Capitulo 6
Reneé,paseaba inquieta por la salita de estar. Yo me había sentado en una de las silla y le preguntaba a Jared,que tal había ido la mañana escolar. Edward jugaba con Emily, pero de vez en cuando sentía su mirada fulminante en mi ser. Moría de ganas por que se largaran de mi casa ya.
-¿Qué es eso de que han entrado en tu casa ,hija? ¿No te han hecho nada? ¿Has visto quien fue?.- Mi madre se retorcía las manos inquietas y me miraba preocupada.
Yo sonreí y mandé a Jared que se marchara al jardín.
Me levanté para acceder a Emily.
-Emily, cariño.- Me puse a su altura, Edward se había quedado justo detrás de la espalda de ella, y me miraba serio, impertubable.- Ve,con tu hermano, quiero hablar con la abuela.
La nena, asintió con la cabeza y se despidió de Edward con un beso en los labios….
Se acercó a mi madre y le propinó un fuerte abrazo y un beso sonoro en las mejillas.
-Mamá. ¿Tiene que estas él aquí?.- Le pregunté, haciendo un gesto en dirección a Edward.
Él, se acercó a mi madre; le susurró algo en el oído y mi madre se marchó en dirección al jardín, a encontrarse con los niños.
-¿Qué coño le has dicho? .- Le pregunté mirando por la ventana, incrédula . Mi madre iba como hipnotizada.
Me volví hacia él y me asusté, lo tenía a escasos centímetros de mi.
Habia algo en su mirada que era desconsolador, parecía estar sufriendo algún tipo de castigo. Dí un paso hacia atrás y él bajó la cabeza y negó cerrando los ojos. Pude apreciar un atisbo de sonrisa en sus labios.
-Tengo que hablar contigo…Bella, tú madre está sufriendo mucho con todo esto. No te lo imaginas. Ella te quiere. Y creo que por mi culpa ,vuestra relaccion está haciendo aguas.- me dijo sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.
Yo me llevé una mano a mi frente y suspiré.
Él cambió su expresión y me dio miedo.
-No respires,así, Bella …
-¿Hum?
-Piensa en tu madre.- Me dijo alejándose levemente de mi.
-Pienso en mi madre… por eso no me gusta esta relación enfermiza que tiene contigo ¿Tú crees que es sano, que esté con un chico que le lleva un monton de años? Santo dios,Edward si hasta yo soy mayor que tú.
-La edad, no me importa. A veces eso parece un obstáculo. Pero hay personas que mentalmente no aparentan la edad que tienen, Bella, yo tengo apariencia de un chico joven,pero en realidad, me siento viejo y cansado y he creido ver en Reneé una posible compañera de trayecto.
Entrecerré los ojos.
-¿Creido?
Él carraspeó y me evaluó con la mirada, haciendo que subieran miles de ardores a mi rostro.
-Alice, me ha dicho.
-El mundo es un pañuelo.- dije en un susurro, casi inaudible.
-¿Y?
-Está bien, esto no tiene nada que ver con la niña. Tu hermana me ha dicho que estás en tu último año de universidad-¿Qué horario te iria bien, lo digo para no importunar tus citas con mi madre?
-No me importa. La casa de tu madre, está al cruzar.- Me dijo sonriéndome de una manera seductora.
-A las cinco de la tarde me va bien.
Me ofreció la mano para sellar el pacto.
-¿Honorarios?.- le pregunté extrañada.
-No los necesito ¿Trato hecho?
Él seguía con su mano tendida.
Le apreté la mano levemente y dí un paso hacia atrás.
-Frio..- susurré.
Él me miró y dio un paso hacia a mi.
-Bella…
El sonido de unas llaves, que intentaban abrir una puerta hizo que se volviera a poner en su sitio.
Era Jake. Los niños venían colgados de é como si fueran una percha. Mi madre iba detrás de ella sonriente y hablando con jake de la manera más natural.
-Nena.- Miró a Edward, me sonrió y besó mis labios con un beso fugaz.- Vengo reventado.- Dejó el maletín en el suelo y se giró hacia Edward.- ¿Tú debes ser el novio de Reneé?.- Le dijo el maldito sonriente.
Edward lo miró serio y noté en sus facciones una especie de control, apretó la mandibula y le sonrió forzosamente.
-Sí.- Esa fue su única respuesta.
Jake me cogió por la cintura y me besó la mejilla.
-Oye Reneé, ¿Por qué no venis a cenar esta noche ,aquí a casa? Hace mucho tiempo que no tenemos una cena familiar como dios manda. Y claro hay que conocer a Edward.- Le pegó un golpecito en el pecho a modo de broma.
-Sí,claro. ¿Qué dices Renée?- Inquirió Edward sin apartar la mirada de mi rostro.
Mi madre se acercó a él y le atrajo el rostro a ella, y lo besó. Él no se inmutó. Algo había molestado a Edward Cullen y no tenia idea de lo que había podido ser. La verdad tampoco me importaba.
-Claro, cariño. Estoy encantada. ¿Tu que dices Bella? No has dicho nada.
-Está bien. De todas maneras me voy a tener que acostumbrar a esta situación.- dije mirando a Jake sonriéndole.
-Estupendo.- dijo él.- Los esperamos a eso de las nueve. – Mi madre cogió a Edward de un brazo y lo guió hasta la entrada,antes de marcharse ella, me dió un beso y su novio imitó su movimiento, pero con una seria diferencia, sus labios frios,aspiraron mi mejilla,y un gemido apenas audible le salió ronco de su garganta, abrió lo suficiente los labios para notar su carne fría sobre mi piel. Me estremecí nerviosa. Cuando se separó de mi,me devoraba literalmente,sus pupilas se posaron en mis labios y se relamió los suyos. Fué excitante. Tanto que me dio pánico. ¿Qué quería decirme con aquellos gestos? Él sabia de sobras que yo no los estaba pasando por alto. ¿Pero porque?
La voz de Jake, me regreso con los pies en tierra.
Anduve por la casa nerviosa, le conté el altercado con el visitante misterioso. Él no le dio ningún tipo de importancia. Obvié que lo había llamado dos o tres veces a su celular. No merecía la pena.
Estaba arrenglándome y me miraba en el espejo de cuerpo entero de mi habitación. Aquel vestido negro, de blonda con cuello en pico,dejaba al descubierto, el principio de mis senos. Era tan ajustado que dí gracias, que llevase una obertura en la parte trasera; apenas podía andar. Me calzé mis zapatos de tacón y me miré de nuevo, orgullosa. Mis ojos despojados de las gafas, que siempre llevaba se veian jóvenes y vitales. Mi pelo castaño,lo había cepillado hasta la saciedad. Me gustaba ponerme de pefil y ver lo largo que lo tenia ya. Me llegaba a la cintura.
Recuerdo que cuando tuve mi primera relaccion sexual con Jake, se le enrolló mi cabello en su reloj….
En aquel momento entró en el dormitorio y un silbido de aceptación le salió de sus labios.
Me cogió por la cintura y me atrajo hacia sí.
-Así me gusta verte,Bella,estas bellísima. Si te conociera esta noche no dudaría en hacerte mia.- Me susurró en el oído con la respiración agitada- Quiero que follemos ahora Bella,ahora mismo. Te deseo.
Me cogió por la cintura y me tiró a la cama. Levantó mi vestido hasta la cintura y bajó mis bragas sin ningún tipo de sensibilidad, se bajó la cremallera del pantalón y me metió la polla en mi coño hasta que se corrió sin inmutarme.
Jadeante, se levantó de mi cuerpo y me guiñó un ojo con descaro.
-¿Te ha gustado nena?
Yo sabia perfectamente lo que debía decirle.
-Sí Jake,me he corrido, si es eso a lo que te refieres.
-Ven Bella, pon en orden tus ropas,ya mismo están aquí nuestros invitados.- Al decir esto alzó las cejas con sorna.
-Fantástico,Jake,fantástico.
Estaba terminando de colocar mi vestido en su sitio, cuando él cerró la puerta y se marchó.
Sofoqué un lastimero gemido con mi mano. ¿Por qué mi vida era asi de triste? Mi marido me usaba cuando quería, y yo tenia que aguantar ponerle la buena cara a un tio que se estaba tirando a mi madre.
Retoqué mis labios y salí con la cabeza erguida de mi habitación. Oyé voces, debían de haber llegado ya.
Cuando los ví, mi madre se abalanzó a mi risueña.
-Oh,Bella ,cariño, estas preciosa.- Me besaba la cara.- Mira Edward, mira mi hija, ¿Es o no es una belleza?
Edward se volvió y me quedé sin aliento. Iba totalmente de negro al igual que yo. Su camisa levemente abierta,dejaba al descubierto un torso,nivéoy fuerte. Se acercó a mi y me besó fugazmente,sonriendo.
-De tal palo, tal astilla, Reneé.
Aspiré profundamente su olor y cerré los ojos. ¿Qué clase de perfume era ese? Mis hormonas de mujer, se habían vuelto locas y se agitaban convulsas.
Mi corazón latía desenbocado y mi respiración era agitaba.
Le sonreí con nerviosismo y me puse colorada.
-Mira,Edward, se ha ruborizado,ejejeejejj,esta Bella no cambiará nunca. Le ha dado apuro tu piropo, Edward.
-No que vá.- dije,casi sin voz.
Me aparté de ellos para estar lejos de él. Me estaba excitando terriblemente.¿Qué mierda me pasaba? Esto no me había sucedido desde que era una adolescente y ni mucho menos de aquella manera. ¿Qué poder tenía Edward Cullen sobre mi?
La noche pasó sin mayores sobresaltos. Edward era un hombre que sabia hablar de cualquier tema, me fascinó su manera de hablar pese a la edad que tenía. Parecía un alma vieja embutida en un cuerpo joven,aquél pensamiento me estremeció y volví la vista hacia mi marido, él fumaba un puro y bebía una copa de coñac, mientras contaba a Edward el tipo de trabajo que tenia en la empresa. Bufé por lo bajini y me levanté con el pretexto de ir a la cocina a por los postres.
Estando en ella, abrí el cajón de las recetas de cocina y allí, guardado como un tesoro; estaba mi paquete de tabaco. Mi cuerpo necesitaba nicotina por un tubo. No aguantaba la situación, no aguantaba a Jake, ni a mi madre. Sólo pensaba en Edward… y la manera en la que podía arrojar hacia él y follármelo encima de la mesa sin vacilaciones. Mientras habíamos estado comiendo, lo había devorado en mis pensamientos,pasado la lengua por todo su cuerpo y con cada pensamiento, mi sexo, se contraía de placer. ¡Dios mio si eso no lo había sentido ni por Jake,cuando me la metia!
Aspiré el humo desperada y me apoyé en el mármol de la cocina.
-¿Fumas?
La voz hizo que el cigarro se me resbalara,debido al respingo que dí y que cayera la suelo, sin remedio…
-Toma, pero debo decirte que es malo para la salud.- Me dijo él muy cerca de mi rostro,ofreciéndome el pitillo que había cogido al vuelo.
-Gracias.- Lo miré como quien ve el sol por primera vez .
Miró hacia los lados y sonrió ladinamente. Pensé que se marchaba,porque esa la intención que me dio al girarse, pero antes de darme cuenta , me aprisionó con sus brazos en la pared y susurró a muy pocos centímetros de mi boca.
-Me lo estas haciendo pasar muy mal esta noche…Bella,estoy oliendo tu excitación en todo momento. No me he echado encima de ti, por no hacer una desgracia esta noche. Sé que me deseas,y no dudes que yo te deseo mucho más. Te deseo hasta la locura desde el mismo momento que te ví. Me muero de ganas de follarte, Bella Swan.
Yo tragué en seco y atrapé sus labios duros y frios entre los míos, que ardían como el mismo infierno.
-Pues,hazlo Edward, aquí…ahora…
Continuará.
domingo, 30 de enero de 2011
viernes, 28 de enero de 2011
Son Flores Para Bella
SON FLORES PARA BELLA
CAPITULO 12
Llegó a casa a la once en punto.
Tenia que reponerse; tranquilizarse.
Habia sido todo muy sorprendente.
No tuvo la necesidad de meter el llavín en la cerradura. Su madre alarmada, tal vez por la tardanza, la espereraba bajo el pequeño porche.
-Bella…temí que te ocurriera algo. No has dado la clase a Edward.
-¿Ha…ha venido?
-No…pero….
Besó a su madre.
-Tienes los labios frios, Bella.
Los tendría frios; pero ella los sentía calientes. Hirviendo. Como si aún estuviera besando a Edward.
-Mira las flores.
¿Nuevas?
Sí. Nuevas.
Las otras estaba en los búcaros, ya algo marchitas.
Aquellas eran blancas.
Blancas como la nieve.
¿Pero sabia él si existía tal pureza?
-Supongo que te la enviará Mike.
¡Mike!
¿Quién se acordaba de Mike?.
Mudamente, buscó la tarjeta entre los pétalos húmedos. La metió hasta el puño,si dentro de la palma y la apretó.
No era capaz de leerla delante de su madre y mentirle otra vez.
Estaba segura que su madre nunca le mintió a ella. Claro que su madre, seguro no se vió en las mismas circunstancias.
-¿Son de Mike, Bella?
-Claro, supongo…
-Vienes como encogida.
Lo estaba.
-Me duele la cabeza, he trabajado mucho.
-¿Cómo no vendría Edward? Estuve merendando con su madre…y le ví salir a las nueve menos algo.
-Se entrentendría.
-Si, seguro. Estos jóvenes medio hombres, medio niños.
Hombres.
Hombres completos.
Nada de niños.
Por eso estaba así; odiaba tener que admitirlo.
Hombres de pies a cabeza.
Apretó el sobrecito en la palma y mecánicamente se fue quitando el abrigo.
-Me voy a tumbar un poco en mi cama, mamá. No me des comida.
-Pero…
Mintió.
Una vez más; que importaba.
-He comido algo en una cafetería.
-Eso es lo malo. Ya te lo tengo dicho. Cmeis un poco y luego resulta que se os va el apetito.
Bella se fue a su cuarto sin responder. Cerró tras de sí y paso a paso; como si tuviese miedo de llegar, se sentó en el borde del lecho.
Entonces, si. Entonces abrió el sobre. Rompió la nema con una uña y sacó una tarjeta.
Una letra vigorosa y firme, de Edward.
Una letra de hombre.
Como sus besos…
Suspiró y cerró fuertemente los ojos; acercando la nota a sus labios. Rojos de excitación.
Miró la nota; ciega de deseo y comenzó a leer lentamente. Recreandose en sus palabras; como si de verdad le estuviese hablando al oído en un susurro apenas audible…solamente para ella.
“ Bella, mis flores son el mensaje de mi ternura. Perdonáme. Tuvo que ser así. No es en vano. No es un juego. Es la pura realidad. Si no quieres mañana no hablo contigo de ello, pero no me prives de verte. Sigamos con nuestras clases, pero…piensa que no amas a tu novio. Que si tú no puedes amarlo porque no eres mezquina, porque eres sensible, porque eres tú y estas llena de valores. Te veré mañana. Edward”
La leyó tres veces, después otras tres.
Y enseguida como si lo presintiera, sonó el teléfono.
Su mano tembló antes de coger el auricular.
Pero lo tomó al fin.
Tenía que hacerlo.
No podía huir de aquella realidad .Pero le diría…le diría…
No sabía lo que iba a decirle. Estaba aturdida. Loca. Desequilibrada…por él…
Sus dedos temblorosos, asieron el receptor, pero no se sintió con fuerzas para levantarlo.
Aquello era demasiado hermosos.
Miró al frente. Tal parecía que buscaba una respuesta en las sombras. Una respuesta a su intima y indescriptible inquietud.
Jamás en ningún momento de su vida, sintió ella aquella clase de inquietudes. Pero es que todo era distinto. Como si su vida evolucionara, ser renovara y, a la vez, se descompusiera su siempre inalterable armonía.
El teléfono seguía sonando y los dedos femeninos, aquellos dedos expresivos, largos delgados, casi transparentes por su delicadeza, se crisparon en el auricular.
Pero alfin lo levantaba.
-Diga….
Sabia que era él.
No consideraba a Mike tan desprendido como para llamarla desde Paris y en cuanto a que hubiera regresado, era imposible.
Un silencio.
Oía una respiración, pero la voz no sonaba.
-Diga…
-Te hice una pregunta allí en lo alto de la colina.- la voz ronca de hombre de Edward.- Y no has contestado a ella.
-Son bonitas…tus flores.
-Reflejan tu… pureza. ¿O es que…no existe?
Recordó la pregunta “¿Puedes dejarlo?”
-Bella….
No quería que le volviese a preguntar lo mismo.
Cerró los ojos. Los parpados parecían palpitar. Así , asi de sensible era su propia sensibilidad.
-Bella…
-Te…escucho…
-Pareces alelada…tonta…o muda.
-Me gustaría descansar.
-Marginar lo que te inquieta ¿No es eso Bella? Yo me pregunto si eso no significa demasiada comodidad o demasiada cobardía.
-Por favor…
-¿Ves?
-Edward.
-Dime, Bella, dime. Despues te colgaré y te dejaré tranquila.Pero hay algo que me roe, que me desquicia. Algo que me duele como miles de bofetatadas juntas dadas o recibidas en plena cara y ante todos los habitantes del planeta.
Era lo que no podia contestar.
Y no porque tuviera miedo a su respuesta. Es que era tan intima su vida. Tan intimo su dolor. Tan intima su tremenda incertidumbre…
Durante todos aquellos años de relaciones, sintió en sí muchas inquietudes. De distina índole. Diferentes incluso, unas con otras. Pero la presente, la que sentía en aquellos instantes, era en si; diferente a todas las demás.
Por eso huía de su definición.
Era la primera vez en toda su vida que enfrentarse a la verdad, le causaba verdadero pavor.
-Bella…
No constestó en seguida.
Había ido deslizándose en el lecho y parecía una cosita uniforme. Encogida, con las dos manos sujetando el auricular, pegado a su oído.
-Bella no eres valiente.
Claro que no le era.
Nunca trató de mentirse a si misma al respecto, ni de engañar o mentir a los demás, incluyendo a Edward. No podia ser valiente, porque el problema, lo quisiera o no…era ardúo y tenia que ver con él y con ella misma.
-Contesta una sola palabra. Si o no. A veces la verdad es esplendía o dolorosa. Según los ojos con que una mira. Pero lo que no es doloroso ni esplendido, por mucho que queramos disfrazarlo, es ocultar la definicon de ambas cosas ante uno mismo.
-Edward.- sonaba estremecida la voz de Bella.- No puedo hablar de…eso.
-¿Lo ves ¿ ¿Huyes? ¿De que sirve? ¿A dónde te llevará la ocultación a ti misma de unos sentimientos de los cuales depende la felicidad de toda tu vida?
-Te digo…
-Constesta. Si o no.- cortaba Edward con cierta e inesperada brusquedad.- Tambien no puedes contestar nada. Pero eso, repito, es una cobardía. Dime. ¿Puedes o no puedes dejar a tu novio?
Oscilaron los senos femeninos; Bella se mordió el labio.
Tenia un bello semblante de una ansiedad extraña para ella. Los labios que Edward, habia besado tanto y tan hondamente, tenían como un combulso temblor.
-Bella…sé valiente.
No lo era. Siempre pensó que lo era. Pero en aquel momento, tal vez transcendental en su vida, se sentía pequeñita, emnguada, como si fuera una cosa, en vez de una mujer de veintitrés años, con una experiencia de cinco años de noviazgo.
-Cierto que no estas obligada a darme una respuesta.
-¿Es curiosidad?.- pudo preguntar balbuceante.
Edward lanzó un bufido entre los dientes.
Despues casi gritó.
-¿Me crees a mi capaz de dejarme dominar por una malsana curiosidad?
-Pues…
-Nunca he sido curioso. Vivo mi vida. Al margen de otras muchas vidas que no me necesitan y metido de lleno en otras cosas, que de un modo u otro dependen de mi. Me has confundido, Bella. Ni soy tan niño, ni soy tan hombre. Me quedo con el término medio muy humano , muy lógico y muy natural, dada mi condición masculina. Pero todo lo nulo que sea y todo lo hombre que tú me consideres y yo me sienta, pertenece a unos sentimientos muy concretos en cuanto a ti.
Era lo que no quería oir….¿o si?
-Bella por el amor de Dios…responde. ¿Puedes o no puedes? Si no puedes…no te voy a condenar. Despues de cinco años de relaciones amando a un hombre…es humano que no puedas dejarlo con la libertad que se deja a un amigo, con quien se mantuvieron relaciones durante meses…Di por favor…dilo.
-Puedo.
-Estate alerta en la ventana de tu dormitorio, enseguida estoy allí…
Colgó.
Se quedó tan sorprendida que su visión quedó perdida en un punto de la habitación; durante un buen rato.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………........
Edward bajó en silencio.
Esme se habia ido a descansar y por nada del mundo él quería alarmarla.
Pensó en coger el volvo; pero deshechó rápidamente aquellos pensamientos.
Mejor caminando…corriendo….
Cuando se apostó delante del ventanal de la habitación de ella, cogió una pequeña piedrecita y fue certero en el blanco.
Esperó unos segundos….minutos..y Bella daba signos de vida.
Bajó la cabeza y caminó con paso tremulo de nuevo a su casa.
-¡Shh….Edward!.- la voz era casi un murmullo; pero era perfectamente audible en el silencio de la noche.
Irguió la cabeza…y allí estaba ella…su Bella.
Le ofreció una sonrisa radiante y se apostó en las tuberías del gas con una maestria tal; que hasta él mismo se asombró.
Saltó hacia el santuario de su diosa y la miró con cautela.
Ella se retorcía las manos nerviosa. Todavía llevaba la misma ropa que cuando la habia dejado en la calle .
-Necesitaba verte …decirte algo..- comenzó a decir él, acercándose a ella.
-Edward.- Ella levantó la vista y notó como le subia la fiebre de golpe.
Aquella visión de Edward era totalemente nueva para ella; la acobardaba. Se veía tan alto, tan majestuoso..tan hombre.
-¿Sabes las veces que he soñado tenerte en mis brazos?.- dijo él muy bajito. Pegando su pecho al de ella.
Ella negó con la cabeza aturdida. Le era imposible, mirarle a los ojos.
-Déjame que pruebe una cosa ¿me dejas?
Ella asintió sin mirarlo.
Edward levantó su rostro y pegó su boca a la de Bella
Bella dejó escapar un gemido mientras la besaba. Aquel hombre invalidaba cada uno de sus sentidos.
Bella posicionó una mano en la nuca de él y acarició la piel suave de él antes de seguir hacia arriba para enterrar los dedos en los cobrizos mechones de su cabello.
Ambos se sintieron como en casa ;la fuerza de sus cuerpos los envolvía por completo.
Bella sintió el deseo que despertaba en él cuando notó la dureza de su erección sobre el vientre, lo que avivó su propio deseo y la necesidad de sentir sus caricias. La desesperación por tenerlo en su interior era tal que se sentía abrumada.
Edward la cogió en brazos, aguantando su peso mientras profundizaba mas aún en su boca.
Sin esfuerzo aparente le colocó sus fuertes manos en el trasero para apretarla contra sus caderas, de forma que la evidencia de su deseo presionara justo en la pelvis, Bella dejó escapar un gemido y se miraron ambos.
-Voy a hacerte el amor…Bella, necesito que compartas tu pureza, conmigo.- Dijo él posicionándola sobre la cama.
Sus dedos como sutiles caricias, comenzaron a desnudar a la chica, sin dejar de perder su mirada de los ojos de ella.
Edward habia soñado miles de veces con ver a Bella desnuda; pero la visión real fue mucho mas certera y machacante para su cuerpo. Irradiaba deseo por todos los poros de su cuerpo.
-Eres sorprendente…Bella.
Bella era incapaz de enhebrar un solo pensamiento coherente con esas manos grandes y nervudas sobre su cuerpo desnudo.
Edward inclinó la cabeza hasta su cuello y sus labios la abrasaron. La mordisqueó con suavidad.
Perdió el hilo de sus pensamientos.
Lo deseaba a tanto…lo deseaba a él; a Edward.
Edward sonrió al despegar los labios, al percatarse del deseo que invadía los oscuros ojos de la castaña.
Iba a hacerla suya…a partir de ese momento y para siempre…
CAPITULO 12
Llegó a casa a la once en punto.
Tenia que reponerse; tranquilizarse.
Habia sido todo muy sorprendente.
No tuvo la necesidad de meter el llavín en la cerradura. Su madre alarmada, tal vez por la tardanza, la espereraba bajo el pequeño porche.
-Bella…temí que te ocurriera algo. No has dado la clase a Edward.
-¿Ha…ha venido?
-No…pero….
Besó a su madre.
-Tienes los labios frios, Bella.
Los tendría frios; pero ella los sentía calientes. Hirviendo. Como si aún estuviera besando a Edward.
-Mira las flores.
¿Nuevas?
Sí. Nuevas.
Las otras estaba en los búcaros, ya algo marchitas.
Aquellas eran blancas.
Blancas como la nieve.
¿Pero sabia él si existía tal pureza?
-Supongo que te la enviará Mike.
¡Mike!
¿Quién se acordaba de Mike?.
Mudamente, buscó la tarjeta entre los pétalos húmedos. La metió hasta el puño,si dentro de la palma y la apretó.
No era capaz de leerla delante de su madre y mentirle otra vez.
Estaba segura que su madre nunca le mintió a ella. Claro que su madre, seguro no se vió en las mismas circunstancias.
-¿Son de Mike, Bella?
-Claro, supongo…
-Vienes como encogida.
Lo estaba.
-Me duele la cabeza, he trabajado mucho.
-¿Cómo no vendría Edward? Estuve merendando con su madre…y le ví salir a las nueve menos algo.
-Se entrentendría.
-Si, seguro. Estos jóvenes medio hombres, medio niños.
Hombres.
Hombres completos.
Nada de niños.
Por eso estaba así; odiaba tener que admitirlo.
Hombres de pies a cabeza.
Apretó el sobrecito en la palma y mecánicamente se fue quitando el abrigo.
-Me voy a tumbar un poco en mi cama, mamá. No me des comida.
-Pero…
Mintió.
Una vez más; que importaba.
-He comido algo en una cafetería.
-Eso es lo malo. Ya te lo tengo dicho. Cmeis un poco y luego resulta que se os va el apetito.
