RETRATO EN SEPIA
CAPITULO SEGUNDO
La vida para una niña de doce años en la Fortaleza, era algo más que monótona, fría y algo superficial.
Mis días pasaban entre las charlas de la abuela, hablándome de mamá y de cuando vivian juntas y felices; como decía ella. Y entre las clases de Edward al piano.
¡Odiaba el maldito piano y las clases de Edward!
Él siempre tan perfecto y pulido en sus notas y yo…
…Bueno..yo no tenia calificación posible; según él. Era como un cardo en un jardín de rosas.
Algo que despojaba el paisaje de belleza con mi presencia.
Si; aunque parezca mentira; aquellas habían sido unas cuantas de sus frases mas elocuentes, en deferencia a mi persona.
Lo odiaba.
Odiaba sus paseos a caballo. Odiaba su risa, cada vez que mi yegua daba un respingo, alzaba una de sus patas traseras y me volcaba prácticamente de la silla de montar.
Tambien odiaba como se reia a mi consta con aquella amiguita suya de envidiables rizos color fresa, llamada Tanya.
La familia de Tanya vivía a una distancia relativa de la Fortaleza. Pero se podia ir andando.
Los padres y el hermano de Tanya eran amables hasta empalagar. Se me hacia extraño todo aquello. La manera de hablar entre ellos….
…Cuando se juntaban en corrillo los tres; Edward, Tanya y Jacob, se reian a hurtadillas mirándome de soslayo. ¿Pero es que creían que yo no me daba cuenta?
Gracias a Dios, tenia a la abuela. Y aunque era un poco pesada, me trataba realmente bien y me sentía querida por ella.
A los pocos meses, la abuela me mandó a un internado. A mis doce años recién cumplidos, no podia dedicarme a vaguear; tenia que complementar mis estudios y hacerme una señorita de bien. Me dio alegría salir de aquella jaula de oro por un tiempo limitado. Solamente volveria a la Fortaleza en vacaciones. Y eso era igual, a unas tres veces al año.
Edward también se marchaba ; pero a un internado de chicos, muy lejos de el mio. Nunca tuve idea de donde estaba ubicado, ni tampoco me interesó. Edward para mí, era como poco; un grano molesto en el culo, y no le tenia estima ninguna.
Cuando interné en la escuela; mi vida se limitó a estudiar y a poca cosa mas. La mayoría de las chicas de mi edad, ya tenían su grupo hecho y al entrar yo, me miraban como un bicho raro y poco más.
Lentamente, fui haciendo alguna amistad fortuita, a lo largo del curso y con mucha fuerza de voluntad. Me gustaba aislarme, vivir en mi propio mundo y así comencé a escribir.
El primer año en el internado, fue como una especie de trance para mí.
Todavía no podia asimilar la fatal muerte de mis padres y aquello me volcó en una tremenda soledad. Como he dicho anteriormente, tuve amistades fugaces que se iban; tal y como venían, y no fue hasta el segundo año en el internado, cuando conocí a Angela Weber y nos hicimos inseparables.
Ella al igual que yo; habia perdido a sus padres, pero Ang ,tenia la gran suerte de tener hermanos mayores que cuidaban de ella. Vivian lo bastante lejos del internado para no ir a verla cada fin de semana; como era mi caso. Pero muy al contrario que en mi caso, Ang, tenia la compañía de sus hermanos y cuñadas casi cada fin de semana.
Mis visitas a la Fortaleza, fueron menguando cada vez mas. En las vacaciones de navidad, desde el segundo año, me encargaba de las niñas que sus padres dejaban allí, en apoyarlas, darles juego y cuidar de ellas como una hermana mayor.
En las vacaciones de semana santa, volvia a casa, dos días…y muchas de las veces me encontraba sola en aquella inmensa mansión. La abuela se habia ido a LaToja de cura, y según el mayordomo: Jenkins; Edward, iba y venia a voluntad, con el auto nuevo que le habia comprado la abuela.
Desistí en ir también en semana santa….Y aquel año, también decidí que emplearía el veraneo en escribir historias.
La solitud de mi estancia y el paisaje bello de mi ventana, forjaban en mi, una especie de cosquilleo, que me hacia despertar y hacer volar, las alas de mi imaginación.
Y así, poco a poco…llegó mi hora entre aquellas cuatro paredes de madera de haya.
17 años….
Mi nombre en aquel internado; fuera de ser ostentoso, era prácticamente decir Amén.
Nunca hubiese imaginado, que hubiese cambiado tanto mi vida, estar aquel edifico impoluto y perfecto.
Angela y yo….
…Era hora de separarnos.
Cuando nos dieron los diplomas en la capilla mayor. No fueron los brazos de mi abuela los que me cobijaron entre ellos…fueron los de Emmet y Carlisle; junto con Rosalie y Esme. Los hermanos y cuñadas de Angela.
