no mirar la realidad. Queria seguir viéndola como una niña…como la niña que se agarraba a sus piernas cuando llegaba de un duro dia de trabajo.
-Nada, papá. Cambiando de tema.- Bella cruzó los dedos para que el tema quedara zanjado y se dirigió a la cocina en busca de Esme.
Caminó mirando sus bonitas zapatillas nuevas regalo de Edward. Eran muy bonitas; pero algo infantiles para su edad.
-Bella… ¿Qué haces aquí? ¿ No te ha dicho tu padre que tenemos visita esta noche?
Bella miró a Esme confundida y negó con la cabeza alzando las cejas.
-¡Dios mio! Mira que se lo dije. Edward, ha recibido visita en su casa. Un amigo de adolescencia.
-¿Y?.- Bella no cabia en si de asombro. ¿A que venían tantos nervios?
Esme se acercó a Bella con una sonrisa picara en el rostro y le susurró con la pala llena de harina en la mano.
-No es sacerdote Bella…
Bella miró a su madrastra con una sonrisa deslumbrante. Le dio dos fuertes besos y subió las escaleras como alma que lleva al diablo.
-¿Qué pasa, Donde vas con esas prisas?.- Charlie gritó al ver a su hija, correr zumbando escaleras arriba.
-¡Me voy a preparar para la visita!
Charlie bufó y fue hacia la cocina para recriminar a su mujer.
-Se lo has dicho…
Esme caminó hacia él; que estaba apostado en el umbral de la puerta.
-Tienes que aceptar la realidad… Bella ya tienes 17 años; pronto cumplirá 18. ¿Qué esperas? ¿Tenerla metida en una urna de cristal de por vida?.- le dio un suave beso en los labios y suspiró.- Entre tú y mi hijo, no dejais que Bella sea una chica normal.
-Rosalie también lo es y no pasa nada.
Esme miró a su marido con desaprobación.
-¿Rosalie?...Charlie..tu hija vale cien mil veces mas que mi sobrina…estas tan ciego como Aro y Zafrina, que creen tener a la hija perfecta.
Charlie hizo un gesto severo e invitó a Esme a proseguir.
-Mira; sé de muy buena tinta que Rosalie tiene escapadas nocturnas. No te engañes mi amor. Detrás de ese dulce rostro lleno de rizos rubios se encuentra un devoradora de hombres en potencia.
Charlie formó una perfecta “o” con su boca y Esme la cerró de un golpecito.
-Si; si…no pongas esa cara. Tu hija es una chica modelo. Es más, creo que hasta lo es demasiado. Cuando salga del cascaron será demasiado mayor y le van a dar mas palos que pelos tiene en la cabeza.
Charlie se revolvió el cabello intranquilo. Hábito que habia cogió de su hijastro Edward.
-¿Y entonces amor, que hago?
-Debes darle su espacio. Dejarla crecer…..y también se lo diré a Edward. Esta empecinado con ella…..”Vigila a Bella. No le pierdas de ojo, es demasiado hermosa para dejarla sola, cuidado con los chicos que rondan a Bella…..” Es increíble ¡Vaya dos!
Charlie sonrió, recordando a Edward.
-Es normal. La quiere como su hermano mayor. Piensa que le lleva muchos años y saben como piensan los hombres; porque aunque nos olvidemos de eso…él también lo es.
La cara de Esme se transformó en una mascara adusta .
Edward…
Nunca debió permitir que se preparara para el sacerdocio.
Su hijo estaba teniendo serios problemas últimamente con ello. Y no lo culpaba.
Era un hombre. Tal y como habia dicho Charlie, y ella no se habia olvidado de ello.
Edward intentaba por todos los medios de camuflar aquel sentimiento que creía perverso; pero sus instintos de hombre, a veces , eran demasiado evidentes para ella.
Nunca le habia sugerido nada. Pero ella habia observado sus miradas; hablaban por si mismas….
La pena la corroía. Su hijo se habia enamorado perdidamente de aquella muchachita de ojos chocolates, y solamente ella se habia dado cuenta del secreto que él, albergaba en su corazón.
-¿Qué te ocurre, querida?.- Charlie le acarició el rostro y cogió unas de sus manos, besándola.
-Nada. Ahora deja que termine de hacer el pastel preferido de Edward. No se prodiga mucho por casa y quiero darle una buena sorpresa.
Charlie sonrió y se alejó para ponerse uno de los delantales que colgaban del perchero de la puerta.
-Soy mal respostero. Pero me encantaría ayudarte.
Esme sonrió y besó a su esposo con adoración.
-Yo te enseñaré.
……………………………………………………………………………………
-La verdad Edward. No sé como te las apañas. Cuando eramos adolescentes, eras tú el que te llevabas las chicas de calle. – Emmet bebió de la copa que sostenía y volvió a mirar a su amigo, que se habia quitado la sotana y vestia común y corriente.
-La llamada de Dios. Emmet. La llamada de Dios.- Edward, le quitó la copa de las manos y su amigo alzó las cejas interrogante.- Vamos, ¿No querras hacer esperar a Esme? Ya sabes que la puntualidad es lo suyo. Ósea que levanta de ese sillón, que nos vamos.
-¿Cojeremos tu coche?.- Emmet se levantó y caminó detrás de su amigo.
-Si.
Edward frunció las cejas; Hacia días que no habia ido a ver a su madre.
Y cuando lo hacia; procuraba que fueran horas lectivas para no encontrarse con la tentación de su mal: Isabella Swan.
La última vez que la vió fue de lejos, en la puerta del instituto. Él pasaba por allí con su coche y la divisó hablando con el hijo de los Newthon.
Al chico se le caia la baba literalmente por la chica y la pobre de Bella no se daba ni cuenta.
Aquel dia, de camino a Seattle, se paró en una bonita zapatería y le compró unas conversse negras; sus favoritas; cuando era mas pequeña.
Se las llevó al dia siguiente cuando ella no estaba en casa.
La voz de Emmet lo sacó de sus cavilaciones.
-Ya sé que no he de preguntarte a ti estas cosas…¿Pero hay alguna mujer que merezca la pena por estos lares? Desde que me dejó Claire, no me como un rosco…y después de todo voy a establecerme en este pueblo…
- ¿Quieres asentarte o quieres ir de flor en flor?.- Emmet no comprendió las palabras de su amigo y le miró interrogante.- Si quieres una arpía con la que acostarte sin consideración, sé quien te puede ser ultil y si quieres una novia que lleves al altar…
-Pues si estas bien enterado de todo…
-Soy sacerdote. Y los secretos de confension son lo mio.
Emmet se carcajeó y miró por el rabillo del ojo a su amigo.
-¿Oye tú nunca…ya sabes, no has sentido la tentación del ser mas hermoso del mundo; ya sabes: la mujer?
Edward apretó muy fuerte el volante y los nudillos se le pusieron blancos.
Emmet comprendió el gesto y procuró ignorarlo.
Se pararon frente a la casa de Charlie Swan, el buen hombre que habia conseguido que su mamá volviese a sonreir.
-Llegamos.- dijo serio, y tragando la saliva que se agolpaba en su garganta.
Bajaron los dos a la vez y tocaron a la puerta esperando que su mamá abriese.
Un silbido escapó de los labios de Emmet.
Edward alzó la vista para encontrarse con una de las maravillas del mundo: Isabella Swan.
Continuará.
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The Priest
miércoles, 16 de marzo de 2011
Plugged
esta historia puede tener lenguaje vulgar y malsonante. Ademas de escenas de sexo explicito. Si no eres una persona completamente formada. Te ruego que no lo leas.
Los personajes no son míos.
La historia es una loca idea mia.
Sistercullen.
“Enchufada”, eres una maldita “enchufada, Isabella Swan.
¡Bufff! Así de culpable me sentía al comenzar a ducharme aquella mañana, para ir a mi recién adquirido puesto de trabajo.
Llevaba como unos dos años en paro; antes de que este trabajo habia hecho algunas cosas esporádicas; pero aquello no era suficiente para mi delicada situación.
El abuelo me pasaba una escasa pensión para poder pagar el alquiler del apartamento donde vivia; bueno más bien el mini apartamento. Y con aquello podia comprar comida para el resto del mes…y poco más.
Mi asignación total; la habia perdido, por mi abandono escolar, hacia ya dos malditos años y con eso la ira de mi abuelo paterno; que habia decidido hacerme la vida imposible para que volviese a la escuela.
Soy Isabella Swan y mi abuelo es accionista de una de las empresas mas fructíferas de Washington. Cullen.Ltd.
Claro que últimamente me apretaba mucho mas las tuercas. La asignación al entrar el año, no habia subido ni un ápice y el alquiler ya llegaba a las nubes, la comida habia subido de precio y mis huesos sobresalían mas que de costumbre por mi clavicula.
Su ultimo aviso fue contundente.
“Si no eres capaz de volver al colegio. Trabaja en Cullen. Ltd. Por lo menos allí tendras un sueldo mas o menos digno y podras sobrevivir”
“No quiero que nadie sepa quien soy”, le dije antes de que me soltara la retaila de siempre.
