jueves, 30 de diciembre de 2010

Son Flores Para Bella

CAPITULO 5




Reneé. Salió corriendo al sentir el llavín en la cerradura de la puerta.
Parecía radiante.
-Ya tienes aquí a Edward.- exclamó.
Bella no llegaba de humor, pero eso, ocurria muchas veces y no se lo demostró jamás a su madre.
No obstante, en aquel momento no pudo evitar su propia exclamación algo seca.
-Dejame sola con él, mamá. El hecho que sea el hijo de tu mejor amiga, no indica para mi que tenga que andar con remilgos. Es mi alumno y nada más.
-Hija, como vienes.
-Perdona, mamá.
A la vez que hablaba se despojaba del abrigo y lo dejaba colgado en el perchero.
-Al menos permitirás que te lo presente.
-¿Y porqué? En casa no hay nadie más que tú, él y yo.
Supongo que él será Edward Cullen.
-Bueno , ya veo que no vienes de muy buen humor.
Le pesó ser tan seca.
Y despacio, dio la vuelta en mitad del vestubulo, fue hacia su madre y la besó.
-Perdona, creo que vengo cansada.
-Si no trabajaras tanto…
-Me gusta. Hasta luego, mama. Le daré una hora de clase y después pasaré a comer. Comeremos a la diez y media.
-De acuerdo hijita.
Se encaminó a la salita.
Y nada más recortar su figura en el umbral, quedó algo tensa.
¿EL mirón?
¿El chico de las flores?
EL que hacia bastante tiempo, la perseguía sin ningún pudor.
El hijo de la mejor amiga de su madre… Eso para colmo de males.
-¿No pasas?.- preguntó Edward muy serio.- Vaya sorpresa.
Y salió al encuentro de la joven.
Bella, cerró tras de si y acortó la distancia que los separaba.
No alargó la mano.
Pero sus ojos cafes miraron fija y quietamente a Edward.
-No me digas que no sabias…que era yo la profesora.
Edward se puso la mano en el pecho.
-Te doy mi palabra de honor que lo ignoraba.
-Así será tu honor.
-Te digo…
-Bien, bien.- cortó.- Olvidemos el asunto. ¿Has venido a dar clases de alemán, no?
-Pues si, las necesito mucho.
-De acuerdo. Sientate. ¿Traes libros?
-Dos.
-Los veré. Vete a sentarte allí.
Y abriendo los libros, iba caminando hacia el sitio que había indicado con un dedo.
La chimenea pequeñita, chisporroteaba. Hacia calor pero no tan excesivo como para molestar. Edward, se acomodó modosamente en un rincón del sofá y vió como ella, Bella, se dejaba caer a su lado sin dejar de ojear el libro.
A Edward le interesaba el alemán ¡que duda cabe! Pero mas, infinitamente más, la bonita profesora.
Por eso entretanto ella ojeaba el libro, la miraba solapadamente.
Era más guapa de cerca.
La verdad, es que no es que fuese guapa, es que era indescriptiblemente atractiva. Tenia la nariz respingona, el mentón suave, el cabello de un extraño color castaño con reflejos caobas, con suaves ondas en medios y puntas. Edward nunca se limitaba a mirar la cara de una muchacha.
La verdad sea dicha y si era sincero consigo mismo, tenia que admitir y reconocer que lo primero que él miraba de una mujer eran el pecho, el trasero, las piernas y y la cara lo último.
Veia en aquel instante que Bella lo tenia todo perfecto. Una cintura estrecha, unas piernas perfectas, un busto rúrgido y menudo, unas caderas redonditas…
-Estan bastante bien.- dijo Bella.
Edward casi dio un salto porque temió haber sido pillado “in fraganti”.
Por eso parpadeó.
-¿Te parecen bien..
-Si ¿Qué deseas saber del alemán?
-Todo.
-Leerlo, escribirlo…
-Todo.
Le miró de frente, con lo cual Edward volvió a parpadear, “ Es un crio consentido”; pensó Bella, desde su tremenda madurez de mujer. “Un muchacho, tal vez demasiado ingenuo, tengamos paciencia, Bella”
-Supongo que no dispondrás de muchos meses. Ya que según dijo mi madre te vas a Alemania a principios del invierno próximo.
-No. Me me iré a finales de verano.
-Entonces tendremos que estudiar duramente. No puedo darte más de una hora. Pero si tú estas dispuesto, la aprovecharemos al máximo.
La respuesta de Edward fue desconcertante.
-¿Te gustaron las flores?
-No vendrás aquí a hablar de flores ni de los motivos que te empujan a meter las narices en mi vida.
-Pensé que serias mas delicada.
-¿Qué dices?
-Veras, yo soy amante del buen lenguaje. Un lenguaje pulido y cuidado. Me hiere tu vulgaridad.
Bella abrió el libro con fuerza.
-Eres.- dijo.- Un majadero. Y no me cuela esode que no sabias quien era yo y hasta estoy por asegurar que te pusiste adrede para que te pusiera perdido con la camioneta.
-¿Eres vanidosa?
-No vamos a discutirlo.
-Pues para que te enteres, Bella. Yo no te conocía de nada y cuando te ví en esa puerta.- extendió eldeo erecto.- me fastidió bastante pensar que eres la chica que a mi causa ¿Cómo te diré? Cierta curiosidad.



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Bella nocontestó en seguida.
A decir verdad, se sentía como pillada en una trampa, pero tampoco eso iba admitirlo en voz alta.
No obstante, picada por el gusanillo de la curiosidad, preguntó:
-¿A que fin curiosidad?
-Por el novio.
Bella se estiró.
Aquel muchachito, hijo de la amiga de su madre, le estaba pareciendo un autentico gilipollas. Tenia expresión inocentona y casi ingenua; pero eso le pateaba el trasero. Habria que tomarlo con mucha calma, precisamente por se hijo de quien era.
-¿Qué no vio?
-El tuyo…
-¿Es tu amigo?.- asombradísima.
-¿Amigo mio ese tipo? Claro que no.
-Oye Edward, ¿Qué me estas dando a entender?
-Eso, lo que estas pensando. Que ese hombre no es para ti.
Bella estaba a punto de estallar, ella que era tan serena y tan dueña de si. Si aqiel tipo la apuraba mucho, ni que fuese el hijo de la amiga de su madre, ni que fuese el papa de Roma.
-A mi.- dijo dominándose.-, no me parece, lo que tú supones. Es mi novio y le quiero.- y sin transición.- ¿Empezamos?
-Cuando gustes.- dijo con la voz muy grave.
-Pues ahora mismo.
Empezó con los verbos. No sabia poco. En realidad, Edward tenia un conocimiento bastante extenso del idioma alemán.
Estuvo bastante rato preguntando y Edward o se callaba si no lo sabia, por lo cual Bella, se lo explicaba claramente o respondia con rapidez si lo sabia.
Pero en un segundo, en el que Bella daba la vuelta a la pagina del libro, Edward espetó con mucha calma y como si fuese un ingenuo de cuerpo entero.
-A mi los hombres de que a los treinta y tantos no se han casado y siguen siendo virgen, me revientan.
-¿Te he preguntado yo eso? ¡Y¿Y quien te ha dicho eso?!
Bella dobló con fuerza las dos manos sobre el libro, cerrándolo estrepitosamente.
Buscó los ojos de su interlocutor y pese a que iba a darle una lección de cortesía, educación y que se yo más, decidó no hacerle caso, dada la inocencia que aquellos ojos expresaban.
-Edward.- murmuró lentamente.- ¿Por qué te has empeñado hoy en hablar de mi novio y de nuestras intimidades? ¿Qué te hizo el pobrecito?
-Nada…
-Entonces dejemos el tema ¿si?, no veo el porque de tu insistencia.
-Te lo hace a ti.
Bella dio un salto.
-¿Qué dices?
-Bueno… perdona. Tal vez he metido la pata.
-Explicate.
-Bueno, veras, me da un poco de vergüenza, que me mires así y estes pensando que soy un idiota.
-No es que piense que eres un idiota.. pero si un metomentodo.
-No lo puedo remediar. Mi madre siempre me dice que soy un moralista demasiado excrupuloso.
-¿Y que tiene que ver lo uno con lo otro?
-Pues o sé. Eso te lo tendría que explicar mi madre.
-Olvidemos el asunto.- cortó Bella.- Sigamos, nos quedan veinte minutos.
-Da gusto hablar contigo.
Bella volvió a mirarlo. Algo silbaba en la voz de Edward. ¿burla ¿ ¿Ironia?.
Pero al mirarlo se percató una vez más, de que la expresión de los ojos verdosos era completamente inocentona.
-¿No has tenido nunca novia, verdad Edward?
El hijo de Esme Cullen, estuvo a punto de soltar una carcajada….
Le gustaba Bella. Vista así de cerca, mucho más.
Él era un tipo como era, pero no tenia madera de célibe y la verdad es que Nancy no le eclipsaba para nada sus instintos carnales, Bella le gustaba como mujer y anhelaba tenerla debajo suyo, gimiendo su nombre y saboreando la pasión. Sería una locura deliciosa y poco después querría hacerla su mujer delante de los hombres: Su esposa.
-Edward, te hice una pregunta.
-Sí, ya te oí.
-¿Y que?
-Bueno, pues…no, la verdad no. Ya sabes, uno se pasa la vida estudiando. Se mete como quien dice, dentro de los libros. Vive para eso y se olvida hasta de que es un hombre, aunque si he de serte sincero si he estado con alguna mujer. Tengo edad para eso y mucho más.
Bella se ruborizó por completo. Ella también tenia edad y era de conocimiento público de todo el pueblo que Michael Newton era un casto y célibe hombre que no había tocado un pelo a su novia en cinco años…
-Venga ,Edward a estudiar….
Empezó Bella a dar explicaciones. Corrian los minutos. Edward hubiera dado un puñetazo al reloj si hubiera podido. Pero como no podía exclamó otra vez.
-No me gusta. Por más que lo pienso no me gusta…
-¿Quién? ¿El Canciller?
-Claro que no, Bella. Tu novio.
Bella se puso de pie. Habian pasado los veinte minutos.
-Si continuas metiéndote con mi novio y mi relaciones con él…me parece que vas a tenir que ir a otro lado a dar clases de alemán. Hasta mañana Edward.
-Oye…
-Hasta mañana.

Continuará….

lunes, 27 de diciembre de 2010

Marcada

CAPITULO 9
Alice Pov

Mientras estábamos allí, contemplando las balaustradas y arcos maginificamente tallados en el blanco mas puro de los marmoles, una visión, me dejó sin aliento:
Edward, mi hermano,yacia en una cama, con Bella entre sus brazos, ambos estaban alimentándose de ellos mismo y unian sus bocas a su piel como si fuera una especie de liberación.
Me sentí, avergonzada por aquella visión y quise desecharla, pero la, en aquello semiisnconciencia mia, seguía embelesada, por aquella visión tan intima.
Algo cambió; cuando él, empezó a gritar y a decir que se la llevaran.
Él también comenzaba a sangrar y ella, Isabella, en la situación en la que se encontraba no era participe de ninguno de aquellos actos por conciencia propia. Estaba en una especie de extasis, que la mantenían con los ojose semi abiertos y la boca, ensagretada por la mordida que le habia proporcionado a mi hermano, muy cerca de su corazón.
Una visión mucho tenebrosa dio paso ante mí.
Mi hermano sufria, algo le pasaba en un mortecina piel y comenzaba a arquearse de dolor.
Comprendí rápidamente lo que ocurria.
Él era el compañero de Bella .
La imagen de sus nombres tatuados el uno el cuerpo de el otro, se llenó de nerviosismo y corrí hacia las habitaciones donde habían desaparecido los dos amantes;
Sí, amantes, porque eso era lo que iban a ser en un futuro muy cercano.
Jasper me cogió de la mano, con la velocidad que nos caracterizada y habló en un suave susurro que solo yo comprendí.
-¿Dónde vas, Alice?
Yo lo miré una mirada llena de desesperación y le di un suave beso en la mejilla.
-Edward, me necesita.- susurré.
Él me miró sin comprender y corrí hacia los tuneles laberinticos que envolvían la cúpula de los Tres Reyes.
Agudicé mis oídos y pudo oir perfectamente los gritos de Edward.
Cuando entré a la habitación de donde provenían los alaridos, me quedé casi en estado de shock, al comprobar en el estado en que se encontraba Edward, me abalancé sobre él y le acarcié sus suaves cabellos cobrizos.
-Yo te ayudaré Edward. Lo he visto todo.Sé lo que es Bella para ti y lo que tú eres para ella. Escucha.- mi hermano, estaba con la mirada perdida en el umbral de la puerta, miré sin ningún tipo de pudor el pecho atlético y velludo de mi hermano. La sangre corria, mas oscura de lo normal, entre las sábanas y cogí un trozo de ellas y lo comencé a secar.- Edward, su nombre se está comenzando a grabar en ti…
Mi hermano suspiró lleno de fustracion y se dejó caer en aquella cama, mientras yo limpiaba, aquel amasijo de vello y sangre.
Edward era un hombre, fuerte; eso lo sabíamos todos. Pero aquella marca que estaba creciendo en él, debia de ser mucho mas dolorosa de lo que en un principio se veía.
Jadeando y con la voz entrecortada, pude escuchar en un tenue murmullo.
-La necesito a ella.- dijo mas para si mismo, que para mí.
-¿Dónde esta Bella ahora, Edward? Ire a buscarla si es eso lo que necesitas.
-Alice, Dios mio, me arde la garganta
….necesito algo que es mucho mas poderoso que tus palabras y tus cuidados en este momento. Necesito estar con Bella.
Miré hacia los lados como intentando que alguien me explicara de qué iba todo aquel cuento.
Mi visión habia sido mucho mas escueta de lo que me habia imaginado. ¿Qué necesidad, tiene Edward ahora?
-¿Estas hambriento, Edward…? .- pregunté con los labios temblorosos, a causa de la impotencia en la que veía en aquellos momentos.
-Sí…necesito a Bella.
Negué con la cabeza.
Si Bella estaba en sus cabales en aquellos momentos, dudaba mucho que se mostrara tan permitiva con Edward como para dejarlo alimentarse de ella…pero era tan fustrante verlo de aquella manera.. retorciéndose de dolor…apretando sus fuertes puños entre las sabanas, victima de todo aquel problema, que se nos habia presentado….desde la aparición de ella.