Aquellos cinco años en aquel internado, me habían hecho comprender, el porqué de que mi madre, no quisiera saber nada de mi abuela.
Ella quería una muñeca a la que vestir, cuidar, poder intimidar y modelar a su antojo.
Solo podia agradecer una cosa; Mi educación. Gracias a ella, todos aquellos años me habían hecho adquirir una valía ante la vida y una fuerza espectacular…y eso sin hablar del dinero que estaba ganando a escondidas, vendiendo mis historias a una de las editoriales con mas fuerza de todo Londres.
Conchabada con Rosalie y Esme, cada mes, me daban el sobrecito con mi mensualidad.
Debajo del colchon de mi cuarto, tenia ya el suficiente dinero, como para salir de casa de mi abuela o simplemente no volver más.
Pero le debia una explicación y también las gracias por todo aquello.
Y por eso, me marcho para la Fortaleza de nuevo, sin el dolor de la perdida de Ang, ya que le habia prometido tanto a ella como a mis dos cuñadas; como yo misma las llamaba, alquilar un apartamento en Londres; muy cerca de donde ellos vivian y marcharme lo mas pronto posible del hogar de los Cullen.
Mi trayecto a la Fortaleza habia finalizado.
Fruncí el entrecejo al entrar a la finca.
Un centenar de lamparitas colgaban de un lado, al otro del jardín.
Caminé hacia el cumulo de gente que se apostaba en uno de los laterales de este, y solté la maleta para caminar mas rápido. Conforme iba avanzando, me daba cuenta de que allí,se estaba festejando una boda y busqué a mi abuela entre la multitud, que me miraba como si yo no perteneciera aquel momento…y era bien cierto; en verdad…
Mis vestimenta, era discordante hasta la saciedad para aquel evento y me reí interiormente de alguna de las miradas que me habían echado varias de las viejas glorias que habia sentadas a uno y otro lado del pasillo.
Me paré en seco; cuando la pareja de novios se volvió, para mirarme.
Eran Edward y Tanya..se habían casado.
Por increíble que parezca; me crecí ante la mirada, envidiosa y verde de ella. Alcé mi mandibula y me quité las gafas de sol que llevaba puestas.
Las coloqué con premura en el escote de mi camisa de raso azul océano, y miré a la pareja de recién casados con una ceja alzada, interrogante.
-¿Isabella?.- logró decir Tanya a duras penas, sin dejar de observar mis sandalias de cuña, mis pantalones ceñidos y mi rostro ligeramente maquillado.
Asentí, ligeramente y miré a Edward, quien, duro e inexpresivo, me escrutaba literalmente.
-¿Dónde esta la abuela; Edward?.- pregunté,de forma inquisitiva.
Algo me decía…y no era mi imaginación desbordante, que mi abuela habia pasado a mejor vida.
-No entiendo que haces aquí….y precisamente hoy…- siseó entre dientes.
Me adelanté dos pasos y lo encaré. Siendo el centro de atención de todos los presentes.
-¿Y la abuela?
-¿Isabella? ¿Isabella Swan…eres tú?.- la voz grave y sensual, hizo que girara levemente la cabeza.
-¿Jacob?.- solté, dudosa.
Una sonrisa por parte del sujeto, confirmó mis sospechas. Caminó hacia mi y me repasó íntegramente con sus chispeantes ojos negros.
-Vaya…que grata sorpresa….una magnifica sorpresa…..- susurró mas, para si mismo que para nadie.
-Hola Jacob. Veo que ya formas parte de la familia Cullen. Y ahora si eres tan amable; ya que mi tio, no me dice donde está mi abuela….
-Tu abuela murió, Isabella. Hace dos años….pero yo creía…..-Jacob,al decir esto. Miró a Edward con dureza y sus labios hicieron una mueca de desagrado.
Achiqué los ojos al mirar de nuevo a Edward.
-Tenia todo el derecho a saber….- dije algo alterada.
-Chicos…este no es lugar para hablar de estos temas; porque no vais al despacho y nos relajamos todos un poco….¿Edward? ¿Isabella?.- Jacob nos miró a ambos y yo giré mi cuerpo para caminar hacia la casa.
Un silbido insinuante, me hizo reir mentalmente…
-Jacob; no seas grosero.- espetó Edward, seco. Tajante.
-No.- Jacob, chasqueó la lengua.- Voy a ser como tú…un amargado…
Continuará…..
hola bueno la abuela de bella murioo y edward no le avisoooo yy no se soportannn al parecer es mutuooo ajajaja...y edward se caso con taniaaa ufaaa que mal gustooo ajajjaj!!! y jacob ahora cambio antes se burlaba de bella y ahoraa quedooo idiotizadoo mmm no me gustaa jaja!!! bueno besos y nos leemos en el que sigue adios!!
ResponderEliminar