“Por supuesto; ¿Pero crees que me será fácil meterte allá con la poca experiencia laboral que tienes? Eso sin contar que apenas tienes unos estudios superiores…”
“ Hice todo el bachillerato, abuelo….”
“Esta bien, te llamaran por teléfono. Olvidate del apellido de tu padre. Para no crear sospechas , adquiriras el apellido de tu madre, ¿entiendes, Isabella?
“Si, abuelo”
Y asi quedó todo.
Dos días después me llamaron desde la empresa para confirmarme que ya tenia un puesto de trabajo en ella. Me quedé atónita. Habia pasado toda clase de filtros sin ver mi rostro ni mis aptitudes..la mano del abuelo estaba moviendo los hilos y sin duda alguno de los jefazos sabria de mi existencia y de mi enchufe de 220 voltios.
Intenté no pensar demasiado en aquello mientras me arreglaba.
Queria dar una apariencia seria y formal. Hoy dejaría a un lado ; mis vaqueros y mis sudaderas arrugadas. Hoy seria una mujer , lo mas parecido a la señorita Rotemmeyer, que pudiese.
Cogí las braguitas de la suerte que me habia regalado Rosalie y busqué entre el cajón desordenado un sujetador que fuera acorde con aquello ¡Pero que diablos! ¿Quién iba a saber si iba o no conjuntada en mi interior! Cogí uno un poco desgastado y me lo abroché, dándome cuenta de seguida que le faltaba un pasador y que el otro pendía de un hilo que se fuera a freir esparragos.
Bufé y miré el reloj. No podia llegar tarde. No…..¡No podia!
Saqué el traje de chaqueta del armario y lo miré con el ceño fruncido ¿Habia encogido o yo me habia engordado?
Recordé cuando las chicas me lo regalaron y decidí ponerlo al fondo del armario para que se lo comieran las polillas. Era lo mas serio y espantoso que habia visto en mi vida.
Una chaqueta entallada de color negro azabache con un pantalón de pinzas del mismo color. Cogí una blusa azul turquesa que quedaba bastante bien y destacaba con el negro del traje y me miré al espejo.
“Horrorosa”.- pensé.
Busqué los zapatos por debajo de la cama y allí estaban ¡Gracias a Dios, no se habían fugado! Me los calcé y miré mi cabello algo desordenado y despeinado. Cogí la ultima adquisición de Rosalie en Voile´s e hice un nudo con mi pelo y atravesé éste con el grueso bolígrafo plagado de cristales de Swaroski.
Respiré hondo y salí del departamento. Cogeria un taxi, si no. No llegaba. Miré mi reloj de Jack Skelton de Pesadilla antes de Navidad y pensé en subir nuevamente para quitármelo… pero ¡No me daba tiempo!
Caminé por el centro intentando divisar algún taxi libre que parase. Pero me fue imposible.
Caminé hacia la parada de taxis mas cercana y corri al ver uno de los taxis en verde.
Sonreí al conductor, cuando una mano enorme me apartó y una larga figura se metió en el taxi, dejándome con un palmo de narices.
-Perdon, caballero..pero¿Le importaría compartir el taxi? Podriamos pagar la carrera a medias…
-Yo no comparto nada con nadie.- me dijo aquel hombre, que cargaba un maletín en su mano y escondia sus ojos debajo de unas Rayban negras clásicas.
-Pero espere…- intenté sujetar la puerta, pero el hombre me soltó la mano de la puerta, sintiendo ante aquel contacto una especie de corriente por las falanges de mis dedos.
-Señorita ; tengo prisa.
Cerró la puerta y el taxi se marchó dejándome mas tirada que una puta colilla.
Volví a mirar mi reloj de Jack Skeleton y quise morirme.
Faltaban quince minutos para presentarme en las oficinas de recursos humanos de Cullen. Ltd.
Me quedé allí parada. Con cara de gilipollas y mirando como el taxi desaparecia en el horizonte cuando el sonido ensordecedor de una moto me hizo volverme algo mareada.
-Preciosa.- El hombre que habia subido en aquella Harley Davidson me sonrió abiertamente; enseñándome sus dientes perfectos. Yo me quedé con la misma cara de gilipollas del principio, atontada por mi mala suerte.- ¿Estas bien?
Cerré los ojos y negué algo confusa. ¿Ese tio estaba intentando ligar conmigo?
-Si estoy bien…
El hombre, bajó de la moto y se acercó a mi, vislumbrando asi mucho mejor sus rasgos.
Era mas joven de lo que creí en un primer momento y aquello me dio algo mas de tranquilidad.
-Hoy es mi primer dia de trabajo..y creo que lo voy a perder…-susurré
El chico me miró y me ofreció su mano morena y amplísima.
-Jacob Black, princesa. ¿Quieres montar en mi hermoso caballo? Te aseguro que puedo llevarte donde quieras y rápido, si el perímetro es mas o menos razonable.
-Soy Bella, Bella Sw….Platt.
El chico volvió a reir y me miró el rostro detenidamente.
-¿Y bien donde quieres que te lleve?
-A Cullen. Ltd.
El muchacho cerró los ojos algo azorado y me miró como si mi cara fuera un chiste; para romper a reir seguidamente.
-Estas de suerte. Bella. Yo también trabajo allí.
Mi sonrisa se amplió y aquel robusto hombre me ofreció la mano para que corriéramos hacia su moto.
Sacó un gran casco del asiento y me lo cedió con una sonrisa.
En aquel momento deparé en su elegante vestimenta. Tan parecida al imbécil que se habia marchado sin compartir el taxi conmigo.
Abrió sus piernas para montar aquel caballo metálico y yo lo imité afianzando mis manos a su cintura.
Mordí mi labio superior al sentir lo dura que era su piel en la parte abdominal. Aquel chico se debia machacar en el gimnasio de lo lindo.
-Sujetate bien, Bella. No quiero lastimar a la mas bella flor de la empresa.
Arrancó haciéndome cerrar los ojos y volamos entre los coches , sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
Llegué a la puerta del colosal edificio de la Cullen. Ltd, con la cara estirada en una enorme sonrisa. Aquel muchacho me habia hecho reir , durante los escasos minutos que habíamos estado en carretera.
-Voy a llevar la moto al parking, Bella. Espero verte a la hora del almuerzo en alguna planta. Prometo buscarte.- Una firme promesa, sin duda. Aquel chico me gustaba.
Me hizo un gesto con la mano y se despidió, como si en realidad fuera un caballero encima de su corcel; listo para salvar a una princesa en apuros. (en este caso, yo)
Me erguí y volví a mirar mi reloj. Cinco minutos. Cinco minutos antes. Le debia la vida a Jacob, si…se la debia.
Las puertas se abrieron mecánicamente y atravesé el vestíbulo lleno de espejos y columnas de mármol blanco. Un enorme mostrador me hizo coger algo mas de confianza; ya que, temblaba como una hoja y me acerqué mirando a la muchacha que tecleaba un ordenador de sobremesa.
-Perdon…- miré su placa de indentificacion.- Jane.
Los ojos azules de la chica me miraron y le sonreí.
-Soy Isabella …Platt. Me esperan en Recursos humanos.
-Hola Señorita Platt. Bienvenida a Cullen.Ltd. Espere un momento….
Miré los techos, mientras esperaba…
-Si. Aquí está . No no hace falta que pase por Recursos humanos, su puesto ya esta asignado. Tome.
Buscó en uno de los cajones y me ofreció un pase.
-Enseñe esto al hombre de seguridad de la planta 3. Allí solamente entran las personas con un alto nivel de mando en la empresa. Ósea que deberá llevar esta orden firmada por el jefe.
-¿El jefe?
Jane sonrió y acercó su rostro al mio.
-Suerte con el ogro…
Fruncí el ceño y cogí el pase.
-Gracias…
Me alejé del mostrador mirando el papel de llevaba entre las manos cuando de repente topé con alguien.
Alcé la mirada y me encontré con aquellas mismas gafas y la misma mueca burlona en el rostro.
-¡Usted!.- escupí; como un insulto.
-Quita de en medio. Llego tarde.- Sujetó mi codo; sin mirarme. Creo, y me apartó con brusquedad, dejándome con la jodida palabra en la boca.
Algo desorientada caminé hacia el ascensor y esperé pacientemente a que se abriera. Una vez que lo hizo me metí dentro de él, oyendo unas fuertes pisadas que caminaban con rapidez hacia la puerta abierta de la cabina del ascensor. Pude ver los ojos del jodido dueño de las Rayban ; luchando por meterse dentro del ascensor. Sonreí y le hice el típico gesto de Fuck, con el dedo; sonriendo de forma muy, muy insolente. Se quedó allí parado; mientras me miraba con ira en los ojos.
-Jodete, maldito gilipollas…aún llego yo antes que tú….
Continuará….
Los personajes no son míos.
La historia es una loca idea mia.
Sistercullen.