Bella se fue a su cuarto sin responder. Cerró tras de sí y paso a paso; como si tuviese miedo de llegar, se sentó en el borde del lecho.
Entonces, si. Entonces abrió el sobre. Rompió la nema con una uña y sacó una tarjeta.
Una letra vigorosa y firme, de Edward.
Una letra de hombre.
Como sus besos…
Suspiró y cerró fuertemente los ojos; acercando la nota a sus labios. Rojos de excitación.
Miró la nota; ciega de deseo y comenzó a leer lentamente. Recreandose en sus palabras; como si de verdad le estuviese hablando al oído en un susurro apenas audible…solamente para ella.
“ Bella, mis flores son el mensaje de mi ternura. Perdonáme. Tuvo que ser así. No es en vano. No es un juego. Es la pura realidad. Si no quieres mañana no hablo contigo de ello, pero no me prives de verte. Sigamos con nuestras clases, pero…piensa que no amas a tu novio. Que si tú no puedes amarlo porque no eres mezquina, porque eres sensible, porque eres tú y estas llena de valores. Te veré mañana. Edward”
La leyó tres veces, después otras tres.
Y enseguida como si lo presintiera, sonó el teléfono.
Su mano tembló antes de coger el auricular.
Pero lo tomó al fin.
Tenía que hacerlo.
No podía huir de aquella realidad .Pero le diría…le diría…
No sabía lo que iba a decirle. Estaba aturdida. Loca. Desequilibrada…por él…
Sus dedos temblorosos, asieron el receptor, pero no se sintió con fuerzas para levantarlo.
Aquello era demasiado hermosos.
Miró al frente. Tal parecía que buscaba una respuesta en las sombras. Una respuesta a su intima y indescriptible inquietud.
Jamás en ningún momento de su vida, sintió ella aquella clase de inquietudes. Pero es que todo era distinto. Como si su vida evolucionara, ser renovara y, a la vez, se descompusiera su siempre inalterable armonía.
El teléfono seguía sonando y los dedos femeninos, aquellos dedos expresivos, largos delgados, casi transparentes por su delicadeza, se crisparon en el auricular.
Pero alfin lo levantaba.
-Diga….
Sabia que era él.
No consideraba a Mike tan desprendido como para llamarla desde Paris y en cuanto a que hubiera regresado, era imposible.
Un silencio.
Oía una respiración, pero la voz no sonaba.
-Diga…
-Te hice una pregunta allí en lo alto de la colina.- la voz ronca de hombre de Edward.- Y no has contestado a ella.
-Son bonitas…tus flores.
-Reflejan tu… pureza. ¿O es que…no existe?
Recordó la pregunta “¿Puedes dejarlo?”
-Bella….
No quería que le volviese a preguntar lo mismo.
Cerró los ojos. Los parpados parecían palpitar. Así , asi de sensible era su propia sensibilidad.
-Bella…
-Te…escucho…
-Pareces alelada…tonta…o muda.
-Me gustaría descansar.
-Marginar lo que te inquieta ¿No es eso Bella? Yo me pregunto si eso no significa demasiada comodidad o demasiada cobardía.
-Por favor…
-¿Ves?
-Edward.
-Dime, Bella, dime. Despues te colgaré y te dejaré tranquila.Pero hay algo que me roe, que me desquicia. Algo que me duele como miles de bofetatadas juntas dadas o recibidas en plena cara y ante todos los habitantes del planeta.
Era lo que no podia contestar.
Y no porque tuviera miedo a su respuesta. Es que era tan intima su vida. Tan intimo su dolor. Tan intima su tremenda incertidumbre…
Durante todos aquellos años de relaciones, sintió en sí muchas inquietudes. De distina índole. Diferentes incluso, unas con otras. Pero la presente, la que sentía en aquellos instantes, era en si; diferente a todas las demás.
Por eso huía de su definición.
Era la primera vez en toda su vida que enfrentarse a la verdad, le causaba verdadero pavor.
-Bella…
No constestó en seguida.
Había ido deslizándose en el lecho y parecía una cosita uniforme. Encogida, con las dos manos sujetando el auricular, pegado a su oído.
-Bella no eres valiente.
Claro que no le era.
Nunca trató de mentirse a si misma al respecto, ni de engañar o mentir a los demás, incluyendo a Edward. No podia ser valiente, porque el problema, lo quisiera o no…era ardúo y tenia que ver con él y con ella misma.
-Contesta una sola palabra. Si o no. A veces la verdad es esplendía o dolorosa. Según los ojos con que una mira. Pero lo que no es doloroso ni esplendido, por mucho que queramos disfrazarlo, es ocultar la definicon de ambas cosas ante uno mismo.
-Edward.- sonaba estremecida la voz de Bella.- No puedo hablar de…eso.
-¿Lo ves ¿ ¿Huyes? ¿De que sirve? ¿A dónde te llevará la ocultación a ti misma de unos sentimientos de los cuales depende la felicidad de toda tu vida?
-Te digo…
-Constesta. Si o no.- cortaba Edward con cierta e inesperada brusquedad.- Tambien no puedes contestar nada. Pero eso, repito, es una cobardía. Dime. ¿Puedes o no puedes dejar a tu novio?
Oscilaron los senos femeninos; Bella se mordió el labio.
Tenia un bello semblante de una ansiedad extraña para ella. Los labios que Edward, habia besado tanto y tan hondamente, tenían como un combulso temblor.
-Bella…sé valiente.
No lo era. Siempre pensó que lo era. Pero en aquel momento, tal vez transcendental en su vida, se sentía pequeñita, emnguada, como si fuera una cosa, en vez de una mujer de veintitrés años, con una experiencia de cinco años de noviazgo.
-Cierto que no estas obligada a darme una respuesta.
-¿Es curiosidad?.- pudo preguntar balbuceante.
Edward lanzó un bufido entre los dientes.
Despues casi gritó.
-¿Me crees a mi capaz de dejarme dominar por una malsana curiosidad?
-Pues…
-Nunca he sido curioso. Vivo mi vida. Al margen de otras muchas vidas que no me necesitan y metido de lleno en otras cosas, que de un modo u otro dependen de mi. Me has confundido, Bella. Ni soy tan niño, ni soy tan hombre. Me quedo con el término medio muy humano , muy lógico y muy natural, dada mi condición masculina. Pero todo lo nulo que sea y todo lo hombre que tú me consideres y yo me sienta, pertenece a unos sentimientos muy concretos en cuanto a ti.
Era lo que no quería oir….¿o si?
-Bella por el amor de Dios…responde. ¿Puedes o no puedes? Si no puedes…no te voy a condenar. Despues de cinco años de relaciones amando a un hombre…es humano que no puedas dejarlo con la libertad que se deja a un amigo, con quien se mantuvieron relaciones durante meses…Di por favor…dilo.
-Puedo.
-Estate alerta en la ventana de tu dormitorio, enseguida estoy allí…
Colgó.
Se quedó tan sorprendida que su visión quedó perdida en un punto de la habitación; durante un buen rato.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………........
Edward bajó en silencio.
Esme se habia ido a descansar y por nada del mundo él quería alarmarla.
Pensó en coger el volvo; pero deshechó rápidamente aquellos pensamientos.
Mejor caminando…corriendo….
Cuando se apostó delante del ventanal de la habitación de ella, cogió una pequeña piedrecita y fue certero en el blanco.
Esperó unos segundos….minutos..y Bella daba signos de vida.
Bajó la cabeza y caminó con paso tremulo de nuevo a su casa.
-¡Shh….Edward!.- la voz era casi un murmullo; pero era perfectamente audible en el silencio de la noche.
Irguió la cabeza…y allí estaba ella…su Bella.
Le ofreció una sonrisa radiante y se apostó en las tuberías del gas con una maestria tal; que hasta él mismo se asombró.
Saltó hacia el santuario de su diosa y la miró con cautela.
Ella se retorcía las manos nerviosa. Todavía llevaba la misma ropa que cuando la habia dejado en la calle .
-Necesitaba verte …decirte algo..- comenzó a decir él, acercándose a ella.
-Edward.- Ella levantó la vista y notó como le subia la fiebre de golpe.
Aquella visión de Edward era totalemente nueva para ella; la acobardaba. Se veía tan alto, tan majestuoso..tan hombre.
-¿Sabes las veces que he soñado tenerte en mis brazos?.- dijo él muy bajito. Pegando su pecho al de ella.
Ella negó con la cabeza aturdida. Le era imposible, mirarle a los ojos.
-Déjame que pruebe una cosa ¿me dejas?
Ella asintió sin mirarlo.
Edward levantó su rostro y pegó su boca a la de Bella
Bella dejó escapar un gemido mientras la besaba. Aquel hombre invalidaba cada uno de sus sentidos.
Bella posicionó una mano en la nuca de él y acarició la piel suave de él antes de seguir hacia arriba para enterrar los dedos en los cobrizos mechones de su cabello.
Ambos se sintieron como en casa ;la fuerza de sus cuerpos los envolvía por completo.
Bella sintió el deseo que despertaba en él cuando notó la dureza de su erección sobre el vientre, lo que avivó su propio deseo y la necesidad de sentir sus caricias. La desesperación por tenerlo en su interior era tal que se sentía abrumada.
Edward la cogió en brazos, aguantando su peso mientras profundizaba mas aún en su boca.
Sin esfuerzo aparente le colocó sus fuertes manos en el trasero para apretarla contra sus caderas, de forma que la evidencia de su deseo presionara justo en la pelvis, Bella dejó escapar un gemido y se miraron ambos.
-Voy a hacerte el amor…Bella, necesito que compartas tu pureza, conmigo.- Dijo él posicionándola sobre la cama.
Sus dedos como sutiles caricias, comenzaron a desnudar a la chica, sin dejar de perder su mirada de los ojos de ella.
Edward habia soñado miles de veces con ver a Bella desnuda; pero la visión real fue mucho mas certera y machacante para su cuerpo. Irradiaba deseo por todos los poros de su cuerpo.
-Eres sorprendente…Bella.
Bella era incapaz de enhebrar un solo pensamiento coherente con esas manos grandes y nervudas sobre su cuerpo desnudo.
Edward inclinó la cabeza hasta su cuello y sus labios la abrasaron. La mordisqueó con suavidad.
Perdió el hilo de sus pensamientos.
Lo deseaba a tanto…lo deseaba a él; a Edward.
Edward sonrió al despegar los labios, al percatarse del deseo que invadía los oscuros ojos de la castaña.
Iba a hacerla suya…a partir de ese momento y para siempre…
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Son Flores para Bella
miércoles, 26 de enero de 2011
La Hermana Isabella
LA HERMANA ISABELLA
CAPITULO 12
Bella Pov
Habia venido…sí; lo habia hecho…
Practicamente habia perdido la esperanza de que lo hiciera. Me huia como la mosca a la araña. Huía de su prometida…de la hermana de su desaparecida mujer, Tanya. Tanya…. Mi hermana…
Cuando llegué al convento después de salir en estampida de la casa del coronel, las hermanas me recibieron indignadas, antes los hechos que les dicté.
La hermana superiora; Sor Reneé , mandó a varios mensajeros durante unos días, con cartas que me eran incompresibles a todo lo que me rodeaba.
Fue en el dia que se instaló un carruaje delante de la puerta principal de convento, cuando las monjitas, se crisparon de nerviosismo. No entendí.
Por su puesto. ¿Cómo iba a enterder?
La hermana superiora me mandó llamar, mientras rezaba en la capilla y acompañada por la hermana Irina, nos dirigimos al despacho parroquial.
Cuando entramos, habia dos personas más con ella.
Sus semblantes serios, se iluminaron al verme y pude vislumbrar un atisbo de alegría en uno de los personajes.
Miré a la hermana y la interrogué con los ojos.
-Sientate, Isabella. Estas personas han venido a por ti.
No habia sentado mis posaderas en aquella silla humilde, cuando de un brinco, pegué un saltito.
-¿Por mi? Hermana. … no me voy a hacer cargo nunca mas de los hijos de nadie…bien sabe como estuvo mi experiencia..ya fue suficientemente dolorosa….- le increpé, sin cortarme un pelo.
- ¿Dolorosa?.- una de las dos personas, preguntó compungida y sorbió su nariz.
-Vayamos por partes.- aclaró la hermana superiora.- Isabella estuvo al cuidado de las hijas del coronel Cullen.
Una de las personas se sobresaltó y dejó escapar la gruesa capa que la envolvía.
Era una señora de unos cincuenta años, con los ojos ajados y cabello color caramelo. Sus ojos de un chocolate intenso, se prendieron en los míos y ví que aquella señora tenia los su mirada abnegada en lágrimas.
-¿Pero como pudo ir a parar allí? ¿¡Justo allí!.- la mujer exclamaba horrorizada, mientras muy lentamente se iba acercando a mi.
-Señora…tranquila. Ni Isabella , ni el señor Cullen saben el parentesco que les une.
Jarro de agua fría. ¿Parentesco? Ay…Dios mio.
-Con todos los respetos.- reclamé a las dos señoras que hablaban entre si.- Me gustaría que me aclaran de qué va todo este embrollo…por favor.
La hermana superiora; miró a la mujer interrogante y la señora asintió, tragando fuertemente.
-Estas personas son tus parientes. Isabella.
Un torbellino me engulló y desperté en mi humilde habitación, bajo la atenta mirada de unos ojos azules, nada discretos.
Al incorporarme, la sombra que me observaba, salió precipitadamente de la habitación y comenzó a gritar el nombre de Esme, en alaridos.
Me toqué la cabeza; victima de una horrible jaqueca. Pronto volví a recordar lo acontecido en el despacho parroquial y me senté en la cama de golpe.
La puerta semi abierta, dio lugar a la señora que acompañaba a la sombra y a la hermana en el despacho. La miré extrañada y se quitó la capa en su totalidad.
Sus ropajes eran costosos. Un elegante vestido de tercipelo negro, la envolvía con solemnidad.
Su estrecha cintura, pese a los años, le hacia ver mas joven de lo que era en realidad.
El cabello en suave mechones color caramelo, caia en ondas hasta sus estrechos hombros.
Sonreía con dulzura, con extremada dulzura….
-Bella…
Solo las niñas me llamaban Bella. Solo ellas. Algo en mi pecho se abrió y sentí un peso muy hondo.
-Señora…¿Quién es usted? ¿Qué parentesco me une a usted? Y ¿ Desde cuando es consciente de ello? ¿Sabe que he estado en este convento toda mi vida?.- no quería recriminar, en aquellos momentos, nada pero era tanto mi dolor…..
-¡Shhhh!.- se acercó a mi y se sentó a mi lado en el catre, buscando con sus manos, las mias.- Soy tu tia Esme, tu madre no me confió que habia tenido una hija del matrimonio, antes de morir…yo… he tardado tanto tiempo en encontrarte, nena…- La señora sonaba sincera; pero tenia muchas preguntas y todas se agolpaban en mi cerebro, como losas. Una, otra, otra….
-¿Mi padre? ¿Mi padre, supo? .- no me salian las palabras; no controlaba mi verborrea; tan extensa y en esos momentos tan escasa.
Ella volvió a sonreir y buscó con sus manos mi rostro,con sus dedos, finos y largos.
-Ha estado velando tu sueño. No. Él lo supo, porque yo misma fui a contarle, Bella…no has de ser dura con él…Es todo demasiado complicado, y deberías entenderlo…tienes que tratar de entenderlo.
Hemos venido a llevarte con nosotros…Lastima que no fue antes de que fueras a casa de…Edward….
La miré asombrada…¿Cómo sabia ella el nombre del coronel?
-Tranquila, Bella ,ya comprenderas. Tu padre y yo…queremos llevarte cuanto antes a Ewenow, allí te familiarizaras con todo lo que compende a una casa de esas características.
Tu padre y yo viviremos el tiempo conveniente que tu decidas, contigo. Una vez que tu dispongas nos marcharemos a nuestro hogar.
Aún aturdida pude entender perfectamente que mi tia y mi padre eran pareja.
-Sí…es una larga historia…- asintió,como si hubiera oido, mi pensamiento.-pero primero eres tu querida mia…tú y tu padre. No te muevas. Él está quizás, mas nervioso que tú. Dice que les recuerdas mucho a tu madre…y a mi…sobre todo a mi.
No podia entender que podia ver de semejanza mi progenitor en aquella mujer tan bella que estaba de frente a mi.
Suspiré, intentando asimilar todo aquello y sin que apreciara en ello, me limpié una lagrima silenciosa de mi mejilla.
La señora me abrazó y al notar la ausencia de peso a mi lado; ya que tenia la mirada baja. Intuí que se habia marchado.
Divagué sobre todo aquello…y caí presa del horror.
Una nueva vida; fuera del convento, de mis hermanas de mi espacio vital…no quería recordar lo mal que me habia ido en casa del coronel…Si no hubiese sido por sus hijas. Aquellas dulces almas que anhelaba ver hasta la saciedad…
Un amor muy grande me inundó al pensar en “mis niñas”. Y suspiré.
-¿Bella?
Alcé la vista. Me quedé asombrada.
Aunque el hombre que contemplaba era mucho mas mayor que yo, podia ver en él un reflejo, poderoso de su juventud.
Su cabello rubio y sus ojos azules, tiernos y bondadosos me acariciaron el rostro.
Era bello.
No parpadeaba, seguro y de un momento a otro me tendría que esforzar por respirar; ya que no lo estaba haciendo en aquellos momentos.
Mi rostro debió de ponerse como la grana y aquel señor se acercó a mi preocupado. Miré sus ojos limpios, claros y ví un atisbo de terror ante mi reacción.
-¿Te encuentras bien, hija?.- Me pasó una mano por la espalda y comenzó a masajearla.
“Hija” …Cuanto habia rogado para que me llamaran hija ,algún dia…y ahora de la noche a la mañana, oia de unos labios extraños esa palabra….
-Necesito saber.- inquirí, sin miralo.- Por favor.
Se acomodó a mi lado, como la señora anterior, pero sin buscar contacto, conmigo.
Entrelazó sus dedos con ambas manos y agachó la cabeza, como frustrado.
- Quiero que sepas que yo amaba a tu madre. La amaba mucho; pero al saberse embarazada huyó, huyó de mi …yo la podia haber mantenido a mi lado y no me dio la oportunidad. Nunca me dijo que estaba embarazada. Nunca.
Conocí a tu madre ; cuando entró a trabajar en la mansión donde vivía cuando me casé. Porque si…yo estaba casado, Bella. Su hermosura me apabulló y la busqué insaciable, todos los minutos que habitaba en aquella casa.
Mi esposa lo notó y me vetó la entrada en su dormitorio para siempre jamás. Diciendo que era inmundo que me hubiese fijado en una simple sirvienta.
La mujer también se ocupaba de mi hija y era amorosa y tierna con ella. El deseo que me embargaba por tu madre no amedrentó y dio un paso a un amor sin limites al ver como se encargaba de mi hija; como si fuera realmente su madre.
Mi esposa habia caído enferma y no podia si quiera hacerse cargo de ella. Asi que decidimos que tu madre, se ocuparía de la infancia de mi pobre hija.
Tu madre se fue acercando mas y mas a mi, por el amor que nos unia a mi hija, y no podimos contener el amor y nos estalló en las manos.
Al cumplir mi hija mayor el décimo cumpleaños; después de la fiesta que le organizamos entre ella y yo, ella desapareció sin dejar nada que pudiese darme su paradero. Creí morir Isabella. Lo creí de veras.
Tanya la lloró por meses. Incluso más que cuando su madre murió….
Levanté la mirada, sobresaltada. ¿Tanya? No…. No podia ser….
-¿Tanya?...
-Bella…no sé porque desarciertos del destino has ido a parar a la casa de ese hombre…pero si..Tanya; la difunta esposa del coronel Cullen; es mi hija… tu medio hermana.
Estallé en lágrimas.
No podia parar.
Mi padre me abrazó fuertemente y consoló mis heridas del alma.
Aquellas niñas, a las que habia dejado con todo el dolor de mi corazón; eran mis sobrinas….y él era mi cuñado….
Cuando la tormenta de emociones pasó. Miré a mi padre con decisión.
-Necesito preguntarte una cosa…- dije mirándolo intensamente.
-¿Saben las niñas que existes?
-Sí. Pero su padre…bueno ya sabes como es Edward, no le agrada mucho que vayamos a visitarlo. Es un hombre solitario y desde la muerte de tu hermana, mi sola presencia se la recuerda…
-Si.- sorbí.- Tú y Rosalie os pareceis; ella según me dijo es la viva imagen de su madre.
- ¿Vendras a Ewenow, Bella?
Asentí, emocionada, victima de las lágrimas.
-Estupendo.- me volvió a abrazar papá…sí…papá….- Ahora vamos a dar la buena nueva a tu tia Esme, debe estar nerviosísima.
Nos levantamos ambos y salimos al corredor. La señora nos miró como alucinada y se fundió con ambos en un amoroso abrazo.
-Ya la tenemos con nosotros Carlisle. La encontramos….
Continuará……
CAPITULO 12
Bella Pov
Habia venido…sí; lo habia hecho…
Practicamente habia perdido la esperanza de que lo hiciera. Me huia como la mosca a la araña. Huía de su prometida…de la hermana de su desaparecida mujer, Tanya. Tanya…. Mi hermana…
Cuando llegué al convento después de salir en estampida de la casa del coronel, las hermanas me recibieron indignadas, antes los hechos que les dicté.
La hermana superiora; Sor Reneé , mandó a varios mensajeros durante unos días, con cartas que me eran incompresibles a todo lo que me rodeaba.
Fue en el dia que se instaló un carruaje delante de la puerta principal de convento, cuando las monjitas, se crisparon de nerviosismo. No entendí.
Por su puesto. ¿Cómo iba a enterder?
La hermana superiora me mandó llamar, mientras rezaba en la capilla y acompañada por la hermana Irina, nos dirigimos al despacho parroquial.
Cuando entramos, habia dos personas más con ella.
Sus semblantes serios, se iluminaron al verme y pude vislumbrar un atisbo de alegría en uno de los personajes.
Miré a la hermana y la interrogué con los ojos.
-Sientate, Isabella. Estas personas han venido a por ti.
No habia sentado mis posaderas en aquella silla humilde, cuando de un brinco, pegué un saltito.
-¿Por mi? Hermana. … no me voy a hacer cargo nunca mas de los hijos de nadie…bien sabe como estuvo mi experiencia..ya fue suficientemente dolorosa….- le increpé, sin cortarme un pelo.
- ¿Dolorosa?.- una de las dos personas, preguntó compungida y sorbió su nariz.
-Vayamos por partes.- aclaró la hermana superiora.- Isabella estuvo al cuidado de las hijas del coronel Cullen.
Una de las personas se sobresaltó y dejó escapar la gruesa capa que la envolvía.
Era una señora de unos cincuenta años, con los ojos ajados y cabello color caramelo. Sus ojos de un chocolate intenso, se prendieron en los míos y ví que aquella señora tenia los su mirada abnegada en lágrimas.
-¿Pero como pudo ir a parar allí? ¿¡Justo allí!.- la mujer exclamaba horrorizada, mientras muy lentamente se iba acercando a mi.
-Señora…tranquila. Ni Isabella , ni el señor Cullen saben el parentesco que les une.
Jarro de agua fría. ¿Parentesco? Ay…Dios mio.
-Con todos los respetos.- reclamé a las dos señoras que hablaban entre si.- Me gustaría que me aclaran de qué va todo este embrollo…por favor.
La hermana superiora; miró a la mujer interrogante y la señora asintió, tragando fuertemente.
-Estas personas son tus parientes. Isabella.
Un torbellino me engulló y desperté en mi humilde habitación, bajo la atenta mirada de unos ojos azules, nada discretos.
Al incorporarme, la sombra que me observaba, salió precipitadamente de la habitación y comenzó a gritar el nombre de Esme, en alaridos.
Me toqué la cabeza; victima de una horrible jaqueca. Pronto volví a recordar lo acontecido en el despacho parroquial y me senté en la cama de golpe.
La puerta semi abierta, dio lugar a la señora que acompañaba a la sombra y a la hermana en el despacho. La miré extrañada y se quitó la capa en su totalidad.
Sus ropajes eran costosos. Un elegante vestido de tercipelo negro, la envolvía con solemnidad.
Su estrecha cintura, pese a los años, le hacia ver mas joven de lo que era en realidad.
El cabello en suave mechones color caramelo, caia en ondas hasta sus estrechos hombros.
Sonreía con dulzura, con extremada dulzura….
-Bella…
Solo las niñas me llamaban Bella. Solo ellas. Algo en mi pecho se abrió y sentí un peso muy hondo.
-Señora…¿Quién es usted? ¿Qué parentesco me une a usted? Y ¿ Desde cuando es consciente de ello? ¿Sabe que he estado en este convento toda mi vida?.- no quería recriminar, en aquellos momentos, nada pero era tanto mi dolor…..
-¡Shhhh!.- se acercó a mi y se sentó a mi lado en el catre, buscando con sus manos, las mias.- Soy tu tia Esme, tu madre no me confió que habia tenido una hija del matrimonio, antes de morir…yo… he tardado tanto tiempo en encontrarte, nena…- La señora sonaba sincera; pero tenia muchas preguntas y todas se agolpaban en mi cerebro, como losas. Una, otra, otra….
-¿Mi padre? ¿Mi padre, supo? .- no me salian las palabras; no controlaba mi verborrea; tan extensa y en esos momentos tan escasa.
Ella volvió a sonreir y buscó con sus manos mi rostro,con sus dedos, finos y largos.
-Ha estado velando tu sueño. No. Él lo supo, porque yo misma fui a contarle, Bella…no has de ser dura con él…Es todo demasiado complicado, y deberías entenderlo…tienes que tratar de entenderlo.
Hemos venido a llevarte con nosotros…Lastima que no fue antes de que fueras a casa de…Edward….
La miré asombrada…¿Cómo sabia ella el nombre del coronel?
-Tranquila, Bella ,ya comprenderas. Tu padre y yo…queremos llevarte cuanto antes a Ewenow, allí te familiarizaras con todo lo que compende a una casa de esas características.
Tu padre y yo viviremos el tiempo conveniente que tu decidas, contigo. Una vez que tu dispongas nos marcharemos a nuestro hogar.
Aún aturdida pude entender perfectamente que mi tia y mi padre eran pareja.
-Sí…es una larga historia…- asintió,como si hubiera oido, mi pensamiento.-pero primero eres tu querida mia…tú y tu padre. No te muevas. Él está quizás, mas nervioso que tú. Dice que les recuerdas mucho a tu madre…y a mi…sobre todo a mi.