Bella pov
Desperté, bajo la atenta mirada de Aro.
Me tensé, pues aquel vampiro, me observaba con ojos nuevos.
Su sonrisa sibilina, y sus ojos desorbitados, me hacian estremecerme de pies a cabeza.
Un suave cobertor de plumas me envolvía, y a lo lejos como en un murmullo, parecía escuchar bramidos de dolor en alguna de las habitaciones.
-Ya has despertado…Bella…
Miré hacia los lados, intentando buscar a Carlisle o algún Cullen y de repente, como una daga en el corazón , recordé a Edward.
Me ruboricé en aquel mismo instante, pues recordaba perfectamente, sus lamidas y su lengua, pasear curiosa a lo largo de mi espalda y de mi pecho.
Su boca perfecta habia curado mi dolor, de una manera enigmática para mi.
Me toqué el pecho. La nueva marca, aquella que habia evolucionado en mi , en presencia de Edward.
El tacto de esta nueva marca, era liso y sin dolor.
Me asombré ante este nuevo descubrimiento; pero un nuevo alarido, proveniente de algún recoveco de la estancia, hizo que mirara a Aro, interrogante.
-Es Edward Cullen.- dijo con aire de suficiencia.- No sé lo que has hecho con ese chico, pequeña Isabella, pero se está retorciendo de dolor…no sabemos si es …la sangre que ha bebido de tu cuerpo o la …bueno…¿Qué tal te sientes, mi reina?
Me levanté, inquieta, olvidando totalmente el cobertor que me cubría y quedé expuesta a Aro, completamente desnuda.
El vampiro se relamió gustoso y adelantó unos pasos hacia mi.
Su mano, tocó levemente mi mejilla y bajó lentamente hasta mi clavícula
-Es fácil, olvidarse de nuestros instintos primarios en tu presencia, Isa- Bella… eres tan perfecta, que uno, se olvida que es vampiro y rápidamente se convierte en hombre, un hombre ansioso de reclamarte como suya….
Retrocedí de mis pasos y volví a cubrirme con el cobertor.
-Quiero ver a Edward Cullen…él me hizo sentirme mejor….si hay algo que pueda hacer por él. Lo haré…
Una carcajada, turbia y envolvente, salió de la boca de Aro, mi boca hizo un mohín de disgusto y él, volvió a escrutarme con la mirada.
-Tienes una nueva marca….para mi es ilegible…Mirate en el espejo Bella. ¿seras capaz de saber que quiere decir ese enreveso de palabras? Ven.- me cogió de un hombro y me guió hacia un gran espejo de hierro.- Despojate de ese vasto abrigo que te cobija, dejame, verte en total plenitud…
Lo miré con los ojos entrecortados y dejé expuesto levemente el comienzo de mis pechos, para poder vislumbrar claramente mi nueva marca….nada, yo no veía nada legible, en aquel compendio de trazos, completamente enervantes para mi.
-No sé lo que pone Aro, si eso es lo que quieres saber…- le dije nerviosa.- Ahora, llevame con el chico Cullen o lo haré yo misma.
De nuevo su mirada congelada, me recorrió y me hizo un ademan con la mano para que me marchara.
Los alaridos habían cesado, pero podia sentir claramente el aroma de Edward , cada vez mas cerca.
Cuando llegué al punto culmínante de la esencia, me contuve ante la puerta entreabierta y aspiré, abrí sigilosamente y quedé fuera de aquel entorno ante lo que mis ojos observaban.
Edward estaba acompañado de su hembra, ella yacia inclinada, ofreciendo su cuello al chico y él, con un gesto de dolor en su rostro, volvió su rostro ante mi, al sentir mi presencia.
-Lo…siento…yo…no quise…-dije, sin encontrar las palabras acertadas.
Sus ojos de aquel suave color pardo, me miraron con una expresión que no pude descifrar.
-Tanya, marchate…
La hembra lo miró lánguida y cuando pasó a mi lado ni si quiera clavó sus ojos en mi, caminó con la cabeza baja, como ida…
-¿Qué te pasa, Edward?.- pregunté, mirando como se marchaba Tanya.
-Algo ha cambiado en mi, al probar tu sangre, Bella.-dijo, conteniendo el dolor, pues su rostro perfecto, se contraria.
Hechó su cuerpo, todo lo largo que era sobre aquella cama y un nuevo olor, inundó mis fosas nasales.
Era un aroma dulzón y provocativo…y estaba segura que manaba de él, ya que solamente estábamos los dos en la habitación.
Edward Cullen era un especímen maravilloso, allí tumbando, con la parte superior de su cuerpo totalmente desnudo, era un reclamo para hembras en estado de celo.
-¿Cómo te sientes?.- preguntó con los ojos muy cerrados,y en su rostro una mueca de dolor.
-¿Yo?.- me acerqué levemente al lecho.- Bien.Pero tú…¿mi sangre te ha contaminado?.- pregunté dudosa.
Él ante esta pregunta, dibujó una tenue sonrisa en sus labios sensuales y abrió los ojos, para mi.
Me quedé prácticamente sin respiración,( si en realidad, respirara), aquellos ojos rezumaban deseo…pero este no era como el que me profanaba Aro…era diferente. Quise huir de allí, pero algo me sujetaba al suelo, paralizada, absorta en aquellos ojos, que se habían vueltos oscuros de puro deseo.
-No, no me has contaminado, Bella, pero necesito que cures mis heridas así como yo lo hice antes, presiento que sólo tú puedes hacerlo, ¿lo harias por mi?.
-¿Heridas?.- pregunté aterrada.- ¿te hice daño?.- me lancé a la cama y sin darme cuenta si quiera, se me olvidó el cobertor por el camino, mi cuerpo casi desnudo rozó el suyo y una especie de calambre, nos hizo mirarnos a ambos.
Un jadeo salió de los labios del hombre y yo toqué el vello de su torso, intentando ver lo que habia escondido tras él.
Me llevé las mano a la boca, completamente alucinada…
-Tienes unas letras, Edward…yo te he infectado de mi enfermedad…- un sollozo involuntario salió de mis labios y él se semiincorporó, abrazandome.
-No. No es eso, no me has infectado de nada. Ahora solamente, lame mis heridas, Bella ; igual que hice yo con las tuyas.- dijo en un susurro envolvente, como una promesa hecha a fuego.
Su pecho rozaba el mio y su boca estaba extremadamente cerca de la mia,un suspiro, con aquella dulce fragancia salió de sus labios y cerré los ojos embotada, de algo que se me escapaba completamente.
Un revuelo, hizo que nos volviéramos hacia la puerta.
Me puse en pie y agarre de nuevo el cobertor.
-Mierda…-susurró Edward.
-¿Qué pasa?.- pregunté en un siseo.
-Por lo visto, todo irá mucho más rápido de lo que pensamos mi reina…han llegado los licántropos, estoy intentado escuchar, como han sabido que estamos aquí….el hechizero y el macho alfa de la comunidad de Lapush, han traido consigo el decálogo….-una vez mas, estrelló su espalda en el colchon, victima del dolor.
Abrí la puerta y me quedé asombrada, ante lo que veian mis ojos.
Una anciano , me miraba con cara de pocos amigos y junto a él, habia un joven, magnifico, ¿hoy era el dia de “ sin camiseta”? Aquel ejemplar masculino, iba con unos pantalones, tan solo y estos se pegaban tanto a él como una segunda piel.
-Hemos llegado a tiempo.- dijo el anciano, a quien miré sin comprender.- Llevatela, Jacob,ella no debe estar aquí.
El joven estrelló la mano en mic cintura y me asió en brazos.
Lo miré a los ojos, aquellos ojos negros como el carbón y suspiré.
En mi vientre ardia , la dicha de ser poseída…después de tantos años…por aquel magnifico hombre que me llevaba como si de una novia se tratase, la anticipación del deseo, era algo que habia conocido en muy pocas ocasiones; y hacia tanto tiempo que ya no lo recordaba, apoyé mi cabeza en su hombre y sonreí, él desvió suavemente su cabeza y yo miré a hurtadillas su boca, recta y perfecta; sonreía……


Continuará…

sábado, 25 de diciembre de 2010

Son Flores para Bella

CAPITULO 4
-Ya está.- entró la madre diciendo en el salón.
Edward se había olvidado en aquel instante de sus ansiosas clases de alemán , y por supuesto de Bella.
Pensaba que iba a salir tan pronto pudiese, pues tenia una enorme juerga con unos amigos.
Tampoco le dio importancia al tibre del teléfono, ni oyó la conversación telefónica que su madre sostenía desde una salita continua al salón.
-Me miras como si no me comprendieras.-Le dijo Esme a su hijo.
-Y no te comprendo mama.
-Me refiero a tus clases de alemán.
-Ah.
Y Edward se levantó de un salto.
La madre le miró una vez más.
-Hijo, que manchas tienes en el pantalón.
-Una majadera, pasó hoy junto a mi,conduciendo una chevy del año catapún y me salpicó de barro.
-¡Que descuidadas! Como te decía…

-¿Cuándo empiezo?
-Mañana.
-Eres un sol, mamá.
-Pero tendrás que ir tú a su casa.
-¿Si?
-Bella no puede venir aquí y me temo que si accede es por la amistad que nos une a Ruth y a mi.
-Claro.
-De modo que ya sabes. No te comprometas a nada a las nueve y media de la noche. Te dará una hora de clase diaria, salvo domingos y jueves.
-¿Y porque no el jueves?
-Todo el mundo tiene derecho a un dia de descanso, Edward.
-Perdona,claro.- mojó los labios con su lengua.-Supongo que accedería por se tú amiga de su madre…
-Eso ya no importa. El caso es que te has salido con la suya y que en realidad necesitas mucho esas clases. Ten presente que te vas a enfretar con unos soicos que casi desconoces y si empezais a colaborar con los alemanes, si tú conoces el idioma, sabras a ciencia cierta que movimientos se realizan en en la sociedad.
Cierto, él era un buen ingeniero. O pensaba llegar a serlo. No estudió por deporte, si no para defender sus intereses, pero aparte de ingeniero y socio de una compañía, era también hombre y el hombre era quien pensaba en aquel momento.
El hombre que pensaba en Bella, que casi parecía tenerla delante. Que la llevaba en la mente, desde que un dia, no sabia cuando, no demasiado, la vió en una sala de fiestas bailando con aquel hombre llamada Michael Newton, muy atractivo, pero que a él, particularmente le resultaba un gilipollas.
Despues fue fácil enterarse de quien era Bella y las relaciones que la unian a Michael Newton.
Lo demás ya fue cosa de convencer a su madre, sin decirle por suspuesto, que además de la bonita profesora, le interesaba también la mujer, que era aquella profesora.
-Desde luego mamá.- dijo para terminar.- Me interesa no sabes como, estudiar alemán.
-¿A dónde vas?.- preguntó la dama al verlo tomar dirección hacia la puerta.
-A la cama . Tengo un sueño atroz. Por favor mamá, no pases para mi cuarto como haces otras veces. Me despiertas y luego pillo un insomnio insoportable.
-Buenas noches hijo. Así me gusta que no trasnoches. El dia que tengas una novia, ya me apresuraré yo en decirle el tipo honesto que eres.
-Gilipolleces, mamá. No creo que salir por la noche haga que un hombre deje de ser honesto.
-Pero hijo, tus costumbres..tus sanas costumbres me maravillan.
-Gracias mamá.
El muy mentiroso salió, subió las escaleras que le conducían a su cuarto, y con las mismas bajó sin hacer ruido.
En el vestíbulo, casi junto a la puerta, se tropezó con la doncella .
-Señorito Edward.- siseó esta.
Edward le tapó la boca.
-O te callas o te…
-Señori..
-¿No te digo que te calles?.- ajó la voz.- Estoy en mi cuarto ¿te enteras? Durmiendo ¿te enteras?.
-Sí. Si… señorito.
-Pues andando.
Y le propinó una palmada en las posaderas.
-¡Señorito!
-Hala, a callarse.
Despues salió disparado.
Tenia el volvo junto a la cochera, pensó en cogerlo, pero se abstuvo aquella noche, su madre podía oírlo.
No es que su madre se oponiese a que él saliese, pero prefería que desconociese sus evoluciones nocturnas.
-Pescaré un taxi ahí cerca.- farfulló entre dientes.
Saltó la verja sin abrila, porque chirriaban sus goznes y se lanzó a la calle.
No había taxis por allí y a grandes zancadas, dentro de sus ropas negras nada elegantes, con aquella desenvoltura suya y aquella delgada silueta, se encaminó al bar donde, en la trastienda, con unas chicas lo esperaban sus amigos.
El no era totalmente un golfo¡que disparate! Pero le gustaba vivir…
Empezó a vivir…como decía él, muy joven, ya antes de morir su padre; él ya hacia sus pinitos sexuales sin ninguna dificultad; se le daba bien las chicas…muy, muy bien.
Tenia sus amigas particulares con derecho a roce, pero jamás pensó en el matrimonio.
Pero un dia conoció a Bella.
Sí, sí, al ver a Bella uno pensaba en el matrimonio. En una sola mujer para toda la vida. Aunque él era del tipo de hombres que se acostaba con una mujer que fuera una belleza y se le insinuara… y se le insinuaban muchas.
Se había acostado con muchas, a sus 25 años… para pasar con ellas un dia, una hora o doce minutos en el lavabo de una discoteca. Pero no para pedirle matrimonio a alguna de ellas.
En cambio con aquella chicas llamada Bella…todo era distinto.
Por eso intentaba por todos los medios conocerla más. La primera vez que habló con ella, fue cuando le salpicó, no hacia ni cuatro horas.
Le gustó más.
Le gustó su voz, su forma de mirar, la manos delgadas, personales, el pelo de un tono caoba, su aroma a fresas, y el acento de su voz que era distinto.
Distinto para él.
No sé explicaba por que razón aquel novio no la había hecho suya y se había casado con ella.
Porque en el pequeño pueblo de Forks, todo se sabe; y él sabia que Bella seguía siendo virgen en manos del bastardo aquel… que más sino le debía un enorme favor.. la había estado conservando para él. Para tenerla él en sus brazos y no su actual novio. El mojigato.
O quizás era Bella la que no había querido entregarse.
Apareció en el bar y uno de sus amigos se le abalanzó encima.
-Diablos, Edward, muchos has tardado.- lo asió por el cogote.- Vamos, vamos. Veras que plan. Te van a gustar todas. Hay seis.
-¿Y nosotros cuantos somos?
-Siete.
-Nos falta una.
-Que mas da. Tenemos una para dos y en paz. Vamos pasa. La juerga empieza.
En aquel instante Edward se olvidó de Bella y de que al dia siguiente, empezaría a conocerla mejor. O por lo menos conocería algo.
Es lo malo que tenia Edward. Por una cosa, casi siempre olvidaba otra, aunque luego al pasar la primera, olvidara la segunda..
-Vamos.- masculló.- Tengo ganas de pasarlo bien.