“Enchufada”, eres una maldita “enchufada, Isabella Swan.
¡Bufff! Así de culpable me sentía al comenzar a ducharme aquella mañana, para ir a mi recién adquirido puesto de trabajo.
Llevaba como unos dos años en paro; antes de que este trabajo habia hecho algunas cosas esporádicas; pero aquello no era suficiente para mi delicada situación.
El abuelo me pasaba una escasa pensión para poder pagar el alquiler del apartamento donde vivia; bueno más bien el mini apartamento. Y con aquello podia comprar comida para el resto del mes…y poco más.
Mi asignación total; la habia perdido, por mi abandono escolar, hacia ya dos malditos años y con eso la ira de mi abuelo paterno; que habia decidido hacerme la vida imposible para que volviese a la escuela.
Soy Isabella Swan y mi abuelo es accionista de una de las empresas mas fructíferas de Washington. Cullen.Ltd.
Claro que últimamente me apretaba mucho mas las tuercas. La asignación al entrar el año, no habia subido ni un ápice y el alquiler ya llegaba a las nubes, la comida habia subido de precio y mis huesos sobresalían mas que de costumbre por mi clavicula.
Su ultimo aviso fue contundente.
“Si no eres capaz de volver al colegio. Trabaja en Cullen. Ltd. Por lo menos allí tendras un sueldo mas o menos digno y podras sobrevivir”
“No quiero que nadie sepa quien soy”, le dije antes de que me soltara la retaila de siempre.
“Por supuesto; ¿Pero crees que me será fácil meterte allá con la poca experiencia laboral que tienes? Eso sin contar que apenas tienes unos estudios superiores…”
“ Hice todo el bachillerato, abuelo….”
“Esta bien, te llamaran por teléfono. Olvidate del apellido de tu padre. Para no crear sospechas , adquiriras el apellido de tu madre, ¿entiendes, Isabella?
“Si, abuelo”
Y asi quedó todo.
Dos días después me llamaron desde la empresa para confirmarme que ya tenia un puesto de trabajo en ella. Me quedé atónita. Habia pasado toda clase de filtros sin ver mi rostro ni mis aptitudes..la mano del abuelo estaba moviendo los hilos y sin duda alguno de los jefazos sabria de mi existencia y de mi enchufe de 220 voltios.
Intenté no pensar demasiado en aquello mientras me arreglaba.
Queria dar una apariencia seria y formal. Hoy dejaría a un lado ; mis vaqueros y mis sudaderas arrugadas. Hoy seria una mujer , lo mas parecido a la señorita Rotemmeyer, que pudiese.
Cogí las braguitas de la suerte que me habia regalado Rosalie y busqué entre el cajón desordenado un sujetador que fuera acorde con aquello ¡Pero que diablos! ¿Quién iba a saber si iba o no conjuntada en mi interior! Cogí uno un poco desgastado y me lo abroché, dándome cuenta de seguida que le faltaba un pasador y que el otro pendía de un hilo que se fuera a freir esparragos.
Bufé y miré el reloj. No podia llegar tarde. No…..¡No podia!
Saqué el traje de chaqueta del armario y lo miré con el ceño fruncido ¿Habia encogido o yo me habia engordado?
Recordé cuando las chicas me lo regalaron y decidí ponerlo al fondo del armario para que se lo comieran las polillas. Era lo mas serio y espantoso que habia visto en mi vida.
Una chaqueta entallada de color negro azabache con un pantalón de pinzas del mismo color. Cogí una blusa azul turquesa que quedaba bastante bien y destacaba con el negro del traje y me miré al espejo.
“Horrorosa”.- pensé.
Busqué los zapatos por debajo de la cama y allí estaban ¡Gracias a Dios, no se habían fugado! Me los calcé y miré mi cabello algo desordenado y despeinado. Cogí la ultima adquisición de Rosalie en Voile´s e hice un nudo con mi pelo y atravesé éste con el grueso bolígrafo plagado de cristales de Swaroski.
Respiré hondo y salí del departamento. Cogeria un taxi, si no. No llegaba. Miré mi reloj de Jack Skelton de Pesadilla antes de Navidad y pensé en subir nuevamente para quitármelo… pero ¡No me daba tiempo!
Caminé por el centro intentando divisar algún taxi libre que parase. Pero me fue imposible.
Caminé hacia la parada de taxis mas cercana y corri al ver uno de los taxis en verde.
Sonreí al conductor, cuando una mano enorme me apartó y una larga figura se metió en el taxi, dejándome con un palmo de narices.
-Perdon, caballero..pero¿Le importaría compartir el taxi? Podriamos pagar la carrera a medias…
-Yo no comparto nada con nadie.- me dijo aquel hombre, que cargaba un maletín en su mano y escondia sus ojos debajo de unas Rayban negras clásicas.
-Pero espere…- intenté sujetar la puerta, pero el hombre me soltó la mano de la puerta, sintiendo ante aquel contacto una especie de corriente por las falanges de mis dedos.
-Señorita ; tengo prisa.
Cerró la puerta y el taxi se marchó dejándome mas tirada que una puta colilla.
Volví a mirar mi reloj de Jack Skeleton y quise morirme.
Faltaban quince minutos para presentarme en las oficinas de recursos humanos de Cullen. Ltd.
Me quedé allí parada. Con cara de gilipollas y mirando como el taxi desaparecia en el horizonte cuando el sonido ensordecedor de una moto me hizo volverme algo mareada.
-Preciosa.- El hombre que habia subido en aquella Harley Davidson me sonrió abiertamente; enseñándome sus dientes perfectos. Yo me quedé con la misma cara de gilipollas del principio, atontada por mi mala suerte.- ¿Estas bien?
Cerré los ojos y negué algo confusa. ¿Ese tio estaba intentando ligar conmigo?
-Si estoy bien…
El hombre, bajó de la moto y se acercó a mi, vislumbrando asi mucho mejor sus rasgos.
Era mas joven de lo que creí en un primer momento y aquello me dio algo mas de tranquilidad.
-Hoy es mi primer dia de trabajo..y creo que lo voy a perder…-susurré
El chico me miró y me ofreció su mano morena y amplísima.
-Jacob Black, princesa. ¿Quieres montar en mi hermoso caballo? Te aseguro que puedo llevarte donde quieras y rápido, si el perímetro es mas o menos razonable.
-Soy Bella, Bella Sw….Platt.
El chico volvió a reir y me miró el rostro detenidamente.
-¿Y bien donde quieres que te lleve?
-A Cullen. Ltd.
El muchacho cerró los ojos algo azorado y me miró como si mi cara fuera un chiste; para romper a reir seguidamente.
-Estas de suerte. Bella. Yo también trabajo allí.
Mi sonrisa se amplió y aquel robusto hombre me ofreció la mano para que corriéramos hacia su moto.
Sacó un gran casco del asiento y me lo cedió con una sonrisa.
En aquel momento deparé en su elegante vestimenta. Tan parecida al imbécil que se habia marchado sin compartir el taxi conmigo.
Abrió sus piernas para montar aquel caballo metálico y yo lo imité afianzando mis manos a su cintura.
Mordí mi labio superior al sentir lo dura que era su piel en la parte abdominal. Aquel chico se debia machacar en el gimnasio de lo lindo.
-Sujetate bien, Bella. No quiero lastimar a la mas bella flor de la empresa.
Arrancó haciéndome cerrar los ojos y volamos entre los coches , sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
Llegué a la puerta del colosal edificio de la Cullen. Ltd, con la cara estirada en una enorme sonrisa. Aquel muchacho me habia hecho reir , durante los escasos minutos que habíamos estado en carretera.
-Voy a llevar la moto al parking, Bella. Espero verte a la hora del almuerzo en alguna planta. Prometo buscarte.- Una firme promesa, sin duda. Aquel chico me gustaba.
Me hizo un gesto con la mano y se despidió, como si en realidad fuera un caballero encima de su corcel; listo para salvar a una princesa en apuros. (en este caso, yo)
Me erguí y volví a mirar mi reloj. Cinco minutos. Cinco minutos antes. Le debia la vida a Jacob, si…se la debia.
Las puertas se abrieron mecánicamente y atravesé el vestíbulo lleno de espejos y columnas de mármol blanco. Un enorme mostrador me hizo coger algo mas de confianza; ya que, temblaba como una hoja y me acerqué mirando a la muchacha que tecleaba un ordenador de sobremesa.
-Perdon…- miré su placa de indentificacion.- Jane.
Los ojos azules de la chica me miraron y le sonreí.
-Soy Isabella …Platt. Me esperan en Recursos humanos.
-Hola Señorita Platt. Bienvenida a Cullen.Ltd. Espere un momento….
Miré los techos, mientras esperaba…
-Si. Aquí está . No no hace falta que pase por Recursos humanos, su puesto ya esta asignado. Tome.
Buscó en uno de los cajones y me ofreció un pase.
-Enseñe esto al hombre de seguridad de la planta 3. Allí solamente entran las personas con un alto nivel de mando en la empresa. Ósea que deberá llevar esta orden firmada por el jefe.