No podia entender que podia ver de semejanza mi progenitor en aquella mujer tan bella que estaba de frente a mi.
Suspiré, intentando asimilar todo aquello y sin que apreciara en ello, me limpié una lagrima silenciosa de mi mejilla.
La señora me abrazó y al notar la ausencia de peso a mi lado; ya que tenia la mirada baja. Intuí que se habia marchado.
Divagué sobre todo aquello…y caí presa del horror.
Una nueva vida; fuera del convento, de mis hermanas de mi espacio vital…no quería recordar lo mal que me habia ido en casa del coronel…Si no hubiese sido por sus hijas. Aquellas dulces almas que anhelaba ver hasta la saciedad…
Un amor muy grande me inundó al pensar en “mis niñas”. Y suspiré.
-¿Bella?
Alcé la vista. Me quedé asombrada.
Aunque el hombre que contemplaba era mucho mas mayor que yo, podia ver en él un reflejo, poderoso de su juventud.
Su cabello rubio y sus ojos azules, tiernos y bondadosos me acariciaron el rostro.
Era bello.
No parpadeaba, seguro y de un momento a otro me tendría que esforzar por respirar; ya que no lo estaba haciendo en aquellos momentos.
Mi rostro debió de ponerse como la grana y aquel señor se acercó a mi preocupado. Miré sus ojos limpios, claros y ví un atisbo de terror ante mi reacción.
-¿Te encuentras bien, hija?.- Me pasó una mano por la espalda y comenzó a masajearla.
“Hija” …Cuanto habia rogado para que me llamaran hija ,algún dia…y ahora de la noche a la mañana, oia de unos labios extraños esa palabra….
-Necesito saber.- inquirí, sin miralo.- Por favor.
Se acomodó a mi lado, como la señora anterior, pero sin buscar contacto, conmigo.
Entrelazó sus dedos con ambas manos y agachó la cabeza, como frustrado.
- Quiero que sepas que yo amaba a tu madre. La amaba mucho; pero al saberse embarazada huyó, huyó de mi …yo la podia haber mantenido a mi lado y no me dio la oportunidad. Nunca me dijo que estaba embarazada. Nunca.
Conocí a tu madre ; cuando entró a trabajar en la mansión donde vivía cuando me casé. Porque si…yo estaba casado, Bella. Su hermosura me apabulló y la busqué insaciable, todos los minutos que habitaba en aquella casa.
Mi esposa lo notó y me vetó la entrada en su dormitorio para siempre jamás. Diciendo que era inmundo que me hubiese fijado en una simple sirvienta.
La mujer también se ocupaba de mi hija y era amorosa y tierna con ella. El deseo que me embargaba por tu madre no amedrentó y dio un paso a un amor sin limites al ver como se encargaba de mi hija; como si fuera realmente su madre.
Mi esposa habia caído enferma y no podia si quiera hacerse cargo de ella. Asi que decidimos que tu madre, se ocuparía de la infancia de mi pobre hija.
Tu madre se fue acercando mas y mas a mi, por el amor que nos unia a mi hija, y no podimos contener el amor y nos estalló en las manos.
Al cumplir mi hija mayor el décimo cumpleaños; después de la fiesta que le organizamos entre ella y yo, ella desapareció sin dejar nada que pudiese darme su paradero. Creí morir Isabella. Lo creí de veras.
Tanya la lloró por meses. Incluso más que cuando su madre murió….
Levanté la mirada, sobresaltada. ¿Tanya? No…. No podia ser….
-¿Tanya?...
-Bella…no sé porque desarciertos del destino has ido a parar a la casa de ese hombre…pero si..Tanya; la difunta esposa del coronel Cullen; es mi hija… tu medio hermana.
Estallé en lágrimas.
No podia parar.
Mi padre me abrazó fuertemente y consoló mis heridas del alma.
Aquellas niñas, a las que habia dejado con todo el dolor de mi corazón; eran mis sobrinas….y él era mi cuñado….
Cuando la tormenta de emociones pasó. Miré a mi padre con decisión.
-Necesito preguntarte una cosa…- dije mirándolo intensamente.
-¿Saben las niñas que existes?
-Sí. Pero su padre…bueno ya sabes como es Edward, no le agrada mucho que vayamos a visitarlo. Es un hombre solitario y desde la muerte de tu hermana, mi sola presencia se la recuerda…
-Si.- sorbí.- Tú y Rosalie os pareceis; ella según me dijo es la viva imagen de su madre.
- ¿Vendras a Ewenow, Bella?
Asentí, emocionada, victima de las lágrimas.
-Estupendo.- me volvió a abrazar papá…sí…papá….- Ahora vamos a dar la buena nueva a tu tia Esme, debe estar nerviosísima.
Nos levantamos ambos y salimos al corredor. La señora nos miró como alucinada y se fundió con ambos en un amoroso abrazo.
-Ya la tenemos con nosotros Carlisle. La encontramos….
Continuará……
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La hermana Isabella
martes, 25 de enero de 2011
Son Flores Para Bella
CAPITULO 11
Bella recibió la nota en casa de los Hale. Daba clase de inglés a los dos gemelitos: Rosalie y Jasper y Mike lógicamente lo sabia. La nota enviada por Mike, decía únicamente:
“Tengo que salir de viaje en este mismo instante. Me llegaré a Paris por un asunto de la empresa. Posiblemente esté fuera dos o tres días, tal vez cuatro. Te llamaré por teléfono desde Paris. Te quiero, Mike.”
El contenido de la nota la dejó fría.
Es decir fría no, mas bien tranquila, como si la ausencia de Mike fuera una liberación espiritual y física.
Eran las nueve en punto y aún tenia media hora, para tomarse un café en cualquier cafetería antes de irse a casa y recibir a Edward.
Edward….
Como pretendía meterse en honduras de las cuales no sabia salir. Enamorarse comparada con el delicioso infantilismo de Edward.
Enamorarse de ella.
Era para reírse.
-Hola.
Así.
Edward , llegaba asi.
A lo béstia , a lo bruto. Edward no tenía careta, al menos ella, asi lo consideraba.
Pero lo cierto es que la tenia, mas que ella. La careta de Edward era distinta. Ocultaba la realidad ansiosa, un deseo fébril, una emoción indescriptible. La de ella tapaba solo una amargura, una desilusión.
Un tremendo espcepticismo.
-¿Pero que haces tú aquí?
-Tú madre está merendando con la mia en mi casa y como llovía y dijo que no habías salido en tu camioneta, estaba preocupada. ¿Qué puede hacer un alumno correcto? Salir de su casa,subir a su auto y venir a buscarte.
Era grato que alguien se preocupara por ella.
Sonrió apenas. Enseñó aquellos dientes nítidos, tan iguales. Movió aquel pelo castaño, y sus ojos color marron oscuro se alargaron al encogerse en los lados para sonreir.
-Gracias Edward. Pero estoy enfadada. Un poco enfadada contigo.
-Por mi…¿deseo?
Subia al volvo de Edward. Le miró cuando él se sentaba delante del volante.
-El de enamorarme de ti…amarte…hacerte mia..
-Edward…- Bella emitió una jadeo,cuando el nombre de él, salió de su boca.
Edward la miró extasiado, pero puso el auto en marcha.
Bella lo miró con más detenimiento. Edward era terriblemente bello y viril…no se dió cuenta de lo muy viril que era hasta fijarse en los delgados y nervudos dedos que apretaban el volante.
Sacudió la cabeza y su perfume llegó a él.
-Hueles muy bien, Bella.
-¿Vas a piropearme?
-Voy a llevarte a la periferia del pueblo. Como si fueramos dos estudiantes jóvenes que descubren, de repente que les gusta estar solos, y dejan la clase a un lado y se escapan y emocionan como dos párvulos románticos que empiezan a despertar de la vida, contemplando una puesta de sol.
-Ya no hay sol.- dijo Bella por lo bajo, como dominando una emoción que era totalmente nueva para ella.- Asoma la luna.
-Me gusta la luna.
-Mira, por donde descubro que eres un romántico.
-¿Es un delito?
-Es una puerilidad.
La miró fijamente.
Bella, notó como la sangre se le agolpaba en el rostro, y se sintió pequeña al lado de Edward.
Los ojos de él, eran firmes y la miraban con fijeza.
-Tú no eres romántica.
No preguntaba, lo afirmaba.
Pero Bella sentía la necesidad de ser sincera consigo misma y con su amigo Edward.
-Lo soy. Me gusta serlo.
-Pero no te dan la ocasión de sentirlo, ni menos de mostrarlo.
-Ya empiezas a desmenuzar.
- Soy así.
-¿Cómo?
Era un tiroteo de palabras.
El volvo de Edward empinaba la cuesta. Pronto llegaría a lo alto de la colina.
-Emocional, temperamental, apasionado, entusiasta, romántico…físico.
Detenía el auto.
Bella prefería no responder.
Hacia tanto tiempo que no jugaba con aquellas palabras. ¡Casi mas de cinco años!. Porque después de conocer a Mike, todo fue vulgar simple y manido.
Fue al descender el auto.
Bella bajó por un lado, pero ya Edward la esperaba sujetando la puerta de éste.
-Ten cuidado.
Vestía diferente a los otros días que lo habia visto, Edward en aquellos momentos, parecía un hombre, un hombre terriblemente atractivo.
Él , la sujetó por el codo.
-Con tus zapatos, puedes tropezar.
-Sí.
Tropezó.
Nunca supo porqué.
Si por sus nervios, por su aturdimiento, porque el auto era mas bajo que el suyo…
Edward la sujetó. La apretó contra su pecho. Le bajó el brazo de la espalda femenina hasta la cintura.
Fue raro todo..como si ninguno de los dos pudiera evitarlo.
Edward no podia..seguro y ella no comprendió aún lo que iba a ocurrir.
-Gracias Edward.
Pero le miraba y Edward, también la miraba a ella; con insistencia, muy pegados los dos.
Una mirada rara, como palpitante, deseosa.
Y la seguía sujetando. La sentía palpitar en su pecho, como si los mismos senos, hicieran: tic, tac, tic, tac..
-No sé lo que voy a hacer.- murmuró Edward, bajando la mirada, hacia sus labios.
Y no lo supo.
Ni ella.
Ella, Bella, quedó sorprendida, sin saber lo que Edward iba a hacer, como menguada, como encogida en su pecho.
Sólo supo decir a media voz.
-Que tonta soy…por poco…me caigo.
Fue cuando Edward, cerró los ojos y pegó su cara a la de ella y cuando sus labios abiertos besaron a Bella en plena boca.
No fue un segundo.
Se recreó en recorrerla ávidamente con su lengua, en el momento que ella respondió al ansioso beso, él se estaba resarciendo de la necesidad insoportable que tenia de ella, desde hacia ya, tanto tiempo.
Bella sentía como si el pecho se le desgarrase y como si sus labios entraran en una vida nueva, el deseo, una inquietud casi desconocida.
¡Los besos de Edward!
¿Los besos?
Un solo beso y la estaba llenando por completo, como si barriera la nostalgia, el pesar, la desilusión, el escepticismo…
Y empezara todo, mejor, distinto, pero si, mucho mejor…y esa necesidad nueva que la consumía..
-Suelta…
La soltó.
Edward quedó laso.
Pegando su espalda al árbol que habia allí mismo. Su cabello alborotado, sus largas patillas, sus ojos inmóviles, solo para ella..
-Edward…no…no..
-Ya sé.
No sabia nada.
Si no lo sabia ella, mal iba a saber él lo que ella pretendía decir.
Tan aturdida estaba por aquel beso de hombre, que sólo acertó a girar sobre si misma.
Quedó erguida, firme pero a la vez como si se tambaleara , mirando hacia el fondo del pueblo. Su panorámica iluminada, su silencio, porque el ruido característico del pueblo no llegaba allí.
-Bella…
-Deja, Edward…
-Fue..
-¿Qué es lo que fue…Edward?
No se tocaban.
No se veian.
Porque Edward estaba de cara hacia las espaldas de ella. Por eso se separó del árbol y por eso dio media vuelta en torno a ella.
-Te ofendi mucho. No por besarte. Al fin y al cabo…no es más que un beso y cuando se besa es porque el sentimiento manda…la incorrecion no existe.
-Si, Edward.
-No amas a tu novio, Bella, déjalo.
Como estaba delante de ella, levantó la mano y con un dedo le sujetó la barbilla.
-Bella..estas llorando…
-No lloro..
Él le palpó los ojos con sumo cuidado.
-Mira esto..¿que es?
-Vamos, Edward. Olvidemos.
-¿Se puede?
-Es tu capricho, tu capricho de niño consentido.
Edward bajó los dedos de la barbilla femenina, pero no estiró su mano. La dejó como presa en la garganta de Bella, bajo el abrigo.
-Para…por favor…para.
-Te he lastimado.
-Por favor te digo, para..te digo que lo olvides. Tal vez tuve yo la culpa.
-Tú nunca tienes la culpa de nada.- y su voz, sonó muy distinta, ronca, profunda.- Bella no soy un niño. Y te equivocas al juzgarme…
Preferia considerarlo como un niño, no quería perder su amistad.
Lo necesitaba. De repente…sentía que lo necesitaba.
No sabia porqué. Que nadie se lo preguntase, pero lo cierto es que la necesidad era imperiosa.
Pero si lo consideraba un hombre, aunque solo fuera por honestidad y dignidad femenina, tandria que apartarlo de su vida.
-¿No puedes dejarlo, Bella?
Era una pregunta directa.
Bella logró alejar aquellos dedos que se metían en su garganta. Y dio la vuelta.
Pero los dedos audaces de Edward, se prendieron en su busto.
Lanzó un gemido.
-No…Edward..
-Dios, santo..Bella…¿es que acaso no sabes lo que produces en mi?
No, no lo sabia…aunque una parte de ella quería seguir viéndolo como un niño, habia otra que comenzaba a emerger y deseaba a aquel hombre, que la habia tocado levemente, pero que la hacia estremecer.
Edward apartó los dedos del pecho de Bella, pero para ella aquel contacto seguía allí,como una quemadura.
-Bella…
-Vamos…vamos..Edward.
-Nunca me lo perdonaras.
-Sí. Te he perdonado ya.
-¿No te das cuenta? Bella…
-Subamos al auto, Edward. Y encongida en su abrigo sentándose en el interior del auto aún añadió a media voz.- Hoy no podré darte la clase.
-No me la vas a dar nunca más.
-Sí, si…fué..un incidente.
-Tú sabes que no. No quieres hablar de nosotros dos.- dijo Edward sin preguntar subiéndose al auto y poniéndolo en marcha.
-No.- rotunda.
-Eso es huir de la verdad.
-……..
-Y cobardemente te metes en tu mentira. En tu relación falta de tantas cosas y tantos sentimientos.
Ya era distinto Edward. Era la voz de un hombre maduro.
El volvo de Edward corria a toda velocidad, y él parecía furioso, pero su voz era ronca y pacifica.
-No trates de huir de ti misma. Huyes de ti, huyes de tu verdad y la verdad de los otros. Es como si cualquier ser humano, al levantarse , al vestirse, formara una careta parte de su vestimenta y se la pusiera a sangre fría.
-No ahondemos Edward.
El auto atravesaba la ciudad.
-Dejame aquí.
-¿Aquí?
-Sí. Donde quieras. Necesito caminar, Edward.
-Piensas que así te vas a encontrar a ti misma.
-Es lo que quiero.
-Eso es…otra cobardia tuya.
Lo sabia…se estaba empezando a dar cuenta de ello.
Pero Edward detuvo el auto y ella saltó al suelo y no tuvo valor para dar la vuelta y mirar a Edward.
El auto pasó, al rato delante de ella.
Ella caminó despacio.
Sentia que le palpitaban las sienes y los pulsos..todo giraba y giraba, como si ella estuviera en lo alto de un tiovivo.
Acaba de darse cuenta que amaba a Edward ; que lo amaba y deseaba con todo su ser.
Continuará…
Bella recibió la nota en casa de los Hale. Daba clase de inglés a los dos gemelitos: Rosalie y Jasper y Mike lógicamente lo sabia. La nota enviada por Mike, decía únicamente:
“Tengo que salir de viaje en este mismo instante. Me llegaré a Paris por un asunto de la empresa. Posiblemente esté fuera dos o tres días, tal vez cuatro. Te llamaré por teléfono desde Paris. Te quiero, Mike.”
El contenido de la nota la dejó fría.
Es decir fría no, mas bien tranquila, como si la ausencia de Mike fuera una liberación espiritual y física.
Eran las nueve en punto y aún tenia media hora, para tomarse un café en cualquier cafetería antes de irse a casa y recibir a Edward.
Edward….
Como pretendía meterse en honduras de las cuales no sabia salir. Enamorarse comparada con el delicioso infantilismo de Edward.
Enamorarse de ella.
Era para reírse.
-Hola.
Así.
Edward , llegaba asi.
A lo béstia , a lo bruto. Edward no tenía careta, al menos ella, asi lo consideraba.
Pero lo cierto es que la tenia, mas que ella. La careta de Edward era distinta. Ocultaba la realidad ansiosa, un deseo fébril, una emoción indescriptible. La de ella tapaba solo una amargura, una desilusión.
Un tremendo espcepticismo.
-¿Pero que haces tú aquí?
-Tú madre está merendando con la mia en mi casa y como llovía y dijo que no habías salido en tu camioneta, estaba preocupada. ¿Qué puede hacer un alumno correcto? Salir de su casa,subir a su auto y venir a buscarte.
Era grato que alguien se preocupara por ella.
Sonrió apenas. Enseñó aquellos dientes nítidos, tan iguales. Movió aquel pelo castaño, y sus ojos color marron oscuro se alargaron al encogerse en los lados para sonreir.
-Gracias Edward. Pero estoy enfadada. Un poco enfadada contigo.
-Por mi…¿deseo?
Subia al volvo de Edward. Le miró cuando él se sentaba delante del volante.
-El de enamorarme de ti…amarte…hacerte mia..
-Edward…- Bella emitió una jadeo,cuando el nombre de él, salió de su boca.
Edward la miró extasiado, pero puso el auto en marcha.
Bella lo miró con más detenimiento. Edward era terriblemente bello y viril…no se dió cuenta de lo muy viril que era hasta fijarse en los delgados y nervudos dedos que apretaban el volante.
Sacudió la cabeza y su perfume llegó a él.
-Hueles muy bien, Bella.
-¿Vas a piropearme?
-Voy a llevarte a la periferia del pueblo. Como si fueramos dos estudiantes jóvenes que descubren, de repente que les gusta estar solos, y dejan la clase a un lado y se escapan y emocionan como dos párvulos románticos que empiezan a despertar de la vida, contemplando una puesta de sol.
-Ya no hay sol.- dijo Bella por lo bajo, como dominando una emoción que era totalmente nueva para ella.- Asoma la luna.
-Me gusta la luna.
-Mira, por donde descubro que eres un romántico.
-¿Es un delito?
-Es una puerilidad.
La miró fijamente.
Bella, notó como la sangre se le agolpaba en el rostro, y se sintió pequeña al lado de Edward.
Los ojos de él, eran firmes y la miraban con fijeza.
-Tú no eres romántica.
No preguntaba, lo afirmaba.
Pero Bella sentía la necesidad de ser sincera consigo misma y con su amigo Edward.
-Lo soy. Me gusta serlo.
-Pero no te dan la ocasión de sentirlo, ni menos de mostrarlo.
-Ya empiezas a desmenuzar.
- Soy así.
-¿Cómo?
Era un tiroteo de palabras.
El volvo de Edward empinaba la cuesta. Pronto llegaría a lo alto de la colina.
-Emocional, temperamental, apasionado, entusiasta, romántico…físico.
Detenía el auto.
Bella prefería no responder.
Hacia tanto tiempo que no jugaba con aquellas palabras. ¡Casi mas de cinco años!. Porque después de conocer a Mike, todo fue vulgar simple y manido.
Fue al descender el auto.
Bella bajó por un lado, pero ya Edward la esperaba sujetando la puerta de éste.
-Ten cuidado.
Vestía diferente a los otros días que lo habia visto, Edward en aquellos momentos, parecía un hombre, un hombre terriblemente atractivo.
Él , la sujetó por el codo.
-Con tus zapatos, puedes tropezar.
-Sí.
Tropezó.
Nunca supo porqué.
Si por sus nervios, por su aturdimiento, porque el auto era mas bajo que el suyo…
Edward la sujetó. La apretó contra su pecho. Le bajó el brazo de la espalda femenina hasta la cintura.
Fue raro todo..como si ninguno de los dos pudiera evitarlo.
Edward no podia..seguro y ella no comprendió aún lo que iba a ocurrir.
-Gracias Edward.
Pero le miraba y Edward, también la miraba a ella; con insistencia, muy pegados los dos.
Una mirada rara, como palpitante, deseosa.
Y la seguía sujetando. La sentía palpitar en su pecho, como si los mismos senos, hicieran: tic, tac, tic, tac..
-No sé lo que voy a hacer.- murmuró Edward, bajando la mirada, hacia sus labios.
Y no lo supo.
Ni ella.
Ella, Bella, quedó sorprendida, sin saber lo que Edward iba a hacer, como menguada, como encogida en su pecho.
Sólo supo decir a media voz.
-Que tonta soy…por poco…me caigo.
Fue cuando Edward, cerró los ojos y pegó su cara a la de ella y cuando sus labios abiertos besaron a Bella en plena boca.
No fue un segundo.
Se recreó en recorrerla ávidamente con su lengua, en el momento que ella respondió al ansioso beso, él se estaba resarciendo de la necesidad insoportable que tenia de ella, desde hacia ya, tanto tiempo.
Bella sentía como si el pecho se le desgarrase y como si sus labios entraran en una vida nueva, el deseo, una inquietud casi desconocida.
¡Los besos de Edward!
¿Los besos?
Un solo beso y la estaba llenando por completo, como si barriera la nostalgia, el pesar, la desilusión, el escepticismo…
Y empezara todo, mejor, distinto, pero si, mucho mejor…y esa necesidad nueva que la consumía..
-Suelta…
La soltó.
Edward quedó laso.
Pegando su espalda al árbol que habia allí mismo. Su cabello alborotado, sus largas patillas, sus ojos inmóviles, solo para ella..
-Edward…no…no..
-Ya sé.
No sabia nada.
Si no lo sabia ella, mal iba a saber él lo que ella pretendía decir.
Tan aturdida estaba por aquel beso de hombre, que sólo acertó a girar sobre si misma.
Quedó erguida, firme pero a la vez como si se tambaleara , mirando hacia el fondo del pueblo. Su panorámica iluminada, su silencio, porque el ruido característico del pueblo no llegaba allí.
-Bella…
-Deja, Edward…
-Fue..
-¿Qué es lo que fue…Edward?
No se tocaban.
No se veian.
Porque Edward estaba de cara hacia las espaldas de ella. Por eso se separó del árbol y por eso dio media vuelta en torno a ella.
-Te ofendi mucho. No por besarte. Al fin y al cabo…no es más que un beso y cuando se besa es porque el sentimiento manda…la incorrecion no existe.
-Si, Edward.
-No amas a tu novio, Bella, déjalo.
Como estaba delante de ella, levantó la mano y con un dedo le sujetó la barbilla.
-Bella..estas llorando…
-No lloro..
Él le palpó los ojos con sumo cuidado.
-Mira esto..¿que es?
-Vamos, Edward. Olvidemos.
-¿Se puede?
-Es tu capricho, tu capricho de niño consentido.
Edward bajó los dedos de la barbilla femenina, pero no estiró su mano. La dejó como presa en la garganta de Bella, bajo el abrigo.
-Para…por favor…para.
-Te he lastimado.
-Por favor te digo, para..te digo que lo olvides. Tal vez tuve yo la culpa.
-Tú nunca tienes la culpa de nada.- y su voz, sonó muy distinta, ronca, profunda.- Bella no soy un niño. Y te equivocas al juzgarme…
Preferia considerarlo como un niño, no quería perder su amistad.
Lo necesitaba. De repente…sentía que lo necesitaba.
No sabia porqué. Que nadie se lo preguntase, pero lo cierto es que la necesidad era imperiosa.
Pero si lo consideraba un hombre, aunque solo fuera por honestidad y dignidad femenina, tandria que apartarlo de su vida.
-¿No puedes dejarlo, Bella?
Era una pregunta directa.
Bella logró alejar aquellos dedos que se metían en su garganta. Y dio la vuelta.
Pero los dedos audaces de Edward, se prendieron en su busto.
Lanzó un gemido.
-No…Edward..
-Dios, santo..Bella…¿es que acaso no sabes lo que produces en mi?
No, no lo sabia…aunque una parte de ella quería seguir viéndolo como un niño, habia otra que comenzaba a emerger y deseaba a aquel hombre, que la habia tocado levemente, pero que la hacia estremecer.
Edward apartó los dedos del pecho de Bella, pero para ella aquel contacto seguía allí,como una quemadura.
-Bella…
-Vamos…vamos..Edward.
-Nunca me lo perdonaras.
-Sí. Te he perdonado ya.
-¿No te das cuenta? Bella…
-Subamos al auto, Edward. Y encongida en su abrigo sentándose en el interior del auto aún añadió a media voz.- Hoy no podré darte la clase.
-No me la vas a dar nunca más.
-Sí, si…fué..un incidente.
-Tú sabes que no. No quieres hablar de nosotros dos.- dijo Edward sin preguntar subiéndose al auto y poniéndolo en marcha.
-No.- rotunda.
-Eso es huir de la verdad.
-……..
-Y cobardemente te metes en tu mentira. En tu relación falta de tantas cosas y tantos sentimientos.
Ya era distinto Edward. Era la voz de un hombre maduro.
El volvo de Edward corria a toda velocidad, y él parecía furioso, pero su voz era ronca y pacifica.
-No trates de huir de ti misma. Huyes de ti, huyes de tu verdad y la verdad de los otros. Es como si cualquier ser humano, al levantarse , al vestirse, formara una careta parte de su vestimenta y se la pusiera a sangre fría.
-No ahondemos Edward.
El auto atravesaba la ciudad.
-Dejame aquí.
-¿Aquí?
-Sí. Donde quieras. Necesito caminar, Edward.
-Piensas que así te vas a encontrar a ti misma.
-Es lo que quiero.
-Eso es…otra cobardia tuya.
Lo sabia…se estaba empezando a dar cuenta de ello.