Bella volvió a mirar el reloj
-¿Por qué tienes tanta prisa?
-Empieza hoy una clases. Es decir, empieza por que la doy en mi casa.
Mike tenia ganas de enfadarse.
Ya se había enfadado con su madre nada mas llegar de viaje.
Él tenia unas ganas horribles de casarse con Bella y hacerla suya, una vez cumplido el pacto que hizo con su madre, años después que se enterara que su padre, había dejado embarazada a una chica antes de casarse y Mike tenia un hermano bastardo que se llevó media fortuna heredada, cuando su padre murió.
Se casaria primero con ella y luego la haría suya; lo estaba deseando.
Pero su madre siempre le daba largas al compromiso, nunca tenia tiempo suficiente para ir a casa de Reneé.
Siempre ponía algún tipo de obstáculo. Su madre no tenia ni un domingo libre y ciertamente ella misma lo lamentaba.
No obstante, aquel dia, es decir, aquella misma tarde, se enfadó mucho con su madre. Sin motivos; lo reconocia.
Trabajaba mucho en la tienda de deportes. Dos dependientas y un cajero, pero al cajero aquel dia , le dio por pillar la gripe y él llegó deseoso de ver a Bella y correr a sulado, hala, su madre le pide que haga caja.
Por eso se enfadó y por eso llegó a la cita con Bella cuando ésta ya estaba desesperada y estaba a punto de marcharse.
-¿Otra mas?.- chilló Mike deteniendo el caudal que tenia en el cerebro.
-¿Qué pasa? ¿Qué tienes tu en contra de mis clases?
-Son mi mayor enemigo.- volvió a enfurecerse Mike.
Bella lo miró con calma.
Se hallaban en una cafetería, al fonfo, ante una apartada mesa, donde se veian todos los días cuando él salía de la oficina y Bella terminaba sus clases.
-NO digas tonterías, Mike. Tu mayor enemigo eres tú mismo. En realidad.- mostró el reloj.- mira hoy te he esperado casi una hora. Estaba a punto de marcharme cuando apareciste.
-Tenemos al cajero enfermo.
-Ah…¿eres túcajero?
-Bella, no uses conmigo esa guasa.No soy cajero, pero si es preciso y se me necesita lo soy. Y también dependiente.
-Claro.
-¿Qué significa ese claro?
-Mira,Mike, a mi tus problemas internos, no me interesan en absoluto. Si estas de mal humor para venir a mi lado, métetelo en la manga. Yo también estoy cansada y me aguanto.
-Cada dia tú y yo andamos peor. Precisamente hoy he hablado yo con mi madre, de nosotros dos.
-Ah.- le miraba con una ingenuidad burlona.- tienes que tratarlo con mama…
-Bella, esa burla.
-Es que mescompones, Mike. Hablar con tu madre ¿de que?
Mike dominó su ira.
Porque él amaba a Bella.
Laamaba bien.
Bella era para él, la novia pura de cinco años antes. Con Bella no servían ni pasiones ni tentaciones. Las dominaba todas… hasta la noche de bodas.
Aunque le hubiera gustado que fuese más apasionada. Era fría. A veces lo impresionaba lo tremendamente fría que era.
-La petición de mano.- dijo al fin.
Bella sonrió.
Mil veces anunció Mike, aquella petición de mano. Mil veces en los cinco años de relaccion . Ya era una guasa.
Una guasa que la hería y la dejaba más fría cada dia.
-Está bien.- decidió terminar, porque estaban llegando las manecillas de su reloj a las nueve y media.-Manda a tu madre a mi casa cuando gustes. Siempre será bienvenida
-¿Qué supones que es mi madre la que tiene la culpa?
-¿No crees que eso lo hemos tratado ya?
-Pero es que mamá no tiene la culpa te digo. Tengo que hacértelo comprender.
-Dejalo, Mike. De momento no puedo quedarme a discutir. Mira el reloj.
-¿Es primero tu alumno que yo?
Bella se puso en pie con mucha calma.
-Tengo que irme Mike, si quieres , mañana, aquí mismo, y hablamos de eso otra vez.
Mike pagó y salieron juntos.
-Vas muy callada,Bella.
Nunca la conocería bien.
Nunca sabia Mike cuando ella estaba harta y cuando deseaba un beso.
Al principio Mike la conocía mejor y empezaba a pensar que ello se debía a que ella misma no se conocía nada, a que era ingenua como una niñita.
-En realidad me duele un poco la cabeza.- dijo para evitar la conversación.
Mike la sujetó del brazo y la apretó contra si.
-El domingo iremos mi madre y yo a tu casa.
¿Para que demostrarle su duda?
-Bien.- dijo.
-Yo te quiero Bella, te quiero y te deseo como nunca he querido desear a nadie.
Ya lo sabia.
Pero tampoco se lo dijo.
-Tengo muchas ganas de hacerte el amor Bella.
Al llegar hasta la verja, Mike no la soltó.
Alcontrario la apretó más contra si.
-Bella…
-Para Mike.
-Hace días que venimos enfadados ni siquiera nos besamos.
Bella se dejó besar y después metió la mano en el pecho de ambos.
-Buenas noches, Mike.
-Oye Bella estas helada. De un tiempo a esta parte…
-Tengo que irme Mike…
-Nunca hablamos de nosotros dos.
-¿No?
-Bueno, quiero decir, de nuestro amor. Tú…no me haces ningún caso.
Le haría cada dia menos.
Mike era el hombre, que ni pintado, para ser hijo único célibe.
Y ella presentia que así se quedaría. Célibe, lo cual, dicho en verdad, la heria, y no por ella, si no porque Mike tenia madera de buen marido y amante, pero la madre de Mike no tenia madera de suegra…
-Hasta mañana Mike.- dijo sin responder.- Nos vemos en el sitio de siempre.


Continuará…

jueves, 23 de diciembre de 2010

La hermana Isabella

CAPITULO 10

Bella Pov
No podia creer lo que estaba pasando allí. Aquello era como un deseo incontrolado de mi propio subconsciente.
El Coronel Edward Cullen me habia besado y de que manera…mis labios latian como si fueran mi corazón, incluso podia decir que al mismo compás.
Al oir sus palabras, cuando se hincó de rodillas ante mi, pidiendo matrimonio, creí que me iba a desamayar de la impresión.
Yo… yo no estaba dispuesta a casarme con un hombre autoritario hasta el punto de hacerme perder la cabeza…
Pero su belleza era innegable y aquello era como una tentación del mismísimo diablo. Sus orbes verdes me hipnotizaban por completo, y me hacian sentir cosas que juraría que eran ofuscadamente pecaminosas.
Renació otro nuevo cuerpo en mi, arrastrando la piel del antiguo. A cada caricia y beso suyo, habían desprendido la gruesa capa de mi virtud, y dejando a sus deseos la de la mujer deshinibida que procesaba con aquel contacto suyo.
La voz de Victoria me hizo, escapar de aquella pesadilla pecaminosa y barata de cuento de hadas.
-Bravo, Edward…¿te vas a casar con la monjita sin haber roto primero con tu prometida?.- la voz de ella estaba cargada de ironía y de desprecio ante mi; lo notaba.
-Es la madre perfecta para mis hijas… Victoria…- su mano me habia posicionado detrás de él y me mantenía en su espalda, como si aquella mujer fuera a atacarme de alguna manera que tan solo él sospechaba.
Tardé unos minutos en procesar la frase que habia sentenciado el coronel.
Obnuvilada por sus besos prolongados y su tacto viril y desconcertante, observé como la mujer que tenia justo de frente a nosotros se llevaba la mano a la boca y dejaba escapar una risita nerviosa.
-¿La madre para tus hijas…Edward? ¿ Para eso la quieres? ¿De niñera? Si es asi, dejala donde está ubicada ahora. Sabes perfectamente que esa monjita no da la talla para estar con un hombre de tu gallardia y virilidad.
Un rumor silencioso fue mezclándose con mi sangre, convirtiéndose así en una mezcla potencial de pura rabia.
Cogí el brazo del coronel que me aferraba, pegado a su espalda y lo moví , haciéndolo jadear de dolor.
Lo miré iracunda y dí un fuerte pisotón en el suelo de granito, impecablemente pulido.
-Coronel, señora. Les ruego me dejen en la intimidad de mi habitación, por un breve espacio de tiempo. Es un ruego.-De repente,me retracte de mi palabra y pensé en marcharme, con firme decisión.
Caminé hacia mi maleta y la cogí ccomo si ella me guiara hacia la salida.
Miré a ambos y bajé la cabeza pasando justo por en medio de los dos.
Alguna fibra en mi corazón se partió al mirarlo a él.
Ella me miraba como si me hubiera derrotado en algo que yo no estaba dispuesta a librar…una batalla perdida en la que otra seria la ganadora y yo perderia todo… hasta el punto de odiarme a mi misma.
Me paré justo después de haber pasado al coronel .
-Busquese otra niñera para sus hijas, coronel … madre para sus hijas solo hay una y está descansado junto a nuestro padre,allí arriba.- dije, alzando una mano al cielo.
-Bella…-susurró él, como en una promesa rota.
Victoria se acercó a él: lo sé porque oí sus pasos detenerse justo detrás mio.
-Le despediremos de las niñas, hermana. Ahora si es su gusto marcharse, marchese, ya intentaré yo organizarme con ellas.
Sonreí apesadumbrada.
Con la cabeza gacha y los ojos henchidos de lágrimas solo pude decir, atragantándome con mis propias palabras.
-Les deseo lo mejor, y por favor…díganles a las niñas que vayan a visitarme..por favor.
Me paré ante la puerta abierta y suspiré, crucé el umbral de la puerta sin despegar la vista del suelo.
Cuando la brisa me dió en la cara; al contacto con el exterior, sentí que de mis ojos se desprendían unas lágrimas de dolor.
Cuando estuve al frente de la enorme fuente de piedra, me giré hacia la balaustrada y recordé la bienvenida que me hicieron todas ellas.
Corrí hacia el camino de la verja y allí en un ostentoso coche ultimo modelo de la época, me esperaba el chófer del coronel para llevarme de vuelta a la abadia, a mi casa , a mi hogar.




FIN DE LA PRIMERA PARTE.



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SEGUNDA PARTE




Alice Pov.
Han pasado muchas cosas desde que Bella se marchó.
Tantas que me duele tan solo el pensarlo…
Papá, se ha vuelto mucho mas ruín y autoritario desde que ella se marchó.
Todas creimos que una vez ella se marchó, él iria en su busca inmediatamente, pero nos equivocamos.
Echó casi a patadas de Victoria de la masion y ahora de nuevo estaba solo; con nosotras.
Rosalie estaba preparando, con toda la ilusión de una futura esposa, los arreglos para su futura boda con el señor Emmet MacArty.
Él ha sido lo único que queda, después de la marcha de Bella.
Rosalie y él, se enamoraron casi a simple vista en el corredor de la entrada de la sala de música, y el hombre rogó a papá seguir visitando nuestro hogar para tener la dicha de ver y cortejar a Rosalie.
Mi hermana es quizás demasiado joven para contraer matrimonio. Pero en el amor ya se sabe… a veces la edad no importa.
Mamá y papá también contrajeron matrimonio a una edad muy temprana.
Papá en uno de sus paseos a caballo por la villa; se cayó quedando cojo de una pierna; ahora a una edad muy prematura, arrastraba su pierna derecha y a veces cuando saliamos a la ciudad, se ayudaba de un elegante bastón que incluso se le hacia ver, más sensualmente atractivo para el sexo opuesto.
Yo ponía los ojos en blanco cada vez que una viuda rica, se le insinuaba de la manera menos elegante posible.
El rostro de mi padre, era el rostro de dolor… y según decía mi hermana Rosalie, todo era por la marcha de Bella.
Ahora las cosas han cambiado tanto, que hay un clima de crispación en mi casa, que tensa las paredes.
Papá, va a contraer matrimonio con una joven de las tierras colindantes a la tierra de Ewenow.
Todo es un trato comercial.
Aquellas tierras siempre han sido de mis abuelos; los padres de mi madre, pero al morir ellos y no tener mas hermanos mi madre, pasó a manos de un tio de ella.
Ahora…después de tanto tiempo, nos habíamos enterado que mamá ,tenia una hermana ilegitima, que habían matenido en secreto por el miedo de las personas que la cuidaban.
El paraje de Ewenow, era sencillamente maravilloso y mi padre no quería que se perdiera en manos de un hombre que nada tenia que ver con la familia. Ya que si la hermana de mi madre se casaba; pasaría a su marido, no a ella.
Escribió a los tutores de mi tia ilegitima y la pidió en matrimonio.
No sabemos nada de ella… solo sentimos un dolor muy grande por papá.
No sabemos lo que pasó cuando Bella se marchó; pero aquello debió de marcarlo más de lo que nos hacia ver; por que desde ese mismo dia no fue el mismo.
Rosalie y él se llevaban a matar…y Carlie, le huía de todas las maneras posibles al ver su estado de crispación permanente.
Dentro de una semana será la boda de papá , y dentro de un mes la de Rosalie.
Ella vivirá aquí con Emmet… y nosotras , mi padre y mi tia, nos marcharemos a la casa solariega de Ewenow. Es un hecho que será así.