-¿El jefe?
Jane sonrió y acercó su rostro al mio.
-Suerte con el ogro…
Fruncí el ceño y cogí el pase.
-Gracias…
Me alejé del mostrador mirando el papel de llevaba entre las manos cuando de repente topé con alguien.
Alcé la mirada y me encontré con aquellas mismas gafas y la misma mueca burlona en el rostro.
-¡Usted!.- escupí; como un insulto.
-Quita de en medio. Llego tarde.- Sujetó mi codo; sin mirarme. Creo, y me apartó con brusquedad, dejándome con la jodida palabra en la boca.
Algo desorientada caminé hacia el ascensor y esperé pacientemente a que se abriera. Una vez que lo hizo me metí dentro de él, oyendo unas fuertes pisadas que caminaban con rapidez hacia la puerta abierta de la cabina del ascensor. Pude ver los ojos del jodido dueño de las Rayban ; luchando por meterse dentro del ascensor. Sonreí y le hice el típico gesto de Fuck, con el dedo; sonriendo de forma muy, muy insolente. Se quedó allí parado; mientras me miraba con ira en los ojos.
-Jodete, maldito gilipollas…aún llego yo antes que tú….
Continuará….
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martes, 15 de marzo de 2011
Marcada
MARCADA
CAPITULO 14
Bella Pov
Como la brisa acariciando mi pecho.
Sí; la respiración de Edward , era algo parecido a eso.
Mientras besaba mi cuello y me miraba, pidiendo permiso con sus ojos ; para continuar…me sentía como en casa.
Aquel hogar que nunca tuve. Que siempre me fue negado.
Acaricié su cabello con vehemencia y suspiré, presa del goce de sus caricias.
-Es…increíble.- pensé en voz alta.
Edward pestañeó y fue hacia mi boca para penetrarme con su lengua, avida de deseo, al igual que mi cuerpo.
Rememoré a Michael Newthon, aquel hombre que me hizo mujer hacia siglos…Esto era diferente. Algo muy intimo habia salido a flote en mi. Mi alma. Él era como una pieza elemental de mi..como si fuera yo misma.
Me estremecí ante este pensamiento y me tensé.
Él lo notó y cesó de acariciarme.
-¿Qué ocurre?.- me preguntó, con la respiración, algo acelerada.- No quieres que siga…
-Sí.- alcé mis manos hacia su rostro y lo obligué a mirarme a los ojos.
-No sé lo que me ocurre contigo, Edward. Pero es algo superior a mi mente. Te deseo, es algo superior a mi. Por favor…
Se abalanzó hacia mi y con su cuerpo encima del mio, siguió la labor tan bien emprendida. Besos hermosos. Caricias que hacian que mi cuerpo volara.
Al ver su cuerpo desnudo jadeé. Era perfecto. Perfecto hasta la saciedad.
Mordí mi labio inferior y erguí mi cuerpo ligeramente para demandar mas caricias y besos.
Su pecho endiabladamente sexy, tenia una mata de bello cobrizo que me hizo suspirar; pero algo nuevo en él me asombró. Debajo de aquella bella pelambrera cobriza, habían unas letras grabadas a fuego…muy parecidas a las de mi espalda.
Entendí al sentir el fuego correr dentro de mi.
Y también entendí perfectamente las letras entrelazadas que se unian en su pecho.
“Isabella “.
Miré sus ojos dorados con intensidad y sonreí. Él era para mi, aunque todavía no entendía bien por qué.
Los besos de Edward viajaron por mi abdomen lentamente, acompañados por suaves jadeos involuntarios de mi. De vez en cuando notaba sus labios estirarse en una bonita sonrisa. Él, al igual que yo estaba encantado con aquella situación.
Desnuda y completamente excitada acarició mi pubis con maestria, haciendo dibujos imaginarios en él.
-Eres tan perfecta…- susurró.
Su dedo índice bajó por la hendidura de mi sexo y abrí los ojos por completo.
Habia comenzado una danza con su falange en mi sexo que me hacia mover las caderas de manera completamente involuntaria.
Besó mi vientre, mientras tocaba esa parte de feminidad que tenia abotargada.
Nunca en todos mis años habia sentido una cosa parecida.
Con Michael, habia sido todo duro y sin placer.
Siempre con la firme idea de tener descendencia. Gracias a Dios nunca tuve hinchado el vientre por un hijo suyo. Tampoco lo deseé.
Los ojos de Edward me hacian el amor. Sus pupilas clavadas en las mias, centelleaban de absoluto deseo.
Armonizó sus movimientos en mi sexo ayudándose con la mano al completo. Oí un sonido, deliciosamente excitante. Sus dedos en mi sexo, ávido de flujos y rezumante de excitación. Hubo un momento que me perdí por completo y sentí explotar.
Sus labios se encargaron de tapar mi boca y sin parar de recorrer mi clítoris con su dedo índice, jadeaba al igual que yo, preso de una total excitación.
-Voy a probarte; mi reina.- jadeó, al separarse de mis labios.
Bajó por mi cuerpo y sentí su cabeza entre mis piernas. Suspiró, haciéndome notar, aquel aliento frio, en mi sexo.
Comenzó lamiendo la cara interior de mis muslos. Volviendome loca literalmente. Queria que profundizara en mi, con lo que fuera.
Lamidas como pequeños latigazos, crearon en mi, a una total demente de caricias. Me revolvía, haciéndole emitir ligeras risas divertidas que me enfebrecían y me cabreaban al mismo tiempo.
Hasta que la punta de su lengua rozó mi clítoris.
Paralicé mi cuerpo. Era delicioso. Él esperó aquella reacción y me miró desde aquella perpectiva tan fantástica.
Era colosalmente bello. Ahora me estaba dando cuenta. Aquel cabello desordenado, sus labios, sus ojos, aquella fuerte mandibula y la blancura de su piel era técnicamente perfecta.
Volvió a su tarea y creí morir cuando succionó delicadamente aquella parte mia que sobresalía ligeramente de mi sexo. Ladeé varias veces la cabeza, victima del total placer que me envolvía.
-Edward….
-¿Si?.- su voz ronca, al separarse de mi sexo me hizo perder aún mas la cordura y apretar las caderas en su cuello para obligarle a continuar.
Volvió a soltar una risita, muy pagado de si mismo y retorcí la almohada con mis dedos cuando él volvió a recrearse en la labor.
Lamió mis flujos y penetró con un vaivén celestial su lengua en mi sexo; envistiéndome y haciéndome volar como un ángel. Cuando volví a explotar por sus suaves y desgarrantes lamidas; besó ardorosamente mi sexo con los labios abiertos y enjugó todos mis jugos con su boca.
Subió lentamente hacia mi rostro y sentí su dura virilidad en mi vientre desnudo. La miré sin reservas y la toqué mirando sus ojos como el oro liquido.
Sabia lo que debia hacer. Así que cogí su miembro viril y lo empujé lentamente en mi entrada. Movió sus caderas para entrar en mi de manera lenta. Extraordinariamente lenta. Sintiendo cada pliegue y cada centimentro de nuestra unión. Nuestros ojos unidos, de la misma manera que estaban nuestros sexos, se cerraron y presos de placer, jadeamos cuando llegó a toda la profundidad.
-Moriría ahora mismo, Bella.
Embestidas lentas pero certeras hicieron que mis piernas se engarzaran en sus caderas. El sonido de nuestras caderas chocando y nuestros jadeos, inundaban aquella habitación de un sensual aroma que hizo que aún me excitara más; si eso era posible.
Apretaba sus hombros, con una fiereza desconocida. Alzó mis piernas sobre sus hombros, para adentrarse mas en mi cuerpo, ahora mas deprisa y con mas fuerza, me sentí morir.
El orgasmo me azotó , sin que Edward me diera tregua.
Cuando los últimos espasmos sacudieron mi cuerpo, giró mi cuerpo y me puso con la boca pegada a la almohada, no me dio tiempo a preguntar. Me penetró de una sola estocada y grité de placer.
ÉL al igual que yo, emitia roncos jadeos con cada ida y venida , y al igual que él,sonreía ante tal grado de afinidad.
Edward era un magnifico amante; de aquello no habia duda. Con cada nueva postura, obligaba a mi cuerpo a gozar y rendirme.
Su gruesa virilidad, apunto de reventar, sentida en mi con un placer sin limites se doblegó, haciéndome gritar a mi también; presa de un orgasmo colosal, uno de tantos de aquel bendito dia.
Sus colmillos crecieron de manera descomunal al abandonarse completamente al placer.
Sabia lo que aquello significaba. Ofrecí mi cuello con una sonrisa en los labios y él apresó éste con toda la locura del momento.
Sentí sus colmillos clavarse en la carne, también sentí la maravillosa sensación. Parecia estar besándome delicadamente.
Lentamente, lamiendo ligeramente aquella herida; se apartó de mi y me besó en la boca, haciéndome probar mi propia sangre. Llevandome también hacia el imperioso deseo del hambre.