Pero Edward detuvo el auto y ella saltó al suelo y no tuvo valor para dar la vuelta y mirar a Edward.
El auto pasó, al rato delante de ella.
Ella caminó despacio.
Sentia que le palpitaban las sienes y los pulsos..todo giraba y giraba, como si ella estuviera en lo alto de un tiovivo.
Acaba de darse cuenta que amaba a Edward ; que lo amaba y deseaba con todo su ser.
Continuará…
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Son Flores para Bella
lunes, 24 de enero de 2011
Son Flores Para Bella
CAPITULO DIEZ
Bella cayó sentada en aquel rincón. Bajo la tenue luz de la lámpara de pie. Quedó tensa, mirando al frente sin saber si maldecirlo o bendecirlo.
Edward la hacia sentirse de nuevo como una adolescente de 16 años , aquel hombre le hacia añorar sus jóvenes años de adolescencia.
Pero solo tenia 23 , y lo que no podia perdonarle a Mike es que por su culpa, se sentía vieja. Acabada , como destruida.
-Bella….
-Sí, mamá.
-¿De quien son estas flores?
Lo dijo.
No mentia, pero aquella mentira suya era como…si endulzara un poco los temores de su madre.
-De Mike.
-Oh, gracias a Dios.
-Mamá, ven aquí; siéntate.
Reneé obedecedió.
Era menuda y delgada como su hija. Una dama que aún resultaba joven, y que sin embargo, a veces el pensar en el porvenir de su hija, aunque jamás se lo manifestaba a ella, se sentía tremendamente anciana.
-Dime, Bella.
-Tú…¿Tú quieres que me case?
Reneé parecía nerviosa.
-No es eso.
-¿No?
-Dí lo que tú sabes y yo ignoro mamá.
-Bella por favor.
-Dilo mamá. De nada vale cubrirse la cara con una careta. La verdad está dentro. ¿A quien se le oculta? Los de fuera no importan. Y los de dentro, los que llevan la careta saben lo que tapan y saben que sufren aunque lo tapen.
-Sí, hija es cierto. Pero…
-¿Pero? –No sé que decirte, Bella. Dí tú, si es que tienes algo que decir. Yo sólo pienso en que después de cinco años… de tener Mike la carrera terminada, una posición casi desahogada, sin nada que le impida casarse… pues deberíais casaros. Claro que yo no sé quien tiene la culpa de esta demora.
-Yo no la tenía.
-Dices tenía.
-Sí es que ahora…probablemente la tenga.
-¡Bella!
-Nunca me cansaré sin amor; sin desear al hombre con el que compartiré mi lecho, sin que me haga suspirar cada vez que su aliento roce mi cara…
-Bella por favor…
-Vale mamá , te lo diré de otra manera, nunca me cansaré sin cariño, sin amor, sin ilusión…
-Tenias todo eso.
-Tú lo has dicho. Tambien una persona tiene salud y un dia, no sabe nunca porque, deja de tenerla…Se muere mamá. Y la pena es que por mucho que inventen, jamás se podrá resucitar a un muerto.
-Bella, no te entiendo.
La hija se puso de pie. Una mueca distendió el suave dibujo de sus labios.
-No me he quitado el abrigo. Ni he sentido que cuelgo al hombro mi bolso de paseo.- se despojó de ambas cosas.- Habrá que comer digo yo..
-Bella.- titubeaba su madre,como si temiera lastimar demasiado, aquella sensibilidad hipersensible de su hija.- Bella, querida…
-Dí, mamá.
-Quiere decir eso que tú…
-No te detengas mamá. Las dos estamos sin caretas, Esa dejala para la calle, si bien te advierto que a mi en la calle… también me estorba.
-Te veo rara, Bella, como herida, como lastimada, como escéptica .
-Un poco de todo mamá. Sólo un poco. Lo que me asusta es que…todos esos pocos.. vayan en aumento. ¿Por qué no dejamos las cosas así, mamá? Sin volverlas a mencionar y nos vamos a comer.
La madre la siguió pasillo abajo.
¡Era tan linda, Bella!
Tan delicada, tan sensible..No era voluble. Algo nacía en el corazón de Bella o algo moría. Moría la ilusión del amor de Mike y nacía el ardoroso clamor de Edward en su pausado corazón.
Reneé . después más tarde cuando Bella se fue a la cama, se lo contó todo a su amiga Esme Cullen, por teléfono.
Esme, llegó al salón suspirando, meneando la cabeza, sentía la amagura de su amiga como si fuese la suya propia.
Tendido en un sofá, con las piernas en alto y fumando, repantigado y feliz se hallaba Edward.
-¿Qué ocurre, mamá? ¿Qué te cuenta tu amiga Reneé?
La dama se sentó no lejos del largo sofá, donde su hijo se hallaba tendido.
-Me hablaba sobre Bella , tu profesora.
-Ah.- quedaba tenso, con todos los sentidos en guardia.
-Parece que Mike le mandó un gran ramo de flores.
Edward, elevó una ceja interrogante.
Pero continuó tendido allí como un manso y cómodo cordero.
-Pero según parece a Bella no le hicieron mucha ilusión.
-¿No? Caramba pues son novios veteranos.
-Sí, pero…
-¿Pero?
-Reneé, opina y esto es lo que la destroza, que Bella está desilusionada. Que ni las flores son capaces de renovar las esperanzas y las ilusiones que existían antes.
-¿Antes? ¿Cuándo?
-Cuando empezó a ser la novia de Mike.
-Le conozco.
-¿Los ves…juntos?
-Claro; aún hoy. Parecian estar en un funeral. Un funeral de parientes, si quieres, pero al fin y al cabo un funeral. Parece mentira que esa muchacha tenga dos años, menos que yo. Diablo, si al verla tan hermosa, uno diría que acaba de hacer la primera comunión.
-No seas ganso, haciendo definiciones, Edward.
-Perdona. Pero es que la pureza de su cara eso te hace pensar…sin embargo cuando la ves junto a ese…maricón.
-¡Edward!
Joder, mamá, ¿Cómo te explicas que todavía no la haya tocado en cinco años de relaciones?
-¿Y como sabes tu eso, hijo?.- espetó su madre con la cara descompuesta.
-No te hagas la tonta mamá, todo Forks lo sabe. Sólo te digo que cuando la veo con ese…me da pena. Eso es lo que me da.- Y después de una estudiada pausa.- ¿dices que Reneé está inquieta?
-No he dicho inquieta, Edward. Eso te lo inventaste tú. He dicho deseperada y triste.
-¡Caramba! Aún después de … recibir flores de su novio, no sé porque Bella …ha de sentirse tan desilusionada. ¿Tendrá un amante, mamá?
-Que mentalidad, la tuya, Edward.
-Pues…vale, no he dicho nada…
-Que no se te ocurra pensar eso de Bella.
-Se me ocurre pensar infinidad de cosas con Bella…
-¿Qué has dicho, hijo?
-Es que no me explico ¿sabes? Que reciba flores de su novio, aunque a mí el novio, no me gusta ni un pelo y se sienta desilusionada. A lo mejor no ama al novio y resulta que como en los libros de psicología tiene una doble vida.
-Edward, parece que tomas este tema a broma.
¡Que vá ¡ lo estaba tomando muy en serio.
Tanto es así que iba a llamarla.
Ojalá él pudiera ilusionar de nuevo aquel vacio de vida de su profesora.
Se tiró en el sofá y levantó un poco la manga del jersey.
-Me voy a la cama, mamá y no piense que tomo a broma las cuestiones de Bella Swan y su..
-Edward.
-No lo iba a decir, aunque naturalmente, sigo pensando que lo es. Te decía que no lo toma a broma. Uno conoce a Bella y le toma afecto…es preciosa.
Esme no se fijó en la forma que tenia su hijo de decir aquello de “preciosa”. No se le pasaba por la mente que Edward estuviera enamorado de la hija de su mejor amiga.
-Buenas noches, mamá.
-Ve, ve. Corre a descansar hijo. Y a ver si cambias de vestimenta, pareces un bohemio, a ver si comienzas a vestir de traje cuando entres en la fábrica. Es por eso que quiero verte ya en Alemania.
-¿Ves mamá, lo que te quiero decir?
-¿Qué he de ver?
-La diferencia entre tu mentalidad y la mia. Yo no hago señor a alguien que lleva unas ropas elegantes. Yo le llamo señor al individuo desnudo o vestido que lo es o no lo es…
-No empieces con tus teorías..
-Puafff… la ropa. Como si la ropa hiciera al hombre. ¿ Cuando comprenderas que el hombre da categoría a las ropas?
-Descansa y duerme, Edward.
Sin llamarla a ella… no.
Rosas de Mike… para morirse de risa. Como si Mike tuviese alcance para enviar flores a Bella.
Bella no se habia desvestido todavía y tendida en la cama, miraba al frente, aunque no veía nada.
Sombras difusas en la oscuridad, porque ni la luz quiso encender para evitar no solo verse a si misma, si no cuantos fantasmas pudieras surgir de su propia figura.
Fue cuando sonó el timbre del teléfono.
Movió sus dedos y después de mano y luego giró el brazo con pereza.
En aquellos momentos se sentía como en paz consigo misma, con la mente vacia, la oscuridad en los ojos, el corazón inquieto.
-Diga.
-Soy yo.
Bella giró de costado y se puso de lado en la cama con el auricular agarrado con las dos manos y pegado al oído.
-Tú…
-Verás, por un segundo, después de cerrarme en mi habitación, pensé “¿Estará Bella, muy enfadada conmigo por haberle enviado flores?”
-No lo estoy,Edward.- tenia Bella una vocecilla suave, sensible, como palpitante.- Pero si me gustaría saber…que celebras con el envio…
-Eso es lo que te tiene inquieta ¿verdad?
-No tratándose de ti, no. A decir verdad te empiezo a conocer y te creo capaz de mandar flores a una profesora solo, por desagraviarla de algo, que aunque no sea real, imaginas tú.
-Cierto.Pero en este caso no es así.
-¿No?
Se iba animando.
Que cosa más rara aquel caso suyo.
Se sentía deprimida y de repente, oir una voz humana,calida, tan personal y sensual como la de Edward la llenaba por cada rincón de su ser.
La tranquilizaba y al mismo tiempo la enervaba. No pensaba en Mike,cuando estaba con él…y si lo hacia, era sin ningún tipo de preocupación; como si no fuera nada suyo, como si ella fuera…de Edward.
-No.Bella. Te vi esta tarde, te vi con Mike,¿recuerdas?
-Por supuesto y eso…¿Qué tiene que ver?
-No lo sé. De repente sentí como una sensación de agobio, de pequeñez ajena. Como si todos, incluyéndome a mi, fuésemos marionetas de circo, movidas por un resorte… Hasta me pareció que tenias puesta una careta. ¿Ves que tontería?
-Sigue.- dijo, ella embelesada escuchando su voz.
-Y sentí angustia. Entonces al salir de aquella discoteca y despedirme de mi amiga, caminé pensativo. No sé si pensaba. No sé si en realidad estabas en mi mente o ya formas parte de ella. Lo que si sé , es que de repente sentí una ansiedad tremenda por alegrar tu rostro perfecto,Bella de quitarte aquel velo de luto..
-Pero.. Edward… que niño eres…
- No creas que soy un niño, Bella soy un hombre…
-Para mi edad, la tuya.
-No digas memeces, Bella.- sonaba rara la vos de Edward, como vibrante,como aireada.- Para estudiar alemán, considerame como gustes, para tratarme a mi, como persona por favor, no me trates como a un niño de teta, que hace mucho que pasé por esa faceta.
-Me estas reflejando una imagen de mi misma, desoladora Edward.
-Bella,cierra los ojos, un segundo. ¿estas en la cama?
-Sí.
-Fijate si soy ingenuo, pero en este instante, perdóname, por favor, me gustaría estar contigo ahí. Haciendote el amor, Bella…
Ella enmudeció y sintió un calor desconocido por su cuerpo virgen y se tapó la boca en un jadeo sordo de placer.
Imaginar que aquel hombre… mitad niño , podia hacerla mujer, la puso mas nerviosa de lo esperado y le tembló la voz al volver a hablar por el teléfono.
-Edward, me voy a enfadar.
-¿Nunca me veras como un hombre?
Hacia un tiempo que habia comenzado a verlo, pero le daba miedo…y como era Edward de hombre…era espectacular.
-Eres mi alumno.- contestó sin mucha credibilidad.
-Esta bien. Te diré una cosa ya que no quieres ser concreta en ninguna respuesta. Me gustaría enamorarme de ti, hasta volverme loco con tan solo pensar en ti, me gustaría hacerte inmensamente feliz y que no se borrara esa sonrisa de tu rostro, si…esa que he visto en contadas ocasiones, Bella, quitar esa horrible sombra de tu cara. Besar tus labios, devorarlos, amarlos, caer rendido ante tu cuerpo, ahí en tu cama, haciéndote el amor, hasta quedar postrados ante el cansancio de nuestros extasis de pasión, robarte esa joya que tienes entre la piernas y devorarla sin cansacio…hacerte mia de una manera completamente pura; pero a la vez salvaje…y que te dieras cuenta que hace mucho tiempo que dejé ser el niño bobo que acabó el bachillerato.
Cortó.
No esperó respuesta.
Bella quedó estupefacta y sin respiracion.
Bella cayó sentada en aquel rincón. Bajo la tenue luz de la lámpara de pie. Quedó tensa, mirando al frente sin saber si maldecirlo o bendecirlo.
Edward la hacia sentirse de nuevo como una adolescente de 16 años , aquel hombre le hacia añorar sus jóvenes años de adolescencia.
Pero solo tenia 23 , y lo que no podia perdonarle a Mike es que por su culpa, se sentía vieja. Acabada , como destruida.
-Bella….
-Sí, mamá.
-¿De quien son estas flores?
Lo dijo.
No mentia, pero aquella mentira suya era como…si endulzara un poco los temores de su madre.
-De Mike.
-Oh, gracias a Dios.
-Mamá, ven aquí; siéntate.
Reneé obedecedió.
Era menuda y delgada como su hija. Una dama que aún resultaba joven, y que sin embargo, a veces el pensar en el porvenir de su hija, aunque jamás se lo manifestaba a ella, se sentía tremendamente anciana.
-Dime, Bella.
-Tú…¿Tú quieres que me case?
Reneé parecía nerviosa.
-No es eso.
-¿No?
-Dí lo que tú sabes y yo ignoro mamá.
-Bella por favor.
-Dilo mamá. De nada vale cubrirse la cara con una careta. La verdad está dentro. ¿A quien se le oculta? Los de fuera no importan. Y los de dentro, los que llevan la careta saben lo que tapan y saben que sufren aunque lo tapen.
-Sí, hija es cierto. Pero…
-¿Pero? –No sé que decirte, Bella. Dí tú, si es que tienes algo que decir. Yo sólo pienso en que después de cinco años… de tener Mike la carrera terminada, una posición casi desahogada, sin nada que le impida casarse… pues deberíais casaros. Claro que yo no sé quien tiene la culpa de esta demora.
-Yo no la tenía.
-Dices tenía.
-Sí es que ahora…probablemente la tenga.
-¡Bella!
-Nunca me cansaré sin amor; sin desear al hombre con el que compartiré mi lecho, sin que me haga suspirar cada vez que su aliento roce mi cara…
-Bella por favor…
-Vale mamá , te lo diré de otra manera, nunca me cansaré sin cariño, sin amor, sin ilusión…
-Tenias todo eso.
-Tú lo has dicho. Tambien una persona tiene salud y un dia, no sabe nunca porque, deja de tenerla…Se muere mamá. Y la pena es que por mucho que inventen, jamás se podrá resucitar a un muerto.
-Bella, no te entiendo.
La hija se puso de pie. Una mueca distendió el suave dibujo de sus labios.
-No me he quitado el abrigo. Ni he sentido que cuelgo al hombro mi bolso de paseo.- se despojó de ambas cosas.- Habrá que comer digo yo..
-Bella.- titubeaba su madre,como si temiera lastimar demasiado, aquella sensibilidad hipersensible de su hija.- Bella, querida…
-Dí, mamá.
-Quiere decir eso que tú…
-No te detengas mamá. Las dos estamos sin caretas, Esa dejala para la calle, si bien te advierto que a mi en la calle… también me estorba.
-Te veo rara, Bella, como herida, como lastimada, como escéptica .
-Un poco de todo mamá. Sólo un poco. Lo que me asusta es que…todos esos pocos.. vayan en aumento. ¿Por qué no dejamos las cosas así, mamá? Sin volverlas a mencionar y nos vamos a comer.
La madre la siguió pasillo abajo.
¡Era tan linda, Bella!
Tan delicada, tan sensible..No era voluble. Algo nacía en el corazón de Bella o algo moría. Moría la ilusión del amor de Mike y nacía el ardoroso clamor de Edward en su pausado corazón.
Reneé . después más tarde cuando Bella se fue a la cama, se lo contó todo a su amiga Esme Cullen, por teléfono.
Esme, llegó al salón suspirando, meneando la cabeza, sentía la amagura de su amiga como si fuese la suya propia.
Tendido en un sofá, con las piernas en alto y fumando, repantigado y feliz se hallaba Edward.
-¿Qué ocurre, mamá? ¿Qué te cuenta tu amiga Reneé?
La dama se sentó no lejos del largo sofá, donde su hijo se hallaba tendido.
-Me hablaba sobre Bella , tu profesora.
-Ah.- quedaba tenso, con todos los sentidos en guardia.
-Parece que Mike le mandó un gran ramo de flores.
Edward, elevó una ceja interrogante.
Pero continuó tendido allí como un manso y cómodo cordero.
-Pero según parece a Bella no le hicieron mucha ilusión.
-¿No? Caramba pues son novios veteranos.
-Sí, pero…
-¿Pero?
-Reneé, opina y esto es lo que la destroza, que Bella está desilusionada. Que ni las flores son capaces de renovar las esperanzas y las ilusiones que existían antes.
-¿Antes? ¿Cuándo?
-Cuando empezó a ser la novia de Mike.
-Le conozco.
-¿Los ves…juntos?
-Claro; aún hoy. Parecian estar en un funeral. Un funeral de parientes, si quieres, pero al fin y al cabo un funeral. Parece mentira que esa muchacha tenga dos años, menos que yo. Diablo, si al verla tan hermosa, uno diría que acaba de hacer la primera comunión.
-No seas ganso, haciendo definiciones, Edward.
-Perdona. Pero es que la pureza de su cara eso te hace pensar…sin embargo cuando la ves junto a ese…maricón.
-¡Edward!
Joder, mamá, ¿Cómo te explicas que todavía no la haya tocado en cinco años de relaciones?
-¿Y como sabes tu eso, hijo?.- espetó su madre con la cara descompuesta.
-No te hagas la tonta mamá, todo Forks lo sabe. Sólo te digo que cuando la veo con ese…me da pena. Eso es lo que me da.- Y después de una estudiada pausa.- ¿dices que Reneé está inquieta?
-No he dicho inquieta, Edward. Eso te lo inventaste tú. He dicho deseperada y triste.
-¡Caramba! Aún después de … recibir flores de su novio, no sé porque Bella …ha de sentirse tan desilusionada. ¿Tendrá un amante, mamá?
-Que mentalidad, la tuya, Edward.
-Pues…vale, no he dicho nada…
-Que no se te ocurra pensar eso de Bella.
-Se me ocurre pensar infinidad de cosas con Bella…
-¿Qué has dicho, hijo?
-Es que no me explico ¿sabes? Que reciba flores de su novio, aunque a mí el novio, no me gusta ni un pelo y se sienta desilusionada. A lo mejor no ama al novio y resulta que como en los libros de psicología tiene una doble vida.
-Edward, parece que tomas este tema a broma.
¡Que vá ¡ lo estaba tomando muy en serio.
Tanto es así que iba a llamarla.
Ojalá él pudiera ilusionar de nuevo aquel vacio de vida de su profesora.
Se tiró en el sofá y levantó un poco la manga del jersey.
-Me voy a la cama, mamá y no piense que tomo a broma las cuestiones de Bella Swan y su..
-Edward.
-No lo iba a decir, aunque naturalmente, sigo pensando que lo es. Te decía que no lo toma a broma. Uno conoce a Bella y le toma afecto…es preciosa.
Esme no se fijó en la forma que tenia su hijo de decir aquello de “preciosa”. No se le pasaba por la mente que Edward estuviera enamorado de la hija de su mejor amiga.
-Buenas noches, mamá.
-Ve, ve. Corre a descansar hijo. Y a ver si cambias de vestimenta, pareces un bohemio, a ver si comienzas a vestir de traje cuando entres en la fábrica. Es por eso que quiero verte ya en Alemania.
-¿Ves mamá, lo que te quiero decir?
-¿Qué he de ver?
-La diferencia entre tu mentalidad y la mia. Yo no hago señor a alguien que lleva unas ropas elegantes. Yo le llamo señor al individuo desnudo o vestido que lo es o no lo es…
-No empieces con tus teorías..
-Puafff… la ropa. Como si la ropa hiciera al hombre. ¿ Cuando comprenderas que el hombre da categoría a las ropas?
-Descansa y duerme, Edward.
Sin llamarla a ella… no.
Rosas de Mike… para morirse de risa. Como si Mike tuviese alcance para enviar flores a Bella.
Bella no se habia desvestido todavía y tendida en la cama, miraba al frente, aunque no veía nada.
Sombras difusas en la oscuridad, porque ni la luz quiso encender para evitar no solo verse a si misma, si no cuantos fantasmas pudieras surgir de su propia figura.
Fue cuando sonó el timbre del teléfono.
Movió sus dedos y después de mano y luego giró el brazo con pereza.
En aquellos momentos se sentía como en paz consigo misma, con la mente vacia, la oscuridad en los ojos, el corazón inquieto.
-Diga.
-Soy yo.
Bella giró de costado y se puso de lado en la cama con el auricular agarrado con las dos manos y pegado al oído.
-Tú…
-Verás, por un segundo, después de cerrarme en mi habitación, pensé “¿Estará Bella, muy enfadada conmigo por haberle enviado flores?”
-No lo estoy,Edward.- tenia Bella una vocecilla suave, sensible, como palpitante.- Pero si me gustaría saber…que celebras con el envio…
-Eso es lo que te tiene inquieta ¿verdad?
-No tratándose de ti, no. A decir verdad te empiezo a conocer y te creo capaz de mandar flores a una profesora solo, por desagraviarla de algo, que aunque no sea real, imaginas tú.
-Cierto.Pero en este caso no es así.
-¿No?
Se iba animando.
Que cosa más rara aquel caso suyo.
Se sentía deprimida y de repente, oir una voz humana,calida, tan personal y sensual como la de Edward la llenaba por cada rincón de su ser.
La tranquilizaba y al mismo tiempo la enervaba. No pensaba en Mike,cuando estaba con él…y si lo hacia, era sin ningún tipo de preocupación; como si no fuera nada suyo, como si ella fuera…de Edward.
-No.Bella. Te vi esta tarde, te vi con Mike,¿recuerdas?
-Por supuesto y eso…¿Qué tiene que ver?
-No lo sé. De repente sentí como una sensación de agobio, de pequeñez ajena. Como si todos, incluyéndome a mi, fuésemos marionetas de circo, movidas por un resorte… Hasta me pareció que tenias puesta una careta. ¿Ves que tontería?
-Sigue.- dijo, ella embelesada escuchando su voz.
-Y sentí angustia. Entonces al salir de aquella discoteca y despedirme de mi amiga, caminé pensativo. No sé si pensaba. No sé si en realidad estabas en mi mente o ya formas parte de ella. Lo que si sé , es que de repente sentí una ansiedad tremenda por alegrar tu rostro perfecto,Bella de quitarte aquel velo de luto..
-Pero.. Edward… que niño eres…
- No creas que soy un niño, Bella soy un hombre…
-Para mi edad, la tuya.
-No digas memeces, Bella.- sonaba rara la vos de Edward, como vibrante,como aireada.- Para estudiar alemán, considerame como gustes, para tratarme a mi, como persona por favor, no me trates como a un niño de teta, que hace mucho que pasé por esa faceta.
-Me estas reflejando una imagen de mi misma, desoladora Edward.
-Bella,cierra los ojos, un segundo. ¿estas en la cama?
-Sí.
-Fijate si soy ingenuo, pero en este instante, perdóname, por favor, me gustaría estar contigo ahí. Haciendote el amor, Bella…
Ella enmudeció y sintió un calor desconocido por su cuerpo virgen y se tapó la boca en un jadeo sordo de placer.
Imaginar que aquel hombre… mitad niño , podia hacerla mujer, la puso mas nerviosa de lo esperado y le tembló la voz al volver a hablar por el teléfono.
-Edward, me voy a enfadar.
-¿Nunca me veras como un hombre?
Hacia un tiempo que habia comenzado a verlo, pero le daba miedo…y como era Edward de hombre…era espectacular.
-Eres mi alumno.- contestó sin mucha credibilidad.
-Esta bien. Te diré una cosa ya que no quieres ser concreta en ninguna respuesta. Me gustaría enamorarme de ti, hasta volverme loco con tan solo pensar en ti, me gustaría hacerte inmensamente feliz y que no se borrara esa sonrisa de tu rostro, si…esa que he visto en contadas ocasiones, Bella, quitar esa horrible sombra de tu cara. Besar tus labios, devorarlos, amarlos, caer rendido ante tu cuerpo, ahí en tu cama, haciéndote el amor, hasta quedar postrados ante el cansancio de nuestros extasis de pasión, robarte esa joya que tienes entre la piernas y devorarla sin cansacio…hacerte mia de una manera completamente pura; pero a la vez salvaje…y que te dieras cuenta que hace mucho tiempo que dejé ser el niño bobo que acabó el bachillerato.
Cortó.
No esperó respuesta.
Bella quedó estupefacta y sin respiracion.
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Son Flores para Bella
domingo, 23 de enero de 2011
MARCADA
M A R C A D A
C A P I T U L O 1 1
-Córtate un poco más ¿no?.- Era la toca narices de Rosalie. Seguí su mirada y me encontré con los ojos de Edward, que me miraban con absoluta tristeza.
Sus ojos se encontraron con los míos y algo en mi cerebro hizo click.
Tragué saliva, pues visiones sin ningún tipo de cordura para mi, bailaban en mi mente sin poder yo remediarlo.
En ellas veía a una señora con un extraño color de pelo; postrada en una cama de hospital.
La atenta mirada de Carlisle sobre ella, era tierna y vulnerable.