A veces, pensábamos, hablando entre todas nosotras, que se nos desdibujaba el rostro de Bella con el tiempo, y nos dimos un rato cada viernes, en tratar de recordarla tal y como era , un ángel igual que mamá.
Dios sabe que fuimos infinidad de veces a estrecharla entre nuestros brazos, pero aquello fue imposible.
Bella se habia marchado de la abadia poco tiempo después de volver a ella.
La abadesa del convento, nos decía que los designios del señor eran inescrutables y que sin duda, Isabella habia encontrado el camino de su vida, muy lejos de las paredes de aquel convento.
Papá pagó, los costes de todo el terreno colindante de la Abadía, no iba a permitir que Victoria echara a las monjitas de allí, ellas que se habían portado tan bien con nosotras y con mi mamá.
Papá por lo que sabíamos también habia ido a visitar a Bella poco después que nosotras le dijéramos de su marcha del convento.
Ese dia fue el que cayó del caballo.
Ahora estamos con los preparativos de las dos bodas y yo…
Escabulléndome como puedo de papá para tener encuentros amorosos con Jasper al que amo con todo mi ser…

Continuará…

martes, 21 de diciembre de 2010

Casanova

CAPITULO 2



Edward Cullen, miró con atención aquellos ojos color caramelo. Hizo una mueca con sus labios y acarició la mejilla de su madre, en un acto cariñoso.
-Lo sé, mamá. Voy a descansar. Necesito estar estar en plenas facultades, para ver a mi futura esposa.- esto último, lo dijo , con una convicción que dejó impresionado a Carlilse, quien miraba la escena atónito.
-Edward…podemos tirar todo hacia atrás.- Carlisle caminaba hacia su hijo. Puso una de sus manos en el hombro de éste y lo apretó levemente.- No sabes nada de ella. Ni si quiera sabes el aspecto que tiene.
Edward cerró fuertemente los ojos y rememoró la imagen de aquella niña en su memoria.
Era una niña preciosa. Suave y delicada, como una flor.
Suspiró.
Sus padres no tenían ni idea,de la manera en que se había hecho con el futuro de Isabella Swan.
Charles Swan fue el constructor el constructor de la casa que tenían en la playa.
Edward había decido que debia de planificar algo perfecto, para que una vez él le emitiera a sus padres la noticia, no lo vieran excesivamente raro.
Aunque lo era. Era algo inconcebible.
Despues de ganar a Isabella en la partida de cartas. Selló con Charles un documento ante notario. Éste lo hacia dueño de la niña , cuando cumpliera la mayoría de edad.
Edward, no recogió el dinero que había tirado en la mesa del salón de juego de Lady Marian.
Miró al hombre abatido y masculló algo entre dientes antes de marcharse.
-Tendras noticias mias.- le dijo antes de cruzar el umbral de la puerta.
Y así fue.
Los esbirros de su tio Aro; el hermano de su madre, habían hecho sus pesquisas, acerca del hombre.
Estaba prácticamente en la ruina y decidió que debia darle un empujocito al bienestar de su dulce prometida.
Convenció a su madre para que se construyera al lado de La push, una casa en primera línea de playa. Charles Swan fue el encargado en hacer los planos y soliviantar los pagos con aquel trabajo; de su endeudada constructora.
Charles Swan, había dejado el juego, según las informaciones que le daban a Edward: Alec y Félix; dos de los hombres de su tio Aro.
Otra cosa diferente era Isabella.
La última visión de ella, era aquella foto de carnet de indentidad que habían robado de su ficha escolar, cuando cumplió 11 años.
Luego nada. El anonimato total.
Habia mandado a los dos hombres a Francia infinidad de ocasiones; tras las rejas de aquel carcelario colegio de señoritas.
Se había hecho los nudillos polvo; dejando correr su imaginación.
Bella ya había cumplido la mayoría de edad; y seguro que ya había hecho sus pinitos amorosos.
Eso lo sumía en un descontrol total de sus emociones.
Para intentar calmarse; corria en brazos de alguna de sus amantes o, la mayoría de las veces;. sacaba la fotito,plastificada que tenia guardada en la cartera y la miraba con devoción.
Recordaba cuando la vió por primera vez.
Una de sus múltiples amantes le había rogado que dieran una vuelta por el parque; antes de subir a uno de los apartamentos que tenían esparcido por todo el pueblo.
El parque de Forks, era una bella explanada verde, mullida y acogedora.
Se habían adentrado lo suficiente dentro de él, que sin darse apenas cuenta, habían llegado al bosque, y allí habían comenzado a dar rienda suelta a sus impulsos sexuales.
Tendidos en el húmedo manto verde, jadeaban nerviosos y excitados, tanto él como su madura acompañante.
-Creo que viene alguien.- dijo ella, rozando sus labios con los de él.
Edward miró hacia los lados y la vió de la mano de una mujer , que la miraba sonriente.
Parecia irreal. Caminaban lentamente y su ondas perfectas le acariciaban la cara tan cremosa como la leche.
Tragó y se sintió un pervertido. Era tan solo una niña…pero había algo en aquella niña que lo descolocaba completamente.
Se quedó prendado de su cándida mirada chocolate y de sus labios llenos.
Puso las manos encima a su amante y la posicionó a su lado. No debían ser vistos
La niña y su acompañante, se marcharon, y si los vieron, no hicieron ninguna señal que les diera motivos para pensarlo.
-Vamos a mi apartamento.-dijo él, alzando su cuerpo y ofreciéndole la mano a ella, para que lo hiciera también.
Su amante le sonrió y se fueron caminando lentamente hacia la zona residencial donde Edward tenia uno de sus apartamentos
Aquella noche soñó con una mujer perfecta…una diosa que veía de espaldas, con un camisón de finos tirantes, de raso azul.
Él estaba estirado en una cama descomunal, y sin poder moverse, ante aquel espectáculo tan erótico; miraba a la mujer como llevaba las manos a los pies, para deslizar una sensual media a lo largo de su perfecta pierna.
Quiso levantase y verle el rostro, pero algo se lo impedía, y no sabia el qué…
Despertó sudoroso y solo.
Su amante se había marchado.
A partir de aquel momento; saber la vida de aquella niña había sido su obsesión.
Fue una suerte, en cierta medida, saber que el padre de Isabella era un jugador empedernido.
Eso fue una gran baza, puesto que a él también lo tentaba el juego..y mucho.
Sabia hasta donde podia llegar la enfermedad de aquel hombre…y se aprovechó de aquella circunstancia.
Volvió a la realidad y miró hacia su padre con total convicción.
-Quiero que sea mi esposa. De verdad, lo quiero papá.
Carlisle, bajó la vista apesadumbrado y suspiró.
No entendía los motivos que podia tener su hijo para casarse con una adolescente que no había visto en su vida.
Su hijo ya era una hombre de 29 años, responsable, hasta el punto que él sabia.
-Ve a descansar, anda. Le dijo su padre.- ¿O quieres asustar a tu joven prometida, con esas ojeras que tienes?.- una sonrisa se dibujó en los labios de Carlisle y vió como su hijo subia las escaleras con lentitud.- Mas vale que descanses, hijo. Si no quieres que tu novia piense que eres un viejo cansado y sin brio.
Edward miró a su padre desde la altura de las escaleras. Una sonrisa maliciosa, cruzó su rostro. ¿cansado y sin brío? Jajajaja, ya le enseñaría a Isabella Swan, el brío, de sus caderas, cuando tuviera ocasión. Deshechó la imagen rápidamente de su cabeza y la sacudió , pesadamente mientra se dirigía a su habitación. Debia reposar su cuerpo y su mente. Queria deslumbrar a Isabella a como diera lugar….















El coche ya estaba aparcado en la casa de los Brandon.
Charles Swan ya había llegado para recoger a su hija, después de unas mini.vacaciones en casa de estos.
Habia llegado con su mujer Reneé, que se encontraba algo nerviosa, por la visita que harian, poco tiempo después de abandonar la casa de la amiga de Bella.
Charles hacia unos meses que no había visto a su hija.
Despues de acabar, sus clases, Ella y Alice Brandon habían abandonado Francia y habían pasadoen compañía la una de la otra. Dado el hecho que acontecería meses después de que Bella volviera a casa.
Se casaria con Edward Cullen.
Charles, pensó en él, como su verdugo y crujía los dientes de puro nerviosismo al pensar el futuro incierto que le esperaba a su hija.
Era bien conocido que Edward Cullen, era un hombre que no se satisfacía con una sola mujer. Saltaba de cama en cama, tanto como de las hijas como de las madres.
Jugador…y emparentado con la familia,Vulturi; uno de los nombres, mas mentados en el noticiario del mediodía.
Eran mafiosos.
Aunque nada tenia que ver con su familia.
Carlisle ejercía sus últimos años de profesión en una clínica privada.
Y Esme, era asesora de estilismo para grandes espacios.
El hijo había salido con la vena de sus tios…aunque había estudiado y había sacado la carrera de abogado.
La madre de Alice, los acomodó en un mullido sofá.
-Las niñas ya bajan. ¿Cómo se encuentran?.- dijo ella, muy atenta.
-Bien, señora. ¿supongo que mi hija no habrá generado ningún tipo de problema?.- preguntó Charles en tono grave.
La madre de Alice negó con la cabeza.
-No….no han dejado cosas adecuadas a su edad. Ayer noche, salieron a bailar. No llegaron muy tarde, y hoy..pues se han levantado un poco tarde. Eso es todo. Este mes en casa, Bella se ha hecho mucho de querer, señores Swan. Ella es especial.
Reneé, rompió a llorar y la mamá de Alice se aproximó a ella, cogiéndole ambas manos entre las suyas.
-Señora…yo con todos mis respetos; no creo que sea razonable lo que quieren hacer con su hija. Ella es joven y por lo poco que sé, odia a ese hombre.
Charles Swan abrió mucho los ojos y emitió un murmullo ronco.
-¿Lo odia?
Ella lo miró tierna, y creyó comprender.
-Ella ve noticias, lee las revistas esas de chicas… sabe como es ese hombre, que un dia está con una y mañana, con otra. No dudo que es un hombre terriblemente atractivo..pero creo que en esto eso no es suficiente. ¿Han pensado en Bella?
-Sí. No le faltará de nada.- Charles, carraspeó y se levantó rápidamente.-Quiero ver a mi hija, hace tiempo que no la veo y estoy deseando. ¿Dónde está mi Isabella, señora Brandon?
-Estoy aquí papá.- dijo una voz detrás suyo.
Charles y Reneé se giraron y emitieron un grito sofocado entre sus labios.
-¿Isabella?.- dijo su padre, acercándose a ella, lentamente.
-Sí papá, soy yo.
-Pero..pero..has cambiado…
-Su hija no quiere estar con ese hombre, señor Swan, y con todos mis respectos, creo que es lo mejor. Hemos trazado un plan. Esta es la imagen que tendrá para su carcelero a partir de ahora. Viendo lo que ve usted, dudo mucho que él tenga ganas de estar casado con ella mucho tiempo. Ni ya decir; querer tocarle un pelo.
Charles Swan miró a la señora Brandon y sonrió levemente.
-¿La idea ha sido tuya, Isabella?.- preguntó mirando a su hija, prácticamente desconocida.
-No, papá. Ha sido de Alice.
El hombre se sentó comodamente en el sofá y emitió una risa ronca, dirigiéndose a la señora Brandon.
-Tiene usted una hija, muy inteligente, si señor, muy, muy inteligente.
Sofocó su risa y charlaron animosamente durante un rato. Reneé miró el reloj y le hizo un gesto a su marido.
-Nos vamos. Les mantendremos informadas. Encantado.- saludó Charles a la señora Brandon y a Alice.
Cuando se metieron los tres dentro del vehículo, el padre, no hacia nada mas que medir a su hija con la mirada. Sonrió complacido.
-Vas a matar del susto a tu prometido, Isabella ¿lo sabes?
-Eso prentendo. Dudo mucho que esta noche siga prometida con el Casanova de Edward Cullen.
Rieron ambos.
Pero había una presencia que no reia. Era Reneé, ella no estaba tan segura de todo aquel plan, urdido por dos adolescentes. Ese hombre era muy astuto, y pronto veria los rasgos bellos de Bella, surgir, encima de aquellos embustes que rodeaban su cara y su cuerpo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