Edward vió el destello en mis ojos y me elevó ligeramente hasta su cuello, blanco y fuerte. Mis colmillos crecieron y abrí la boca entorno al cuello de mi fabuloso amante.
Nunca, en mis largos años de existencia, probé una sangre tan exquisita. Mezclada con el suave hedor de nuestra practica sexual me hizo lamer y succionar, con locura aquella sangre divina que entraba en mi cuerpo.
Noté a Edward tensarse y su cuerpo se endureció de golpe.
Algo estaba ocurriendo. Y no era bueno.
Me aparté de él y el se levantó con la mirada asustada.
-¿Qué pasa, Edward?.- pregunté nerviosa, siguiendo su cuerpo que andaba hacia atrás, mirándome con cara de horror.
Se clavó de rodillas al suelo y su cabeza dio de bruces en el suelo. Su espalda quedó expuesta para mi y me llevé las manos a la boca.
Edward comenzó a tener combulsiones. No sabia que hacer. Pensé en Carlisle y quise ir a buscarlo pero la mano de Edward me agarró con fuerza.
-Bella….¿Dime porque tengo este dolor insufrible en la espalda? .- su respiración agitada, me hizo acariciar su dulce cabeza y una lagrima sanguinolienta cayó sobre su brazo. Ël me miró interrogante algo más calmado.
-Edward….te han crecido…alas….
Continuará…
CAPITULO 14
Bella Pov
Como la brisa acariciando mi pecho.
Sí; la respiración de Edward , era algo parecido a eso.
Mientras besaba mi cuello y me miraba, pidiendo permiso con sus ojos ; para continuar…me sentía como en casa.
Aquel hogar que nunca tuve. Que siempre me fue negado.
Acaricié su cabello con vehemencia y suspiré, presa del goce de sus caricias.
-Es…increíble.- pensé en voz alta.
Edward pestañeó y fue hacia mi boca para penetrarme con su lengua, avida de deseo, al igual que mi cuerpo.
Rememoré a Michael Newthon, aquel hombre que me hizo mujer hacia siglos…Esto era diferente. Algo muy intimo habia salido a flote en mi. Mi alma. Él era como una pieza elemental de mi..como si fuera yo misma.
Me estremecí ante este pensamiento y me tensé.
Él lo notó y cesó de acariciarme.
-¿Qué ocurre?.- me preguntó, con la respiración, algo acelerada.- No quieres que siga…
-Sí.- alcé mis manos hacia su rostro y lo obligué a mirarme a los ojos.
-No sé lo que me ocurre contigo, Edward. Pero es algo superior a mi mente. Te deseo, es algo superior a mi. Por favor…
Se abalanzó hacia mi y con su cuerpo encima del mio, siguió la labor tan bien emprendida. Besos hermosos. Caricias que hacian que mi cuerpo volara.
Al ver su cuerpo desnudo jadeé. Era perfecto. Perfecto hasta la saciedad.
Mordí mi labio inferior y erguí mi cuerpo ligeramente para demandar mas caricias y besos.
Su pecho endiabladamente sexy, tenia una mata de bello cobrizo que me hizo suspirar; pero algo nuevo en él me asombró. Debajo de aquella bella pelambrera cobriza, habían unas letras grabadas a fuego…muy parecidas a las de mi espalda.
Entendí al sentir el fuego correr dentro de mi.
Y también entendí perfectamente las letras entrelazadas que se unian en su pecho.
“Isabella “.
Miré sus ojos dorados con intensidad y sonreí. Él era para mi, aunque todavía no entendía bien por qué.
Los besos de Edward viajaron por mi abdomen lentamente, acompañados por suaves jadeos involuntarios de mi. De vez en cuando notaba sus labios estirarse en una bonita sonrisa. Él, al igual que yo estaba encantado con aquella situación.
Desnuda y completamente excitada acarició mi pubis con maestria, haciendo dibujos imaginarios en él.
-Eres tan perfecta…- susurró.
Su dedo índice bajó por la hendidura de mi sexo y abrí los ojos por completo.
Habia comenzado una danza con su falange en mi sexo que me hacia mover las caderas de manera completamente involuntaria.
Besó mi vientre, mientras tocaba esa parte de feminidad que tenia abotargada.
Nunca en todos mis años habia sentido una cosa parecida.
Con Michael, habia sido todo duro y sin placer.
Siempre con la firme idea de tener descendencia. Gracias a Dios nunca tuve hinchado el vientre por un hijo suyo. Tampoco lo deseé.
Los ojos de Edward me hacian el amor. Sus pupilas clavadas en las mias, centelleaban de absoluto deseo.
Armonizó sus movimientos en mi sexo ayudándose con la mano al completo. Oí un sonido, deliciosamente excitante. Sus dedos en mi sexo, ávido de flujos y rezumante de excitación. Hubo un momento que me perdí por completo y sentí explotar.
Sus labios se encargaron de tapar mi boca y sin parar de recorrer mi clítoris con su dedo índice, jadeaba al igual que yo, preso de una total excitación.
-Voy a probarte; mi reina.- jadeó, al separarse de mis labios.
Bajó por mi cuerpo y sentí su cabeza entre mis piernas. Suspiró, haciéndome notar, aquel aliento frio, en mi sexo.
Comenzó lamiendo la cara interior de mis muslos. Volviendome loca literalmente. Queria que profundizara en mi, con lo que fuera.
Lamidas como pequeños latigazos, crearon en mi, a una total demente de caricias. Me revolvía, haciéndole emitir ligeras risas divertidas que me enfebrecían y me cabreaban al mismo tiempo.
Hasta que la punta de su lengua rozó mi clítoris.
Paralicé mi cuerpo. Era delicioso. Él esperó aquella reacción y me miró desde aquella perpectiva tan fantástica.
Era colosalmente bello. Ahora me estaba dando cuenta. Aquel cabello desordenado, sus labios, sus ojos, aquella fuerte mandibula y la blancura de su piel era técnicamente perfecta.
Volvió a su tarea y creí morir cuando succionó delicadamente aquella parte mia que sobresalía ligeramente de mi sexo. Ladeé varias veces la cabeza, victima del total placer que me envolvía.
-Edward….
-¿Si?.- su voz ronca, al separarse de mi sexo me hizo perder aún mas la cordura y apretar las caderas en su cuello para obligarle a continuar.
Volvió a soltar una risita, muy pagado de si mismo y retorcí la almohada con mis dedos cuando él volvió a recrearse en la labor.
Lamió mis flujos y penetró con un vaivén celestial su lengua en mi sexo; envistiéndome y haciéndome volar como un ángel. Cuando volví a explotar por sus suaves y desgarrantes lamidas; besó ardorosamente mi sexo con los labios abiertos y enjugó todos mis jugos con su boca.
Subió lentamente hacia mi rostro y sentí su dura virilidad en mi vientre desnudo. La miré sin reservas y la toqué mirando sus ojos como el oro liquido.
Sabia lo que debia hacer. Así que cogí su miembro viril y lo empujé lentamente en mi entrada. Movió sus caderas para entrar en mi de manera lenta. Extraordinariamente lenta. Sintiendo cada pliegue y cada centimentro de nuestra unión. Nuestros ojos unidos, de la misma manera que estaban nuestros sexos, se cerraron y presos de placer, jadeamos cuando llegó a toda la profundidad.
-Moriría ahora mismo, Bella.
Embestidas lentas pero certeras hicieron que mis piernas se engarzaran en sus caderas. El sonido de nuestras caderas chocando y nuestros jadeos, inundaban aquella habitación de un sensual aroma que hizo que aún me excitara más; si eso era posible.
Apretaba sus hombros, con una fiereza desconocida. Alzó mis piernas sobre sus hombros, para adentrarse mas en mi cuerpo, ahora mas deprisa y con mas fuerza, me sentí morir.
El orgasmo me azotó , sin que Edward me diera tregua.
Cuando los últimos espasmos sacudieron mi cuerpo, giró mi cuerpo y me puso con la boca pegada a la almohada, no me dio tiempo a preguntar. Me penetró de una sola estocada y grité de placer.
ÉL al igual que yo, emitia roncos jadeos con cada ida y venida , y al igual que él,sonreía ante tal grado de afinidad.
Edward era un magnifico amante; de aquello no habia duda. Con cada nueva postura, obligaba a mi cuerpo a gozar y rendirme.
Su gruesa virilidad, apunto de reventar, sentida en mi con un placer sin limites se doblegó, haciéndome gritar a mi también; presa de un orgasmo colosal, uno de tantos de aquel bendito dia.
Sus colmillos crecieron de manera descomunal al abandonarse completamente al placer.
Sabia lo que aquello significaba. Ofrecí mi cuello con una sonrisa en los labios y él apresó éste con toda la locura del momento.
Sentí sus colmillos clavarse en la carne, también sentí la maravillosa sensación. Parecia estar besándome delicadamente.
Lentamente, lamiendo ligeramente aquella herida; se apartó de mi y me besó en la boca, haciéndome probar mi propia sangre. Llevandome también hacia el imperioso deseo del hambre.