En la habitación contigua estaba Edward.
Yacía con los sudores de la muerte y apretando los ojos fuertemente.
Yo estaba allí…creía estar allí.
¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Por qué venían esas extrañas imágenes a mi?
Dicen que cuando te conviertes en vampiro…poco a poco vas olvidando tus recuerdos humanos.
En mi caso no fue asi. Y creo que esa es la peor maldición que arrastro. No la maldita marca.
No podia quitar los ojos de aquella visión tan clara y apabullante.
Edward; era apenas un crio. O al menos en aquellos momentos yo lo veía así; ya que su aparencia humana, me hacia verlo asi.
Abrió un momento sus ojos y pareció verme.
Alzó el brazo y quiso tocarme.
Y lo hizo.
Su piel ardía literalmente.
Cerré los ojos ante aquel toque tan cálido.
Cuando los abrí él me estaba mirando con devoción y tristeza, la misma con la que me habia mirado o me estaba mirando ; ya que yo me encontraba en un total shock y no podia mover un músculo.
-Has aparecido muy tarde.- Me dijo jadeante en un susurro que me hizo estremecerme. Como si de una marioneta se tratara; como si de mi colgaran finos hilos que anularan mi mente y mis actos ; cogí aquella mano que descansaba en mi rostro y la llevé hacia mis labios y la besé.
Él volvió a cerrar los ojos y una sonrisa muy débil se dibujó en su rostro.
- Eres un ángel…un ángel… Llévame contigo…si es contigo me voy tranquilo y feliz.- una risa tenebrosa se escapó de sus labios y se los mojó.
-No soy un ángel.- Le dije. Sin dejar de mirarlo; confundida.
-¿Y entonces que eres?
-Soy lo mas parecido a un demonio.
Me evaluó un momento con sus ojos verdes intensos . Edward en aquellos momentos tenia unos enormes ojos verdes; vidriosos a causa de la fiebre ; pero hermosos al fin y al cabo.
-Si no eres un ángel, debes ser una Diosa; una diosa….¡Cof…cof…cof…!.- su boca comenzó entre estertor y estertor a escupir sangre y se llevó la mano que yo acunaba en mi rostro hacia su boca.
Dí varios pasos hacia atrás y algo me absorbió. Una luz inmensa clara…cegadora….
Edward Pov
Cuando apareció Bella y Rosalie en la sala de los Tres Reyes; yo estaba algo apabullado por la lectura del fragmento del Décalogo.
No habia servido de nada leer aquello. ¿Qué consecuencias traerían para mi aquellas palabras que no entendía?
“ Una alianza poderosa entre licántropos y vampiros…. La oportunidad de elegir…La sangre de la Reina….”
Pero caí en la cuenta que ante mi adorada reina; la que seria mi mujer…dentro de muy pocos días todo carecía de importancia.
Su vestimenta; algo magullada, dejaba ver partes de su hermosa y nívea piel, que hacian replantearme mi cordura para no cogerla y llevármela de allí; como el verdadero animal que era.
La deseaba y tanto…
Nunca, nunca en todos los años que llevo en mis espaldas, me habia ocurrido nada igual.
La visión de Bella desarrollaba en mi una serie de deseos muy primitivos.
Sentí como el pantalón me aprisionaba más de lo debido y mis testículos duros como piedras, gritaban por vaciarse.
Reprimí un gemido; ante su visión .
Rosalie la miraba con autentico odio y ella algo divertida; como si aquello fuera un juego.
El licántropo llamado Jacob se puso delante del cuerpo de mi hembra y yo rugí.
Sí, rugí, rugí de desesperación, de agonia. Yo era el que tenia que estar delante , detrás encima, debajo….de ella.
Dios mio…¿no podia pensar en otra cosa que no fuera en el sexo?
¿En que me estaba convirtiendo?
¿En un futuro rey pervertido?
Lo que llevó mi livido al garete fue la mirada que le dedicó Bella a las espaldas del licántropo.
La odié tanto como la amaba.¿La amaba? Sí…la amaba…
Me quedé perdido en mis pensamientos un momento.
¿Cómo no me habia dado cuenta de aquello?
Nunca. Nunca. Habia sentido aquella entremezcla de sentimientos por una mujer, nunca.
Todo era tan carnal y a la misma vez tan espiritual que me dio autentico pavor, las palabras que leí en el Decalogo.
Yo sufriría, sufririra por su amor. …Pero al final seria mia. Mia…
En mi ensimismamiento; me perdí en mi pequeña locura y me ausenté completamente de lugar donde me encontraba.
Fue la voz de Carlisle la que me hizo volver….
-¡Bella!¡Bella!.- Miré hacia ella y, me quedé paralizado.
Parecia una estatua, bella y sensual. Parecia estar en estado de shock. Sus ojos …su mirada…me miraba a mi..
Me acerqué a ella, quitando la manaza del tal Jacob, que la tocaba, para despertarla de aquel letargo incierto.
Carlisle,asintió con la cabeza y toqué su rostro levemente. Parecia estar en otra parte.
Sus ojos dorados; reflejo de los míos. Me miraban sin pestañear. Sucumbí completamente a su mirada y me dejé guiar por ella.
Sentí como todos; uno a uno se fueron marcharon y nos dejaron solos.
Agradecí inmensamente estar solo con mi hembra…infinitamente.
Caí preso de su mirada y noté como su brazo se levantaba para acariciar mi rostro.
-Edward…-susurró…
Si los vampiros pudiesen llorar; juro que en este mismo momento lo estaría haciendo. Escuchar mi nombre, en los labios de ella…era increíblemente bello. Erótico….
-¿Si?.-pregunté sin pestañear. Seguía estando preso de sus ojos, los ojos de mi reina, de mi hembra…
Su mano acarició levemente la mia y se la llevó a sus labios. Llenos, sensuales…
-No soy un ángel.- dijo ella; no comprendí.
Sonreí.
-Eres mi ángel.- susurré acercándome más a ella.
-Soy lo más parecido a un demonio.- volvió a decir.
-Yo también lo soy. Los dos lo somos.- Acorté la distancia que habia entre nosotros, totalemente y su pecho rozó el mio.
Me mordí el labio. Aquella imperiosa necesidad volvió a mi. Necesitaba su sangre , la necesitaba a ella…gemí. Por el bien de los dos debia apartarla de mi ahora, ya.
Pero fue demasiado tarde. Bella desagarró la camiseta que llevaba puesta con una maestria abismal y clavó sus dientes en mi pecho; justo encima de mi corazón.
Cerré los ojos. Me sentía tan pleno, tan dichoso que reí abiertamente; mientras que oia como mi pequeña succionaba y se relamía impaciente.
Ladeada; como estaba, envolviéndome entre sus pequeños brazos, saciándose de la sed que era tan poderosa como mi deseo hacia ella; aparté a un lado del cuello su cortina de cabello,delicado y sensual.
Relamí mis labios y no pude contenerme. Planté mi boca en su yugular con ansias criminales.
Sin duda aquello era lo más sexual que habia tenido con ella hasta ahora.
Notaba su sangre en mi cuerpo,caliente, espesa,dulce….gemí y separé mis labios de su cuello.
Ella también habia separado los suyos de mi torso.
Nos miramos las bocas sanguinolientas y ví deseo en sus ojos radiantes.
Se encaramó de un salto a mis caderas y buscó mis labios con su boca.
Estaba en el cielo; si…estaba en el cielo….
-Edward….- susurró entre jadeos.
-Bella..- la imité.
Preso de el deseo que me enbargaba; sentí que aquello no se correspondía con la realidad. Habia algo que fallaba.
Se suponía que yo debia de sufrir…y aquello no era sufrimiento alguno…era una liberación.
Sus caderas oscilaban en un baile que me volvia literalmente loco y mi miembro viril, reclamaba atención con urgencia.
Afiné mi olfato y me sentí el ser mas dichoso del mundo. Ella también estaba excitada y mucho; muchísimo, moví una de mis manos hacia su sexo y rocé con un dedo su húmeda cavidad.
Sus braguitas era tan finas que podia sentir, toda su flor en mi mano.
Bufé. Abrí más la boca para devorarla. Me la iba a comer allí mismo.
Imágenes con todo lo que quería hacerle en aquel suelo, en la cúpula de los Tres Reyes vagaron por mi mente.
Desnudarla, no dejar ni un solo centímetro de su cuerpo sin probar. Succionar, lamer y comer, toda la textura de su piel, y mientras la embestía con mi miembro que estaba a punto de reventar ; la mordería …y ella ami…
Dios…como siga moviéndose de esta manera me corro, seguro que me corro….
Bella Pov
La luz me cegaba por completo y caminaba hacia ella, con la total convicción que era positiva para mi.
La visión de Edward me habia dejado el corazón magullado.
Nunca; nadie me habia mirado de aquella manera..nadie.
Parecia como si…si le preocupara…como si….
No…aquello era una locura; no podia ser…
-Isabella….
Me volví curiosa. La voz retumbaba entre la niebla y juro que el miedo no formaba parte de mis emociones desde hacia mucho tiempo. Pero en aquel momento, la incertidumbre dio paso a él de un mazazo.
-Isabella…
La voz ronca y gutural, me hizo tragar en seco.
Achiqué los ojos y la niebla comenzó a aclararse.
Caminé hacia lo que podia ver como un trono.
Me paré seco.
La niebla habia desaparecido completamente y apreté la mandibula.
Un hombre poderoso, miraba mi rostro divertido.
La boca se le ensanchó en una perfecta sonrisa y acto seguido una risa socarrona se escapó de ella.
Miré su indumentaria y extrañada lo miré a los ojos.
-Desde luego querida niña…que lejos está de tu mente de tu cuerpo en estos momentos….- volvió a reir, llevándose una de sus manos a la barriga.- Eres una caja de sorpresas….vamos a ver que tal actuas cuando abra tu mente.
Fruncí el ceño y me dispuse a atacar.
-No, no, no…querida mia…no…- bajó del colosal trono y se dirigió hasta mi.
Aquel hombre era inmenso.
Llevaba un casco antiguo, y vestia como si no perteneciese a este tiempo.
Una armadura de acerto marcaba sus pectorales inmensos encima de una malla plateada.
Sus piernas estaban desnudas. Una faldilla de acerco, cortada en diversas laminas, se movia al menor movimiento.
Su rostro, era algo que me tenia completamente consternada….en mi mente habia algo que quería recordar…habia algo en él….yo conocía aquel hombre. ¿Pero de qué?
Relajé mi cuerpo, al tenerlo cerca.
-¿Quién eres?.- pregunté.
Él negó con un dedo y sonrió.
-Error. Te creía mas inteligente.
-Soy inteligente.- inquirí, mirándolo con odio.
-Pregunta primero que haces aquí.
Tragué en seco y le hice caso.
-¿Qué hago aquí? Y ¿Quién eres tú?
El hombre volvió a reir abiertamente, echando hacia atrás su cabeza.
Miró mi rostro y se llevó un dedo a la barbilla.
-Creo que no es justo lo que estoy haciendo con tu cuerpo.
-¿El que?.- pregunté, sin comprender.
-Esto.- puso un dedo en mi frente. Y lo que ví me dejó literalemente sin palabras.
Yo…ósea mi cuerpo…no yo; porque yo estaba con aquel gigante que me tenia medio secuestrada, estaba retozando con Edward…con Edward….¡Dios mio!
-¡Para eso ahora mismo!.- grité
-Muy bien, hija mia……
C A P I T U L O 1 1
-Córtate un poco más ¿no?.- Era la toca narices de Rosalie. Seguí su mirada y me encontré con los ojos de Edward, que me miraban con absoluta tristeza.
Sus ojos se encontraron con los míos y algo en mi cerebro hizo click.
Tragué saliva, pues visiones sin ningún tipo de cordura para mi, bailaban en mi mente sin poder yo remediarlo.
En ellas veía a una señora con un extraño color de pelo; postrada en una cama de hospital.
La atenta mirada de Carlisle sobre ella, era tierna y vulnerable.
En la habitación contigua estaba Edward.
Yacía con los sudores de la muerte y apretando los ojos fuertemente.
Yo estaba allí…creía estar allí.
¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Por qué venían esas extrañas imágenes a mi?
Dicen que cuando te conviertes en vampiro…poco a poco vas olvidando tus recuerdos humanos.
En mi caso no fue asi. Y creo que esa es la peor maldición que arrastro. No la maldita marca.
No podia quitar los ojos de aquella visión tan clara y apabullante.
Edward; era apenas un crio. O al menos en aquellos momentos yo lo veía así; ya que su aparencia humana, me hacia verlo asi.
Abrió un momento sus ojos y pareció verme.
Alzó el brazo y quiso tocarme.
Y lo hizo.
Su piel ardía literalmente.
Cerré los ojos ante aquel toque tan cálido.
Cuando los abrí él me estaba mirando con devoción y tristeza, la misma con la que me habia mirado o me estaba mirando ; ya que yo me encontraba en un total shock y no podia mover un músculo.
-Has aparecido muy tarde.- Me dijo jadeante en un susurro que me hizo estremecerme. Como si de una marioneta se tratara; como si de mi colgaran finos hilos que anularan mi mente y mis actos ; cogí aquella mano que descansaba en mi rostro y la llevé hacia mis labios y la besé.
Él volvió a cerrar los ojos y una sonrisa muy débil se dibujó en su rostro.
- Eres un ángel…un ángel… Llévame contigo…si es contigo me voy tranquilo y feliz.- una risa tenebrosa se escapó de sus labios y se los mojó.
-No soy un ángel.- Le dije. Sin dejar de mirarlo; confundida.
-¿Y entonces que eres?
-Soy lo mas parecido a un demonio.
Me evaluó un momento con sus ojos verdes intensos . Edward en aquellos momentos tenia unos enormes ojos verdes; vidriosos a causa de la fiebre ; pero hermosos al fin y al cabo.
-Si no eres un ángel, debes ser una Diosa; una diosa….¡Cof…cof…cof…!.- su boca comenzó entre estertor y estertor a escupir sangre y se llevó la mano que yo acunaba en mi rostro hacia su boca.
Dí varios pasos hacia atrás y algo me absorbió. Una luz inmensa clara…cegadora….
Edward Pov
Cuando apareció Bella y Rosalie en la sala de los Tres Reyes; yo estaba algo apabullado por la lectura del fragmento del Décalogo.
No habia servido de nada leer aquello. ¿Qué consecuencias traerían para mi aquellas palabras que no entendía?
“ Una alianza poderosa entre licántropos y vampiros…. La oportunidad de elegir…La sangre de la Reina….”
Pero caí en la cuenta que ante mi adorada reina; la que seria mi mujer…dentro de muy pocos días todo carecía de importancia.
Su vestimenta; algo magullada, dejaba ver partes de su hermosa y nívea piel, que hacian replantearme mi cordura para no cogerla y llevármela de allí; como el verdadero animal que era.
La deseaba y tanto…
Nunca, nunca en todos los años que llevo en mis espaldas, me habia ocurrido nada igual.
La visión de Bella desarrollaba en mi una serie de deseos muy primitivos.
Sentí como el pantalón me aprisionaba más de lo debido y mis testículos duros como piedras, gritaban por vaciarse.
Reprimí un gemido; ante su visión .
Rosalie la miraba con autentico odio y ella algo divertida; como si aquello fuera un juego.
El licántropo llamado Jacob se puso delante del cuerpo de mi hembra y yo rugí.
Sí, rugí, rugí de desesperación, de agonia. Yo era el que tenia que estar delante , detrás encima, debajo….de ella.
Dios mio…¿no podia pensar en otra cosa que no fuera en el sexo?
¿En que me estaba convirtiendo?
¿En un futuro rey pervertido?
Lo que llevó mi livido al garete fue la mirada que le dedicó Bella a las espaldas del licántropo.
La odié tanto como la amaba.¿La amaba? Sí…la amaba…
Me quedé perdido en mis pensamientos un momento.
¿Cómo no me habia dado cuenta de aquello?
Nunca. Nunca. Habia sentido aquella entremezcla de sentimientos por una mujer, nunca.
Todo era tan carnal y a la misma vez tan espiritual que me dio autentico pavor, las palabras que leí en el Decalogo.
Yo sufriría, sufririra por su amor. …Pero al final seria mia. Mia…
En mi ensimismamiento; me perdí en mi pequeña locura y me ausenté completamente de lugar donde me encontraba.
Fue la voz de Carlisle la que me hizo volver….
-¡Bella!¡Bella!.- Miré hacia ella y, me quedé paralizado.
Parecia una estatua, bella y sensual. Parecia estar en estado de shock. Sus ojos …su mirada…me miraba a mi..
Me acerqué a ella, quitando la manaza del tal Jacob, que la tocaba, para despertarla de aquel letargo incierto.
Carlisle,asintió con la cabeza y toqué su rostro levemente. Parecia estar en otra parte.
Sus ojos dorados; reflejo de los míos. Me miraban sin pestañear. Sucumbí completamente a su mirada y me dejé guiar por ella.
Sentí como todos; uno a uno se fueron marcharon y nos dejaron solos.
Agradecí inmensamente estar solo con mi hembra…infinitamente.
Caí preso de su mirada y noté como su brazo se levantaba para acariciar mi rostro.
-Edward…-susurró…
Si los vampiros pudiesen llorar; juro que en este mismo momento lo estaría haciendo. Escuchar mi nombre, en los labios de ella…era increíblemente bello. Erótico….
-¿Si?.-pregunté sin pestañear. Seguía estando preso de sus ojos, los ojos de mi reina, de mi hembra…
Su mano acarició levemente la mia y se la llevó a sus labios. Llenos, sensuales…
-No soy un ángel.- dijo ella; no comprendí.
Sonreí.
-Eres mi ángel.- susurré acercándome más a ella.
-Soy lo más parecido a un demonio.- volvió a decir.
-Yo también lo soy. Los dos lo somos.- Acorté la distancia que habia entre nosotros, totalemente y su pecho rozó el mio.
Me mordí el labio. Aquella imperiosa necesidad volvió a mi. Necesitaba su sangre , la necesitaba a ella…gemí. Por el bien de los dos debia apartarla de mi ahora, ya.
Pero fue demasiado tarde. Bella desagarró la camiseta que llevaba puesta con una maestria abismal y clavó sus dientes en mi pecho; justo encima de mi corazón.
Cerré los ojos. Me sentía tan pleno, tan dichoso que reí abiertamente; mientras que oia como mi pequeña succionaba y se relamía impaciente.
Ladeada; como estaba, envolviéndome entre sus pequeños brazos, saciándose de la sed que era tan poderosa como mi deseo hacia ella; aparté a un lado del cuello su cortina de cabello,delicado y sensual.
Relamí mis labios y no pude contenerme. Planté mi boca en su yugular con ansias criminales.
Sin duda aquello era lo más sexual que habia tenido con ella hasta ahora.
Notaba su sangre en mi cuerpo,caliente, espesa,dulce….gemí y separé mis labios de su cuello.
Ella también habia separado los suyos de mi torso.
Nos miramos las bocas sanguinolientas y ví deseo en sus ojos radiantes.
Se encaramó de un salto a mis caderas y buscó mis labios con su boca.
Estaba en el cielo; si…estaba en el cielo….
-Edward….- susurró entre jadeos.
-Bella..- la imité.
Preso de el deseo que me enbargaba; sentí que aquello no se correspondía con la realidad. Habia algo que fallaba.
Se suponía que yo debia de sufrir…y aquello no era sufrimiento alguno…era una liberación.
Sus caderas oscilaban en un baile que me volvia literalmente loco y mi miembro viril, reclamaba atención con urgencia.
Afiné mi olfato y me sentí el ser mas dichoso del mundo. Ella también estaba excitada y mucho; muchísimo, moví una de mis manos hacia su sexo y rocé con un dedo su húmeda cavidad.
Sus braguitas era tan finas que podia sentir, toda su flor en mi mano.
Bufé. Abrí más la boca para devorarla. Me la iba a comer allí mismo.
Imágenes con todo lo que quería hacerle en aquel suelo, en la cúpula de los Tres Reyes vagaron por mi mente.
Desnudarla, no dejar ni un solo centímetro de su cuerpo sin probar. Succionar, lamer y comer, toda la textura de su piel, y mientras la embestía con mi miembro que estaba a punto de reventar ; la mordería …y ella ami…
Dios…como siga moviéndose de esta manera me corro, seguro que me corro….
Bella Pov
La luz me cegaba por completo y caminaba hacia ella, con la total convicción que era positiva para mi.
La visión de Edward me habia dejado el corazón magullado.
Nunca; nadie me habia mirado de aquella manera..nadie.
Parecia como si…si le preocupara…como si….
No…aquello era una locura; no podia ser…
-Isabella….
Me volví curiosa. La voz retumbaba entre la niebla y juro que el miedo no formaba parte de mis emociones desde hacia mucho tiempo. Pero en aquel momento, la incertidumbre dio paso a él de un mazazo.
-Isabella…
La voz ronca y gutural, me hizo tragar en seco.
Achiqué los ojos y la niebla comenzó a aclararse.
Caminé hacia lo que podia ver como un trono.
Me paré seco.
La niebla habia desaparecido completamente y apreté la mandibula.
Un hombre poderoso, miraba mi rostro divertido.
La boca se le ensanchó en una perfecta sonrisa y acto seguido una risa socarrona se escapó de ella.
Miré su indumentaria y extrañada lo miré a los ojos.
-Desde luego querida niña…que lejos está de tu mente de tu cuerpo en estos momentos….- volvió a reir, llevándose una de sus manos a la barriga.- Eres una caja de sorpresas….vamos a ver que tal actuas cuando abra tu mente.
Fruncí el ceño y me dispuse a atacar.
-No, no, no…querida mia…no…- bajó del colosal trono y se dirigió hasta mi.
Aquel hombre era inmenso.
Llevaba un casco antiguo, y vestia como si no perteneciese a este tiempo.
Una armadura de acerto marcaba sus pectorales inmensos encima de una malla plateada.
Sus piernas estaban desnudas. Una faldilla de acerco, cortada en diversas laminas, se movia al menor movimiento.
Su rostro, era algo que me tenia completamente consternada….en mi mente habia algo que quería recordar…habia algo en él….yo conocía aquel hombre. ¿Pero de qué?
Relajé mi cuerpo, al tenerlo cerca.
-¿Quién eres?.- pregunté.
Él negó con un dedo y sonrió.
-Error. Te creía mas inteligente.
-Soy inteligente.- inquirí, mirándolo con odio.
-Pregunta primero que haces aquí.
Tragué en seco y le hice caso.
-¿Qué hago aquí? Y ¿Quién eres tú?
El hombre volvió a reir abiertamente, echando hacia atrás su cabeza.
Miró mi rostro y se llevó un dedo a la barbilla.
-Creo que no es justo lo que estoy haciendo con tu cuerpo.
-¿El que?.- pregunté, sin comprender.
-Esto.- puso un dedo en mi frente. Y lo que ví me dejó literalemente sin palabras.
Yo…ósea mi cuerpo…no yo; porque yo estaba con aquel gigante que me tenia medio secuestrada, estaba retozando con Edward…con Edward….¡Dios mio!
-¡Para eso ahora mismo!.- grité
-Muy bien, hija mia……
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jueves, 20 de enero de 2011
Son Flores Para Bella
CAPITULO 9
-Mike, hijo que forma de toser. Tomate esto. Eso es. Te hará muy bien.- se sentó en borde del lecho, esperando que su hijo se tomase el vaso de leche.- ¿Sabes lo que pienso, Mike? Deberias de tomarte unas vacaciones. ¿Cuándo te corresponden?
Mike pensó en Bella.
Estaba distinta.
Desde aquella tarde que abordaron el tema del “matrimonio”, Bella de dio la culpa a su madre. ¿La tendría?.
Calro que no, ¡Pobre mamá!, tanto como ella se desvivía.
-¿Estaba rico, hijo?
-Si mamá.
-Ahora te arroparé y dormiras. Piensa en las vacaciones que te dije. ¿Cuándo me has dicho que te correspondían?
-Es que querria disfrutarlas para mi boda.
-Oh, claro que tonta soy. Bella no me perdonará mi descuido. ¿Cuándo has dicho que vamos a ir a pedir su mano? En realidad no conozco a la madre de Bella, ni a ella misma…de cerca.
Mike, sintió que se le inflaba el pecho de satisfacción. Que dijera después Bella, que su madre, era una egoísta y él, otro.
-Es una chica estupenda, mamá.
-¿Sabe cocinar y todo eso?
-Bueno, ya sabes que es una señorita distinguida. No tiene dinero, eso no, pero su padre era todo un señor y su madre es toda una dama.Pero estoy seguro que Bella sabrás cosas de casa.
-Eso es bueno ¿sabes? Un dia de estos, cuando yo tenga libre, iremos a visitarlas ¿te parece?
-Y nos casaremos en mis vacaciones. Pienso llevar a Bella de viaje de novios a Mónaco
-Esta bien, hijo.- lo arropó de nuevo.- Ahora duerme, necesitas descansar. ¿Tienes frio? ¿te pongo otra manta? ¿Quieres una bolsa de agua caliente?
-No, no mamá. Estoy muy bien. Este catarro es solo de fumar.
-Si tengo prisa que te cases; es para que dejes de fumar.
Mike dio un salto.
-¿Y por que no voy a fumar en mi habitación, o en la cama?
-Hombre, Mike, no es estético . Ademas cuando llegan los niños, como es lógico, duermen en la alcoba de los padres y el humo es nocivo, ya sabes.
-Pero yo soy un gran fumador, mamá.
Mamá iba hacia la puerta. Apagaba las luces, y su voz cariñosa y amable le decía:
-Tu padre también era un gran fumador, pero después de nacer tú; ni un cigarrillo. Espero que Bella piense igual. Entiende hijo, cuando un hombre se casa, deja de ser él, para ser solo padre y consagrarse a lo deberes de su hogar. Te advierto incluso que incluso,no debes ni fumar en la oficina. Al llegar a casa hueles y eso también en nocivo para un hijo. Ya te lo diran los médicos y tu propia esposa. Buenas noches, querido mio.
-Buenas…mamá.
Se cerró la puerta.
Dejar él de fumar…pero si era su único vicio. Si trató mil veces de dejarlo y no pudo. Si casi reventó de rebia intentando quitarse el vicio.
Su madre estaba loca. Se arrebujó en el lecho. ¡Se sentía tan bien!
Era grato vivir sin preocupaciones y ahora, de repente, su madre quería casarlo.