No Creo En El Amor

Capitulo 5




No tenía ni la más remota idea de lo que me había pasado cuando me desperté.
Yacía en el suelo tirada,con un dolor terrible. La parte superior del muslo, me ardía. Me quité el pantalón a duras penas, como pude y pude diferenciar claramente dos picadas de algún insecto; justo en la cara interna del muslo,apreté con saña las dos marcas, para proceder seguidamente con un alarido de dolor. ¡Joder!.
Una nueva percepción se ocupó en mi mente. Alguien me había inmovilizado y lo más importante y peligroso,alguien había entrado en mi casa.
Puro nerviosismo,intenté mirar que todo estaba en un sitio; las cosas de valor estaban intactas. Fui a la caja fuerte de Jacob y tal como en las películas, levanté el cuadro de encima de nuestra cama de matrimonio y allí estaba. Intacta.
Llamé a la policía. Antes de que darme cuenta, tenía allí a todos los que fueron compañeros de mi padre. Tambien llamé a Jake, pero su celular no estaba operativo. Podeis pensar que no tengo sangre en las venas; pero no me importó. Ya tenía claro que lo único que me unía a mi marido, eran mis dos hijos.
-Bella…no lo entiendo. No se han llevado nada…si tan siquiera se hubieran llevado alguna otra joya, o no sé un televisor..cualquier cosa.- El sargento Yorkie, me miraba frunciendo el ceño.-¿Estás segura que Jake no tiene papeles importantes aquí y tú no lo sabes?
Lo miré sin pestañear.
-Creo que no. ¡Ahh!.- Me llevé la mano a mi muslo y me contraje de dolor.
El sargento me miró interrogante.
-¿Qué te ha pasado,Bella? ¿Te han atacado?
-No lo sé…pero esto no lo tenia antes del altercado,sargento.- Le dije compungida por el dolor.
-Te llevaremos al hospital. Ha llegado un médico nuevo, que hace más horas que un reloj.- Me dijo dedicándome una sonrisa.- No te preocupes, Bella, haremos todo lo posible por saber quien ha entrado en tu casa y porqué razón.
Yo asentí ligeramente, víctima de la preocupación.
Me senté en uno de mis sofás biplazas y me dediqué a observar todo lo que hacían los policías; unos sacaban huellas, otros tiraban fotografías y yo no hacia nada…sólo pensar que mi vida se había convertido en una real mierda.
Pensé en llamar a mi madre para que fuera a buscar a los niños al colegio; yo tenía que ir al médico,aquéllas dos punciones ya no me dolían; pero me molestaban enormemente.
El teléfono de mi madre dio un par de timbrazos y luego descolgaron.
-Reneé…es para ti.- Fantástico.era él.
Pude escuchar como mi madre se acercaba y cogiá el móvil.
-Supongo que no estás en casa…si no hubieses visto todo el trajín que hay aquí montado.- Le dije con fingida naturalidad.
-No, Edw…
-No…mira, mamá..no me interesa donde estes con ese..bueno te llamaba para pedirte un favor ¿Puedes ir a buscar a Jared y Emily?
Un silencio inundó la línea teléfonica.
-¿Qué pasa Bella?.- Inquirió mi madre nerviosa.
-Nada,mamá. Por lo menos nada que entre en tus preocupaciones….Alguien ha entrado en mi casa y he perdido el conocimiento.- Al recordar esto, a Bella se le pusieron los bellos de punta. Aún sentía en su piel el aliento contenido del indivíduo, en su cuello para ser más exactos y la firmeza de la mano de él sobre su cara. Le entró un escalofrio.
-¡Ay,Dios, hija mia! ¿Estas bien? ¿No te han hecho nada? Cariño. ¿Se lo has dicho a Jacob?.- La voz nerviosa de mi madre, me fastidiaba terriblemente.
-Tranquila, mamá. Bueno al caso ¿Iras a por los niños?
-Si ,nena, tranquila, le pediré a Edward que me lleve.
Iba a decir algo .¡Lo juro! Pero me contuve, me iba a hacer un favor y dada las vueltas que estaba dando mi vida ¿Qué más daba ya?
-Vale….
Me colgó.
-Increible….-susurré.
Ya apenas quedaba nadie en casa. Casi todos los polis, se habían marchado ; sólo quedaba Yorkie, que me esperaba para conducirme como buen amigo de mi padre que era al hospital de medicina general de Forks.
Ya en el coche de policía,intenté ponerme nuevamente en contacto con Jacob,pero como siempre; no fue posible.
El trayecto fue silencioso. Miraba absorta por la ventanilla del copiloto.
-¿Cómo está Charlie, Bella? .-Me dijo él , manteniendo la vista fija en la carretera.
Yo le miré y le sonreí,tímidamente.
-Él está bien. Sólo pero bien…A veces es mejor estar sólo que mal acompañado.- Tambien pensé que aquello me lo podía dirigir también a mi persona. Mi vida con Jake,hacia aguas; aguas turbulentas.
-Me alegro. Sabes que siempre le tuve mucho afecto….mira ya hemos llegado. ¿Quieres que te acompañe?.- Me dijo servicial.
-No.sargento; no hace falta. Váyase tranquilo. Puedo andar perfectamente. La verdad ahora casi no me molesta. Creo que he venido para nada.- Dije, saliendo del coche patrulla.
Yorkie, se despidió de mí muy afectuosamente y yo me dirigí con paso seguro hasta la entrada del hospital.
En el primer mostrador de la entraba, había una enfermera que hablaba mirando hacia el techo y sonreía ridículamente. Me planté delante de ella y carraspeé.
Ella se dignó a mirarme, tapó el auricaular con la mano y me dijo:
-¿Qué le ocurre?
-Quiero que me vea el médico de urgencias. Tengo dos picadas, que la verdad, me han causado mucho dolor en un primer momento, luego quemazón, picor, y ahora mismo, casi no las noto. Aparecieron de repente.- Obvié lo que había ocurrido en mi casa.
Me miró de arriba abajo y me señaló una sala con el dedo.
-Déme su tarjeta sanitária. La llamaran,señora… Black
Anduve unos pasos y me detuve para dirigirme a ella de nuevo
-Soy Swan,señorita.- Ella ni me miró y asintió con la cabeza, creo que no me escuchó siquiera.
Me dirigí a una pequeña sala, donde nos miramos lo unos a los otros. Me senté en una silla de plástico y esperé.
-¿Señorita Swan?.- Preguntaron por megafonía.
Me levanté lentamente y me dirigí hacia la puerta de donde, hacia breves segundos había salido una chica suspirando y cogiéndose ambas manos a la altura del corazón. Salia ensimismada.
Entré y me senté delante de la mesa del escritorio, en una bonita silla color crema.
-Isabella Swan, bien ¿Qué te ocurre?- Abrí muchos los ojos y tragué en seco. En un acto reflejo miré la placa identificatoria. “Carlisle Cullen”. Joder. Mierda. ¿Todos los Cullen se habían puesto de acuerdo en hacerme la vida desagradable o qué?
Por lo visto todos se habían puesto de acuerdo para conocerme en cuestión de horas. Primero el amante de mamá, luego la maestra de Alice y ahora por último el doctorcito.
-Mire.- Me bajé los pantalones sin ningún pudor y le enseñé las dos marcas.
Pudo ver un rápido reflejo de preocupación en aquellos ojos…espera eran del mismo tono que los de la gatita Cullen, la profesora de Emily. Pero enseguida desapareció. Los tocó y me dio una palmadita en el muslo. Me lo quedé mirando fijamente. ¿Qué prentendia,aquel hombre?
-No es nada. ¿Has sentido escozor? .-Me preguntó. Apuntando datos en una hoja.
-Lo que he sentido es dolor y luego quemazón: el picor ha llegado mucho después.- Le dije secamente.
-Tranquila, no es nada. Compra esta pomada y todo estará solucionado.- Me dedicó una gentil sonrisa y me ruboricé. Ahora entendía a la muchacha que había salido hacia breves instantes de la consulta del doctor. La había encandilado. La verdad es que el doctor era todo un bomboncito. ¿Qué coño estas diciendo, Bella?
Me levanté y me despedí. No sin antes ofrecerle mi mano en señal de cordialidad. Él no tenia la culpa de ser pariente del tal Edward…Argh..
Al sacudir la mano, sentí el helado tacto de su piel y me dio escalofríos. Era igual que Alice. Una pregunta inundó mi mente. ¿Qué clase de parentesco tenia con el tal Edward? ¿Su hermano?..
-¿SÍ…Bella?.- Dijo él, intentando soltarse de mi agarre.
Mierda, me quedé en las nubes como siempre…
-Me preguntaba..¿Qué clase de parentesco tiene con Alice y .- Me costó decir su nombre; pero al final lo hice.- Con Edward.?
Él me miró fijamemente y me sonrió.
-Son mis hijos.
-¿Sus hijos? Es imposible..Es usted muy joven,debe ser más joven que yo incluso.- Me sentí, nerviosa sin motivo aparente.
-No te fies de las apariencias, Bella.jejej, sin duda soy mas viejo que tú ; no lo dudes.
Suspiré y le sonreí tímidamente.
Me fui de allí con la intención de no volver aunque me estuviera muriendo.


Al llegar a casa. Despues de coger dos autobuses de línea y correr como una loca para que no se me escaparan, me encontré con mi madre y su amante jugando con mis hijos.
Cuando cerré la puerta, lo hice lo más fuerte que pude y con paso firme y decidido me puse delante de ellos.
-Mamá…ya pueden marcharse.- Le dije mirando a mi madre a los ojos.
-Tus hijos son maravillosos,Bella.- La voz de él me cabreó muchisismo.
Me acerqué a Emily, que jugaba con él y la aparté, rodeándola con mis brazos.
-Ya pueden irse.
La voz de Emily me conmovió.
-Mamá…Edward, me ha dicho que me va ayudar; es maravilloso,¡Es el hermano de Alice mama! ¡Como tu dices el mundo es un pañuelo!.- Miré a mi hija y acto seguido miré al hombre.
Todos los malditos Cullen tenían los ojos del mismo color. Un dorado intenso;hipnotizante.
-Le he dicho que voy a ser su profesor de refuerzo.¿Lo soy no?
Lo miré con odio puro y duro y afirmé con la mandibula apretada.
-Sí.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Son Flores Para Bella

Capitulo 3



Reneé recibió a su hija bajo el mismo porche.
Vivian en una avenida residencial. Un chalecito pequeño, alineado a otros muchos.
-¿Qué pasa mamá?-Salto Bella de la camioneta, preguntando, pues era raro que su madre, con aquel frio estuviese bajo el porche.
-Estoy muy contnta.- exclamó Reneé, besando repentinamente a su hija.- Muy contenta, Bella.
-¿Qué pasaa distinto a otros días mama?
-Mira.- y empujó la puerta y mostró el vestíbulo y al fondo la puerta abierta del living.
-¿Flores?
De Mike.
Bella frunció el ceño.
No había visto a Mike aquel dia.
Muy de mañana cuando ella salía, recibió una de nota de Mike enviada por un botones de la tienda de su madre. La nota decía “ No podré verte hoy. Salgo de viaje, pero estaré de regreso mañana por la tarde. Iré abuscarte al sitio de siempre y a la hora acostumbrada. Cariños. Mike.”
¿Mike enviando flores?
Sí, que era raro.
Pasó por delante de su madre y no se detuvo hasta llegar al living.
-¿Por qué sabes que son de Mike?
-¿De quien si no?
De nadie.
Desde que se hizo novia de Mike, y de eso hacia cinco años, apenas si tuvo trato con los hombres. Trato intimo, ninguno, trato superficial, si, pero no para que ningún hombre se viera obligado a enviarle flores.
Absurdo.
¿De Mike?
No consideraba a Mike tan…delicado.
Muchas veces se preguntaba que cosa le había gustado a ella de Mike para comprometerse con él.
Se alzó de hombros. El ramo de flores, más que un ramo se diría que era un jardín entero.
Tampoco consideraba ella a Mike tan desprendido como para gastarse un puñado de dólares en flores para su novia.
-Veamos.- dijo buscando la tarjeta.
Le costó encontrarla.
Estaba metida entre las perfumadas flores rojas y blancas.
-Son preciosas.- decía Reneé.
Bella no la oia.
Abría el sobrecito y sacaba la tarjeta, en la cual había unas pocas líneas, con una caligrafia perfecta, firme y vigorosa, que no era por supuesto la letra de Mike.
Leyó sin abrir los labios.
“ Perdona, soy el chico de los ojos verdes, que tiene pinta de crio y que tú has llenado hoy de barro”
Sólo eso.
-Parece que no te gusta lo que dice la tarjeta.
-¿Quieres leerla?
Y se la alargaba con desdén sin esperar respuesta.
- Oh.- exclamó Reneé.- ¿Quién es?
-Un mirón.
-¿Un que?
-Mamá por favor…¿no comemos? Son las diez de la noche.
-Oh, si, pero dime, dime. ¿Por qué dice eso del barro?
Bella levantó la tapa de la cacerola.
-Huele bien.
-Bella. ¿Qué tiene que ver el barro con las flores?
-Supongo que nada.- y sin transición.- Me gusta el asado.- se volvió hacia su madre, la cual estaba con la tarjeta aún en la mano y esperaba una respuesta concreta.- Mira mamá, si al caso vamos, creo que la obligada a mandarle flores era yo aél no él a mi ¿entiendes?. Le salpiqué de barro. Lo puse sencillamente perdido, no acabo de comprender porqué, encima, me envió flores. Pero los hombres son así de gilipollas.
Bella comenzó a poner la mesa en una esquina de la cocina.- Adornaré de flores la casa.
-¿Ese chico ….es un pretendiente?
-Mamá no hagas una novela de una cosa tan simple.Le sal- pi- qué.- deletreó. Es un chico nuevo para mí. Me persigue donde quiera que voy. Un crio consentido. Un muchacho que apenas si salió de las faldas de su mamá.
-¿Y Mike lo sabe?
-Mamá ¿comemos o no? No dejes correr tu imaginación. Yo me casaré con Mike, tarde o temprano. Ya no es cosa, después de cinco años, de dejar al novio…
-Claro hijita.
-¿Aunque supieras que iba a ser infeliz con Mike? Yo tengo una mente amplia, un concepto de las cosas lógico y humano y me temo que Mike tiene una mente de chorlito.
Reneé aturdida, se sentaba en la mesa y servia a su hija con precipitación.
-No te alteres mamá.Puede ser que al juzgar a Mike, suboconcientemente a quien juzgue es a su madre.
-No soportas a tu futura suegra y eso es grave.
-Supongo que lo será, pero yo no tengo la culpa. Es su madre la que me obliga a juzgarla así. El matrimonio puede ser una satisfacción, pero a la vez es una tremenda complicación. Es una esponsabilidad y sigo temiendo que Mike, no se atreve a enfrentarse con esa responsabilidad. Pero no creas que ella del todo…¿Tu crees que es normal que siga virgen mamá?
Reneé soltó la cuchara de pronto y miró a su hija con los ojos muy abiertos.
-¿Tú no…Vosotros no..?
-No, mamá.
-Sí, Eso es grave.- y de súbito-Tengo que concretar al go contigo, Bella.
-¿De Mike?
-No, de mi amiga Esme Cullen.