Edward vió el destello en mis ojos y me elevó ligeramente hasta su cuello, blanco y fuerte. Mis colmillos crecieron y abrí la boca entorno al cuello de mi fabuloso amante.
Nunca, en mis largos años de existencia, probé una sangre tan exquisita. Mezclada con el suave hedor de nuestra practica sexual me hizo lamer y succionar, con locura aquella sangre divina que entraba en mi cuerpo.
Noté a Edward tensarse y su cuerpo se endureció de golpe.
Algo estaba ocurriendo. Y no era bueno.
Me aparté de él y el se levantó con la mirada asustada.
-¿Qué pasa, Edward?.- pregunté nerviosa, siguiendo su cuerpo que andaba hacia atrás, mirándome con cara de horror.
Se clavó de rodillas al suelo y su cabeza dio de bruces en el suelo. Su espalda quedó expuesta para mi y me llevé las manos a la boca.
Edward comenzó a tener combulsiones. No sabia que hacer. Pensé en Carlisle y quise ir a buscarlo pero la mano de Edward me agarró con fuerza.
-Bella….¿Dime porque tengo este dolor insufrible en la espalda? .- su respiración agitada, me hizo acariciar su dulce cabeza y una lagrima sanguinolienta cayó sobre su brazo. Ël me miró interrogante algo más calmado.
-Edward….te han crecido…alas….
Continuará…
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Marcada
lunes, 14 de marzo de 2011
My Love Is Over
MY LOVE IS OVER
CAPITULO 6
Sentir los labios de Gerard , en los míos, me abrasó literalmente.
Sus manos envolviendo mi cintura y su cuerpo terriblemente pegado al mio. Me hicieron suspirar mentalmente. Aquel hombre podia hacer que me perdiera en aquellos besos, sin deparar ni en el sitio ni el lugar
-Te pido respeto; papá.- La voz de Tanya, hizo que separara su boca de la mia , y antes de dirigir una mirada hacia ella. Me sonrió con ternura y me acararició el labio inferior con su dedo índice; no pude hacer otra cosa que cerrar los ojos y dejarme llevar por aquel sensual toque que enervaba todas las células nerviosas de mi cuerpo.
Su cabeza se giró, para mirar a Tanya que estaba firmemente apoyada en el hombro de su novio: Edward Cullen.
-El mismo que me tienes tú a mi; supongo. Cuando has entrado por la puerta, te has abalanzado al cuello de Edward como si yo no estuviera presente. ¿Me pides que no sea efusivo con mi querida Bella, cuando tú te comportas de una manera tan indiscreta?
La hija de Gerard, bajó la mirada y se mordió el labio; tal y como yo hacia en las ocasiones donde la tensión se adueñaba de mi.
-¿Van a salir a cenas?.- La voz de Edward, era melodiosa. Y me perturbó en gran medida; pues él no utilizaba ese tono,normalmente.
Gerard asintió y me miró los labios con aquellos ojos verdes; que deberían estar prohibidos.
-Si. Voy a invitar a Bella a cenar. – dijo mirándome.
-Seria…seria bueno que comenzaramos a unir lazos..¿no creeis? Ya que Tanya es tu hija y Bella es…- Edward apretó la mandibula, antes de soltar la palabra que le quemaba en la boca.- tu novia.
Gerard rió; sin dejar de mirarme ni un momento.
-Desde luego, todavía no se lo he pedido: pero sin duda, seria bueno que comenzásemos a tener buenas aptitudes los unos con los otros.- Dejó de mirarme y volvió la vista hacia los dos novios que nos miraban atónitos. Tanya con la boca abierta y Edward con la mandibula tan tensa que parecía que le iban a saltar todos los dientes.- Si Bella gusta….¿Que opinas querida? ¿Quieres que tengamos la compañía de Tanya y Edward en nuestra primera cita?
-No.
Los ojos de Gerard, chispearon de una manera deliciosa y sus labios entregados, me besaron la frente, abrazandome y recargando mi cabeza en su pecho.
-Mi dama ha elegido.- dictó de maneral territorial.- Otro dia será bueno para eso. De momento, iremos nosotros solos a cenar.- Se separó de mí, lentamente y me agarró la mano para arrastrarme corriendo hacia la puerta de la entrada; pasando delante de su hija y su yerno con cara de circunstacia.
Yo era feliz y él parecía serlo también.
-Que les aproveche.- La voz de Edward, llegó mi oídos como un eco..un eco algo extraño. Ya que notaba una nota de tristeza en su voz.
……………………………………………………………………………………………………………………………………….
-Eres una mala influencia para mi. Desde luego.- reí ante aquello y volví a llevarme la copa de vino espumoso a los labios.
Su risa; hizo que mirara por enésima vez su boca. Aquella maravillosa boca que me habia besado en la mansión Cullen.
Aquel hombre era espectacular. Sus ojos reflejaban con vehemencia su personalidad encantadora y su bondad. Su barba, algo cerrada le hacia ver terriblemente varonil y acrecentaba el par de ojos verdes que habia debajo de aquellas cejas castañas.
-Si me sigues mirando así, no voy a poder seguir siendo un caballero; Bella. Te lo aseguro.- Me hablaba con un deje ronco que no dejó dudas al respecto. Me deseaba ¡Siiiiii!! ¡Dios mio, Isabella Swan, si todo va bien vas a perder la virginidad con este hombre maravilloso!
No pude contener el rubor de mi rostro, ante aquella voz cargada de promesas y bajé la mirada.
Nos hallábamos en un pequeño restaurant de Port Angeles ; “La Bella Italia”.
Habia pedido una mesa algo reservada; dándole al camarero una buena propina.
Habiamos saciado nuestro apetito y en los postres, Gerard, acabó pidiendo un vino afrutado para la tarta de cerezas que solicitamos.
El vino se me habia subido a la cabeza. Pero estaba completamente en mis cabales. No iba a alanzarme sobre él ni nada por el estilo…aunque lo estaba deseando de manera demente.
-Bella has vuelto mi vida de cabeza. – llenó una pizca mas de vino, mi copa y luego vació la botella en la suya, alzó las cejas y me sonrió.- Fui a Forks para comprar algunos terrenos y afincarme aquí por temporadas y ahora….ahora solamente puedo pensar en estar cerca de ti….- Su mano viajó hacia la mia y acarició con premura mis dedos, algo nerviosos.- Te has metido en mi cuerpo como las esporas; Bella. Creando en mi, algo que pensé habia perdido hace mucho, mucho tiempo…. Ilusion, pasión…puedes pensar que estoy loco por aventurarme a decir todo esto, sin apenas conocernos; pero pienso que la vida esta mandándome otra oportunidad para ser feliz…y quiero intentarlo. ¿Querrias…querrías ayudarme?
Su mano ya se habia apoderado de la mia y la sujetaba fuerte, causando estragos en mi.
-¿Y que puedo hacer yo?.- Pude alcanzar a decir, mientras miraba como su mano, acariciaba, lentamente la mia.
-Dejame que te mime. Que te quiera…que te ame…- Aquel hombre que tenia frente a mi, se habia puesto terriblemente serio y me escrutaba con la mirada, intento adivinar mis pensamientos.- Bella…dime algo; cualquier cosa. Pero dime algo.
Tragué en seco y me mordí el labio nerviosa. Sus ojos volaron hacia mi boca y cerró fuertemente los ojos; como intentando controlar algún tipo de reacción.
-Me gustas.- le dije, en un murmullo.-Me gustas, mucho.
Él no cambió ni un apice el gesto de su rostro. Sin soltarme la mano, chasqueó los dedos y el camarero, vino de seguida.
-La cuenta; por favor.- dijo roncamente; con sus ojos perdidos en los míos.
Al traer la cuenta, él pagó con tarjeta y nos levantamos ambos detrás del camarero, que nos miraba con gesto serio.
Gerard, al salir del restaurant me tomó de la mano, jovial; y me llevó a su coche, mientras corriamos; pues habia comenzado a llover de manera alarmante.
Al llegar al auto, me ajusté bien el cinturón y noté su agarre en la cintura, para atraerme hacia él.
-Ven aquí, preciosa. Llevo un rato queriendo hacer esto.- Sus labios demandantes, me abrieron la boca. Los besos de Gerard eran como azotes de adrenalina que corrian por mi cuerpo, haciéndome estremecer.
No sé en que momento llegué a estar a horcajadas en su cuerpo. El volante me raspaba el final de la espalda; pero no me importaba.
Su boca viajaba hacia mis pechos; mientras que yo no podia contener todo el ardor que soportaba mi cuerpo.
Nunca habia sido tan cabeza loca como para hacer lo que estaba haciendo en aquellos momentos. Me sentía libre en los brazos de aquel hombre. Sensual y deshinibida.
Sus manos habian viajado debajo de mi blusa. Sus manos fuertes, eran abrasadoras en mi piel y ante el simple toque, jadeé, mirándolo con pasión.