Claro que tendría que casarse…pero…pero…
-¿Crees que una vez casados podría fumar en la cama?
Bella no le oia.
Estaban en una discoteca. Era domingo.
En la pista había una veintena de parejas. Tambien estaba Edward.
¡Que muchacho!
Era divertido de verdad.
Como bailaba con aquella chica morena y como la oprimía contra si. ¡El muy tunante!
-Bella…
-Si, dime.
-Te hice una pregunta.
¿Cuál seria?
Dejó de pensaren ella.
Pero pensó en si misma. En años antes, cuando era una estudiante de bachillerato, cuando se fue a España e iba a las fiestas de los estudiantes se sentía tan feliz…como aquellas parejas que bailaban en la pista.
¡Que días quellos! E incluso cuando empezó a salir con Mike.
Entornó los parpados y su cabeza giró despacio para que sus ojos pudieran ver a Mike.
Era distinto.
Aquel hombre, era distinto al Mike, muchacho que ella conoció.
Opuesto, diría mejor.
Bailaba como lo hacia Edward en aquel instante y decía cosas bellas y todo le parecía estupendo y la vida hermosa…
-Bella…me miras como si no me conocieras…
Y lo deconocia. Era lo peor de todo, que empezaba a desconocer a Mike.
Al fin y al cabo ella solo tenia veintitrés años y de repente sentía el imperioso deseo de dar vueltas en la pista, al lado de un hombre, pegada a un hombre, oyendo al hombre, besando al hombre…estaba pensando en …Edward.
Seria grato, sentir la fuerza de aquella ansiedad y vivirla y olvidarse de todo lo demás. Pero no, se sentía vieja. Pensó que ya no sabria bailar, ni escuchar arrobada las tonterías que dicen los enamorados. ¿enamorados?
¿Estaba pensando en Edward y en el amor?..
-Bella…tal parece ue estas a miles de leguas de distancia.
Bella sacudió la cabeza. No , no estaba demasiado lejos, solo en la pista; al lado de Edward, la chica que bailaba con él, tendría su edad, mas o menos.
-¿Bailamos?.- preguntó de pronto.
Mike la miró asombrado.
-¿Ahí?
-¿Por qué no?
-Hace siglos que no bailamos en una pista asi, tan pequeña y tan poco iluminada.
-Tienes,,,tienes razón.- y con un movimiento de cabeza que parecía forzar sus labios a moverse.- ¿de que me estabas hablando?
-Pues…te perguntaba si una vez casados, yo no podría fumar en la cama. Es que me gusta ¿sabes?
-¿Y por que no vas a poder?
-Por los hijos, el humo es nocivo ¿sabes?
-Ah.
Y se quedó mirando al frente, de nuevo, hacia la pista, Edward la miraba a su vez, sin dejar de moverse graciosamente. Agitó la mano en el aire y la saludó con alegría .
-¿Quién es?.- preguntó Mike, olvidándose de su tabaco.
Bella no le oia. Pensaba, estaba imaginándose a Edward pegado a ella y bailando…algo extraño, le recorrió la columna y le infló el pecho de un dolor exquisito, parpadeó un par de veces y se mordió el labio, inquieta. Sonrió cerrando los ojos y se pasó la lengua por su boca, evocando imágenes, clandesticas encerradas en su cerebro. Habia pasión y desenfreno…y todo era con Edward…absolutamente todo.
-¿Quién es?
La voz de Mike era algo vibrante.
Por eso Bella le miró con rápidez, como olvidándose que estaba sola con sus pensamientos, clasificados x.
-¿Quién?
-El que te saluda.
-Ah.
-¿De que lo conoces?
-Le doy clases de alemán.
-¿A ese grandullón?
-Pues si. Tambien le doy clases a un señor casado que tiene una sociedad en Alemania, y aotro que es viudo y trata de rehacer su vida en Berlin. ¿tienes algo que objetar Mike?
-No…claro que no.
Edward aparecia en aquel instante, llevaba a una chica cogida de la cintura; muy pegada a él, y se detuvo apenas un segundo para saludar a su profesora.
-Hola Bella.- la miró a los ojos intensamente.
Ella le miró con los parpados entornados ligeramente.
-Hola Edward. (tum, tum…tum, tum…tum,tum…)
-Hasta mañana.- le sonrió él, con su sonrisa ladeada.
Nunca le pareció a Bella esa sonrisa tan sexy y perturbadora.
Ya no lo veía como un niño de teta, lo veía como un hombre…y que hombre. Sintió como un ardor desconocido le inundaba la cara.
-Hasta mañana.
Lo vió alejarse. Hubo un silencio en la mesa. Mike encendió un cigarrillo con precipitación, después con mucha prisa dijo:
-Mi madre me habló hoy de nuestra boda.
Estaba harta.
Hasta las narices.
Que lo dejara todo como estaba. Empezaba a odiar aquel matrimonio radiado, que cada dia le parecía mas irrealizable…Empezaba a odiar a la queridísima mamá de Mike y a él mismo si la apuraban.
-Es tarde.- dijo por toda respuesta.
-Bella…me gustaría hablar de nuestro futuro.
¿Qué futuro?
Se alzó de hombros.
-Vamos Mike, seguro que tu madre te está esperando, y la mia igual.
Abrió la puerta sin ruido. Eran las diez y media. Nunca tenia prisa por llegar a casa un dominfo, pero es Mike la tenia harta, sacudida, mareada…asqueada. Queria volver al calor de su casa junto a su madre. Por eso llegaba tan temprano.
-Bella .- gritó Reneé.- Mira…
Como aquella vez.
Pero muy distinta, porque ella aquella mañana, ni aquella tarde no había salpicado a nadie de barro.
-Que hermosas, Bella. Cuando llegó el repartidor y me dijo “ Son flores para Bella” me sentí ¿Cómo te diré? Algo emocionada. ¿De Mike, no Bella?
No.
Mike nunca tenia detalles así.
¿Edward?
Pero…¿Por qué?
¡Que detalles tenia aquel chico!
Metió la mano en el ramo enorme de flores rojas,todas rojas,c omo si la salpicara la sangre.
Los tallos verdes…las hojas verdes…
-Son bonitas..- dijo algo nerviosa.
Buscó, hurgó con ansiedad….y allí estaba la tarjeta, la abrió con manos temblorosas y la leyó con una sonrisa en el rostro.
“ Soy yo. Te las mando. Mete en ellas tu ara, hemedecela y confunde tus lagrimas intimas con ese rocio, que aún tienen sus petalos. Mañana te dire…porque te las mando. Por favor…no me riñas” Tu discípulo.”
Continuará…
-Mike, hijo que forma de toser. Tomate esto. Eso es. Te hará muy bien.- se sentó en borde del lecho, esperando que su hijo se tomase el vaso de leche.- ¿Sabes lo que pienso, Mike? Deberias de tomarte unas vacaciones. ¿Cuándo te corresponden?
Mike pensó en Bella.
Estaba distinta.
Desde aquella tarde que abordaron el tema del “matrimonio”, Bella de dio la culpa a su madre. ¿La tendría?.
Calro que no, ¡Pobre mamá!, tanto como ella se desvivía.
-¿Estaba rico, hijo?
-Si mamá.
-Ahora te arroparé y dormiras. Piensa en las vacaciones que te dije. ¿Cuándo me has dicho que te correspondían?
-Es que querria disfrutarlas para mi boda.
-Oh, claro que tonta soy. Bella no me perdonará mi descuido. ¿Cuándo has dicho que vamos a ir a pedir su mano? En realidad no conozco a la madre de Bella, ni a ella misma…de cerca.
Mike, sintió que se le inflaba el pecho de satisfacción. Que dijera después Bella, que su madre, era una egoísta y él, otro.
-Es una chica estupenda, mamá.
-¿Sabe cocinar y todo eso?
-Bueno, ya sabes que es una señorita distinguida. No tiene dinero, eso no, pero su padre era todo un señor y su madre es toda una dama.Pero estoy seguro que Bella sabrás cosas de casa.
-Eso es bueno ¿sabes? Un dia de estos, cuando yo tenga libre, iremos a visitarlas ¿te parece?
-Y nos casaremos en mis vacaciones. Pienso llevar a Bella de viaje de novios a Mónaco
-Esta bien, hijo.- lo arropó de nuevo.- Ahora duerme, necesitas descansar. ¿Tienes frio? ¿te pongo otra manta? ¿Quieres una bolsa de agua caliente?
-No, no mamá. Estoy muy bien. Este catarro es solo de fumar.
-Si tengo prisa que te cases; es para que dejes de fumar.
Mike dio un salto.
-¿Y por que no voy a fumar en mi habitación, o en la cama?
-Hombre, Mike, no es estético . Ademas cuando llegan los niños, como es lógico, duermen en la alcoba de los padres y el humo es nocivo, ya sabes.
-Pero yo soy un gran fumador, mamá.
Mamá iba hacia la puerta. Apagaba las luces, y su voz cariñosa y amable le decía:
-Tu padre también era un gran fumador, pero después de nacer tú; ni un cigarrillo. Espero que Bella piense igual. Entiende hijo, cuando un hombre se casa, deja de ser él, para ser solo padre y consagrarse a lo deberes de su hogar. Te advierto incluso que incluso,no debes ni fumar en la oficina. Al llegar a casa hueles y eso también en nocivo para un hijo. Ya te lo diran los médicos y tu propia esposa. Buenas noches, querido mio.
-Buenas…mamá.
Se cerró la puerta.
Dejar él de fumar…pero si era su único vicio. Si trató mil veces de dejarlo y no pudo. Si casi reventó de rebia intentando quitarse el vicio.
Su madre estaba loca. Se arrebujó en el lecho. ¡Se sentía tan bien!
Era grato vivir sin preocupaciones y ahora, de repente, su madre quería casarlo.
Claro que tendría que casarse…pero…pero…
-¿Crees que una vez casados podría fumar en la cama?
Bella no le oia.
Estaban en una discoteca. Era domingo.
En la pista había una veintena de parejas. Tambien estaba Edward.
¡Que muchacho!
Era divertido de verdad.
Como bailaba con aquella chica morena y como la oprimía contra si. ¡El muy tunante!
-Bella…
-Si, dime.
-Te hice una pregunta.
¿Cuál seria?
Dejó de pensaren ella.
Pero pensó en si misma. En años antes, cuando era una estudiante de bachillerato, cuando se fue a España e iba a las fiestas de los estudiantes se sentía tan feliz…como aquellas parejas que bailaban en la pista.
¡Que días quellos! E incluso cuando empezó a salir con Mike.
Entornó los parpados y su cabeza giró despacio para que sus ojos pudieran ver a Mike.
Era distinto.
Aquel hombre, era distinto al Mike, muchacho que ella conoció.
Opuesto, diría mejor.
Bailaba como lo hacia Edward en aquel instante y decía cosas bellas y todo le parecía estupendo y la vida hermosa…
-Bella…me miras como si no me conocieras…
Y lo deconocia. Era lo peor de todo, que empezaba a desconocer a Mike.
Al fin y al cabo ella solo tenia veintitrés años y de repente sentía el imperioso deseo de dar vueltas en la pista, al lado de un hombre, pegada a un hombre, oyendo al hombre, besando al hombre…estaba pensando en …Edward.
Seria grato, sentir la fuerza de aquella ansiedad y vivirla y olvidarse de todo lo demás. Pero no, se sentía vieja. Pensó que ya no sabria bailar, ni escuchar arrobada las tonterías que dicen los enamorados. ¿enamorados?
¿Estaba pensando en Edward y en el amor?..
-Bella…tal parece ue estas a miles de leguas de distancia.
Bella sacudió la cabeza. No , no estaba demasiado lejos, solo en la pista; al lado de Edward, la chica que bailaba con él, tendría su edad, mas o menos.
-¿Bailamos?.- preguntó de pronto.
Mike la miró asombrado.
-¿Ahí?
-¿Por qué no?
-Hace siglos que no bailamos en una pista asi, tan pequeña y tan poco iluminada.
-Tienes,,,tienes razón.- y con un movimiento de cabeza que parecía forzar sus labios a moverse.- ¿de que me estabas hablando?
-Pues…te perguntaba si una vez casados, yo no podría fumar en la cama. Es que me gusta ¿sabes?
-¿Y por que no vas a poder?
-Por los hijos, el humo es nocivo ¿sabes?
-Ah.
Y se quedó mirando al frente, de nuevo, hacia la pista, Edward la miraba a su vez, sin dejar de moverse graciosamente. Agitó la mano en el aire y la saludó con alegría .
-¿Quién es?.- preguntó Mike, olvidándose de su tabaco.
Bella no le oia. Pensaba, estaba imaginándose a Edward pegado a ella y bailando…algo extraño, le recorrió la columna y le infló el pecho de un dolor exquisito, parpadeó un par de veces y se mordió el labio, inquieta. Sonrió cerrando los ojos y se pasó la lengua por su boca, evocando imágenes, clandesticas encerradas en su cerebro. Habia pasión y desenfreno…y todo era con Edward…absolutamente todo.
-¿Quién es?
La voz de Mike era algo vibrante.
Por eso Bella le miró con rápidez, como olvidándose que estaba sola con sus pensamientos, clasificados x.
-¿Quién?
-El que te saluda.
-Ah.
-¿De que lo conoces?
-Le doy clases de alemán.
-¿A ese grandullón?
-Pues si. Tambien le doy clases a un señor casado que tiene una sociedad en Alemania, y aotro que es viudo y trata de rehacer su vida en Berlin. ¿tienes algo que objetar Mike?
-No…claro que no.
Edward aparecia en aquel instante, llevaba a una chica cogida de la cintura; muy pegada a él, y se detuvo apenas un segundo para saludar a su profesora.
-Hola Bella.- la miró a los ojos intensamente.
Ella le miró con los parpados entornados ligeramente.
-Hola Edward. (tum, tum…tum, tum…tum,tum…)
-Hasta mañana.- le sonrió él, con su sonrisa ladeada.
Nunca le pareció a Bella esa sonrisa tan sexy y perturbadora.
Ya no lo veía como un niño de teta, lo veía como un hombre…y que hombre. Sintió como un ardor desconocido le inundaba la cara.
-Hasta mañana.
Lo vió alejarse. Hubo un silencio en la mesa. Mike encendió un cigarrillo con precipitación, después con mucha prisa dijo:
-Mi madre me habló hoy de nuestra boda.
Estaba harta.
Hasta las narices.
Que lo dejara todo como estaba. Empezaba a odiar aquel matrimonio radiado, que cada dia le parecía mas irrealizable…Empezaba a odiar a la queridísima mamá de Mike y a él mismo si la apuraban.
-Es tarde.- dijo por toda respuesta.
-Bella…me gustaría hablar de nuestro futuro.
¿Qué futuro?
Se alzó de hombros.
-Vamos Mike, seguro que tu madre te está esperando, y la mia igual.
Abrió la puerta sin ruido. Eran las diez y media. Nunca tenia prisa por llegar a casa un dominfo, pero es Mike la tenia harta, sacudida, mareada…asqueada. Queria volver al calor de su casa junto a su madre. Por eso llegaba tan temprano.
-Bella .- gritó Reneé.- Mira…
Como aquella vez.
Pero muy distinta, porque ella aquella mañana, ni aquella tarde no había salpicado a nadie de barro.
-Que hermosas, Bella. Cuando llegó el repartidor y me dijo “ Son flores para Bella” me sentí ¿Cómo te diré? Algo emocionada. ¿De Mike, no Bella?
No.
Mike nunca tenia detalles así.
¿Edward?
Pero…¿Por qué?
¡Que detalles tenia aquel chico!
Metió la mano en el ramo enorme de flores rojas,todas rojas,c omo si la salpicara la sangre.
Los tallos verdes…las hojas verdes…
-Son bonitas..- dijo algo nerviosa.
Buscó, hurgó con ansiedad….y allí estaba la tarjeta, la abrió con manos temblorosas y la leyó con una sonrisa en el rostro.
“ Soy yo. Te las mando. Mete en ellas tu ara, hemedecela y confunde tus lagrimas intimas con ese rocio, que aún tienen sus petalos. Mañana te dire…porque te las mando. Por favor…no me riñas” Tu discípulo.”
Continuará…
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Son Flores para Bella
martes, 18 de enero de 2011
Casanova
CASANOVA
CAPITULO 5
Alice Brandon habia conseguido un vestido que armonizaba perfectamente con el color cremoso de la piel de Bella y su cabello.
La pedida de mano habia pasado hacia varios días y ambas rieron ante, las expresiones que Bella imitaba de su futuro esposo.
Yacían en la cama de la habitación de Bella. Se retorcían pegadas a las almohadas, riendo hasta que la barriguita les dolia.
-Te lo juro Alice; si hubieses visto su cara.- volvió a reir echando la cabeza hacia atrás.- Su mirada, apuntaba a todos lados menos a mi rostro…tuve que morderme un lateral de la boca para no estallar en risotadas.
Volvieron a reir; si es que habían parado en algún momento.
-¿Y dices que se puso lívido?.- preguntó Alice con socarronería.
-¿Livido? No querida, livido, no. Verde.
-Tengo un talento natural para trasformar a las personas, Bella. ¿Lo dudas?.- Alice, se miró las manitas y alzó la nariz en un gesto altanero. Sonrió a su amiga.- Bien ahora, vamos a maquillarte, querida. Hoy es tu despedida de soltera. Y nos vamos a ver chicos sudorosos y con taparrabos .- Carcajearon nuevamente, dejando vencer a la gravedad y rebotando con sus cabecitas en la almohada.
De repente Alice se puso tensa.
-¿Tienes miedo de él, Bella?.- preguntó Alice, mirando el techo, observando las estrellitas de colores que se formaban, al reflejarse la luz en la bola de cristales que colgaba del techo.
Bella se removió, tocando el hombro de su amiga con el suyo y giró la cabeza para verla frente a frente.
-No. No me inspira ningún tipo de temor ese hombre. Pienso hablar con él en la ceremonia.
Alice se giró levemente y miró a su amiga asombrada.
-¿Si?
-Si.- apuntó Bella.- Quiero pactar algo con él. No soy tonta y sé que me desprecia, ósea que si le doy un plazo para acabar la pantomima; creo que no se negará. Yo quedaré libre y él también.
-Fantástico, Bella.- una sonrisa ancha se formó en los labios de Alice.
Bella saltó, semi incorporándose y cogió a su amiga de las manos.
-Quiero ver hombres semi desnudos, Alice. Ya.
Volvieron a reir y apresuraron a vestirse. La noche era joven y ellas también.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Edward Cullen arreglaba los puños de su camisa.
Los tios, le habían mandado desde Italia unos gemelos con la inicial de la familia en el escudo.
Miró el cuello de está y suspiró, viendo su reflejo en un espejo.
Tenia una cara de amargado que se la pisaba.
Se revolvió el cabello nervioso y giró su cuerpo al notar la presencia de su madre.
-Hijo….
-Mamá.- Edward, avanzó hasta ella, dándole un suave beso en la mejilla.
-¿Dónde vas hijo?.- Esme miraba a su hijo conciliadora. Sabia la dura batalla que habían emprendido padre e hijo, desde que Carlisle se habia enterado de su pacto con el padre de su prometida.
Carlisle prácticamente habia obligado a desposar a Edward con Bella y aquello al hombre le revolvía las tripas.
-Me voy a divertirme…ya sabes… la semana que viene es el gran dia y quiero desfogarme por ahí.- Edward se arrepintió en segundos de su falta de cortesía, en referencia a su madre y le sonrió tierno.- Perdona, mamá. Ya sabes que opino de esto. Me marcho.
Edward arrastraba los pies hacia el portón de salida y Esme lo miró con rostro afligido.
Unas manos imponentes y cálidas la abrazaron desde detrás, recorriendo su cintura.
-No sufras por tu hijo, Esme. Le estoy dando una lección. Eso sin mencionar, que también le estoy haciendo un favor.
Esme se volvió hacia su marido y se recargó en su pecho.
-¿Crees que funcione?
-Quiero creerlo, Esme, quiero creerlo.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
Cuando Alice metió a Bella en el taxi a fuerza de empujones con una venda en los ojos; para no ver el recorrido del trayecto, un sentimiento dormido embargó a la muchacha.
Pasaria tiempo hasta que volviesen a estar juntas.
Su matrimonio con el Casanova de Edward Cullen la haría estar atrincherada en su casa ; por un tiempo ilimitado…por ahora.
Mientras Alice, le susurraba en los oídos cosas sucias sobre los chicos que iban a ver; Bella no pudo hacer otra cosa que suspirar.
El taxi paró unos minutos después. Alice dejó un par de billetes en la mano del conductor y sacó a Bella de la mano, quitándole la venda.
-¿Men´s and Girl´s, Alice? .- dijo ella, frotando los ojos. La luz de la fuerte luz de neón le hacia daño en sus oscuros ojos.
-Siiiiiii.- Alice, comenzó a dar saltitos y la cogió de la mano, tirando de ella.
Bella negó con la cabeza. Era casi imposible que les dejaran entrar.
Men´s and Girl´s era una de las discotecas mas chics de toda la península. La gente hacia colas interminables para poder entrar, enseñando una invitación, firmada por alguien que conocía a un promotor de ésta o un camarero, de los que hacian malabares en la famosa barra del fondo.
Bella bajó su rostro y sonrió…..acabarian en un burguer o algo parecido.
Se dispusieron al final de la larga cola y Alice apretó la mano de su amiga; que todavía no habia soltado.
-Ya veras….
Bella no perdió la sonrisa. Alice era la mejor amiga del mundo, estaba viviendo aquello como si fuese ella la que iba camino de la horca… matrimonio. Se suponía que aquella noche seria “ la gran noche para ella”
De repente la mano de su amiga se desasió y comenzó a alzar los brazos.
Bella sintió vegüenza ajena y puso una de sus manos en la frente. Desviando la mirada.
De nuevo Alice agarró sus dedos y comenzó una correntilla insoportable, ya que la habia obligado a llevar unos tacones de vértigo.
Aquella noche, Bella se sentía bonita.
Alice habia elegido un vestido de tubo azul turquesa que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel.
El escote de palabra de honor; le hacia parecer elegante, pero a la misma vez, terriblemente sugestiva.
El cabello ondeando al viento; habia sido tratado y olía maravilloso,aunque tenia un tacto aún mejor.
El maquillaje de Bella no era artificial; solamente se ajustaba a ensalzar sus rasgos mas hermosos. Alice habia enfatizado mucho en su mirada y parecía una leona, con aquellos ojos y cejas tan pintadas.
Pero se sentía bella; y por consiguiente segura de si misma.
Los tacones eran subliminalmente altos; pero aquello le hacia ver unas piernas esbeltas, cuando caminaba; ya que habia una terrible obertura en uno de los laterales y cuando caminaba, se veía demasiada piel; demasiada carne.
-¡Jasper!.- gritó Alice.
Un hombre rubio se giro y sonrió a las muchachas.
Casi sin aliento, Alice llegó a la puerta y se detuvo de frente al chico.
-Alice, estoy encantado con volver a verte…-sonrió y le dio un beso demasiado lento en la mejilla.
Bella, frunció el ceño; dejando escapar una media sonrisa.
-Mira, Jasper.- Alice carraspeó.- Esta es Bella, la amiga de la que te hablé…esta noche tiene que ser especial; de aquellas que no se olvidan.
Jasper evaluó a Bella con la mirada y sonrió.
-Sin duda lo será.- Firmó unas tarjetas y les dio paso, abriendo la gruesa cadena que accedia a la entrada de la discoteca.
Bella sonrió a su amiga.
-¿Cómo lo has conseguido?
-Jasper es muy amable.
Bella propinó un codazo a Alice y esta suspiró cerrando los ojos.
-Bella, ¡Jasper es el amor de mi vida….!
Ella se rió; se rió mucho.
Entraron al local.
A Bella se le desencajó la mandíbula al entrar. Miles de chicas gritaban deseperadas a los muchachos que bailaban en lo alto del escenario.
Bailaban muy sensualmente, vestidos con trajes de cuero negro y uniformes de todo lo que daba la imaginación.
Se perdieron en la multitud y antes de que se dieran cuenta; ya estaban gritando y jaleando como si aquello fuera un virus letal.
Bella reparó en que la sala estaba compartida; ya que habia un enorme toldo que no podían traspasar más allá de los lavabos.
Un chico , que podia compararse con Thor…aunque solo le faltaba el martillo…aunque….ante la ocurrencia se llevó la mano a la voca y emitió sonora carcajadas. El chico comenzó a hablar por un micrófono.
-Y ahora chicas…..es ¡La hora de las novias!
Bella se llevó las manos a la boca y miró a Alice horrorizada.
-¡Te mato!.- le gritó mientras su amiga se destornillaba de risa.
Aquel chico tan musculado, hablaba y Bella habia comenzado a ponerse terriblemente nerviosa.
-Vamos a abrir el area de los chicos ¿No creen que ya es hora?
-¡SIiiiiiii!.- gritaron todas al unísono. Bella miró a Alice y la pequeña duende le guiñó un ojo.
El toldo comezó a subir y Bella contempló horrorizada como una masa aglutínate de hombres, se unia con ellas.
En el escenario de ellos; habia chicas muy bien formadas y siliconadas.
-Es la hora de las novias….- dijo el presentador, al cual se le acercó una rubia muy sugestiva y se pegó a su boca queriendo devorarla.
-…Y la de los novios……- sentenció muy sensualmente.
Edward Cullen aún se preguntaba que hacia en el Men´s an Girl´s. Emmet lo habia convencido, casi arrastrándose por el barro. El muy gilipollas se habia colgado por una de las chicas y andaba medio enbobado, besando el suelo por donde pisase la rubia.
La verdad; y si debia de ser sincero. Aquello era un paraíso.
El escenario estaba lleno de chicas que se contoneaban con la presicion de una puta dispuesta a calentarte hasta soltar humo por las orejas.
Cuando comenzaron a subir el toldo; para unir a todos los clientes del local, alucinó.
-Es la hora de las novias .- miró al hombre con cuerpo musculoso ; pero con una voz demasiado cuidada para ser “ hombre”.
-……Y la de los novios…- aquella mujer de la que no podia quitar la vista aunque quisiera, se movia como si tuviese un consolador en el coño. Cada paso era una mirada sinuosa y muy, muy prometedora.
Edward bebió de su cerveza y sonrió. Buscó a Emmet ; pero el muy maldito ya habia desaparecido.