-¿Se casa?.- preguntó Bella divertida, como olvidándose de su propio problema.
-Bella.- le reprochó su madre.- que cosas se te ocurren. Tiene un hijo de 25 años, que ha terminado la carrera de ingeniero. ¿sabes? Ya te hablé de él… de las clases…
-Ah si.- Bella bostezó.
-Veras , al morir el marido de Esme, su hijoEdward sguió estudiando. Ellos tienen una empresa. No es suya enteramente claro. Pero el marido de Esme, tenia en la empresa sus buenas acciones. Es una fabrica de motores de no sé que cosa. El caso es que Edward, continuó estudiando para entrar en la fabrica que al fin y al cabo es tan suya como de los otros socios.
-Todo eso es muy lógico mama.- dijo Bella, complaciente. Encendió un cigarrillo y se puso a fumar mientras oia a su madre.- Continua.
Mamá estaba continuando sin respirar.
-Ahora resulta que la fábrica empieza a colaborar con una empresa Alemana. Y Edward desconoce el alemán y lo envían a Alemania a estudiar ese tipo de motores.
-Ah.
-¿Le vas a dar clases al hijo de Esme ¿
-Mamá sabes que estoy sobrecargada de trabajo…¿Qué tipo de chico es su hijo?
-Oh.- Reneé puso una expresión suavísima.- Estupendo hijita. Un chico inocente, inteligente, bondadoso, será un gran alumno. Él lo que quiere es aprender.
-Tendrá que ser en esta casa mamá y a esta hora.
-¿Tan tarde?
-No puedo antes. Ni me interesa dejar las clases que tengo, ni puedo meterlo aquí en la clase de las once de la mañana. Entiende. Si deseamos que ese joven adelante algo lo mejor es solo y a una hora que yo no tenga ninguna prisa. Ademas ya sabes que salgo con Mike…
-¿Pero no es muy tarde?
-No lo creo. Si ha terminado la carrera y sólo necesita aprender a Aleman, supongo que dispondrá de tiempo suficiente. Llama a tu amiga y díselo.
-¿No puedes ir tu por su casa?
-Mamá…
-Perdona, pero…
-Será muy amiga tuya, no lo dudo. Y me alegra que tengas una amiga a la que aprecias tanto. Pero yo vivo de mis clases y no puedo cambiar mis costumbres.
-A…alguna casa vas..
-Claro; cuando son chicos que dependen de un bachillerato y de poco tiempo para estudiar. Cuando son niños , mamá.
-Sí, claro.
-Llama anda.
Reneé se levantó y fue al teléfono.
Habló unos ocho minutos.
Al regresar a la cocina, miró a su hija con satisfacción.
-Dice Esme que le parece muy bien que Edward venga a esta casa a dar clase. Empezará mañana mismo.
-¿Mañana ya?
-¿No puedes?
-Es que regresa Mike y tal vez me retenga un poco por ahí.- se alzó de hombros.- Bueno, si no llego a las nueve y medio que espere ese hijo de tu amiga.
-Gracias hijita.
-Le voy a cobrar mamá.
-¡Oh!
-No tengo más remedio. Yo no soy una misántropa. Vivo de mi trabajo.
-Bueno…bueno..
Pero Bella sabia que no quedaba muy convencida, no obstante, ella no estaba dispuesta a perder el tiempo con un adulto, sin cobrar su trabajo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Son Flores Para Bella

CAPITULO SEGUNDO




Edward Cullen daba vueltas por el enorme salón.
Al fondo su madre leia un libro.
En un extremo estaba la recién estrenada televisión de plasma y más al fondo una gran chimenea encendida.
De vez en cuando Edward se inclinaba hacia el fuego y le atizaba. Unas veces le metia mas troncos y otras lo removía con el atizador.
Esme lo seguía disimuladamente con la mirada.
Era guapo Edward.
A ella al menos como madre, le encantaba. Cierto que tenia aquel cabello cobrizo revuelto, del que daba igual si se peinaba, volvia a su origen rápidamente. Sus cejas gruesas , con unas pestañas largas eran el marco perfecto para aquellos ojos verdes provocadores.
A veces ocultaba su cara en unas gafas de ancha montura. Pero de todos modos resultaba muy varonil y su carrera de ingeniero, recién terminada, le daba un aire de curiosa madurez.
En aquel momento Esme, sabia que estaba impaciente y que esperaba que ella le hablara de la profesora de idiomas. Pero ella prefería…soslayar el tema. No sabia por que Edward tenia tanto empeño en aprender Aleman, cierto que se iba a Alemania a finales de verano, pero aún faltaba mucho tiempo. Porque estábamos a principios de invierno y, por otra parte, ella entendía que Edward sabia lo suficiente alemán para entenderse con los alemanes.
Ademas si la hija de Reneé le decía que no…pues no había manera…
Reneé era su mejor amiga y sabia que si le daba clases a Edward no iba a cobrarle; y eso no le agradaba. Porque Reneé vivía de un retiro. Cierto, un gran retiro de su esposo fallecido, que había sido jefe de policía en Forks…y también vivía de las clases de Bella.
Esme apenas conocía a la muchacha. La veía demasiado seria y formal para su edad.
-Mamá.¿Has hablado con tu amiga?
Esme Cullen casi dio un salto, porque estaba en aquel momento, muy ajena a la presencia de su hijo en el salón..
Lo tenia ante ella.
Alto y delgado…pero fuerte, atlético, pensó ella.
Pero vestia demasiado informal y eso a su madre no le gustaba.
-Edward, hijo que mal te vistes.
Edward soltó la risa. Una risa que le abria la boca de parte a parte y mostraba unos dientes nítidos, de lobo hambriento.
-Pero mama, no me vengas ahora con esas cosas.
-La verdad, la verdad, Edward. A veces me dan respingos, viéndote con esos pantalones rotos y con esas camisetas pegadas y esas chaquetas de cuero…
Edward vestía en aquel momento un pantalón negro, un sueter de cuello alto del mismo color y sobre el respaldo de una butaca se hallaba su cazadora de aviador.
-Los tiempos no permiten a uno buscando modelitos mamá, soy ingeniero ¿no?: He terminado la carrera hace apenas unos meses. Me mandan a Alemania. Necesito conocer el idioma y de hecho las máquinas que se usan en en la empresa.¿Entiendes? El alemán no se me da muy bien.
Su madre ya sabia lo que quería.
-Ya he hablado con Reneé y me ha dicho que se lo comentaria a su hija. Estoy esperando contestación Edward, pero hijo ¿ No hay mas profesoras de idiomas en Forks?
-Ninguna tan competente como…Bella Swan.
-No lo dudo. Pero Bella tiene muchas clases.
-Una más y bien pagada…
-Edward no te olvides que Reneé es mi mejor amiga. Que no puedo sobornarla, ni obligarla, ni…
Edward estaba inclinado hacia delante, se irguió y su madre lo miró con desaprovacion.
-Hijo, parece que te has quedado mas delgado. ¿Ocurre algo que te tenga preocupado?
Naturalmente.
La culpa la tenia Bella.
Y aquel lechuguino de Mike.
Hum.
-Bueno mamá si no accede yo hablaré con ella.
-¿Con Bella o con Reneé?
-Con Reneé por supuesto. Estoy harto de verla contigo. Lo que me extraña es nunca haya visto con vosotras a su hija.
-Es que Bella es así.
Él no sabia como era Bella por dentro.
Por fuera si; la veía con frecuencia, aunque Bella jamás supo “ que el la veía”
Empezó a verla por los pubs de media tarde, en compañía de aquel individuo llamado Mike Newton.
Y la verdad es que necesitaba dominar el idioma alemán, pero a la vez, necesitaba ver a Bella bien de cerca…
E iba a conseguirlo. Él no era un tipo que se rindiera cuando quería algo y ese algo le interesaba mucho.
¿Por qué le interesaba?
Bueno, pues no lo sabia.
Pero de que le interesaba estaba seguro.
-Ya me diras la contestación de tu amiga, mamá …
-Bella me parece muy estirada Edward, muy orgullosa…
Tambien a él.
Por eso mismo.
Lo fácil lo conseguía todo el mundo.
Lo maravilloso era conseguir lo difícil.
-De todos modos deseo que sea Bella quien me imparta las clases de alemán.- cogió la cazadora y se enfundó en ella. Se veía sexy Edward con aquella cazadora, pensó su madre.
-¿A dónde vas?
-A dar una vuelta, acuéstate. Volveré en seguida.
Edward le envió un beso con la punta de los dedos y se alejó riendo.
-No tardes Edward.
-Una partida de bolos en el café con los amigos,aquí a la vuelta de la esquina, tranquila mamá, regreso rápido.
-Adios hijito mio.- le dijo su madre, lanzándole también un beso con la punta de los dedos.
-Mamá no me llames asi. Soy todo un hombre.- gritó Edward alejándose.
Lo era, vaya si lo era.
Lo sabían muchas chicas que era un amante exultante de energía.
Las chicas gozaban tanto, teniendo entre las piernas que se lo sorteaban como si fuera un caramelo en la puerta de un colegio.
Pero él sabia disimularlo cuando quería.
Se lanzó a la calle y respiró mejor
Miró la acera sonriéndose a si mismo y agachó la cabeza para sacar un pitillo de su bolsillo.
Un vehiculo, había pasado tan rápido por la carretera que lo había empapado de lodo. Miró el coche y suspiró dejando caer el cigarro.


Bella fenó su pequeña Chevy y asomó la cabeza por la ventanilla.
Aquel chico que ella había llenado de barro, debido a la velocidad de la camioneta….estaba furioso.
-Perdone.-dijo Bella atragantada.- No le ví.
El chico avanzó quitándose el barro de la cara.
Fue cuando Bella lo vió.
¿El muchacho aquel que se tropezaba en cualquier sitio?
No le faltaba mas que eso.
Con lo furiosa que ella estaba y encima…el impertinente mirón, allí.
-Quitese de emedio.- le gritó exasperada.
Edward se acodó en la portezuela de la chevy.
-Me has puesto guapo. Tendras que llevarme al centro.
-¿Yo?
-Sí, me has llenado de barro.
Bella estaba de muy mal humor.
-Le aseguro que yo no lo busqué a usted y que el auto no tiene ojos. ¿Por qué no se retiró un poco más a un lado?
-¿De quien es la calle?.- preguntó Edward.- De todos ¿no?
-Oigame.
-Mira, óyeme tú. Necesito no sentirme avegonzado. No pensaras que voy a cruzar todo Forks con esta pinta de deshollinador ¿no?
Bella se mordió los labios.
Estaba harta de él.
Harta de topárselo en cualquier sitio. Harta de que aquel jovenzuelo la mirase, aún estando ella con Mike.
¿Cuántos meses hacia que se topaba con él en cualquier esquina?
Más de tres meses.
A veces era una pesadilla el tal jovenzuelo mirón. A veces tenia ganas de decírselo a Mike, pero también es cierto que temia que Mike lo tomara a broma. A veces quería girarse y gritarle:
“¿Qué te pasa a ti? ¿A quien mierda miras? ¿Es que tengo monos en la cara?”
Pero, no, era darle demasiada importancia.
-Suba.- decidió.- Me pondrá la chevy perdida, pero tengo prisa y no puedo pararme a discutir. Suba.
Edward subió todo modosito.
Como si jamas en su vida hubiera roto un plato.
Y había roto muchos…vaya si había roto platos…una vajilla ..jejejeejj!! Aunque su madre continuara considerándolo un crio, él no lo era y si no, que preguntara en sus círculos… se quedaría tan paralizada como asombrada.
Bella también lo veía como un crio… Y de momento iba a dejar que lo siguiera pensando…
-No sabe como se lo agradezco.
Bella puso el auto en marcha.
Le miró de refilón.
Aún tenia barro en la frente, pero en cuanto a la vestimenta…bien se podía haber paseado por todo Forks y nadie hubiera deparado que estaba manchado de barro. Pantalon negro, jersey negro, pelo de un tono cobrizo, ojos verdes..de lo más desconcertantes.
-Yo ya te conocía..- dijo él, mansamente.
Bella lo miró de soslayo.
Algo airada.
-¿Si?
-Te veo por ahí..
-Ah.
-Te veo con un tio..
-Es mi novio.
-¿Si?
-Sí.- rabiosa.- ¿tiene algo que objetar?
-Bueno pues, ahora que lo dices.- dijo, intentado parecer un adolescente, titubeando.- Veras…
Bella lo miró otra vez.
-¿Si? ¿Y quien es usted para objetar?
-Un hombre.
-¿Qué?
-Ah…¿no me consideras un hombre?
-Claro que no. Un imberbe consentido.
-No soy un imberbe.- dijo mirándola con el ceño fruncido.- Un consentido…no sé. Tengo veinticinco años y he terminado la carrera.
-Usted no tiene veinticinco años.
-¿No? Mira..mira.- le enseñaba su carnet de identidad.
Bella ni lo miró.
Sacudió la cabeza negando.
-No me interesa su edad…¿Dónde lo dejo?
Atravesaban Forks.
-Aquí mismo. Me voy a una lavandería a que me limpien la vestimenta.
-Lo siento.- dijo ella.
-Pues paga la lavandería.
Bella detuvo el auto y lo miró furiosa.
-¿De veras desea que le pague el estropicio?
-¿Y poque no?
Mantenia la mano extendida.
Bella no lo dudó mucho. Malhumurada como estaba, contrariada como estaba y con toda la prisa que tenia, necesitaba quitar de en medio aquel mirón rápidamente.
Metió las manos en los bolsillos y sacó unos dólares.
-¿Basta?.- preguntó desdeñosa.
-Bueno.
-Tenga.- despectiva.- Ay Dios..se encuentra una con cada cosa…
-Gracias…Bella.
-¿Cómo? ¿De que me conoce? Por que yo.. mi nombre no se lo he dicho.
- Cuando a los hombres, nos gusta una mujer; lo sabemos todo de ella.
-Es el colmo.
-Si, aunque me parece que después de oírte ya no me gustas tanto…ç
-¡Impertinente!.Baje, baje de inmediato.
Edward descendió y cerró la portezuela de la chevy. Bella la puso en marcha, como si deseara cuanto antes deshacerse de aquel estorbo.
Edward quedó en la acera mirando el dinero.
Sonrió.
La chica de Reneé, ahora le gustaba más. Mucho más oyendo su voz, y viéndola de más cerca.
La deseaba como jamás deseó a mujer alguna.
Y eso que él…¡JI! No le faltaban los romances.
Se restregó las manos y se fue directamente a una floristería.
Compró una ramo de flores, dio la dirección y salió silbando.
Algunos transeúntes lo miraban asombrado, pues la vestimenta de Edward seguía llena de barro. Un barro que se había secado y parecía de un color chocolate y ahora se notaba aún más.
Pero Edward iba tan campante, calle abajo silbando, satisfecho de si mismo y seguro de que tarde o temprano se saldría con la suya.