Buscó los pezones henchidos y los acarició con miedo al principio, hasta que seguidamente; apartó la tela que los envolvía para tenerlos entre sus dedos, que los atendían como ellos querían ser atendidos. Con fervor, con vehemente, con pasión.
Su boca en ellos, me hizo gemir; lo cual esto llevó a una reacción en cadena.´El también lo hizo y ambos comenzamos a rozar nuestras caderas, hambrientos de algo que podia mas que nosotros.
Descendió al ombligo con sus manos; apartando el pantalón, y tanteando mi húmedo centro por encima de mis braguitas.
-Quiero darte placer; pequeña…
Su voz ronca, me erizó la piel. Era tan sensual, que podia tener un orgasmo con su voz, únicamente.
-Pero es que yo…
Miró mis ojos, con plenitud, mientras aplacó mi sed con sus labios.
Sus dedos se movían hábiles, apartando las braguitas y tanteando mi virtud con una exquisitez deliciosa.
Me sentí crecer en sus brazos y me abandoné completamente a sus caricias.
Enterrando sus dedos en mi, ví literalmente las estrellas y al acariciar mi hinchado clitaros, maldecía, entre mis labios, mi hermosura y mi cuerpo de diosa…
Cuando me atenazó el tercero de mis orgasmo. Me dejé caer en su hombre izquiero y suspiré , besando su cuello, lamiendo la loción tan apetitosa de su piel.
-Me tienes encandilado. Bella.
-¿Si?.- dije, arrastrando las palabras por su cuello.
-Me has hecho un regalo maravilloso…
-¿Cómo lo has…?
-Podia imaginar que eres virgen. Pero lo que no se me habia pasado por la cabeza es que ningún hombre te habia acariciado tan íntimamente. Me has dado un regalo, que dudo mucho pueda olvidar.
Suspiré y sonreí, besando su hombro fuerte y desnudo.
-He querido que seas tú.
-Gracias.- Buscó mi rostro y me besó lentamente. Haciendome estremecer nuevamente,
……………………………………………………………………..
Despues de dejarme a varias cuadras de mi casa y esperar pacientemente, a que le hiciera una llamada perdida para darle la señal que ya habia llegado sana y salva, nunca pensé que mi sueño se volveria en una tórrida pesadilla.
Papá ya se habia acostado y la casa estaba en un completo silencio.
Me quité las manoletinas y subí las escaleras hacia mi habitación . Abrí la puerta y cerré la puerta seguidamente , muy despacio, para que Charlie no despertase.
Al volverme, una sombra larga , me tapó la boca con una mano y poco después, me arrastró hacia la mesita de noche; donde allí, abrió el interruptor de la lamparilla y pude ver el rostro de mi raptor.
-¡Edward!.- mascullé entre sus dedos, intentando morder alguna de sus falanges.
-Mira Bella. Te voy a soltar. Pero con cuidado. No quiero que grites ¿ok? He venido en son de paz….
Lo miré extrada y poco a poco sus dedos dejaron de hacer presión en mis labios.
-¿Qué quieres maldito psicópata? ¿Qué haces en mi casa a estas horas?.- susurré, con ira en mi voz.
Él soltó una risita nerviosa y se sentó en mi cama. Tocó el colchón, en una clara invitación para que me sentase a su lado y yo caminé hacia él, sin fiarme para nada de la situación.
-He venido a hacer un trato contigo.
Alcé una ceja y volvi mi cara hacia otro lado.
-Eres increíble Cullen…¿Qué clase de trato? ¿Y como coño has subido hasta mi habitación sin que Charlie se entere?
-Vayamos por partes. Bella. Dime una cosa. Y sé completamente sincera. ¿Te has enamora de Gerard?
Parpadeé un par de veces alucinada. ¿Pero qué coño…?
-Y a ti que mierda te importa…
-Quizas me importe mas de lo que debería.
--No entiendo por qué.- hice un mohín con mis labios y aparté mis ojos de los suyos. Me turbaba la mirada de Edward.
-Dime. ¿Te has colado por Gerry?.- el muy maldito, me preguntaba en tono burlon.
-No lo sé. Pero me gusta muchismo.
-Bien. –se tensó.- ¿Sabes que el papá de Tanya no es dueño de absolutamente nada, no?
-No me interesan esas cosas. Edward. No soy tan hipócrita como tú y tu noviecita.- espeté.
-La madre de Tanya esta en psiquiátrico. Él no está separado, ni viudo..¿entiendes? Su mujer esta incapacitada; pero esto no quiere decir que esté libre.
Mi corazón se paró unos momentos y mueca de horror se instaló en mi rostro.
-Gerry ha tenido miles de aventuras. No te creas que vas a ser diferente a todas ellas. Una mucama como tú…con un hombre que tiene todo lo que se le antoje.
La lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Miré a Edward con autentico odio lo abofeteé.
-Estoy harta que me dejes a la altura del betun, maldito bastardo. – Vienes aquí para insultarme y contarme todas esas cosas horribles sobre el hombre que me desea y le gusto. Todo para hacerme caer de mi nube. Pues no me interesan tus intrigas Edward Cullen. Y ahora largo de mi habitación y te agradecería no verte mientras trabaje en tu casa. Te odio y te odiaré hasta el final de mis días.
-Eso es mucho tiempo.- espertó duro.
-No lo suficiente para ti.
Continuará…..
CAPITULO 6
Sentir los labios de Gerard , en los míos, me abrasó literalmente.
Sus manos envolviendo mi cintura y su cuerpo terriblemente pegado al mio. Me hicieron suspirar mentalmente. Aquel hombre podia hacer que me perdiera en aquellos besos, sin deparar ni en el sitio ni el lugar
-Te pido respeto; papá.- La voz de Tanya, hizo que separara su boca de la mia , y antes de dirigir una mirada hacia ella. Me sonrió con ternura y me acararició el labio inferior con su dedo índice; no pude hacer otra cosa que cerrar los ojos y dejarme llevar por aquel sensual toque que enervaba todas las células nerviosas de mi cuerpo.
Su cabeza se giró, para mirar a Tanya que estaba firmemente apoyada en el hombro de su novio: Edward Cullen.
-El mismo que me tienes tú a mi; supongo. Cuando has entrado por la puerta, te has abalanzado al cuello de Edward como si yo no estuviera presente. ¿Me pides que no sea efusivo con mi querida Bella, cuando tú te comportas de una manera tan indiscreta?
La hija de Gerard, bajó la mirada y se mordió el labio; tal y como yo hacia en las ocasiones donde la tensión se adueñaba de mi.
-¿Van a salir a cenas?.- La voz de Edward, era melodiosa. Y me perturbó en gran medida; pues él no utilizaba ese tono,normalmente.
Gerard asintió y me miró los labios con aquellos ojos verdes; que deberían estar prohibidos.
-Si. Voy a invitar a Bella a cenar. – dijo mirándome.
-Seria…seria bueno que comenzaramos a unir lazos..¿no creeis? Ya que Tanya es tu hija y Bella es…- Edward apretó la mandibula, antes de soltar la palabra que le quemaba en la boca.- tu novia.
Gerard rió; sin dejar de mirarme ni un momento.
-Desde luego, todavía no se lo he pedido: pero sin duda, seria bueno que comenzásemos a tener buenas aptitudes los unos con los otros.- Dejó de mirarme y volvió la vista hacia los dos novios que nos miraban atónitos. Tanya con la boca abierta y Edward con la mandibula tan tensa que parecía que le iban a saltar todos los dientes.- Si Bella gusta….¿Que opinas querida? ¿Quieres que tengamos la compañía de Tanya y Edward en nuestra primera cita?
-No.
Los ojos de Gerard, chispearon de una manera deliciosa y sus labios entregados, me besaron la frente, abrazandome y recargando mi cabeza en su pecho.
-Mi dama ha elegido.- dictó de maneral territorial.- Otro dia será bueno para eso. De momento, iremos nosotros solos a cenar.- Se separó de mí, lentamente y me agarró la mano para arrastrarme corriendo hacia la puerta de la entrada; pasando delante de su hija y su yerno con cara de circunstacia.
Yo era feliz y él parecía serlo también.
-Que les aproveche.- La voz de Edward, llegó mi oídos como un eco..un eco algo extraño. Ya que notaba una nota de tristeza en su voz.
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-Eres una mala influencia para mi. Desde luego.- reí ante aquello y volví a llevarme la copa de vino espumoso a los labios.
Su risa; hizo que mirara por enésima vez su boca. Aquella maravillosa boca que me habia besado en la mansión Cullen.
Aquel hombre era espectacular. Sus ojos reflejaban con vehemencia su personalidad encantadora y su bondad. Su barba, algo cerrada le hacia ver terriblemente varonil y acrecentaba el par de ojos verdes que habia debajo de aquellas cejas castañas.
-Si me sigues mirando así, no voy a poder seguir siendo un caballero; Bella. Te lo aseguro.- Me hablaba con un deje ronco que no dejó dudas al respecto. Me deseaba ¡Siiiiii!! ¡Dios mio, Isabella Swan, si todo va bien vas a perder la virginidad con este hombre maravilloso!