Queria olvidar, olvidarse de todo. De él , de Isabella…del destino y sus malas pasadas…del tiempo….
A sus 29 años de edad, no se habia fijado en una mujer el tiempo suficiente; porque siempre esperó que Isabella creciera…y por Dios que mal lo hizo.
-Vamos a dar el nombre de novios y novias y van a tener que subir al escenario y ¡Hacer lo que vosotros mandéis, chicos, sois los amooooooos!!.- el hombre gritaba desesperado junto con la mujer siliconada.
Edward rió como si aquello no fuera con él y dio otro trago a la cerveza. Elevando una ceja esperó pacientemente a que la muchedumbre se calmara y el presentador sacó una hoja impecablemente doblada. Elevó los ojos a la multitud y sonrió. Cedió la nota a su partenaire y ella sonrió también.
-¡Edward Cullen y la señorita X”.- gritaron ambos con devoción descontrolada.
Edward escupió la cerveza entre los dientes y buscó a Emmet. ¡Maldito!
Bella que sonreía, frunció el ceño al notar el codazo de Alice.
-Bella mira tu tarjeta.- gritó su amiga.
-¿Qué tarjeta?
-La que te firmó Jasper.
Extrañada, Bella miró la tarjeta y sus ojos salieron de sus orbitas literalmente.
“ Señorita X”
-Mierda Alice. ¿Qué pretendes?
-Disfruta.- le gritó su amiga, propinándole una palmada en el trasero.
Ambos buscaban el camino hacia el escenario y cuando las manos de ambos presentadores los ayudaron a alcanzarlo. Bella miró a Edward y se mordió el labio nerviosa, negando con la cabeza y mirando hacia otro lado.
En cambio él se quedó embelesado mirando la mujer mas maravillosa que habia visto en su vida….
Continuará….
CAPITULO 5
Alice Brandon habia conseguido un vestido que armonizaba perfectamente con el color cremoso de la piel de Bella y su cabello.
La pedida de mano habia pasado hacia varios días y ambas rieron ante, las expresiones que Bella imitaba de su futuro esposo.
Yacían en la cama de la habitación de Bella. Se retorcían pegadas a las almohadas, riendo hasta que la barriguita les dolia.
-Te lo juro Alice; si hubieses visto su cara.- volvió a reir echando la cabeza hacia atrás.- Su mirada, apuntaba a todos lados menos a mi rostro…tuve que morderme un lateral de la boca para no estallar en risotadas.
Volvieron a reir; si es que habían parado en algún momento.
-¿Y dices que se puso lívido?.- preguntó Alice con socarronería.
-¿Livido? No querida, livido, no. Verde.
-Tengo un talento natural para trasformar a las personas, Bella. ¿Lo dudas?.- Alice, se miró las manitas y alzó la nariz en un gesto altanero. Sonrió a su amiga.- Bien ahora, vamos a maquillarte, querida. Hoy es tu despedida de soltera. Y nos vamos a ver chicos sudorosos y con taparrabos .- Carcajearon nuevamente, dejando vencer a la gravedad y rebotando con sus cabecitas en la almohada.
De repente Alice se puso tensa.
-¿Tienes miedo de él, Bella?.- preguntó Alice, mirando el techo, observando las estrellitas de colores que se formaban, al reflejarse la luz en la bola de cristales que colgaba del techo.
Bella se removió, tocando el hombro de su amiga con el suyo y giró la cabeza para verla frente a frente.
-No. No me inspira ningún tipo de temor ese hombre. Pienso hablar con él en la ceremonia.
Alice se giró levemente y miró a su amiga asombrada.
-¿Si?
-Si.- apuntó Bella.- Quiero pactar algo con él. No soy tonta y sé que me desprecia, ósea que si le doy un plazo para acabar la pantomima; creo que no se negará. Yo quedaré libre y él también.
-Fantástico, Bella.- una sonrisa ancha se formó en los labios de Alice.
Bella saltó, semi incorporándose y cogió a su amiga de las manos.
-Quiero ver hombres semi desnudos, Alice. Ya.
Volvieron a reir y apresuraron a vestirse. La noche era joven y ellas también.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Edward Cullen arreglaba los puños de su camisa.
Los tios, le habían mandado desde Italia unos gemelos con la inicial de la familia en el escudo.
Miró el cuello de está y suspiró, viendo su reflejo en un espejo.
Tenia una cara de amargado que se la pisaba.
Se revolvió el cabello nervioso y giró su cuerpo al notar la presencia de su madre.
-Hijo….
-Mamá.- Edward, avanzó hasta ella, dándole un suave beso en la mejilla.
-¿Dónde vas hijo?.- Esme miraba a su hijo conciliadora. Sabia la dura batalla que habían emprendido padre e hijo, desde que Carlisle se habia enterado de su pacto con el padre de su prometida.
Carlisle prácticamente habia obligado a desposar a Edward con Bella y aquello al hombre le revolvía las tripas.
-Me voy a divertirme…ya sabes… la semana que viene es el gran dia y quiero desfogarme por ahí.- Edward se arrepintió en segundos de su falta de cortesía, en referencia a su madre y le sonrió tierno.- Perdona, mamá. Ya sabes que opino de esto. Me marcho.
Edward arrastraba los pies hacia el portón de salida y Esme lo miró con rostro afligido.
Unas manos imponentes y cálidas la abrazaron desde detrás, recorriendo su cintura.
-No sufras por tu hijo, Esme. Le estoy dando una lección. Eso sin mencionar, que también le estoy haciendo un favor.
Esme se volvió hacia su marido y se recargó en su pecho.
-¿Crees que funcione?
-Quiero creerlo, Esme, quiero creerlo.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
Cuando Alice metió a Bella en el taxi a fuerza de empujones con una venda en los ojos; para no ver el recorrido del trayecto, un sentimiento dormido embargó a la muchacha.
Pasaria tiempo hasta que volviesen a estar juntas.
Su matrimonio con el Casanova de Edward Cullen la haría estar atrincherada en su casa ; por un tiempo ilimitado…por ahora.
Mientras Alice, le susurraba en los oídos cosas sucias sobre los chicos que iban a ver; Bella no pudo hacer otra cosa que suspirar.
El taxi paró unos minutos después. Alice dejó un par de billetes en la mano del conductor y sacó a Bella de la mano, quitándole la venda.
-¿Men´s and Girl´s, Alice? .- dijo ella, frotando los ojos. La luz de la fuerte luz de neón le hacia daño en sus oscuros ojos.
-Siiiiiii.- Alice, comenzó a dar saltitos y la cogió de la mano, tirando de ella.
Bella negó con la cabeza. Era casi imposible que les dejaran entrar.
Men´s and Girl´s era una de las discotecas mas chics de toda la península. La gente hacia colas interminables para poder entrar, enseñando una invitación, firmada por alguien que conocía a un promotor de ésta o un camarero, de los que hacian malabares en la famosa barra del fondo.
Bella bajó su rostro y sonrió…..acabarian en un burguer o algo parecido.
Se dispusieron al final de la larga cola y Alice apretó la mano de su amiga; que todavía no habia soltado.
-Ya veras….
Bella no perdió la sonrisa. Alice era la mejor amiga del mundo, estaba viviendo aquello como si fuese ella la que iba camino de la horca… matrimonio. Se suponía que aquella noche seria “ la gran noche para ella”
De repente la mano de su amiga se desasió y comenzó a alzar los brazos.
Bella sintió vegüenza ajena y puso una de sus manos en la frente. Desviando la mirada.
De nuevo Alice agarró sus dedos y comenzó una correntilla insoportable, ya que la habia obligado a llevar unos tacones de vértigo.
Aquella noche, Bella se sentía bonita.
Alice habia elegido un vestido de tubo azul turquesa que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel.
El escote de palabra de honor; le hacia parecer elegante, pero a la misma vez, terriblemente sugestiva.
El cabello ondeando al viento; habia sido tratado y olía maravilloso,aunque tenia un tacto aún mejor.
El maquillaje de Bella no era artificial; solamente se ajustaba a ensalzar sus rasgos mas hermosos. Alice habia enfatizado mucho en su mirada y parecía una leona, con aquellos ojos y cejas tan pintadas.
Pero se sentía bella; y por consiguiente segura de si misma.
Los tacones eran subliminalmente altos; pero aquello le hacia ver unas piernas esbeltas, cuando caminaba; ya que habia una terrible obertura en uno de los laterales y cuando caminaba, se veía demasiada piel; demasiada carne.
-¡Jasper!.- gritó Alice.
Un hombre rubio se giro y sonrió a las muchachas.
Casi sin aliento, Alice llegó a la puerta y se detuvo de frente al chico.
-Alice, estoy encantado con volver a verte…-sonrió y le dio un beso demasiado lento en la mejilla.
Bella, frunció el ceño; dejando escapar una media sonrisa.
-Mira, Jasper.- Alice carraspeó.- Esta es Bella, la amiga de la que te hablé…esta noche tiene que ser especial; de aquellas que no se olvidan.
Jasper evaluó a Bella con la mirada y sonrió.
-Sin duda lo será.- Firmó unas tarjetas y les dio paso, abriendo la gruesa cadena que accedia a la entrada de la discoteca.
Bella sonrió a su amiga.
-¿Cómo lo has conseguido?
-Jasper es muy amable.
Bella propinó un codazo a Alice y esta suspiró cerrando los ojos.
-Bella, ¡Jasper es el amor de mi vida….!
Ella se rió; se rió mucho.
Entraron al local.
A Bella se le desencajó la mandíbula al entrar. Miles de chicas gritaban deseperadas a los muchachos que bailaban en lo alto del escenario.
Bailaban muy sensualmente, vestidos con trajes de cuero negro y uniformes de todo lo que daba la imaginación.
Se perdieron en la multitud y antes de que se dieran cuenta; ya estaban gritando y jaleando como si aquello fuera un virus letal.
Bella reparó en que la sala estaba compartida; ya que habia un enorme toldo que no podían traspasar más allá de los lavabos.
Un chico , que podia compararse con Thor…aunque solo le faltaba el martillo…aunque….ante la ocurrencia se llevó la mano a la voca y emitió sonora carcajadas. El chico comenzó a hablar por un micrófono.
-Y ahora chicas…..es ¡La hora de las novias!
Bella se llevó las manos a la boca y miró a Alice horrorizada.
-¡Te mato!.- le gritó mientras su amiga se destornillaba de risa.
Aquel chico tan musculado, hablaba y Bella habia comenzado a ponerse terriblemente nerviosa.
-Vamos a abrir el area de los chicos ¿No creen que ya es hora?
-¡SIiiiiiii!.- gritaron todas al unísono. Bella miró a Alice y la pequeña duende le guiñó un ojo.
El toldo comezó a subir y Bella contempló horrorizada como una masa aglutínate de hombres, se unia con ellas.
En el escenario de ellos; habia chicas muy bien formadas y siliconadas.
-Es la hora de las novias….- dijo el presentador, al cual se le acercó una rubia muy sugestiva y se pegó a su boca queriendo devorarla.
-…Y la de los novios……- sentenció muy sensualmente.
Edward Cullen aún se preguntaba que hacia en el Men´s an Girl´s. Emmet lo habia convencido, casi arrastrándose por el barro. El muy gilipollas se habia colgado por una de las chicas y andaba medio enbobado, besando el suelo por donde pisase la rubia.
La verdad; y si debia de ser sincero. Aquello era un paraíso.
El escenario estaba lleno de chicas que se contoneaban con la presicion de una puta dispuesta a calentarte hasta soltar humo por las orejas.
Cuando comenzaron a subir el toldo; para unir a todos los clientes del local, alucinó.
-Es la hora de las novias .- miró al hombre con cuerpo musculoso ; pero con una voz demasiado cuidada para ser “ hombre”.
-……Y la de los novios…- aquella mujer de la que no podia quitar la vista aunque quisiera, se movia como si tuviese un consolador en el coño. Cada paso era una mirada sinuosa y muy, muy prometedora.
Edward bebió de su cerveza y sonrió. Buscó a Emmet ; pero el muy maldito ya habia desaparecido.
Queria olvidar, olvidarse de todo. De él , de Isabella…del destino y sus malas pasadas…del tiempo….
A sus 29 años de edad, no se habia fijado en una mujer el tiempo suficiente; porque siempre esperó que Isabella creciera…y por Dios que mal lo hizo.
-Vamos a dar el nombre de novios y novias y van a tener que subir al escenario y ¡Hacer lo que vosotros mandéis, chicos, sois los amooooooos!!.- el hombre gritaba desesperado junto con la mujer siliconada.
Edward rió como si aquello no fuera con él y dio otro trago a la cerveza. Elevando una ceja esperó pacientemente a que la muchedumbre se calmara y el presentador sacó una hoja impecablemente doblada. Elevó los ojos a la multitud y sonrió. Cedió la nota a su partenaire y ella sonrió también.
-¡Edward Cullen y la señorita X”.- gritaron ambos con devoción descontrolada.
Edward escupió la cerveza entre los dientes y buscó a Emmet. ¡Maldito!
Bella que sonreía, frunció el ceño al notar el codazo de Alice.
-Bella mira tu tarjeta.- gritó su amiga.
-¿Qué tarjeta?
-La que te firmó Jasper.
Extrañada, Bella miró la tarjeta y sus ojos salieron de sus orbitas literalmente.
“ Señorita X”
-Mierda Alice. ¿Qué pretendes?
-Disfruta.- le gritó su amiga, propinándole una palmada en el trasero.
Ambos buscaban el camino hacia el escenario y cuando las manos de ambos presentadores los ayudaron a alcanzarlo. Bella miró a Edward y se mordió el labio nerviosa, negando con la cabeza y mirando hacia otro lado.
En cambio él se quedó embelesado mirando la mujer mas maravillosa que habia visto en su vida….
Continuará….
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Casanova
lunes, 17 de enero de 2011
Son Flores Para Bella
CAPITULO 8
Allá abajo se veian las luces de la ciudad. Las calles iluminadas como si formaran riesgos esplendorosos. Muchas chimeneas apenas vislumbradas en las penumbras que formaban montones de sombras.
-Nunca me pareció, tan bello Forks.- dijo Bella ahogadamente.- Si he de serte sincera…no he venido aquí, mas que una vez.
-¿Cuando?
Y la silueta alta y vestida de negro, cubierta con una pelliza de piel de un color indefinido, se situaba cerca de ella, tras su espalda, como si pretendiera protegerla del frio.
-Hace tiempo. Estudiaba segundo nivel.- sonrió apebas y añadió con cierta oculta nostalgia.- en aquella época estaba enamorada de nuestro profesor de historia. Una tarde nublada cogí la bicicleta y pedaleé hasta aquí. Me detuve en esta misma esquina y miré hacia el fondo…. Me entró como un respingo.
Se respingó también en aquel momento, cruzando el impermeable por el pecho.
Edward se apresuró a subirle el cuello de la prenda de abrigo.
-Deja… no tengo frio.
-Me gustaría protegerte.
-¿Qué dices?
-No sé. Siento que me gustaría. Ya sé que es una bobada. Que yo soy un niño; según tú y que tú eres una mujer madura. Yo no sé a lo que tú llamas madurez. Yo con mis “ amigas con derecho a roce”, y tengo varias, soy todo un hombre. En cambio para ti soy un imberbe.
Sus dedos al hablar, como si no se percatara de lo que hacian, habían mantenido alto el cuello del impermeable femenino y la vez también como al descuido, aquellos dedos se introducían dentro del cuello como hurgantes en la garganta femenina.
Bella no daba cuenta de nada. Nocabia en su mente malicia en Edward.
Ni ansiedad sexual ni pasión ni amor. Jamás se le hubiera ocurrido. Sabia,eso si, que tal le parecía estar empezando a vivir y que le agradaba estar allí con Edward, porque con su ayuda y el mudo y nocturno paisaje que contemplaba, se disipaban sus tremendas inquietudes de novia de cinco años.
Era como si todo se purificara y no tuviera ni la más pequeña experiencia de la vida y estuviera dispuesta a salir uno de aquellos días para cualquier otro país.
Sintió la respiración de Edward en su garganta y los dedos le sujetaban el mentón y el cuerpo de Edward pegado a su espalda.
-Pero, Edward.- respiró como si despertara.
-Dan ganas de besarte.- rió Edward como si se le ocurriera una tontería.
Bella giró sin moverse y se vió casi pegada al cuerpo de Edward.
-Que niño eres.
Edward apretó las mandíbulas.
No era un niño.
Sentía como un hombre, porque realmente era un hombre, pero pensó,cuerdo como era, sensato y real como era,pese a lo que de él opinara Bella, que besarla en aquel instante, era o seria como si un cazador se apostara tras un matorral y viese la liebre y lanzara un silbido antes de tiempo y la liebre huyera del blanco de su escopeta.
Por eso dio un paso hacia atrás.
Miró a lo alto como si de repente todo dejara de existir para él, excepto el firmamento despejado por las nubes y cubierto materialmente de estrellas.
-Vamos a casa, Bella.Hoy se me ha evaporado la clase.
-De aquí a casa.- respondió Bella en alemán.- podemos practicar algo.Pero te digo que no me pesa haber venido.Hacia siglos que yo no me despejaba de mi realidad.
-No entendí mas que lo ultimo y te voy a contestar como mejor me sea posible. Si algo pronuncio mal y seguro que será todo, rectifícame. No hay mejor realida que la misma naturaleza y ante ella estamos. Olvida tu realidad personal. La que vives y la que sientes. Te aseguro que no ha ynada mas bello en este mundo que iluminar e idealizar la dura realidad de cada dia.
-Lo haces casi bien, Edward.- y sin transición.-¿vamos?
-Me da pena.
Pero la asió del brazo y al hacerlo inclinó su alta talla.
Bella era mas baja. La semioscuridad de aquella cima. La soledad del lugar, tal vez la proximidad de un hombre, le hizo a Bella sentirse mas ella. Menos sojuzgada a los perjuicios de cada dia.
Se detuvo, miró hacia arriba y se topó con los ojos verdes de Edward.
-No me pesa haber venido.
Lo dijo con voz tenue.
Edward se acercó más a ella.
-A mí me gusta haber estado aquí contigo.
Y súbitamente la besó en la mejilla. Fue un beso fugaz, un beso raro, un beso con los labios abiertos, que produjeron en Bella un estremecimiento interior. Como una sacudida en lo mas intimo de su ser.
-Perdona.- dijo la voz ronca de Edward.
Era una voz distinta, así lo sintió Bella. Como distinto fue aquel beso que aún parecía calentar su mejilla. La impresión recibida fue rara, pero ella trató de controlarla, de superarla.
Por eso dijo:
-Juegas a ser un hombre o un amigo.
-Las dos cosas. Ninguna de ellas esta reñida con la otra¿verdad?
-Creo…creo-…que no
-A veces,cuando hablas…-La voz de Edward era baja y vibrante a la vez.- da la sensación de que tu incomensurable experiencia te hace ver a tu alrededor todo menguado, deformado o chiquitito.
-A tu lado, si.- rotunda.
-Mejor para los dos.- enigmático.- Creo que es mejor,si, vamos, Bella.
Y ya en el auto, tras un silencio tal vez embarazoso, Edward murmuró.
-A veces, da la sensación que estas harta de vivir.Desengañada de todo. De vuelta de todo.
-Es posible que sea asi.
-¿Por qué?
-Olvidemoslo.
-Soy tu amigo ¡No?e eso creo. Eso quiero considerarme y que tú me consideres. A veces una persona está rodeada de gente y se siente mas sola que si no viese a nadie en torno suyo. Siento la sensacion de que a ti te ocurre algo de eso.Por eso, porque yo opino que una persona cuando esta sola, necesita un amiga para desahogar su inquietudes…aquí estoy yo.
-Gracias, Edward, pero yo…- el auto corria cuesta abajo.- No tengo esa clase de inquietudes que necesitan un confidente.
-¿Estas segura?
-Si.- rotunda.
-De acuerdo. No te intereso como amigo espiritual.
-No es eso Edward.
-No sé lo que es…
-Dejame en mi casa…pero quiero que sepas que ha sido un paseo delicioso, y que me hizo mucho bien…
Reneé iba tras ella, mientras Bella se quitaba el abrigo, lo colgaba en el perchero, iba a la salita a dejar los libros
-¿No ha venido Edward, Bella? ¿Esta enfermo?
La madre salió de la salita, mientras Bella se acercaba al aparato.
-Pues no. Tuve miedo que el chico burlara la clase y luego tuviera problemas con Esme.
Bella abrió el mueble bar y se sirvió una copa. Se sentía desasosegada, que nadie le preguntaraa las causas. Le hacia bien la charla con Edward. Era distinto. Como un desahogo a tanta tirantez.
-¿Le regaña Esme?
-Oh, no, Esme considera asu hijo muy competente para inmiscuirse demasiado en su vida.
-Es mejor.
-¿Decias, Bella?
-Nada importante.- bebió el contenido del vaso.
-Hija ¿Qué bebes?
-Whisky,mamá.
-Dios nos ampare.
En aquel instante sonó el timbre del teléfono.
-Deja maá,ire yo.
La madre salió de la salita, entre tanto, Bella se acercaba al aparato telefónico y levantaba el receptor.
-Diga.
Un silencio.
Despues…
-¿Estas segura de no tener inquietudes intimas?
-¡Edward!
-Diras que soy un entrometido…pero yo, pese a lo que tú opinas, le echo toda la culpa a tu novio.
-¡Edward!
Y con las dos manos como si quisiera hacer mas fuerza, apretó fuertemente el receptor.
- Perdona. Bella.Me gustaría que supieras lo que yo haría si fuese tu novio.
-Pero no lo eres, ni lo serás.
Lo seria.
Edward sabia que lo seria.
Cuanto más la conocía, mas seguro estaba de que aquella muchacha era la que necesitaba su vida espiritual, su vida sexual, su vida física.
Él no era como Bella lo veía.
Era así, pero además distinto y siendo asi o distinto, estaba haciendo su papel, con su careta puesta, con su medida exacta para cosquistar y atraer a Bella.
-Pero si…soy tu amigo.
-Pero no para inmiscuirte en mi vida, Edward. En mi vida privada.
-Un amigo…tiene derecho a velar, ayudar y preocuparse por su amiga del alma.
Le emocionaba.
Nunca ni siquiera Mike, se preocupó demasido de lo que ella pensaba o sentía y era casi enternecedor saber que alguien pensaba en ella y trataba de ayudarle.
Pero no lo admitiría.
-Gracias, Edward. Ven mañana.- era como soslayar bruscamente todo cuanto en realidad deseaba de ella comentar con Edward, porque le consideraba o empezaba a ha verlo como un buen amigo.- a la hora de siempre.
-Estaré ahí..
-Buenas noches.
-Buenas.
Colgó.
Al dar la vuelta vió asu madre que entraba en la salita.
-¿Era Mike no?
-No.- secamente.- Era Edward.
-Ah…¿Y que le ha ocurrido esta noche?
-Se ha ido con un a chica a la periferia del pueblo y estuvo allí soñando…mirando el paisaje.
-Vaya….que romantico…. Es este Edward.
-No sé mamá..- se llevó la mano a su cabello apartándolo de la cara.- Tengo apetito mamá.
-Venga, si, hija mia, vamos a cenar. Hoy se nos ha hecho tardísimo.
Reneé la miraba de soslayo. Esta triste, Bella, triste o simplemente apagada.
Allá abajo se veian las luces de la ciudad. Las calles iluminadas como si formaran riesgos esplendorosos. Muchas chimeneas apenas vislumbradas en las penumbras que formaban montones de sombras.
-Nunca me pareció, tan bello Forks.- dijo Bella ahogadamente.- Si he de serte sincera…no he venido aquí, mas que una vez.
-¿Cuando?
Y la silueta alta y vestida de negro, cubierta con una pelliza de piel de un color indefinido, se situaba cerca de ella, tras su espalda, como si pretendiera protegerla del frio.
-Hace tiempo. Estudiaba segundo nivel.- sonrió apebas y añadió con cierta oculta nostalgia.- en aquella época estaba enamorada de nuestro profesor de historia. Una tarde nublada cogí la bicicleta y pedaleé hasta aquí. Me detuve en esta misma esquina y miré hacia el fondo…. Me entró como un respingo.
Se respingó también en aquel momento, cruzando el impermeable por el pecho.
Edward se apresuró a subirle el cuello de la prenda de abrigo.
-Deja… no tengo frio.
-Me gustaría protegerte.
-¿Qué dices?
-No sé. Siento que me gustaría. Ya sé que es una bobada. Que yo soy un niño; según tú y que tú eres una mujer madura. Yo no sé a lo que tú llamas madurez. Yo con mis “ amigas con derecho a roce”, y tengo varias, soy todo un hombre. En cambio para ti soy un imberbe.
Sus dedos al hablar, como si no se percatara de lo que hacian, habían mantenido alto el cuello del impermeable femenino y la vez también como al descuido, aquellos dedos se introducían dentro del cuello como hurgantes en la garganta femenina.
Bella no daba cuenta de nada. Nocabia en su mente malicia en Edward.
Ni ansiedad sexual ni pasión ni amor. Jamás se le hubiera ocurrido. Sabia,eso si, que tal le parecía estar empezando a vivir y que le agradaba estar allí con Edward, porque con su ayuda y el mudo y nocturno paisaje que contemplaba, se disipaban sus tremendas inquietudes de novia de cinco años.
Era como si todo se purificara y no tuviera ni la más pequeña experiencia de la vida y estuviera dispuesta a salir uno de aquellos días para cualquier otro país.
Sintió la respiración de Edward en su garganta y los dedos le sujetaban el mentón y el cuerpo de Edward pegado a su espalda.
-Pero, Edward.- respiró como si despertara.
-Dan ganas de besarte.- rió Edward como si se le ocurriera una tontería.
Bella giró sin moverse y se vió casi pegada al cuerpo de Edward.
-Que niño eres.
Edward apretó las mandíbulas.
No era un niño.
Sentía como un hombre, porque realmente era un hombre, pero pensó,cuerdo como era, sensato y real como era,pese a lo que de él opinara Bella, que besarla en aquel instante, era o seria como si un cazador se apostara tras un matorral y viese la liebre y lanzara un silbido antes de tiempo y la liebre huyera del blanco de su escopeta.
Por eso dio un paso hacia atrás.
Miró a lo alto como si de repente todo dejara de existir para él, excepto el firmamento despejado por las nubes y cubierto materialmente de estrellas.
-Vamos a casa, Bella.Hoy se me ha evaporado la clase.