Continuará…

miércoles, 15 de diciembre de 2010

No Creo En El Amor

Capitulo 4



Ya en la sala de profesores,Alice Cullen me miró intensamente y me ofreció sentarme en la silla que había frente a la suya. Sacó un gran puñado de folios y los dispuso frente a mí.
Todos eran pruebas de calificación, de los compañeros de la clase de Emily; de entre todos ellos, cogió uno, y me lo entregó con una sonrisa de suficiencia en los labios.
—Mira, Bella, esta es la prueba de conocimientos que le hice a Emily.—La observé, detenidamente, mientras me hablaba.—Es una niña muy lista, pero tiene insuficiencias en la base de sus conocimientos y si no te importa, me gustaría asignarle un profesor de refuerzo; claro está, esto no vincula al colegio para nada, es todo a cuenta del particular; ósea tú, Bella ¿Qué te parece?.—Todavía, no había mirado, la prueba de valoración de mi hija. Estaba ensimismada con aquella chica. Hacía breves segundos que había apreciado que el color de sus ojos, era de un tono dorado, extraño a mi modo de parecer. Hipnotizada como estaba, aparté la vista de su cara angelical y moví mis ojos al papel, escrito por Emily.
—Se hará como…tú has dicho, Alice Cullen.—Le dije sonriéndole.—Aquí, tú eres la profesora y por tanto, la especializada en estas cosas, si mi hija necesita un profesor de refuerzo; lo pagaremos...pero ¿Dónde puedo encontrar uno, que me dé garantías?.-Le indiqué, devolviéndole el escrito a sus manos.
Sentí un leve rechazo a su roce, su piel estaba extremadamente fría, y yo huía de las sensaciones heladas. Me estremecí, y ella me miró fijamente,dejandóme sin aliento.
—Yo, puedo ofrecerte lo que buscas, Bella.
Aquéllas palabras parecieron tener otro significado, en sus labios. ¿De qué me estaba hablando de mi hija o de mi?.
Me mordí el labio, con nerviosismo y entrelacé mis manos inquietas.
—¿Y bien?.—Le dije por fin.
Ella se levantó de la sillita y caminó hacia mi,poniéndose a mi altura, de rodillas, frente a mi. Cualquiera pensaría que me estaba haciendo una proposición o algo así.
—Mi hermano, podría ayudar a Emily.—La pequeña duende, buscaba algo en mi mirada.–Está estudiando su último año de carrera, será de gran ayuda para tu hija.
Me levanté de la silla azorada, cualquiera podría pensar que se me iba a echar encima de un momento a otro. Dí un paso hacia atrás y giré sobre mis talones para encaminarme, hacia la puerta.
—Está bien, que me llame, en la hoja de prescripción de Emily, está mi dirección,número de teléfono,etc. Adios Alice.—Le dije sin volverme…aquella chica me daba escalofríos.
No había cerrado la puerta, todavía, cuando la sentí a mi lado y me susurró al oído. “No te arrepentirás, Bella, te lo aseguro. Edward, estará encantado de ayudarte….con Emily”.
Salí de allí con pies en polvorosa. ¿Cómo era posible, que aquella chica, causara ese rechazo en mi?. Desde luego algo en mi cabeza, no andaba bien; y esa era buena prueba de ello.


Me dirigí a mi casa,a paso ligero,con la sensación que alguien me andaba siguiendo. Volví la cabeza, varias veces, pensando que al girarme, podía encontrar a la persona en cuestión que me seguía los pasos. Bella Black, estas paranóica, completamente.
El móvil,me sonó; miré la pantalla, era mi madre.
Sólo me faltaba ella, después de tener los bellos de punta con aquella muchacha. Mi madre me iba a exasperar, hablándome, de su recién adquirido, nuevo amante Edward….espera…¿No me había dicho Alice Cullen,que su hermano se llamaba Edward?. No. Debia de ser una casualidad.Tendría que haber decenas de Edwards en Forks. ¿O no?.
Me decidí a coger la llamada.
—¿Sí,mamá?.—Le contesté con ironía.
—Nena…no podemos estar así, yo soy tu madre y tu eres mi hija…
—Menudo descubrimiento,mamá.—Le inquirí, áspera.
—Bella, por favor, escúchame….tienes que comprenderme, tú eres una mujer al igual que yo, y sabes que en los asuntos del corazón, no se manda; me he enamorado de Edward como una colegiala y no puedo renunciar a ese sentimiento.— Miré el móvil,asqueada, decidí volver a la carga.
—Mamá ¿Qué edad tiene ese tal Edward?
—¿Qué importa la edad,Bella?.—La voz de Reneé, sonaba angustiosa.
—A ver mamá,en este caso si importa, el tal Edward ese, es mayor que tu hija mayor, ósea, yo, dime ¿Cuántos años tiene?.— Le urgí.
—23.
—Santo cielo, mamá…
Ya había llegado a la entrada de mi casa. Me volví hacia, la casa de mi madre, que la tenia justo enfrente y sonreí con amargura.
—No me juzgues, hija, sólo, te pido eso. Edward Cullen, aunque tenga aspecto de niño, tiene mucha experiencia en su haber.
Se me cayerón las llaves al suelo ,de la tremenda flojera que me entró por el cuerpo.
—¿Edward,quéee?.—Le chillé a mi madre.
Me sentí mareada, aquel tipejo,que ví, medio en pelotas, resulta que iba a ser el maestro de refuerzo de mi Emily…ni loca, ni harta de vino.
—Oye,mamá,¿sigues,ahí?.—Dije,intentado abrir la puerta de mi casa.
—Nena…¿Es que conoces a algún miembro de la familia de Edward?
Entré en mi hogar, al fin.
—Sí.He tenido el honor de entrevistarme, esta mañana con su hermana, supongo, Alice Cullen.
—Le dije, poniendo los ojos en blanco.
—Es magnifico, Edward, se pondrá contento.
Bella cuando te marchaste, me preguntó miles de cosas sobre ti, los niños, Jake.Está realmente interesado en que se lime la situación de ayer.
—No me interesa lo más mínimo socializar con tu amante, mamá. Es una cosa que me tiene sin cuidado. Adios mamá, ya no tengo más gana de seguir con esta charla.—Le colgué.
De repente oí un ruido detrás mio, que hizo que me volviera hacia él. Quise gritar, pero una mano fuerte y poderosa, me lo impidió.

martes, 14 de diciembre de 2010

Marcada

CAPITULO 8

Edward Pov
Perdí mi total cordura, cuando el olor de Bella se impregnó en mi, como si de un fuerte cordón de acero me sostuviera a ella y no al contrario.
En mis brazos y tendido en aquella cama, despegué de su espalda toda la ropa que había pegada a la carne ulcerada.
Cerré fuertemente los ojos al ver, como había crecido la marca desde la ultima vez que la ví; hacia escasamente varias horas.
Se prolongaba casi hasta la nuca y el brazo izquierdo. Pero no era algo que se pudiese ver con claridad.
Levanté mi cuerpo, tembloroso del lecho; dejándola tumbada boca abajo y saqué la sábana que había en este, para poder limpiar con algo la herida ¿Dónde se metia mi padre…joder?
Comencé a limpiar premurosamente toda la sangre que salía por todas las hebras de carne abierta y me conmoví ante el contacto de ella.
Me llevé el trozo de sábana a la nariz y aspiré profundamente su esencia. Era enloquecedor.
Apreté fuertemente mi madibula y seguí, cansado y excitado limpiando la exultante herida de la espalda de “ nuestra reina” . Así la había llamado Aro, al probar su sangre. Y había dicho que era deliciosa….
Mi cabeza bajó hacia su piel y pegué mi lengua en una de las trazas sangrantes; sacando el monstruo que había dormido en mi… Respasé con la lengua una de las heridas limpiamente y mi cordura se fue literalmente a pique. ¿Aquella mujer…?
Negué con la cabeza y separé ésta de su espalda, intentado huir de aquel sueño imposible.
-Edward.- susurró ella, con voz entrecortada.
-Dime Bella, estoy aquí. Carlisle vendrá de un momento a otro..y te curará.
-No…Edward, sigue…cuando lo haces….no siento dolor…
-Pero Bella…
El tono de ella se endureció un poco al hablarme.
-Olvida lo que te he dicho antes, Cullen; me alivias y eso es todo lo que sé. Lame mi sangre…por favor.- Estas últimas palabras fueron un susurro casi sensual y me enardecí. Un nuevo sentimiento florecía en mi por aquella vampira fértil que debia ser nuestro nexo de futuro a una vida mejor.
Asentí levemente con la cabeza y volví a probar de un lengüetazo su maravillosa sangre.
Un sonido gutural salió de sus labios y decidí ir mas a prisa en mi tarea.
Embriado de placer ante tal delicioso manjar, cuando volví la vista hacia las marcas ya lamidas, me dí cuenta, de una cosa que no había pasado la vez anterior cuando la curó Carlisle en la nuestra casa de Forks.
La cicatriz no se secaba al contacto de mi saliva; si no que parecía suturada. Y se marcaba como un enrevesado tatuaje; con un compendio de letras que era muy difícil de adivinar, porque aún me quedaba mucha tarea que desempeñar.
-Sigue, Cullen. Es fantástico.- Me dijo.
Estoy seguro que si hubiese estado vivo; Me hubiese puesto colorado como una grana. Descarada y sexy, tendida en aquella cama. Totalmente descubierta de ropa, de cintura hacia arriba, yo inclinado de rodillas en la cama;chupando ardorosamente sus heridas…. No contemplaba en mi mente una imagen más perversa y excitante.
Volví con mis labios hacia su deliciosa piel y inicié de nuevo mi tarea…nada hostil.