No pude contener el rubor de mi rostro, ante aquella voz cargada de promesas y bajé la mirada.
Nos hallábamos en un pequeño restaurant de Port Angeles ; “La Bella Italia”.
Habia pedido una mesa algo reservada; dándole al camarero una buena propina.
Habiamos saciado nuestro apetito y en los postres, Gerard, acabó pidiendo un vino afrutado para la tarta de cerezas que solicitamos.
El vino se me habia subido a la cabeza. Pero estaba completamente en mis cabales. No iba a alanzarme sobre él ni nada por el estilo…aunque lo estaba deseando de manera demente.
-Bella has vuelto mi vida de cabeza. – llenó una pizca mas de vino, mi copa y luego vació la botella en la suya, alzó las cejas y me sonrió.- Fui a Forks para comprar algunos terrenos y afincarme aquí por temporadas y ahora….ahora solamente puedo pensar en estar cerca de ti….- Su mano viajó hacia la mia y acarició con premura mis dedos, algo nerviosos.- Te has metido en mi cuerpo como las esporas; Bella. Creando en mi, algo que pensé habia perdido hace mucho, mucho tiempo…. Ilusion, pasión…puedes pensar que estoy loco por aventurarme a decir todo esto, sin apenas conocernos; pero pienso que la vida esta mandándome otra oportunidad para ser feliz…y quiero intentarlo. ¿Querrias…querrías ayudarme?
Su mano ya se habia apoderado de la mia y la sujetaba fuerte, causando estragos en mi.
-¿Y que puedo hacer yo?.- Pude alcanzar a decir, mientras miraba como su mano, acariciaba, lentamente la mia.
-Dejame que te mime. Que te quiera…que te ame…- Aquel hombre que tenia frente a mi, se habia puesto terriblemente serio y me escrutaba con la mirada, intento adivinar mis pensamientos.- Bella…dime algo; cualquier cosa. Pero dime algo.
Tragué en seco y me mordí el labio nerviosa. Sus ojos volaron hacia mi boca y cerró fuertemente los ojos; como intentando controlar algún tipo de reacción.
-Me gustas.- le dije, en un murmullo.-Me gustas, mucho.
Él no cambió ni un apice el gesto de su rostro. Sin soltarme la mano, chasqueó los dedos y el camarero, vino de seguida.
-La cuenta; por favor.- dijo roncamente; con sus ojos perdidos en los míos.
Al traer la cuenta, él pagó con tarjeta y nos levantamos ambos detrás del camarero, que nos miraba con gesto serio.
Gerard, al salir del restaurant me tomó de la mano, jovial; y me llevó a su coche, mientras corriamos; pues habia comenzado a llover de manera alarmante.
Al llegar al auto, me ajusté bien el cinturón y noté su agarre en la cintura, para atraerme hacia él.
-Ven aquí, preciosa. Llevo un rato queriendo hacer esto.- Sus labios demandantes, me abrieron la boca. Los besos de Gerard eran como azotes de adrenalina que corrian por mi cuerpo, haciéndome estremecer.
No sé en que momento llegué a estar a horcajadas en su cuerpo. El volante me raspaba el final de la espalda; pero no me importaba.
Su boca viajaba hacia mis pechos; mientras que yo no podia contener todo el ardor que soportaba mi cuerpo.
Nunca habia sido tan cabeza loca como para hacer lo que estaba haciendo en aquellos momentos. Me sentía libre en los brazos de aquel hombre. Sensual y deshinibida.
Sus manos habian viajado debajo de mi blusa. Sus manos fuertes, eran abrasadoras en mi piel y ante el simple toque, jadeé, mirándolo con pasión.
Buscó los pezones henchidos y los acarició con miedo al principio, hasta que seguidamente; apartó la tela que los envolvía para tenerlos entre sus dedos, que los atendían como ellos querían ser atendidos. Con fervor, con vehemente, con pasión.
Su boca en ellos, me hizo gemir; lo cual esto llevó a una reacción en cadena.´El también lo hizo y ambos comenzamos a rozar nuestras caderas, hambrientos de algo que podia mas que nosotros.
Descendió al ombligo con sus manos; apartando el pantalón, y tanteando mi húmedo centro por encima de mis braguitas.
-Quiero darte placer; pequeña…
Su voz ronca, me erizó la piel. Era tan sensual, que podia tener un orgasmo con su voz, únicamente.
-Pero es que yo…
Miró mis ojos, con plenitud, mientras aplacó mi sed con sus labios.
Sus dedos se movían hábiles, apartando las braguitas y tanteando mi virtud con una exquisitez deliciosa.
Me sentí crecer en sus brazos y me abandoné completamente a sus caricias.
Enterrando sus dedos en mi, ví literalmente las estrellas y al acariciar mi hinchado clitaros, maldecía, entre mis labios, mi hermosura y mi cuerpo de diosa…
Cuando me atenazó el tercero de mis orgasmo. Me dejé caer en su hombre izquiero y suspiré , besando su cuello, lamiendo la loción tan apetitosa de su piel.
-Me tienes encandilado. Bella.
-¿Si?.- dije, arrastrando las palabras por su cuello.
-Me has hecho un regalo maravilloso…
-¿Cómo lo has…?
-Podia imaginar que eres virgen. Pero lo que no se me habia pasado por la cabeza es que ningún hombre te habia acariciado tan íntimamente. Me has dado un regalo, que dudo mucho pueda olvidar.
Suspiré y sonreí, besando su hombro fuerte y desnudo.
-He querido que seas tú.
-Gracias.- Buscó mi rostro y me besó lentamente. Haciendome estremecer nuevamente,
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Despues de dejarme a varias cuadras de mi casa y esperar pacientemente, a que le hiciera una llamada perdida para darle la señal que ya habia llegado sana y salva, nunca pensé que mi sueño se volveria en una tórrida pesadilla.
Papá ya se habia acostado y la casa estaba en un completo silencio.
Me quité las manoletinas y subí las escaleras hacia mi habitación . Abrí la puerta y cerré la puerta seguidamente , muy despacio, para que Charlie no despertase.
Al volverme, una sombra larga , me tapó la boca con una mano y poco después, me arrastró hacia la mesita de noche; donde allí, abrió el interruptor de la lamparilla y pude ver el rostro de mi raptor.
-¡Edward!.- mascullé entre sus dedos, intentando morder alguna de sus falanges.
-Mira Bella. Te voy a soltar. Pero con cuidado. No quiero que grites ¿ok? He venido en son de paz….
Lo miré extrada y poco a poco sus dedos dejaron de hacer presión en mis labios.
-¿Qué quieres maldito psicópata? ¿Qué haces en mi casa a estas horas?.- susurré, con ira en mi voz.
Él soltó una risita nerviosa y se sentó en mi cama. Tocó el colchón, en una clara invitación para que me sentase a su lado y yo caminé hacia él, sin fiarme para nada de la situación.
-He venido a hacer un trato contigo.
Alcé una ceja y volvi mi cara hacia otro lado.
-Eres increíble Cullen…¿Qué clase de trato? ¿Y como coño has subido hasta mi habitación sin que Charlie se entere?
-Vayamos por partes. Bella. Dime una cosa. Y sé completamente sincera. ¿Te has enamora de Gerard?
Parpadeé un par de veces alucinada. ¿Pero qué coño…?
-Y a ti que mierda te importa…
-Quizas me importe mas de lo que debería.
--No entiendo por qué.- hice un mohín con mis labios y aparté mis ojos de los suyos. Me turbaba la mirada de Edward.
-Dime. ¿Te has colado por Gerry?.- el muy maldito, me preguntaba en tono burlon.
-No lo sé. Pero me gusta muchismo.
-Bien. –se tensó.- ¿Sabes que el papá de Tanya no es dueño de absolutamente nada, no?
-No me interesan esas cosas. Edward. No soy tan hipócrita como tú y tu noviecita.- espeté.
-La madre de Tanya esta en psiquiátrico. Él no está separado, ni viudo..¿entiendes? Su mujer esta incapacitada; pero esto no quiere decir que esté libre.
Mi corazón se paró unos momentos y mueca de horror se instaló en mi rostro.
-Gerry ha tenido miles de aventuras. No te creas que vas a ser diferente a todas ellas. Una mucama como tú…con un hombre que tiene todo lo que se le antoje.
La lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Miré a Edward con autentico odio lo abofeteé.
-Estoy harta que me dejes a la altura del betun, maldito bastardo. – Vienes aquí para insultarme y contarme todas esas cosas horribles sobre el hombre que me desea y le gusto. Todo para hacerme caer de mi nube. Pues no me interesan tus intrigas Edward Cullen. Y ahora largo de mi habitación y te agradecería no verte mientras trabaje en tu casa. Te odio y te odiaré hasta el final de mis días.
-Eso es mucho tiempo.- espertó duro.
-No lo suficiente para ti.
Continuará…..
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My love is Over
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