-De aquí a casa.- respondió Bella en alemán.- podemos practicar algo.Pero te digo que no me pesa haber venido.Hacia siglos que yo no me despejaba de mi realidad.
-No entendí mas que lo ultimo y te voy a contestar como mejor me sea posible. Si algo pronuncio mal y seguro que será todo, rectifícame. No hay mejor realida que la misma naturaleza y ante ella estamos. Olvida tu realidad personal. La que vives y la que sientes. Te aseguro que no ha ynada mas bello en este mundo que iluminar e idealizar la dura realidad de cada dia.
-Lo haces casi bien, Edward.- y sin transición.-¿vamos?
-Me da pena.
Pero la asió del brazo y al hacerlo inclinó su alta talla.
Bella era mas baja. La semioscuridad de aquella cima. La soledad del lugar, tal vez la proximidad de un hombre, le hizo a Bella sentirse mas ella. Menos sojuzgada a los perjuicios de cada dia.
Se detuvo, miró hacia arriba y se topó con los ojos verdes de Edward.
-No me pesa haber venido.
Lo dijo con voz tenue.
Edward se acercó más a ella.
-A mí me gusta haber estado aquí contigo.
Y súbitamente la besó en la mejilla. Fue un beso fugaz, un beso raro, un beso con los labios abiertos, que produjeron en Bella un estremecimiento interior. Como una sacudida en lo mas intimo de su ser.
-Perdona.- dijo la voz ronca de Edward.
Era una voz distinta, así lo sintió Bella. Como distinto fue aquel beso que aún parecía calentar su mejilla. La impresión recibida fue rara, pero ella trató de controlarla, de superarla.
Por eso dijo:
-Juegas a ser un hombre o un amigo.
-Las dos cosas. Ninguna de ellas esta reñida con la otra¿verdad?
-Creo…creo-…que no
-A veces,cuando hablas…-La voz de Edward era baja y vibrante a la vez.- da la sensación de que tu incomensurable experiencia te hace ver a tu alrededor todo menguado, deformado o chiquitito.
-A tu lado, si.- rotunda.
-Mejor para los dos.- enigmático.- Creo que es mejor,si, vamos, Bella.
Y ya en el auto, tras un silencio tal vez embarazoso, Edward murmuró.
-A veces, da la sensación que estas harta de vivir.Desengañada de todo. De vuelta de todo.
-Es posible que sea asi.
-¿Por qué?
-Olvidemoslo.
-Soy tu amigo ¡No?e eso creo. Eso quiero considerarme y que tú me consideres. A veces una persona está rodeada de gente y se siente mas sola que si no viese a nadie en torno suyo. Siento la sensacion de que a ti te ocurre algo de eso.Por eso, porque yo opino que una persona cuando esta sola, necesita un amiga para desahogar su inquietudes…aquí estoy yo.
-Gracias, Edward, pero yo…- el auto corria cuesta abajo.- No tengo esa clase de inquietudes que necesitan un confidente.
-¿Estas segura?
-Si.- rotunda.
-De acuerdo. No te intereso como amigo espiritual.
-No es eso Edward.
-No sé lo que es…
-Dejame en mi casa…pero quiero que sepas que ha sido un paseo delicioso, y que me hizo mucho bien…
Reneé iba tras ella, mientras Bella se quitaba el abrigo, lo colgaba en el perchero, iba a la salita a dejar los libros
-¿No ha venido Edward, Bella? ¿Esta enfermo?
La madre salió de la salita, mientras Bella se acercaba al aparato.
-Pues no. Tuve miedo que el chico burlara la clase y luego tuviera problemas con Esme.
Bella abrió el mueble bar y se sirvió una copa. Se sentía desasosegada, que nadie le preguntaraa las causas. Le hacia bien la charla con Edward. Era distinto. Como un desahogo a tanta tirantez.
-¿Le regaña Esme?
-Oh, no, Esme considera asu hijo muy competente para inmiscuirse demasiado en su vida.
-Es mejor.
-¿Decias, Bella?
-Nada importante.- bebió el contenido del vaso.
-Hija ¿Qué bebes?
-Whisky,mamá.
-Dios nos ampare.
En aquel instante sonó el timbre del teléfono.
-Deja maá,ire yo.
La madre salió de la salita, entre tanto, Bella se acercaba al aparato telefónico y levantaba el receptor.
-Diga.
Un silencio.
Despues…
-¿Estas segura de no tener inquietudes intimas?
-¡Edward!
-Diras que soy un entrometido…pero yo, pese a lo que tú opinas, le echo toda la culpa a tu novio.
-¡Edward!
Y con las dos manos como si quisiera hacer mas fuerza, apretó fuertemente el receptor.
- Perdona. Bella.Me gustaría que supieras lo que yo haría si fuese tu novio.
-Pero no lo eres, ni lo serás.
Lo seria.
Edward sabia que lo seria.
Cuanto más la conocía, mas seguro estaba de que aquella muchacha era la que necesitaba su vida espiritual, su vida sexual, su vida física.
Él no era como Bella lo veía.
Era así, pero además distinto y siendo asi o distinto, estaba haciendo su papel, con su careta puesta, con su medida exacta para cosquistar y atraer a Bella.
-Pero si…soy tu amigo.
-Pero no para inmiscuirte en mi vida, Edward. En mi vida privada.
-Un amigo…tiene derecho a velar, ayudar y preocuparse por su amiga del alma.
Le emocionaba.
Nunca ni siquiera Mike, se preocupó demasido de lo que ella pensaba o sentía y era casi enternecedor saber que alguien pensaba en ella y trataba de ayudarle.
Pero no lo admitiría.
-Gracias, Edward. Ven mañana.- era como soslayar bruscamente todo cuanto en realidad deseaba de ella comentar con Edward, porque le consideraba o empezaba a ha verlo como un buen amigo.- a la hora de siempre.
-Estaré ahí..
-Buenas noches.
-Buenas.
Colgó.
Al dar la vuelta vió asu madre que entraba en la salita.
-¿Era Mike no?
-No.- secamente.- Era Edward.
-Ah…¿Y que le ha ocurrido esta noche?
-Se ha ido con un a chica a la periferia del pueblo y estuvo allí soñando…mirando el paisaje.
-Vaya….que romantico…. Es este Edward.
-No sé mamá..- se llevó la mano a su cabello apartándolo de la cara.- Tengo apetito mamá.
-Venga, si, hija mia, vamos a cenar. Hoy se nos ha hecho tardísimo.
Reneé la miraba de soslayo. Esta triste, Bella, triste o simplemente apagada.
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sábado, 15 de enero de 2011
Marionetas del Destino
CAPITULO 4
Bella Pov
Habia conducido por mas de ocho horas, mis pies y mis manos estaban entumecidas, pero quería llegar cuanto antes mejor.
Hacia ya bastantes tiempo que no veía a mis abuelos , y la sola idea de pasar unas semas con ellos, me devolvía las ganas de vivir de nuevo.
No había sido fácil para mi aquellos meses, separada se Jake, lo amaba y él no había hecho ningún caso a mis advertencias… quería que se olvidara de mi. Despues de haber despachado a Sue de mi casa, sin contemplaciones , me sentí vacia ante la idea de vivir sola en aquella casa, tan enorme para mi.
Habia pedido una excedencia en la revista donde trabajaba, y me la habían concedido. Por un año, nada mas y nada menos…mi cabeza no estaba para trabajar, no después del palo recibido por Jake.
Es por eso que me planteé volver a Forks en las vacaciones, me haría bien, volver a ver a Angela, Mike, Eric…todos mis amigos estaban allí, después de tantos años de no vernos,los iba a pillar con muchas ganas.
Pude ver a lo lejos la casa de mis abuelos, y mi corazón cabalgó de felicidad.
Tantos años , volviendo de vacaciones y los había abandonado, por la idea de Jake.
Él no se sentía bien, viviendo puerta con puerta con ellos. Decia que se sentía observado,continuamente…maldito cabron, yo si que lo tenia que haber observado mas continuamente, y no fiarme de sus falsas promesas de amor.
Desheché aquel pensamiento de mi cabeza y aparqué debajo del gran olivo que había delante de mi casa.
Al oir el coche, mi abuela salió de su casa, acompañada pocos segundos después por mi abuelo, pude ver como se hechaba las manos a la cabeza mientras salía del coche.
-¡Isabella!.- chilló medio histérica, mientras corria lo poco que podía en mi dirección.
Los ojos se me empañararon de lágrimas y fui a cobijarme en sus brazos.
-Abuela..como te he hechado de menos.- dije, apretando mi cabeza a la suya.
La piel de mi abuela, pese a sus arrugas, era suave; y cuando la tenia piel con piel, rememoraba mi niñez, cuando me mecia con la silla para hacerme dormir.
-Niña…que bien que hayas venido.- me dijo con los ojos llenos de lagrimas.
La miré enternecida y le pasé los dedos por sus mejillas, para limpiarle todo el rastro salino.
-No llores, abuela; ya estoy aquí. No llores, por favor.
Me abrazó aún mas fuerte y la voz de mi abuelo me hizo desprenderme de ella.
-Isabella,gracias a dios que te dignas de venir a vernos. Eres la única que tiene vegüenza de toda la familia; nos teneis completamente olvidados. Si no fuera por tus tias, no sé que seria de nosotros.
La voz de mi abuelo , ruda y poderosa ; era una copia casi perfecta a la de mi padre.
-Hola abuelo.- le dije con una sonrisa timida. James Swan, tenia cerca de 83 años, pero era como una viejo árbol, poderoso y robusto, e implacable.
Se acercó a mi apoyándose en su baston y me dio dos besos secos en las mejillas.
-Tu tia ha limpiado la casa, ósea que la encontraras bien. Ahora mismo la llamaré para decirle que has llegado, tiene muchas ganas de verte.
Para mi tia Irina, yo había sido siempre la niña de sus ojos. No tanto para mi tia Jessica con la que me llevaba tan solo cinco años y me había hecho la vida imposible de todas las maneras conocidas y las que están por conocer.
-No, no la llames abuelo, quiero descansar. Necesito hacerlo, he conducido durante todo el trayecto sin descansar.
-¡Pero que estas diciendo, estas loca! ¿Cómo se te ocurre hacer un viaje tan largo sin hacer ninguna parada! Eres hija de tu padre, Isabella…
-James..deja a la niña, acaba de llegar..¿que quieres, que salga huyendo de nosotros?.- mi abuela me miró cariñosa.- Venga,Isabella, te ayudo con las maletas, toma la llave de la casa.
-No abuela, dejame a mi. Tú ves a tu casa y descansa, yo lo organizaré todo y cuando esté descansada, subiré a ver a tia Irina…y tia Jess…¿Cómo esta?
-Bien.- dijeron los dos al unisono, mirándose.
No quise preguntar más. Era bien sabido por todos que mi tia Jessica no me tragaba..
Mi abuela Marie, me dio dos fuertes besos en las mejillas y volvió a su casa sobre sus pasos.
Miré hacia aquel cielo, gris, con tristeza. Era verano en Forks, pero poco importaba, allí no salía el sol ni queriendo, ni siquiera para recibir a una de sus hijas predilectas: Isabella Swan.
Edward Pov
-¿Lo llevas todo, Edward?.- gritó Alice desde su habitación.
Yo puse los ojos en blanco por enésima vez… aquella muchachita iba agotar mi paciencia, en aquel viaje y durante las vacaciones…
-Sí ,lo llevo, todo Alice..- Cuando la ví trasponer por el umbral de su habitación, me llevé las manos a la cabeza.
-¿Pero se puede saber…que es todo eso, Alice?.- dije entre dientes.
Ella miró sus dos maletas,llenas a rebosar y soltó una sonrisa cantarina.
-Las chicas necesitamos muchas cosas, Edward, vosotros con unos pocos trapitos teneis suficiente, recuerda, soy Alice Cullen.
Volví la vista a mi maleta y la cerré, visiblemente, mosqueado.
-Voy a tener que decirle a Jazz, que llevemos los dos coches…con tus cosas, no cabe nada mas,en el maletero del volvo.
-Pues llamalo.- me dijo ella, tendiéndome el teléfono sin borrar la sonrisa de su rostro.
Cogí el aparato y marqué con fúria.
-Te lo juro, Alice, ya me estoy arrepintiendo de salir de viaje….Jazz…oye, mira, creo que vas a tener que sacar tu coche también..mi hermanita cree que se va un año de vacaciones…
-Sin problemas Edward, ya contaba con ello. Es lo mejor,si no llevamos los dos coches, ¿Qué haremos cuando tengamos planes por separado, querido?.- preguntó con ironia.
-Ok, Jazz, me quitas un peso de encima. Oye ¿Qué te queda?
-Nada, en diez minutos estoy en tu casa.
-Te esperamos.
-Diez minutos, Alice…ni uno mas ni uno menos, no hagamos esperar a Jazz.
Mi hermanita se sentó en una de sus maletas y suspiró sarcástica.
-Hace dos días que tengo las maletas preparadas, Edward, no como tú que lo dejas todo para el final, ¿para todo eres lo mismo, hermanito?
La miré con desden contenido, Alice lograba hacer lo que nadie conseguía: sacar el animal que llevaba dentro.
-Y…¿tú conoces a la hermana de tu amigo?.- me dijo ella, mirándose las uñitas perfectas.
-No. Pero seguro que te llevas fenomenal con ella. Si es como Jazz, será una balsa de aceite.
-Bueno..es mayor que yo… y eso me pone un poco nerviosa..¿no será una típica separada amargada, repulsiva y odiosa?
-¡Alice!.- grité.
-Edward, no me grites, yo solo me limito a expresar en voz alta, tu manera de pensar. ¿Es asi o no, hermanito?
Alcé la ceja interrogante. A veces la suspicacia de Alice, me enervaba y otra me descolocaba completamente.
-No la conocemos, tengamos una mente abierta. Jazz también ha pasado una mala racha, y es un tio fenomenal.
-Hermanos y hermanas…suena bien..¿como era aquella película que le gustaba tanto a mamá?
-Siete novias para siete hermanos.- dije suspirando.
-Pues eso.
Una idea recorrió mi cerebro y dí un respingo.
-Ni se te ocurra fijarte en Jazz como hombre ¿entendido? No quiero mandar a tomar por culo, una amistad tan franca como esta.
La risita cantarina de Alice, me provocó nuevamente.
-Hagamos un trato,Edward.
-¿Un trato?.- dije suspicaz.
-Sí, yo no me fijo en Jasper y tú no te fijas en Bella.
-Ni loco, por suspuesto, prometo lo que sea. Pero por favor. No quiero que te fijes en Jazz.
Mi hermana me brindó su delicada manita y sonrió.
-Trato hecho, hermano.
El pitido de un coche hizo que corriéramos hacia la ventana exterior de la casa.
Jazz, salió del coche y se apoyó comodamente en una de las puertas traseras. Miré a Alice y esta se volvió agitada y cogió las maletas, dispuesta a marcharse ,cuanto antes mejor.
-¿Lista, hermanita?
-Lista, Edward.
La miré nuevamente, extrañado, la sonrisa había desaparecido de su rostro y en su lugar una mueca de preocupación se había plasmado en sus finos rasgos.
Salimos hacia la entrada y Jasper cogió las maletas a Alice, en un acto de total caballerosidad.
-Hola.- le dijo.- Soy Jasper Swan.- se presentó, con una de aquellas sonrisas, con las que embelesaba al personal.
-Jasper.- le dije entre dientes.- pon eso donde puedas.- y le tiré uno de mis bolsos de deporte a la cara.
Él lo cogió al vuelo y me sonrió con sarcasmo.
-Yo iré en mi coche con mi hermana, tú ve adelante, pues debemos seguirte.
ÉL asintió mientras metia la ultima de las maletas en su Audi.
-Lleva el mobil a mano, por si te pierdes, Edward. Aunque pararemos para la hora de comer.
-Muy bien .- le dije, metiéndose en el coche y girando la llave para arrancar. Miré hacia al lado y Alice no había despegado la boca en todo el rato y aquello me parecía muy…muy raro.
-¿Estas bien, hermanita?.- le pregunté serio.
-Si.- me dijo cabizbaja.- Muy bien.- Alzó su rostro y pude ver como sus mejillas habían adquirido una tonalidad carmín. Estaba realmente preciosa.
Jazz salió del parking hacia la carretera y yo lo seguí, con la mirada fija en el asfalto.
-Espero llevarme bien con Bella Swan.- dijo Alice con los labios temblorosos.
Sonreí a medias.- Si, hermanita, seguro…quizás hasta te enamores este verano…
Continuará….
Bella Pov
Habia conducido por mas de ocho horas, mis pies y mis manos estaban entumecidas, pero quería llegar cuanto antes mejor.
Hacia ya bastantes tiempo que no veía a mis abuelos , y la sola idea de pasar unas semas con ellos, me devolvía las ganas de vivir de nuevo.
No había sido fácil para mi aquellos meses, separada se Jake, lo amaba y él no había hecho ningún caso a mis advertencias… quería que se olvidara de mi. Despues de haber despachado a Sue de mi casa, sin contemplaciones , me sentí vacia ante la idea de vivir sola en aquella casa, tan enorme para mi.
Habia pedido una excedencia en la revista donde trabajaba, y me la habían concedido. Por un año, nada mas y nada menos…mi cabeza no estaba para trabajar, no después del palo recibido por Jake.
Es por eso que me planteé volver a Forks en las vacaciones, me haría bien, volver a ver a Angela, Mike, Eric…todos mis amigos estaban allí, después de tantos años de no vernos,los iba a pillar con muchas ganas.
Pude ver a lo lejos la casa de mis abuelos, y mi corazón cabalgó de felicidad.
Tantos años , volviendo de vacaciones y los había abandonado, por la idea de Jake.
Él no se sentía bien, viviendo puerta con puerta con ellos. Decia que se sentía observado,continuamente…maldito cabron, yo si que lo tenia que haber observado mas continuamente, y no fiarme de sus falsas promesas de amor.
Desheché aquel pensamiento de mi cabeza y aparqué debajo del gran olivo que había delante de mi casa.
Al oir el coche, mi abuela salió de su casa, acompañada pocos segundos después por mi abuelo, pude ver como se hechaba las manos a la cabeza mientras salía del coche.
-¡Isabella!.- chilló medio histérica, mientras corria lo poco que podía en mi dirección.
Los ojos se me empañararon de lágrimas y fui a cobijarme en sus brazos.
-Abuela..como te he hechado de menos.- dije, apretando mi cabeza a la suya.
La piel de mi abuela, pese a sus arrugas, era suave; y cuando la tenia piel con piel, rememoraba mi niñez, cuando me mecia con la silla para hacerme dormir.
-Niña…que bien que hayas venido.- me dijo con los ojos llenos de lagrimas.
La miré enternecida y le pasé los dedos por sus mejillas, para limpiarle todo el rastro salino.
-No llores, abuela; ya estoy aquí. No llores, por favor.
Me abrazó aún mas fuerte y la voz de mi abuelo me hizo desprenderme de ella.
-Isabella,gracias a dios que te dignas de venir a vernos. Eres la única que tiene vegüenza de toda la familia; nos teneis completamente olvidados. Si no fuera por tus tias, no sé que seria de nosotros.
La voz de mi abuelo , ruda y poderosa ; era una copia casi perfecta a la de mi padre.
-Hola abuelo.- le dije con una sonrisa timida. James Swan, tenia cerca de 83 años, pero era como una viejo árbol, poderoso y robusto, e implacable.
Se acercó a mi apoyándose en su baston y me dio dos besos secos en las mejillas.
-Tu tia ha limpiado la casa, ósea que la encontraras bien. Ahora mismo la llamaré para decirle que has llegado, tiene muchas ganas de verte.
Para mi tia Irina, yo había sido siempre la niña de sus ojos. No tanto para mi tia Jessica con la que me llevaba tan solo cinco años y me había hecho la vida imposible de todas las maneras conocidas y las que están por conocer.
-No, no la llames abuelo, quiero descansar. Necesito hacerlo, he conducido durante todo el trayecto sin descansar.
-¡Pero que estas diciendo, estas loca! ¿Cómo se te ocurre hacer un viaje tan largo sin hacer ninguna parada! Eres hija de tu padre, Isabella…
-James..deja a la niña, acaba de llegar..¿que quieres, que salga huyendo de nosotros?.- mi abuela me miró cariñosa.- Venga,Isabella, te ayudo con las maletas, toma la llave de la casa.
-No abuela, dejame a mi. Tú ves a tu casa y descansa, yo lo organizaré todo y cuando esté descansada, subiré a ver a tia Irina…y tia Jess…¿Cómo esta?
-Bien.- dijeron los dos al unisono, mirándose.
No quise preguntar más. Era bien sabido por todos que mi tia Jessica no me tragaba..
Mi abuela Marie, me dio dos fuertes besos en las mejillas y volvió a su casa sobre sus pasos.
Miré hacia aquel cielo, gris, con tristeza. Era verano en Forks, pero poco importaba, allí no salía el sol ni queriendo, ni siquiera para recibir a una de sus hijas predilectas: Isabella Swan.
Edward Pov
-¿Lo llevas todo, Edward?.- gritó Alice desde su habitación.
Yo puse los ojos en blanco por enésima vez… aquella muchachita iba agotar mi paciencia, en aquel viaje y durante las vacaciones…
-Sí ,lo llevo, todo Alice..- Cuando la ví trasponer por el umbral de su habitación, me llevé las manos a la cabeza.
-¿Pero se puede saber…que es todo eso, Alice?.- dije entre dientes.
Ella miró sus dos maletas,llenas a rebosar y soltó una sonrisa cantarina.
-Las chicas necesitamos muchas cosas, Edward, vosotros con unos pocos trapitos teneis suficiente, recuerda, soy Alice Cullen.
Volví la vista a mi maleta y la cerré, visiblemente, mosqueado.
-Voy a tener que decirle a Jazz, que llevemos los dos coches…con tus cosas, no cabe nada mas,en el maletero del volvo.
-Pues llamalo.- me dijo ella, tendiéndome el teléfono sin borrar la sonrisa de su rostro.
Cogí el aparato y marqué con fúria.
-Te lo juro, Alice, ya me estoy arrepintiendo de salir de viaje….Jazz…oye, mira, creo que vas a tener que sacar tu coche también..mi hermanita cree que se va un año de vacaciones…
-Sin problemas Edward, ya contaba con ello. Es lo mejor,si no llevamos los dos coches, ¿Qué haremos cuando tengamos planes por separado, querido?.- preguntó con ironia.
-Ok, Jazz, me quitas un peso de encima. Oye ¿Qué te queda?
-Nada, en diez minutos estoy en tu casa.
-Te esperamos.
-Diez minutos, Alice…ni uno mas ni uno menos, no hagamos esperar a Jazz.
Mi hermanita se sentó en una de sus maletas y suspiró sarcástica.
-Hace dos días que tengo las maletas preparadas, Edward, no como tú que lo dejas todo para el final, ¿para todo eres lo mismo, hermanito?
La miré con desden contenido, Alice lograba hacer lo que nadie conseguía: sacar el animal que llevaba dentro.
-Y…¿tú conoces a la hermana de tu amigo?.- me dijo ella, mirándose las uñitas perfectas.
-No. Pero seguro que te llevas fenomenal con ella. Si es como Jazz, será una balsa de aceite.
-Bueno..es mayor que yo… y eso me pone un poco nerviosa..¿no será una típica separada amargada, repulsiva y odiosa?
-¡Alice!.- grité.
-Edward, no me grites, yo solo me limito a expresar en voz alta, tu manera de pensar. ¿Es asi o no, hermanito?
Alcé la ceja interrogante. A veces la suspicacia de Alice, me enervaba y otra me descolocaba completamente.
-No la conocemos, tengamos una mente abierta. Jazz también ha pasado una mala racha, y es un tio fenomenal.
-Hermanos y hermanas…suena bien..¿como era aquella película que le gustaba tanto a mamá?
-Siete novias para siete hermanos.- dije suspirando.
-Pues eso.
Una idea recorrió mi cerebro y dí un respingo.
-Ni se te ocurra fijarte en Jazz como hombre ¿entendido? No quiero mandar a tomar por culo, una amistad tan franca como esta.
La risita cantarina de Alice, me provocó nuevamente.
-Hagamos un trato,Edward.
-¿Un trato?.- dije suspicaz.
-Sí, yo no me fijo en Jasper y tú no te fijas en Bella.
-Ni loco, por suspuesto, prometo lo que sea. Pero por favor. No quiero que te fijes en Jazz.
Mi hermana me brindó su delicada manita y sonrió.
-Trato hecho, hermano.
El pitido de un coche hizo que corriéramos hacia la ventana exterior de la casa.
Jazz, salió del coche y se apoyó comodamente en una de las puertas traseras. Miré a Alice y esta se volvió agitada y cogió las maletas, dispuesta a marcharse ,cuanto antes mejor.
-¿Lista, hermanita?
-Lista, Edward.
La miré nuevamente, extrañado, la sonrisa había desaparecido de su rostro y en su lugar una mueca de preocupación se había plasmado en sus finos rasgos.
Salimos hacia la entrada y Jasper cogió las maletas a Alice, en un acto de total caballerosidad.
-Hola.- le dijo.- Soy Jasper Swan.- se presentó, con una de aquellas sonrisas, con las que embelesaba al personal.
-Jasper.- le dije entre dientes.- pon eso donde puedas.- y le tiré uno de mis bolsos de deporte a la cara.
Él lo cogió al vuelo y me sonrió con sarcasmo.
-Yo iré en mi coche con mi hermana, tú ve adelante, pues debemos seguirte.
ÉL asintió mientras metia la ultima de las maletas en su Audi.
-Lleva el mobil a mano, por si te pierdes, Edward. Aunque pararemos para la hora de comer.
-Muy bien .- le dije, metiéndose en el coche y girando la llave para arrancar. Miré hacia al lado y Alice no había despegado la boca en todo el rato y aquello me parecía muy…muy raro.
-¿Estas bien, hermanita?.- le pregunté serio.
-Si.- me dijo cabizbaja.- Muy bien.- Alzó su rostro y pude ver como sus mejillas habían adquirido una tonalidad carmín. Estaba realmente preciosa.
Jazz salió del parking hacia la carretera y yo lo seguí, con la mirada fija en el asfalto.
-Espero llevarme bien con Bella Swan.- dijo Alice con los labios temblorosos.
Sonreí a medias.- Si, hermanita, seguro…quizás hasta te enamores este verano…
Continuará….
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