Ella, había cerrado los ojos y abria la boca de vez en cuando, mordiendo sus labios y paseando viciosamente la lengua por ellos.
Esta mujer estaba a punto de enloquecerme y yo no era dueño de mi cuerpo… lo era ella y solo ella.
Mi mente que iba a mas revoluciones de lo que era normalmente, volvió a repasar el discursito de Aro cuando dijo que uno de nosotros seria su compañero…¿Qué tal si era yo?
Aquel pensamiento, me inflamó el pecho de lujuria y pasión, dejando la lengua atrás y ayudándome con los labios en la ardura tarea de limpiar la herida “ a la reina”
-Nada de confianzas, Cullen.- dijo con una voz mucho mas en el tono en el que ella se refería normalmente.- Tus labios, son delicados; pero ya me encuentro mucho mejor. Gracias.
Yo parpadeé varias veces como si me hubiese despertado de un sueño y la miré.
Su cabello expandido por toda la almohada y sus facciones perfectas, acariciaban la almohada de una manera que me dio un arranque de celos muy…fustrante.
-Bella te he cauterizado toda la herida.- le dije, mirando, fijamente su perfil, perfecto.
-¿Cómo?.- quiso levantarse, pero creo que tuvo un acto reflejo, al observar su desnudez.
-No creo que se vuelva a abrir.
-Pero eso es…extraño…tú has podido hacer algo…increíble, Cullen… siempre te estaré agradecida.
Sonreí tibiamente y volví a mirar su espalda, preciosa.
Abrí mucho los ojos al ver las palabras escritas en aquel trozo de piel tan extenso. Me levanté como atontado del lecho y cuando toqué tierra firme, dí un traspié y por poco caigo, como si se hubiese adueñado de mi, una total humanidad.
Las palabras se unian entre si formando un nombre; claramente legible para mí.
Anthony Masen.
Tragué en seco y por Dios…no tenia corazón , pero lo sentía, cabalgando loco en mi garganta.
-Edward…. Gimió de ella, de nuevo.- Ahhh… Edward.. algo pasa de nuevo…
Me acerqué con miedo hacia ella y la miré como quien vé el sol por primera vez.
-Dime.- hice un ademan, para acariciale el cabello; pero me contuve. Reprimiendo mis impulsos.
-Me duele el pecho. Edward. Me da pena contigo..pero… se me está abriendo el pecho, Edward…ayudame…por favor…Cullen…
Cogí sus hombros con cuidado y la volví.
Un nudo en la garganta, galopante, me resecó la garganta , sus pechos pequeños, redondos y sus pezones erguidos, hicieron que mi sexo creciera hasta dolerme….
-Lame mis heridas Cullen..- dijo entrecortadamente.
Obnuvilado por la visión de sus senos, aprecié que por encima de ellos , unas trazas también sangrantes la maldecían hasta el punto de dolerme también a mi.
Pegué mis labios a su clavicula y bajé salvajemente, enardecido por la pasión continua de su sangre y su cuerpo, lamí, devoré todo el liquido elemento que salía de su cremosa piel.
Volví a mirar de nuevo sus pechos y un nuevo deseo me embargó de una manera fundamental. Queria moderla, marcarla como mia. No podia ser ¿O si? ¿Seria yo…?
Parpadeé varias veces y noté como sus delicadas manos se plantaron en mi pecho, queriendo apartarme de ella.
Las heridas de su pecho comenzaban a cauterizar; también como las de la espalda y me sentí hinchado de dicha al obsevar lo que había en un tatuaje perfecto prendido en su delicado escote: “ Edward”
Mi mente se volvió loca de atar. La cogí en mis brazos y ella me miró como si estuviese extasiada, avancé con mis labios hacia su cuello, hermosa y abrí mi boca para plantar mis dientes en su carne, algo más tibia que la mia.
Rasgué su piel y jadeo de placer, salió de sus labios a la vez que de los míos.
Bebí como un loco de aquel manantial de dicha y de repente me sentí un monstruo por lo que estaba haciendo con ella….yo..todo yo, era impulso.
Sentí como sus manos recorrían mi pecho y me rasgaban la camiseta que llevaba…y cuando sentí el dolor fui dolorosamente expuesto a la verdad.
Su boca perfecta se abrió con una perfeccion sensual y me abrió la carne con sus dientes; casi a la altura del pezón : Me estaba mordiento y bebiendo de mi sangre.
Con total adoracion la miré. Ella era mi compañera, y yo no había sabido esperarla…yo era aquel vampiro, con el que tenia que crear alianza para seguir un nuevo rumbo, y yo me sentía amendrantado ante lo que se me venia encima.
La volví a mirar lleno de orgullo ; ella era mi reina, y yo seria su rey; pero antes de eso iba a penar como un maldito condenado hasta que ella viniera a mi.
La sangre de su boca , caia y se relamía con ferocidad.
No me dí cuenta en que momento dejamos de estar solos.
Sólo pude levantar la vista y ver a mi padre y a Aro.
El primera nos miraba con asombro y el segundo con satisfacción.
Era mia. Mi nombre humano estaba grabado con dolor en su espalda desde hace cientos de años …pero por algo que me era completamente desconocido; unas nuevas brechas habían aparecido en su escote y aquel era mi nombre completo.
Sin hacer apreciación a nada, un suave dolor en el pecho me descolocó.
Aparé a Bella de mí descuidadamente y un dolor desgarrador se hizo dueño de mi, dejando a “ mi reina” completamente ofuscada y temblando.
-¡fuera de aquí!.- les grité a todos.- ¡Llevatela, Carlisle, ahora….!
Mi padre cogió a “ mi esposa” y la cubrió con la colcha, enredada, yo la miré queriendo tocarla y alguien me lo impidió.
Alice estaba allí, yo sabia porqué.
-Yo te ayudaré Edward. Lo he visto todo. Sé lo que es para ti Bella y lo que tú eres para ella. Escucha.. tranquilo.- miré hacia el umbral, Carlisle había desparecido, junto a Bella y Aro.
-Estas marcado, Edward. Su nombre se está grabando en ti…


Continuará…¿

lunes, 13 de diciembre de 2010

La Hermana Isabella

CAPITULO 8
Edward Pov.
Mientras subia los peldaños de mármol de mi ilustre mansión, no podía pensar en nada ; porque la visión de su cuerpo, pequeño y tibio, enardecido por la pasión de sus palabras, me obnubilaba el pensamiento. ¿Qué clase de reacción estaba teniendo mi cuerpo y mi mente,ante aquella pequeña mujer, que me estaba haciendo replantearme mi relación con Victoria?
El portazo de su habitación, llegó a mis oídos y recuperé, la cordura, parándome en seco y llevando la mano a la barandilla de roble macizo que Tanya había dedicado gran parte de sus ratos de ocio en pulir y abrillantar, la acaricié y un suspiro involuntario abandonó mis labios. Llevé una de mis manos a la sien derecha y la masajeé, suavemente.
“¿Dónde te crees que vas, imbécil?”
Me pregunté.
Bajé de nuevo los peldaños de aquellas suntuosas escaleras, y mis hijas, aún seguían allí.
Alice, lloraba y Rosalie la consolaba con Carlie en sus brazos, Bree y Renesmee, me miraron con el ceño fruncido, mientras sentía que algo se me escapaba dentro de aquellas cuatro paredes.
Rosalie, volvió la vista hacia mi.
-No la dejes marchar; papá. Ya se fue mamá, por tu c..
El rostro se me descompuso.
¿Mis hijas, ,mis propias hijas, me hechaban en cara la muerte de su madre? Yo, que había amado a Tanya con todo mi ser…con todo el dolor de perder a la mujer de mi vida…a la madre de mis hijas…
-¿Me acusas, Rosalie?.- bramé, con voz ronca.
Mi hija bajó la vista y volvió a levantar su rostro, lentamente, vislumbrando en él, una lágrima cristalina que viajaba por su pómulo, hasta llegar a su cincelada mandíbula .
-Perdona..papá…- No pude contenerme y fue hacia todas ellas y las abracé…me sentí lleno, y mi corazón palpitaba de felicidad y comunión con ellas. Todas ellas eran mi vida, la razón de mi existir. No podia hacer oídos sordos a sus mudas objeciones ; que con una simple mirada me hablaban, desde que había muerto su madre.
Tanya murió cuando nació Carlie, ya estaba delicada…pero era tanta el ansia de un varón, que no le importó, por hacerme feliz.
Se consagró a la virgen del buen parto en todo momento…Pero a ella la abandonó en medio del camino.
Habia estado tan solo y abrumado durante tanto tiempo… me había vuelto un amargado, feudal y despiado con toda mi familia.
Pasó cerca de un año, hasta que conocí a Victoria. Su belleza me cautivó de sobremanera. Era elegante, sublime y emocionalmente apasionada..algo que yo parecía haber olvidado.
Era viuda, y le pedí relaciones, en una brevedad casi demencial. Era el ángel que necesitaba. Un ángel, que me hacia volverme a sentir vivo y respirar.
Todo comenzó a cambiar cuando viajé hacia la abadía.
Tanya, siempre había tenido muy buena relación con todas ellas; en concreto con la madre superiora del convento: Sor Reneé.
Absolutamente todas las cuidadoras de mis hijas, habían huido despavoridas a causa de mi mal carácter o de las travesuras de todas ellas… claro, menos Carlie…
Mandé una carta a la abadía y solicité a una de sus monjas para ayudarme en el cuidado de las niñas…a cambio yo haría todo lo posible, para que Victoria , no vendiera aquellos terreros donde se ubicaba ésta y las pobres monjitas, se vieran completamente abandonadas a merced de quien sabe quién.
Ella me citó un dia en concreto y allí estuve esperando a que ella tuviera la decendia de darme paso, depues de casi una hora de espera.
Me comentó que había una monja, que era especial atenta con los niños de la comunidad vecina, cariñosa y afectiva; eso es lo que mis hijas necesitaban, el cariño que yo les había negado por tanto tiempo…al no poder mirar sus rostros porque sencillamente… me recordaban demasiado a mi difunta mujer.
Cuando la puerta se abrió y apareció ella, sonriendo y hablando a voces , como si yo no me encontrara allí, casi se me escapa una sonrisa física; porque mentalmente, casi me carcajeé.
Era pura fantasia; una aparición de frescura y alegría, que a mis hijas les consoloria el alma.
Traté de mantenerme impasible; y creo que lo conseguí, hasta que aquellos ojos color cafés, se prendieron en los míos…y allí comenzó todo.
Su lengua incontenible, su risa cantarina, y los rostros iluminados de mis hijas al hablar con ella, me hacian verla como en realidad era. Simplemente perfecta… para ellas.
Y ahora me encontraba en la delicada situación de no permitirle que se fuera de aquella casa, mi casa, hacia la que había sido la suya por tantos años…la abadia.
Consolé a la niñas y las mandé a sus habitaciones, prometiéndoles que haría todo lo posible para que Isabella no se marchara de mi casa.
Esperé pacientemente, que bajara de su habitación, sentando en una de las sillas de la sala.
Fumé ,tanto, que me dolia el pecho, y cuando ya había perdido la esperanza de que apareciera, oí el sonido de una puerta cerrarse.
Miré hacia arriba, esperando que hiciera su aparición de un momento a otro y apareció…
Manteniendo mi mirada en todo, momento.
Volvia a vestir como la novicia que era, y tan solo llevaba en una de sus manos, la lúgubre maleta de cartón, que había traido en su momento.
Me levanté nervioso y tiré el puro al suelo.
-Haga el favor de recoger, eso..luego vendrá Jessica y tendrá que recoger sus inmundicias.- me espetó, haciéndome sonreir, ante su amabilidad hacia los demás. Recogí el puro y lo dejé delicadamente en uno de los cenicero de granito tallado que había en una mesa de centro brocada.
-Isabella, no te vayas..yo…las niñas te necesitan.- le dije rogando, acercándome a ella, mas de lo que pertimitia la ley. Su pecho y el mio casi se tocaban y podia sentir sus pechos, menudos pero firmes casi rozar mi torso. Un estremecimiento, incurrió en mi columna y me sentí embargado de una emoción, tan nueva para mi, como una carcajada fresca y pura en mis labios.
-Sabe que eso es literalmente imposible…- susurró,desviando la vista de mi rostro y dirigiéndola a otro punto del salón, dio un corto paso hacia atrás y carraspeó.- Yo no soy de su agrado, Coronel, pero ahora que me marcho, pienso decirle sin paños calientes… que usted tampoco es del mio…asi es que ya estamos en paz. Dejeme marchame, solo le pido una cosa. No arrastre a sus hijas a un internado cuando se case con la señora Victoria…
Fruncí el entrecejó y me rasqué levemente la mandibula ante sus palabras.
-¿Un internado? ¿De donde has sacado eso, Isabella?
-Lo piensas ellas. No les gusta la señora Victoria. Y la verdad creo que no se equivocan. A mi tampoco me gusta. No le veo atisbo ninguno de intenres por ninguna de sus hijas, Coronel, las mira como si fueran un estorbo entre ella y usted.
“Vaya..si que estaba deslenguada…” pensé.
-No se me ocurriría nunca de abandonar a mis hijas de una manera tan ruín, ¿tal mal padre, te parezco, Isabella?
-Yo no estoy aquí para juzgar.- dijo severamente, fijando sus orbes chocolates en los míos.
-Vaya..ahora me dices que estas aquí para juzgar…pues si que has sido puntillosa entonces…porque no ha pasado ni un solo dia, que no desautorizaras ordenes mias, querida mia..- un ardor nuevamente desconocido, se entrelazó en mi pecho, al vocalizar aquella palabra y sentirla a fuego en mi pecho “querida mia”.
-No tendrá que soportar mi presencia nunca mas…- dijo dando grandes zancadas hacia la puerta sin mirarme a la cara, yo corrí hacia ella y la intercepté, enjaulandola en mis brazos,cuando se disponía a coger el pomo de la puerta de la entrada y huir de mi presencia, como una palomita, de las fauces de un lobo hambriento.
-Te ruego que no te marches, Bella.- ese nombre adquirió un nuevo sentido en mis labios y miré los suyos tembloroso, ante mi cercanía.- ¿Tiemblas, palomita?.- le dije, con una sonrisa ladeada. Sus ojos se desviaron hacia mis labios y yo miré los suyos.
¡Dios mio, quería besarla!, quería fundir mi boca en aquella boca virgen y cálida que clamaba sin saberlo que la penetrara con mi lengua igual que hice con su dedo.
Dios, cuando sentí su piel, en mi boca aquel dia, creí estallar complacido, ante la reacción de mi propia cuerpo a ese simple roce…¿Como seria besarla, devorarla…tenerla debajo de mi cuerpo y deslizar mis manos por su suave cuerpo de novicia virgen?
No pude retener más aquellas preguntas dentro de mi cerebro y rugí impaciente, al estampar mis labios en los suyos, agarrándola por la cintura y pegando su cuerpo hacia el mio, en una explosión de sensaciones, nada comparable a los besos de Tanya…Bella era como si hubiese sido creada para besarme, para seguirme en todo…Comenzó a corresponderme al beso y emitió un gemido sensual, sin ella ser consciente de ello.
Aquello me enardeció mas y subí mis manos hacia su espalda y nuca ,apreté su rostro más hacia el mio. Mi lengua comenzó a explorar su boca y delinear cada contorno de ésta, cegandome completamente, aquellos gemidos sordos, que me estaban impidiendo pensar con claridad.
Cuando ya comencé a perder el sentido, por la falta de oxigeno, me aparté de ella, mirando sus ojos, queriendo ver en ellos; en su profundidad el mismo deseo que a mi, me embargaba…y me sentí feliz, eufórico, afortunado, dichoso…todos los calificativos eran pocos…
-Coronel.- susurró, casi imperceptiblemente.
Yo sonreí ante aquella palabra y acaricié su lóbulo con mi lengua, apartándome un momento después para soltar un risita nerviosa y caliente en él.
-Dime Edward, querída…creo que hemos superado todos los formalismos posibles.
Ella se envaró y quiso apartarme de un empellón, pero yo le retení, sus hermosas manitas trabajadas y las besé con devoción.
-Isabella Swan.- le dije, clavando una rodilla en el suelo y acariciando levemente sus dedos finos.- ¿Quieres casarte conmigo?
Ella abrió mucho los ojos y apretó la boca, tensa.
-Bravo…Edward…¿Te vas a casar con la monjita sin haber roto primero con tu prometida?.- Levanté mi cuerpo, cogiendo a Bella hacia mi; protegiéndola de Victoria….
-Es la madre perfecta para mis hijas…Victoria.